INDICE

Prólogo

Introducción

Primera Parte: La Teoría

    Lucha de Clases

    La Vanguardia de la Revolución

    La Toma de Posesión del Poder por el Proletariado, y la Constitución de un Estado Obrero

    La Toma de Posesión de los Medios de Producción Por la Clase Obrera

    La Organización de la Vida en Sociedad

    ¿La Dictadura del Proletariado o la Dictadura de un Partido?

    Divagaciones del marxismo sobre el papel del proletariado como clase de lucha

    La Ciencia y su papel en la Vida de los Pueblos

    Las desviaciones e interpretaciones del marxismo o la continuidad de la teoría

    Acotaciones sobre las opiniones del señor Engels

    Su idea de la Revolución

    La teoría de la práctica

    El Marx desconocido o la limpieza de un personaje obscuro.

Segunda Parte: La Práctica

    Orígenes del Marxismo

    La Lengua suelta de la serpiente

    La Internacional Escindida por Marx

    La Contrarrevolución Marxista en Rusia

    La Contrarrevolución Marxista en España

    Breve relato del Pacto Stalin-Hitler

Conclusión

BIBLIOGRAFIA

La traición de la hoz y el martillo

 

  

 LA TRAICION DE LA HOZ Y EL MARTILLO

 

Prólogo

 

La caída del muro de Berlín en 1989 y el decreto que dio pie a la desaparición total de la Unión Soviética en 1991, aunado a la incorporación de los restantes países autonombrados socialistas al modelo del capitalismo de libre mercado; dicho acontecimiento, abrió la brecha para que los ideólogos de los países antagónicos al socialismo durante la guerra fría, declararán triunfante su sistema neoliberal por encima de toda esperanza revolucionaria y cambio radical que hiciera frente a la explotación y dominación del capitalismo.

Si bien, a pesar de que en estos tiempos, los gobiernos y partidos políticos de todos los países se han amoldado la consigna de que mediante la “Democracia representativa” hemos entrado a la nueva era de las libertades e igualdad para todos; queda de relieve el hecho de que no han sido sino pantomimas, las cuales simplemente han maquillado la explotación padecida hoy en día por millones por seres humanos sometidos al yugo de una minoría parasitaria que dicta las condiciones de vida sobre los pueblos.

Es ya trillado el discurso manejado por analistas políticos, historiadores oficiales y doctrinarios ortodoxos (marxistas y neo marxistas). Tanto los defensores del marxismo como los neoliberales, abordan el tema explicando los motivos del derrumbe de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) de un modo simplista, carente de análisis profundo. Pues mientras los primeros se rebajan a explicar todo mediante un “problema de personalidades” y “desobediencia hacia el verdadero catecismo Marxista, desviaciones, revisionismos y demás herejías que atentaban contra el dogma”, los segundos recurren al discurso fatalista ya gastado que expone que “el capitalismo es el único sistema posible y éste llegó para quedarse”.

El presente trabajo refuta dichas tesis, proponiéndose realizar un análisis riguroso, tomando en primera instancia la teoría marxista, y posteriormente situándose sobre los hechos históricos en que se desarrolla la trayectoria del marxismo, desde el mismo personaje al que se le atribuye dicha doctrina hasta sus sucesores, todo, al margen de superficialidades que impidan ver de manera objetiva las causas que propiciaron su cruento desenlace: La decadencia de una doctrina languideciendo en sus propios fracasos que esta misma se dedicó a edificar, y bien resulta aplicable para este caso el refrán: Cría cuervos y te sacarán los ojos.

Resulta evidente, pues en base a lo expuesto hasta el momento, es importante aclarar que se trata de un análisis visto desde el anarquismo, de lo cual, se hace indispensable examinar las tesis marxistas y ponerlas en tela de juicio frente a sus principios que dice promulgar y la compatibilidad con la realidad que busca transformar. Vale la pena, pues, echar un vistazo durante los primeros años de efervescencia de ambas corrientes (desde la Primera Internacional hasta llegar a los acontecimientos revolucionarios de la historia), sobre las críticas que hizo el anarquismo hacia la veracidad de un catecismo que se autoproclamaba científico y como absoluta panacea revolucionaria para la liberación humana. ¿Fueron Marx y Engels los autores de un proceso que llevaría a algo contrario de lo que predicaron en sus tesis?  ¿Fueron las hegemonías totalitarias con sus campos de concentración que terminaron abriendo cínicamente la brecha al capitalismo, auténticamente socialistas o comunistas?

Si cualquiera que comienza por la A debe llegar inevitablemente a la Z, es entonces imprescindible hacer tabla rasa sobre que tanta similitud y diferencia existe realmente entre los principios del anarquismo y los del marxismo, esto, a sabiendas de que suele muchas veces comparárseles en un mismo terreno revolucionario encaminado a la abolición del Estado y del Capitalismo, dando paso a un máximo de libertad en completa fraternidad.

En estos tiempos donde el control mundial es ejercido por las instituciones financieras, sobrevive el discurso “socialista” en la demagogia de algunos políticos, sus partidos y gobiernos; que lejos de representar una amenaza al capital, lidian y se respaldan de éste. Además, el marxismo no ha dejado de ser bandera política de los grupos que mostrándose como los más consecuentes, pretenden una regresión hacia sistemas del pasado (el cual glorifican), negándose a ver y encarar que los respalda una reputación de traiciones y autoritarismo. Por lo tanto, tales críticas siguen vigentes.

La Traición de la Hoz y el Martillo pretende rescatar el significado del verdadero comunismo, desligándolo de esas tergiversaciones de que fue y ha sido objeto. Porque si asistimos aún, a satanizar tajantemente al comunismo o el socialismo en base a lo acontecido en dictaduras pasadas, cometeríamos también al funesto error de no ver que el fracaso no fue del comunismo sino del capitalismo de Estado, las burocracias y un fatalismo que supuso “dialécticamente, con la destrucción de los privilegios económicos vendría después por sí sola, la disolución del Estado”.

Esperemos finalmente que todo el conjunto, o síntesis, del estudio realizado a través de mucho esfuerzo, sirva como aporte significativo a los fundamentos del anarquismo frente a sus detractores, aún contra quienes se proclaman revolucionarios, a pesar de la incongruencia entre sus medios y sus fines.

Corresponderá en última instancia al lector, realizar su propio juicio acerca de la veracidad y vigencia de los acontecimientos, comparándolos con la realidad que hoy se vive, albergando la esperanza de que éste tome la iniciativa y voluntad para transformarla.

César Tapia G.

 

Introducción

 

El Marxismo y el Anarquismo, que se desarrollaron ampliamente a partir de la revolución industrial, han venido evolucionando cada uno por su lado. El anarquismo encontró corrientes como el individualismo, el colectivismo anarquista y finalmente el anarco-comunismo, principalmente. El marxismo, desde que queda planteado por Marx y Engels, ha sufrido algunos cambios, no de fondo, pero sí de táctica. Si bien Marx y Engels formularon una doctrina que, según ellos, era el bastión principal y único método realmente científico de la revolución, este vino evolucionando (¿o involucionando?) desde esos tiempos en los que se pusieron los cimientos de la revolución social por medio de la conquista del poder político por los medios necesarios —desde las elecciones hasta los golpes de mano— hasta la dictadura del proletariado y la concentración del poder en manos de un Estado supuestamente obrero. Este camino debía conducir necesariamente hacia el despotismo y regímenes totalitarios, como los que sufrió la humanidad durante el siglo XX.

Hay que reflexionar y preguntarse si Marx y Engels en realidad no habían vislumbrado los caminos que su doctrina habría de seguir, y que no sólo la razón la tuvieron todo el tiempo los anarquistas que les criticaban duramente, sino que Marx y Engels no tenían en sus métodos nada de científico.

O, por otro lado, si lograron alguna vez darse cuenta de que en la crítica anarquista del Estado había mucho de verdad y se empeñaron aun así en sus ideas, entonces la respuesta no da lugar a dudas: Marx y Engels al hablar de la revolución social, en realidad se referían a convertirse ellos en los caudillos del pueblo, y por consecuencia, en gobernarles ellos mismos. Con lo que la crítica anarquista también está en lo cierto: quien busca el poder no puede buscar destruirlo, sino apoderarse de él y hacer uso de éste mismo.

Nos encontramos en un círculo sin salida del que no se puede salir entonces más que de dos maneras: o negando contra toda la historia que Marx y Engels —y por ellos todo su sistema— estuvieron equivocados siempre; o poner los pies en la tierra y dar la razón al anarquismo.

Por otro lado, el sistema que el marxismo plantea, lleno de dictaduras y de leyes sobre el pueblo, no tienen nada que ver con el Comunismo auténtico, donde la equidad reina y el Estado no existe.

Por eso, antes de comenzar tenemos que decir que por razones de carácter etimológico, no nos referiremos a los discípulos de Marx y toda su doctrina como comunismo, porque no hemos de olvidar que, el comunismo, tomado en su sentido realmente ideológico, supone la destrucción del Estado, y la propiedad común de los medios de producción y de los productos obtenidos mediante el empleo de éstos.

El marxismo, al proponer que la propiedad de los medios de producción y con ellos la riqueza social sea centralizada en un enorme aparato estatal, falta grandemente a los principios del comunismo; por mucho que a eso le llamen “primera fase del comunismo”. Lo mismo hace al proponer que la revolución social pase por un periodo “transitorio” de dictadura “proletaria”. La historia nos demuestra que la pretendida intención de los marxistas de que desaparezca el Estado no es sino una mentira.

Por todo esto, al referirnos a ellos, evitaremos todo lo posible por llamarles “comunistas” y les llamaremos, más acorde con sus ideas, “marxistas”. Se podría argüir que hay quienes se reivindican como trotskistas, maoístas, leninistas, y también, rayando en el fascismo, stalinistas.

Se nos ha tratado de objetar, que es diferente la "socialdemocracia" al "marxismo auténtico", argumentos por demás sofistas que no entienden que la una fue la consecuencia lógica de la otra. Se nos ha dicho que cada teórico del marxismo lo interpreta de manera similar, aunque distinta. Nosotros por nuestra parte entendemos esto, pero también vemos en los distintos teóricos del marxismo la continua evolución de los ideales de dictadura revolucionaria que comenzaría el mismo Marx, y culminaría el señor Stalin, sin olvidar a Krushev y Gorbachov. Al hacer esto, no creemos hacer una injusticia, pues sólo nos proponemos exponer la teoría marxista en sus distintos matices, haciendo tabla rasa de todos ellos, y exponer en toda su magnitud autoritaria al marxismo, según los mismos actos, teorías y hechos realizados por sus distintos defensores, ello se verá en el recorrido del libro, donde con sus mismas obras y actos lo iremos demostrando. También tengamos en cuenta que todas estas teorías tuvieron como pilar inicial la doctrina de Marx, él fue la fuente de donde salieron las teorías posteriores.

“En efecto, Stalin y el stalinismo no son sino consecuencias lógicas de una evolución preparatoria, resultado ella misma de un terrible desvío, de una confusión nefasta de la revolución.

Lenin y Trotsky, es decir, su sistema, prepararon el terreno y engendraron a Stalin. Sepan, pues, los que sostuvieron antes a Lenin, Trotsky y compinches, y hoy fulminan a Stalin: cosechan lo que han sembrado”.[1]

En efecto, como bien dice Volin, todo el sistema de terror que Stalin llevaría a cabo no es sino la consecuencia lógica de una evolución preparatoria, que Marx iniciaría.

Por más que Marx haya dicho “¡Todo lo que yo sé, es que no soy marxista!”. Por más que Engels dijera a partir de 1886 y hasta 1894:

“nuestra teoría no es un dogma… un dogma que deba aprenderse de memoria y repetir mecánicamente… sino una guía para la acción… una teoría del desarrollo… una exposición de un proceso evolutivo que se compone de muchas fases”.

Por más que criticase a personalidades de la política rusa que citaban textos de Marx “como si fuesen textos de los clásicos o del Nuevo Testamento”, ya era demasiado tarde: la obra de dogmatismo que habían emprendido dentro de la Internacional[2]contra todos aquellos que distaban de compartir sus ideas[3] había evolucionado: el dogma teórico se convertiría en dogma práctico, la autoridad política se convertiría en autoridad ideológica, la peor que puede existir.

Se ha hablado también mucho de que hay quienes han “interpretado mal a Marx”. Es verdad que Marx asignaba el papel de la “Dictadura del Proletariado” a una clase, y no a un partido; esto es ya aportación de Lenin.

Pero el camino estaba dado por el mismo Marx: ponía al Partido Comunista como “la Vanguardia” que debía conducir al pueblo hacia la revolución, y es claro que esta vanguardia debía continuar durante la misma revolución, tomando la preponderancia de esta misma, y llevando a que la dictadura del proletariado la ejerciera un partido y no una clase, e incluso, por encima de esta misma clase. Tal y como pasó en Rusia, que si bien, como ya he dicho, la dictadura de un partido fue sobre todo obra de Lenin, esto no fue sino el resultado de las teorías que Marx acuñaría hacía ya mucho tiempo. Cumpliéndose casi a la perfección las previsiones que sobre todo eso había dicho Bakunin.

Por todo lo dicho anteriormente, creemos que no sólo no somos injustos al tomar de los distintos teóricos del marxismo los materiales necesarios para esta obra; sabedores también de que hay muchas cosas que en las palabras (y sólo en las palabras) aparentemente hacen que coincidan el marxismo y el anarquismo:

“No discrepamos en modo alguno de los anarquistas en cuanto a la abolición del Estado, como meta. Lo que afirmamos es que para alcanzar esta meta, es necesario el empleo temporal de los instrumentos, de los medios, de los métodos del poder Estatal, contra los explotadores, igual que para destruir las clases es necesaria la dictadura temporal de la clase oprimida”[4]

Pero nosotros no nos dejamos llevar por las palabras, y sí sólo por los hechos, pues todas estas cosas como veremos, sólo suceden en las letras, pues en la práctica todo ello dista mucho de ser real; comprendido lo anterior, creemos que si algún nombre lo tienen ganado a pulso es el de marxistas, y no en modo alguno el de comunistas.

Cosa que, desde ya hace mucho tiempo han hecho los marxistas: apropiarse un término que por lógica y por ideología no les pertenece; al apropiarse este nombre han hecho de él sinónimo de autoritarismo, y con ello, lejos de brindar un servicio al comunismo, no han hecho más que manchar este nombre.

Pero tampoco vamos a pelear por un título, pues lo que cuenta son los actos, y no los nombres. Pero dicho esto entremos en materia.

El marxismo planteado, propone a grandes rasgos como principios de la clase obrera:[5] La lucha de clases; el Partido Comunista como vanguardia de la revolución; la toma de posesión del poder por el proletariado, aunado a la constitución de un Estado obrero; la toma de posesión de los medios de producción por la clase obrera; la organización de la vida en sociedad —y ello comprende el sistema económico— ; la dictadura del proletariado; la desaparición paulatina del Estado para dar paso a la libertad.[6]

Esto es lo que conformaría según ellos, el mal llamado socialismo científico, así es que interesados en investigar la verdad, veremos si es que existe algo de “científico” en esta ideología .................................

 

Ver el documento completo