EL OPORTUNISMO Y LA BANCARROTA DE LA II INTERNACIONAL[1]

 

I

 

 ¿Ha dejado realmente de existir la II Internacional? Sus representantes más autorizados, como Kautsky y Vandervelde, lo niegan obstinadamente. No ha sucedido nada, excepto una ruptura de relaciones; todo está perfectamente: tal es su punto de vista.

Para poner en claro la verdad, nos remitimos al Manifiesto del Congreso de Basilea de 1912, que justamente se aplica a la actual guerra mundial imperialista y que fue aprobado por todos los partidos socialistas del mundo. Es notable que, en teoría, ningún socialista se atreverá a negar la necesidad de hacer una apreciación histórica concreta de cada guerra.

Ahora que la guerra se ha desencadenado, ni los oportunistas confesos ni los kautskistas se atreven a desconocer el Manifiesto de Basilea ni a comparar sus exigencias con la conducta de los partidos socialistas durante la guerra. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que el Manifiesto desenmascara completamente tanto a unos como a otros. 

En el Manifiesto de Basilea no hay una sola palabra sobre la defensa de la patria, ni sobre la diferencia entre una guerra de agresión y una guerra defensiva; no hay en él nada de lo que ahora proclaman estruendosamente ante el mundo los oportunistas y kautskistas[2] de Alemania y de la Cuádruple Entente. Ni podía decir nada por el estilo, porque lo que dice excluye en absoluto el uso de estos conceptos. Hace referencia en forma muy concreta a la serie de conflictos económicos y políticos que durante décadas han venido preparando esta guerra, se han hecho plenamente evidentes en 1912 y provocado la guerra en 1914. El Manifiesto recuerda el conflicto ruso-austríaco por la "hegemonía en los Balcanes"; el conflicto entre Inglaterra, Francia y Alemania (¡entre todos estos países!) como consecuencia de su "política de conquista en Asia menor"; el conflicto austro-italiano por los "intentos de dominación" en Albania, etc. En una palabra, el Manifiesto define todos estos conflictos como conflictos surgidos del "imperialismo capitalista". Así, el Manifiesto reconoce muy claramente el carácter anexionista, imperialista, reaccionario, esclavizador de la guerra actual, es decir, un carácter que hace que la idea de la defensa de la patria sea una insensatez teórica y un absurdo práctico. Estamos ante una lucha de grandes tiburones por engullir ""patrias" ajenas. El Manifiesto formula las inevitables conclusiones de hechos históricos indiscutibles: esta guerra "no puede ser justificada con el más mínimo pretexto de interés nacional"; se prepara "en beneficio de los capitalistas o en aras de ambiciones dinásticas". Sería un "crimen" que los obreros dispararan "unos contra otros". Esto es lo que dice el Manifiesto.

La época del imperialismo capitalista es una época de capitalismo maduro y pasado de maduro, que está a las puertas de su ruina y que está maduro hasta el punto de ceder el paso al socialismo. El período que va de 1789 a 1871 fue un período de capitalismo progresista cuando el derrocamiento del feudalismo y el absolutismo y la liberación del yugo extranjero figuraban en la orden del día de la historia. Sobre esa base, y sólo sobre esa base, era admisible la "defensa de la patria", es decir, la lucha contra la opresión. También ahora podría aplicarse ese término a una guerra contra las grandes potencias imperialistas, pero sería absurdo aplicarlo a una guerra entre las grandes potencias imperialistas, una guerra para decidir quién se llevará la parte más grande de los países balcánicos, Asia menor, etc. Por eso, no es extraño que los "socialistas" que apoyan la "defensa de la patria" en la presente guerra eludan el Manifiesto de Basilea, como un ladrón elude el lugar del robo. Porque el Manifiesto prueba que son socialchovinistas, es decir, socialistas de palabra, chovinistas en los hechos, que están ayudando a "su" burguesía a saquear a otros países y esclavizar a otras naciones. Esta es la verdadera esencia del "chovinismo": defender la patria "propia" incluso cuando sus actos están orientados a esclavizar las patrias de otros pueblos.

El reconocimiento de que una guerra se libra por la liberación nacional implica una táctica; su reconocimiento como una guerra imperialista, otra. El Manifiesto indica claramente esta última táctica. La guerra "provocará una crisis económica y política" que es preciso "aprovechar", no para atenuar la crisis, no para defender la patria, sino, al contrario, para "sacudir" a las masas y "acelerar la caída de la dominación del capital". Es imposible acelerar algo cuyas condiciones históricas aún no están maduras. El Manifiesto declara que la revolución social es posible, que las condiciones para eso han madurado y que sobrevendrá precisamente en relación con la guerra: "las clases dominantes" temen "una revolución proletaria", declara el Manifiesto, refiriéndose a los ejemplos de la Comuna de París y de la revolución de 1905 en Rusia, es decir, a ejemplos de huelgas de masas y de guerra civil. Mienten los que, como Kautsky, afirman que no ha sido definida la actitud del socialismo hacia esta guerra. Este problema no sólo fue discutido, sino también resuelto en Basilea, donde se aprobó la táctica de la lucha revolucionaria proletaria de masas.

Es una hipocresía indignante ignorar el Manifiesto de Basilea, completamente o en sus partes más esenciales, y citar en cambio discursos de líderes o resoluciones de algunos partidos que, en primer lugar, datan de antes del Congreso de Basilea; en segundo lugar, no fueron decisiones adoptadas por los partidos de todo el mundo, y en tercer lugar, se referían a las diversas guerras posibles, pero no a la guerra actual. El quid de la cuestión es que la época de guerras nacionales entre las grandes potencias europeas ha sido remplazada por una época de guerras imperialistas entre ellas, y que el Manifiesto de Basilea reconoció este hecho oficialmente por primera vez.

Sería erróneo pensar que el Manifiesto de Basilea es una vacua declamación, una declaración burocrática o una amenaza poco seria. ¡Esto es lo que están dispuestos a decir quienes son desenmascarados por el Manifiesto! ¡Pero eso es falso! El Manifiesto de Basilea resume la gran cantidad de material de propaganda y agitación de todo el período de la II Internacional; no es más que el resumen de todo lo que los socialistas han sembrado entre las masas con centenares de miles de discursos, artículos y llamamientos en todos los idiomas. Simplemente reitera lo que, por ejemplo Jules Guesde escribía en 1899, cuando fustigaba el ministerialismo socialista en caso de guerra: hablaba de una guerra provocada por los "piratas capitalistas" (En garde!, pág. 175); simplemente repite lo que escribía Kautsky en 1909, en El camino hacia el poder, donde admitía que había terminado la época "pacífica" y había comenzado la época de guerras y revoluciones. Presentar el Manifiesto de Basilea como una frase o como un error es considerar como mera frase o como un error todo lo que los socialistas han hecho en los últimos 25 años. La contradicción entre el Manifiesto y su no aplicación resulta tan intolerable para los oportunistas y kautskistas, porque descubre las profundas contradicciones en el trabajo de la II Internacional. El carácter relativamente "pacífico" del período comprendido entre 1871 y 1914 sirvió para nutrir al oportunismo, primero como estado de ánimo, luego como tendencia y por último como grupo o capa entre la burocracia obrera y los compañeros de ruta pequeñoburgueses. Estos elementos podían ganar la dirección del movimiento obrero sólo apoyando de palabra los objetivos revolucionarios y la táctica revolucionaria. Podían ganar la confianza de las masas sólo jurando que todo el trabajo "pacífico" no era sino una preparación para la revolución proletaria. Esa contradicción era un absceso que alguna vez tenía que reventar, y ha reventado. Ahora el problema consiste en decidir si hay que intentar, como hacen Kaustky y Cía., introducir nuevamente ese pus en el organismo, en aras de la "unidad" (con el pus), o si, para ayudar a la completa recuperación del organismo del movimiento obrero, hay que eliminar el pus tan rápida y cuidadosamente como sea posible, a pesar del agudo dolor que cause ese proceso.

Los que votaron los créditos de guerra y entraron a formar parte de ministerios y apoyaron la defensa de la patria en 1914-1915, han traicionado evidentemente al socialismo. Sólo hipócritas pueden negarlo. Esta traición debe ser explicada.

 

II

 

Seria absurdo considerar todo el problema como un problema de personalidades. ¿Qué tiene esto que ver con el oportunismo cuando personas como Plejánov y Guesde etc.?, pregunta Kautsky (Neue Zeit, 28 de mayo de 1915). ¿Qué tiene esto que ver con el oportunismo cuando Kautsky, etc.?, contesta Axelrod en nombre de los oportunistas de la Cuádruple Entente (Die Krise der Sozialdemokratie[3], Zurich, 1915, pág. 21). Todo esto es una farsa. Paraexplicar la crisis de todo el movimiento es necesario examinar, en primer lugar, él significado económico de la política actual; en segundo lugar, las ideas que le sirven de base y, en tercer lugar, su relación con la historia de las diversas tendencias en el socialismo.

¿Cuál es la esencia económica del defensismo en la guerra de 1914-1915? La burguesía de todas las grandes potencias hace la guerra para repartirse y explotar el mundo, y para oprimir a otras naciones. A un reducido grupo de la burocracia obrera, la aristocracia obrera y los compañeros de ruta pequeñoburgueses pueden tocarle algunas migajas de las grandes ganancias de la burguesía. El socialchovinismo y el oportunismo tienen la misma base de clase: la alianza de un pequeño sector de obreros privilegiados con "su" burguesía nacional, contra las masas de la clase obrera; la alianza entre los lacayos de la burguesía y la burguesía contra la clase que es explotada por ésta. El contenido político del oportunismo y del socialchovinismo es el mismo: colaboración entre las clases, rechazo de la dictadura del proletariado, rechazo de las acciones revolucionarias, aceptación incondicional de la legalidad burguesa, falta de confianza en el proletariado y confianza en la burguesía. El socialchovinismo es la continuación directa y la culminación de la política obrera liberal inglesa, del millerandismo y el bernsteinismo.

La lucha entre las dos principales tendencias en el movimiento obrero —socialismo revolucionario y socialismo oportunista— llena todo el período que va de 1889 a 1914. Y también ahora existen en todos los países dos tendencias principales en cuanto a la actitud hacia la guerra. Dejemos la costumbre oportunista y burguesa de referirse a individuos. Veamos las tendencias en una serie de países. Tomemos diez países europeos: Alemania, Inglaterra, Rusia, Italia, Holanda, Suecia, Bulgaria, Suiza, Bélgica y Francia. En los ocho primeros, la división en tendencia oportunista y revolucionaria corresponde a la división en socialchovinistas e internacionalistas. En Alemania los puntos de apoyo del socialchovinismo son Sozialistische Monatshefte y Legien y Cía.; en Inglaterra, los fabianos y el Partido Laborista (el ILP estuvo siempre aliado con ellos, apoyó su periódico oficial, y en este bloque fue siempre más débil que los socialchovinistas, mientras que tres séptimos del BSP son internacionalistas); en Rusia esta tendencia está representada por Nasha Zariá (ahora Nashe Dielo), el Comité de Organización y el grupo de la Duma dirigido por Chjeidze; en Italia está representada por los reformistas con Bissolati al frente; en Holanda por el partido de Troelstra; en Suecia por la mayoría del partido, dirigida por Branting; en Bulgaria por el partido de los denominados "amplios"; en Suiza por Greulich y Cía. En todos esos países, justamente entre los socialdemócratas revolucionarios, ha surgido ya una protesta más o menos enérgica contra el socialchovinismo. Francia y Bélgica son las dos excepciones; allí el internacionalismo también existe pero es muy débil.

El socialchovinismo es oportunismo en su forma más acabada. Está totalmente maduro para una alianza franca, y a menudo vulgar, con la burguesía y los estados mayores. Y precisamente esta alianza es la que le da gran fuerza y un monopolio de la prensa legal y del engaño de las masas. Es absurdo seguir considerando el oportunismo como un fenómeno interno del partido. Es ridículo pensar en aplicar la resolución de Basilea junto con David, Legien,. Hyndman, Plejánov y Webb. La unidad con los socialchovinistas es la unidad con la "propia" burguesía nacional, que explota a otras naciones; es la escisión del proletariado internacional. Esto no quiere decir que sea posible en todas partes una ruptura inmediata con los oportunistas; sólo quiere decir que esta ruptura ya está madura desde un punto de vista histórico, que es necesaria e inevitable para la lucha revolucionaria del proletariado; que la historia, al pasar del capitalismo "pacífico" al capitalismo imperialista, allanó el camino para esta ruptura. Volentem ducunt fata, no lentem trahunt[4].

 

III

 

Los representantes inteligentes de la burguesía lo han comprendido muy bien. Por eso dedican tantos elogios a los actuales partidos socialistas, encabezados por los "defensores de la patria", es decir, los defensores de la rapiña imperialista. Por eso los gobiernos retribuyen a los líderes socialchovinistas con cargos ministeriales (en Francia e Inglaterra), o con el monopolio de una existencia legal sin trabas (en Alemania y Rusia). Por eso mismo, en Alemania, donde el Partido Socialdemócrata era el más fuerte y donde su trasformación en un partido obrero nacional liberal contrarrevolucionario ha sido más evidente, ¡las cosas llegaron hasta el punto de que el ministerio público califica la lucha entre la "mayoría" y la "minoría" como una "incitación al odio de clases"! Es por esto que los oportunistas inteligentes se preocupan ante todo por mantener la anterior "unidad" de los viejos partidos, que prestaron tan importantes servicios a la burguesía en 1914 y 1915. Un socialdemócrata alemán publicó en abril de 1915, con el seudónimo de "Monitor", en la revista reaccionaria Preussische Jahrbücher, un artículo en el que, con franqueza digna de elogio, expresa las opiniones de estos oportunistas en todos los países del mundo. Monitor piensa que sería muy peligroso para la burguesía que los socialdemócratas se desplazaran aun más a la derecha: "Debe conservar el carácter de un partido obrero con ideales socialistas. Pues el día que renuncie a ello surgirá un nuevo partido que adoptará el programa al que haya renunciado el partido anterior, y lo formulará en términos aun más radicales" (Preussische Jahrbücher, 1915, núm. 4, págs. 50-51).

Monitor ha dado en el clavo. Eso es precisamente lo que desearon siempre los liberales ingleses y los radicales franceses: frases con un tono revolucionario para engañar a las masas e inducirlas a que confíen en los Lloyd George, Sembat, Renaudel, Legien y Kautsky, hombres capaces de predicar la "defensa de la patria" en una guerra de rapiña.

Pero Monitor representa sólo una variedad de oportunismo: la variedad franca, burda y cínica. Otros proceden en forma encubierta, sutil y "honesta". Engels dijo en cierta ocasión que los oportunistas "honestos" eran los más peligrosos para la clase obrera. Un ejemplo: Kautsky escribe en Neue Zeit (26 de noviembre de 1915): 'la oposición a la mayoría está aumentando, el estado anímico de las masas es oposicionista". "Después de la guerra [¿sólo despuésde la guerra? N. L.] las contradicciones de clase se agudizarán hasta tal punto, que el radicalismo prevalecerá entre las masas." "Después de la guerra [¿sólo después de la guerra? N. L.] corremos el peligro de que los elementos radicales abandonen el partido para unirse a los partidarios de acciones antiparlamentarias [?? entiéndase: extraparlamentarias] de masas." "Así pues, nuestro partido se divide en dos campos extremos, que no tienen nada en común." Para preservar la unidad, Kautsky trata de convencer a la mayoría en el Reichstag que permita a la minoría pronunciar unos cuantos discursos parlamentarios de tono radical. Eso quiere decir que, con unos cuantos discursos parlamentarios radicales, Kautsky quiere conciliar a las masas revolucionarias con los oportunistas; que "nada tienen en común" con la revolución, que tienen hace tiempo la dirección de los sindicatos y que ahora, apoyándose en su estrecha alianza con la burguesía y el gobierno, se han adueñado también de la dirección del partido. ¿Qué diferencia sustancial hay entre esto y el "programa" de Monitor? Ninguna, sino las frases melosas que prostituyen el marxismo.

En una reunión del grupo del Reichstag el 18 de marzo de 1915, el kautskista Wurm "puso en guardia" al grupo para que "no estirara demasiado la cuerda; en las masas obreras crece la oposición contra la mayoría del grupo; es necesario aferrarse al 'centro' marxista [probablemente haya una errata: léase "de Monitor"]" (Klassenkampf gegen den Krieg! Material zum "Fall Liebknecht". Ais Manuskript gedruckt[5], pág. 67). Vemos, por lo tanto, ¡ ¡que ya en marzo de 1915 se reconocía, en nombre de todos los kautskistas (el llamado "centro"), como un hecho el sentimiento revolucionario de las masas!! ¡¡Y ocho meses y medio después Kautsky vuelve a proponer que se "reconcilie" a las masas militantes con el partido oportunista, contrarrevolucionario, y quiere hacerlo con unas cuantas frases de tono revolucionario!!

La guerra suele ser útil para poner al descubierto lo que está podrido y descartar los convencionalismos.

Comparemos a los fabianos ingleses con los kautskistas alemanes. Un verdadero "marxista", Federico Engels, escribía sobre los primeros, el 18 de enero de 1893:

"... una pandilla de arribistas, suficientemente sagaces como para comprender la inevitabilidad de la revolución social, pero que no desearían en absoluto confiar esta titánica tarea exclusivamente al inmaduro proletariado [...] Su principio fundamental es el temor a la revolución". (Carta a Sorge, pág. 390)[6].

Y el 11 de noviembre de 1893 escribía:

"arrogantes burgueses, que benévolamente descienden hasta el proletariado, para liberarlo desde arriba, siempre que éste quiera comprender que semejante masa tosca e inculta no puede liberarse a sí misma y que no podrá lograr nada sin la benevolencia de esos inteligentes abogados, literatos y comadres sentimentales"... (lugar citado, pág. 401).

En teoría, Kautsky mira a los fabianos con el desprecio de un fariseo por un pobre pecador, porque él jura por el "marxismo". ¿Pero qué diferencia real existe entre ellos? Ambos han firmado el Manifiesto de Basilea y ambos han hecho con él lo que Guillermo II con la neutralidad de Bélgica. Pero Marx fustigó toda su vida a quienes trataban de extinguir el espíritu revolucionario de los obreros. Kautsky plantea su nueva teoría del "ultraimperialismo" en oposición a los marxistas revolucionarios. Según esa teoría él entiende que "la rivalidad de los capitales financieros nacionales" será sustituida por la "explotación conjunta del mundo por el capital financiero internacional" (N.Z., 30 de abril de 1915). Pero añade:

"todavía no existen premisas suficientes para decidir si esta nueva etapa del capitalismo es o no factible".

¡De esta manera, basándose en meras conjeturas sobre una "nueva etapa" que no se atreve declarar categóricamente "factible", el inventor de esa "etapa" desmiente sus propias declaraciones revolucionarias, rechaza las tareas revolucionarias y la táctica revolucionaria del proletariado, las rechaza ahora, en la "etapa" de una crisis que ya se ha iniciado, de una guerra y de una agravación sin precedentes de las contradicciones de clase! ¿No es esto el más abominable fabianismo?

Axelrod, el jefe de los kautskistas rusos, considera que "El centro de gravedad del problema de la internacionalización del movimiento proletariado de liberación es la internacionalización de la práctica cotidiana"; por ejemplo, "la legislación sobre la protección del trabajo y los seguros sociales debe convertirse en objeto de las acciones y organizaciones internacionales de los obreros" (Axelrod, La crisis de la socialdemocracia, Zurich. 1915, págs. 39-40). Claro está que no sólo Legien, David y los Webb, sino el propio Lloyd George y Naumann, Briand y Miliukov adherirán plenamente a semejante "internacionalismo". Lo mismo que en 1912, Axelrod está dispuesto a lanzar las frases más revolucionarias para un futuro muy remoto, si la futura Internacional "se manifiesta [contra los gobiernos en el caso de guerra] y levanta una tempestad revolucionaria". ¡Vean qué valientes somos! Pero cuando se trata de apoyar y desarrollar ahora la agitación revolucionaria que se está iniciando entre las masas, Axelrod replica que esa táctica de acciones revolucionarias de masas "podría tener cierta justificación si estuviésemos inmediatamente en vísperas de una revolución social, como sucedió por ejemplo en Rusia, donde las demostraciones estudiantiles de 1901 fueron el presagio de que se aproximaban batallas decisivas contra el absolutismo". Pero en el momento actual todo eso es "utopía", "bakuninismo", etc. Esto sigue completamente el estilo de Kolb, David, Südekum y Legien.

El respetabilísimo Axelrod sólo olvida que en 1901 en Rusia nadie sabía ni podía saber que la primera "batalla decisiva" se libraría cuatro años después —no olviden, cuatro años después— y quedaría "indecisa". Y sin embargo, sólo nosotros, los marxis- tas revolucionarios, tuvimos entonces razón: ridiculizamos a los Krichevski y los Martínov, que llamaban al ataque inmediato. Simplemente aconsejábamos a los obreros que echaran a los oportunistas de todas partes y que hicieran todos los esfuerzos para apoyar, profundizar y extender las demostraciones y otras acciones revolucionarias de masas. Absolutamente análoga es la actual situación en Europa. Sería absurdo llamar a un ataque "inmediato"; pero sería una vergüenza llamarse socialdemócrata y no aconsejar a los obreros que rompan con los oportunistas y que hagan todos los esfuerzos por consolidar, ahondar y definir el incipiente movimiento revolucionario y las demostraciones.

La revolución nunca cae del cielo completamente lista, y cuando comienza la efervescencia revolucionaria nadie puede decir si conducirá, y cuándo conducirá, a una revolución "verdadera", "auténtica". Kautsky y Axelrod dan a los obreros gastados y viejos consejos contrarrevolucionarios. Kautsky y Axelrod alimentan a las masas con la esperanza de que la futura Internacional seguramente será revolucionaria, pero lo hacen con el solo propósito de proteger, encubrir y embellecer la actual dominación de los elementos contrarrevolucionarios: los Legien, los David, los Vander- velde y los Hyndman. ¿No es obvio que la "unidad" con Legien y Cía. es el mejor medio paira preparar la "futura" Internacional revolucionaria?

"Hubiese sido insensato querer trasformar la guerra mundial en una guerra civil", declara David, líder de los oportunistas alemanes (Die Sozialdemokratie und der Weltkrieg, 1915, pág. 172), objetando el manifiesto del Comité Central de nuestro partido del 1 de noviembre de 1914. El Manifiesto dice, entre otras cosas:

"Por grandes que parezcan, en determinado momento, las dificultades de esta trasformación, los socialistas nunca renunciará: al trabajo de preparación sistemática, tenaz y consecuente en este sentido, pues la guerra es un hecho."[7]

(Citado también por David, pág. 171.) Un mes antes de que apareciera el libro de David, nuestro partido publicó sus resoluciones, en las que explicaba del siguiente modo la "preparación sistemática": 1. Negativa a votar los créditos. 2. Ruptura de la tregua civil. 3. Creación de organizaciones ilegales. 4. Apoyo a las manifestaciones de solidaridad en las trincheras. 5. Apoyo a todas las acciones revolucionarias de masas[8].

David es casi tan valiente como Axelrod: en 1912 no le parecía "insensato" referirse, al prever la guerra, a la Comuna de París.

Plejánov, típico representante de los socialchovinistas de la Entente, opina sobre la táctica revolucionaria igual que David. La llama "sueño ridículo". Pero oigamos a Kolb, un oportunista franco quien escribió: "La táctica de los que siguen a Liebknecht llevaría al punto de ebullición la lucha dentro de la nación alemana". (Die Sozialdemokratie am Scheidewege - "La socialdemocracia en la encrucijada", pág. 50).

¿Pero qué es una lucha llevada hasta el punto de ebullición, si no la guerra civil?

Si la táctica de nuestro CC, que en general coincide con la táctica de la izquierda de Zimmerwald, fuese "locura", "sueños", "aventurerismo", "bakuninismo" —como afirman David, Plejánov, Axelrod, Kautsky y otros—, nunca podría conducir a una "lucha dentro de la nación" y menos aun llevar esa lucha al punto de ebullición. En ningún lugar del mundo las frases anarquistas han llevado a una lucha dentro de una nación. En cambio, los hechos demuestran que, precisamente en 1915, como resultado de la crisis producida por la guerra, aumenta la efervescencia revolucionaria entre las masas, aumentan las huelgas y demostraciones políticas en Rusia, las huelgas en Italia e Inglaterra, las demostraciones políticas y las manifestaciones de hambrientos en Alemania. ¿Acaso esto no es el principio de acciones revolucionarias de masas?

Apoyar, desarrollar, ampliar e intensificar las acciones revolucionarias de masas, crear organizaciones ilegales, sin las cuales, aun en los países "libres", no hay manera de decirles la verdad a las masas populares: tal es el resumen y la esencia del programa práctico de la socialdemocracia en esta guerra. Todo lo demás son mentiras o frases, sean cuales fueren las teorías oportunistas o pacifistas con que se adornen[9].

Cuando se nos dice que esa "táctica rusa" (expresión de David) no es adecuada para Europa, contestamos generalmente remitiéndonos a los hechos. El 30 de octubre una delegación de mujeres berlinesas, camaradas nuestras, se presentó ante el Presidium del partido y declaró "que ahora, que existe un vasto aparato de organización, es mucho más fácil difundir folletos y volantes ilegales y organizar 'reuniones no autorizadas' que en la época de la ley de excepción contra los socialistas". "No faltan recursos i ni métodos pero parece haber falta de deseos." (Berner Tagwacht, 1915, núm. 271.)

¿Será que esas malas camaradas han sido descarriadas por los "sectarios" rusos, etc.? ¿Será que las verdaderasmasas no están representadas por esas camaradas, sino por Legien y Kautsky? Por ese Legien que en su informe del 27 de enero de 1915 fustigaba la idea "anarquista" de formar organizaciones clandestinas; o ¡¡por Kautsky, que se ha vuelto tan contrarrevolucionario que el 26 de noviembre, cuatro días antes de la demostración de diez mil personas en Berlín, calificó de "aventurerismo" las demostraciones callejeras.

¡Basta de charla, basta de "marxismo" prostituido à la Kautsky! Después de veinticinco años de existencia de la II Internacional, después del Manifiesto de Basilea, los obreros no volverán a creer en palabras. El oportunismo está más que maduro, convertido en socialchovinismo, se ha pasado definitivamente al campo de la burguesía. Ha roto sus vínculos espirituales y políticos con la socialdemocracia. También romperá sus vínculos orgánicos. Los obreros ya exigen una prensa "no censurada" y reuniones "no autorizadas", es decir, organizaciones clandestinas para apoyar el movimiento revolucionario de masas. Sólo cuando la "guerra a la guerra" se orienta según estas líneas deja de ser charlatanería para convertirse en labor socialdemócrata. Y a pesar de todas las dificultades, retrocesos, decepciones e interrupciones, esa labor llevará a la humanidad a la revolución proletaria victoriosa.

 

Publicado en enero de 1916, en             
la revista Vorbote, núm. 1.
Firmado: N. Lenin

Publicado en ruso por primera
vez en 1929, en la 2-3 ed. de las
Obras de V. I. Lenin, t. XIX. 

Se publica de acuerdo con el manuscrito.

 

 

 

[1] * Este artículo se publicó en enero de 1916, en el núm. 1 de Vorbote ("El precursor"), revista teórica oficial de la izquierda de Zimmerwald editada en alemán en Berna. Aparecieron dos números, el núm. 1 en enero y el 2 en abril de 1916. Sus editores oficiales fueron H. Roland-Holst y A. Pannekoek. Lenin participó activamente en su creación y luego en la organización de su traducción al francés para darle mayor difusión. En sus páginas se entabló una polémica de la izquierda de los partidarios de Zimmerwald, sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación y sobre la consigna del "desarme". Publicó también el artículo de Lenin "La revolución socialista y el derecho de las naciones a la autodeterminación. (Tesis)". Véase el presente tomo, págs. 241-255, (Ed.)

[2]  * No se trata de quienes siguen a Kautsky en Alemania, sino del tipo internacional de seudomarxistas que fluctúan entre el oportunismo y el radicalismo, pero que en realidad sólo sirven de hoja de parra al oportunismo.

[3] * La crisis de la socialdemocracia. (Ed.)

[4] * El destino lleva a quien lo acepta y arrastra a quien lo rechaza. (Ed.)

[5] * ¡La lucha de clase contra la guerra! Material sobre el "Caso Liehkneoht". Impreso sólo para circulación privada. (Ed.)

[6] * Véase C. Marx y F. Engels, Correspondencia, ed. cit., pág. 327. (Ed.)

[7]  * Véase V. I. Lenin, ob. cit., t. XXII, "La guerra y la socialdemocracia de Rusia". (Ed.)

[8] * Id., ibíd., "Conferencia de las secciones del POSDR en el extranjero", § El oportunismo y la bancarrota de la II Internacional. (Ed.)

[9] * En el Congreso Internacional de Mujeres realizado en Berna en marzo de 1915, las representantes del CC de nuestro partido insistieron en que era absolutamente necesario crear organizaciones ilegales. Esto fue rechazado. Las inglesas se rieron de dicha proposición y ensalzaron las "libertades" británicas. Pero pocos meses después periódicos ingleses como Labour Leader nos llegaron con espacios en blanco, y recibimos noticias de allanamientos policiales, confiscación de folletos, arrestos y sentencias draconianas contra camaradas que en Inglaterra hablaban de la paz, ¡tan sólo de la paz!

  

 

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