SINTESIS

 

Documento A del Seminario “180 años (1831-2010) de lucha de clases en Euskal Herria Sur”. Cuarenta y cuatro páginas de un libro de Justo de la Cueva. Síntesis del primer borrador (de 1988) titulado150 años de lucha de clases en Euskadi Sur

"Problema español"/"problema vasco". La economía-mundo según Wallerstein y los últimos 150 años de lucha de clases en Euskadi Sur reproduce el texto de 44 de las páginas (de la 48 a la 91) del libro de Justo de la Cueva La escisión del PNV. EA, HB, ETA y la deslegitimación del Estado español en Euskadi Sur, Txalaparta, Bilbao, 1988.

Síntesis de ocho años de estudio e investigaciones, estas 44 páginas constituyen el esqueleto de los volúmenes 2º y 3º de la trilogía Sangre, sudor y hierro 1833-1998. 165 años de lucha de clases en Euskal Herria Sur que el autor tiene en elaboración y de la que ya está publicado el primer volumen Negación vasca radical del capitalismo mundial (Ediciones VOSA S.L., Madrid, 1994)

 

 

El índice de este texto es el siguiente:

  1. El "problema vasco" es el "problema español" que los vascos padecemos.
  2. España, una cosa que con el tiempo se encoge, "problema español" de los españoles.
  3. La obra de I. Wallerstein y su concepto de "economía-mundo europea", claves para comprender el "problema español" que los vascos padecemos.
  4. El fracaso del Imperio español en los siglos XVI y XVII.
  5. La caída de España a la condición de potencia semi-periférica.
  6. La nueva caída de España a la condición de área periférica en el siglo XIX.
  7. Los 150 años últimos de la lucha de clases en Euskadi (1833-1983).
  8. El fracasado intento de construir España como una nación unitaria a partir de 1833.
  9. Abolición de los Fueros y expolio de la propiedad comunal vasca para hacer de nuestra minería del hierro la proveedora periférica del Imperio inglés.
  10. Las guerras carlistas y la derrota de las masas rurales vascas.
  11. 1876: un ejército extranjero (español) vence y destruye al Estado foral vasco.
  12. 1876: el ejército español cambia la clase dominante vasca. Derroca a los "jauntxos" y da el poder a la burguesía cipaya industrial y financiera vasca.
  13. Los negocios de la oligarquía industrial y financiera vasco-españolista: Conciertos Económicos, minería, fletes y siderurgia.
  14. Industrialización, inmigración, urbanización: una mutación de la formación social vasca.
  15. La conversión de la burguesía vasca y de su oligarquía industrial y financiera en vasco­españolista y en pieza del bloque de clases dominante español.
  16. Dos respuestas dialécticas a la acción de esa oligarquía en las postrimerías del siglo XIX: el cosmopolitismo ingenuo del PSOE y el nacionalismo ingenuo del PNV.
  17. 1936-1937: la oligarquía industrial y financiera vasco-españolista contribuye a financiar la rebelión franquista y, como en 1876, consigue que el ejército español vuelva a ponerla en el poder en la formación social vasca.
  18. Los cambios generados en la formación social vasca por los 40 años de dictadura franquista y la aparición de un nuevo nacionalismo vasco alrededor de ETA.

 

(El índice puede verse también en Internet en

http://web.archive.org/web/20040212233947/www.basque-red.net/cas/euskal/escision/escision.htm)

Ni ese índice ni esos epígrafes que lo componen figuraban en la primera edición (en papel) del libro de Justo de la Cueva. Fueron añadidos por el autor para la 2ª edición del libro, 1º en Internet. Como es frecuente en Justo de la Cueva la lectura de los epígrafes de un índice constituye un buen resumen del texto. Y en este caso leer este documento es imprescindible antes de ir al Seminario.

 

 

1. El "problema vasco" es el "problema español" que los vascos padecemos.

 

Tiene toda la razón ArzaIIuz cuando menciona el año 1839 como hito fundamental para una correcta comprensión del "problema vasco". Lo que sucede es que ArzaIIuz, como nos sucede a muchos otros vascos, no tiene en cuenta muchas veces que a la inmensa, a la aplastante, mayoría de los españoles—y no por su culpa—esa fecha no les dice nada. Su mención no les aclara nada del "problema vasco". No les ayuda nada, como debiera, para por lo menos empezar a construirse una mínima idea de los contornos reales del "problema vasco". Porque la inmensa, la aplastante mayoría de los españoles padece—repito que no por su culpa—una espantosa ignorancia de la Historia. La dictadura franquista realizó durante sus cuarenta años una concienzuda labor de intoxicación ideológica en las mentes de varias decenas de millones de escolares que hoy son españoles adultos, implantando en ellas una extraña mixtura pseudo-histórica en la que más grave aún que las groseras falsedades son las casi increíbles carencias, los vacíos, sobre hechos y períodos fundamentales para la comprensión de la propia realidad presente en la que se inserta la vida de esas decenas de millones de españoles. La llamada "joven democracia española" post-franquista no ha hecho prácticamente nada para corregir eso.

Como consecuencia, no ya los millones de obreros y campesinos españoles sino también la inmensa mayoría de los médicos, de los abogados, de los arquitectos, de los ingenieros, de los titulados universitarios españoles (de los diputados y senadores, por supuesto) ignoran que todavía en el tercer decenio del siglo pasado los vascos no formábamos parte del mercado español. Que las aduanas estaban en el Ebro y que el comercio con los vascos era tan Comercio Exterior como el comercio con los ingleses. Que los vascos no pagaban impuestos a la Hacienda española. Que los vascos no tenían que hacer la "mili" española porque no podían ser llamados a quintas. Que los vascos acuñaban su propia moneda, su propio dinero: por ejemplo todavía en 1832 la ceca pamplonesa labró una moneda cuadrada, el cornado, que en su anverso ponía F.III.D.G.N.R.1832 (abreviatura de Fernando III Dei Gratia Navarra Rex porque coincidía que el Rey Fernando VII de los españoles fuera Fernando III Rey de Navarra por la Gracia de Dios). El cornado equivalía a tres maravedíes españoles.([1])

No solo por solidaridad, no solo por justicia sino también por egoísmo (por la cuenta que nos tiene), los vascos tenemos que hacer un esfuerzo por recordar que la inmensa mayoría de los españoles no tiene la culpa de no saber que el llamado "problema vasco" es en realidad el "problema español" en Euskadi. No tienen la culpa de carecer de los mas elementales datos necesarios para entender el profundo por qué de la frase con la que Argala, el que fue legendario líder de ETA, cerraba su presentación del libro que contenía la tesis de Jokin Apalategi:

"De ce fait face à la tâche consistant à éviter l'affrontement et à effacer les suspicions entre les travailleurs basques, espagnols et français et à engager un processus d'approche et d'aide mutuelle, ce sont ces derniers que doivent cesser de penser en termes d'empire et comprendre, une fois pour toute, que les travailleurs basques nous ne sommes pas espagnols, ni français, mais uniquement et exclusivement basques, et que ce qui nous unit a eux ce n'est pas l'appartenance à una même nation, mais à une même classe."

(José Miguel Beñaran (ARGALA): Presentation. En Jokin Apalategi: Nationalisme et question nationale au Pays Basque. 183O—1976. P.N.B., E.T.A., ENBATA..., Bayona, Editions Elkar, 1976, página 17. Hay edición en español: Los vascos de la nación al Estado. P.N.V., E.T.A., ENBATA...., Elkar, s.l.,1979, página 22).

"los trabajadores vascos no somos ni españoles ni franceses sino única y exclusivamente vascos y que lo que nos une a ellos no es la pertenencia a una misma nación sino a una misma clase".

Ese ellos son los trabajadores españoles (y los franceses). A los que la ignorancia y la falsa conciencia en que les ha sumido el Estado español franquista (y postfranquista) impide conocer los fundamentos materiales de esa frase.

Como les impiden entender la afirmación de que "España es, en efecto, una unión de naciones, impuesta por un Estado centralista en crisis. España es también un proyecto fracasado de nación unitaria". Afirmación que podrían leer no en un panfleto clandestino sino en un libro de un profesor universitario al que el PSOE ha llevado a sentarse en el Gobierno Vasco de coalición PNV—PSOE: José Ramón Rekalde (La construcción de las naciones, Siglo XXI de España editores, Madrid, 1982, página 412).

(Este apartado puede verse en HTML en

http://web.archive.org/web/20040215153640/www.basque-red.net/cas/euskal/escision/esci1.htm)

 

 

2. España, una cosa que con el tiempo se encoge, "problema español" de los españoles.

 

Porque España no es sólo el "problema español" que los vascos padecemos. España es también el "problema español" para los españoles. Durante la larga noche de piedra de la dictadura franquista algunos españoles (no muchos) se enteraron de que por el mundo andaba un tal Américo Castro insistiendo en la rareza de que fuera España "el único país europeo en el cual haya parecido deseable la amputación de los tres o cuatro últimos siglos de su historia". Ya en 1954, en su obra La realidad histórica de España, Américo Castro presentaba citas que probaban ese deseo, reproducidas luego insistentemente por él en múltiples publicaciones:

“Escribía Francisco Giner de los Ríos en 1889: "Esa parálisis morbosa que, desde hace quizá cuatro siglos, ha sufrido nuestro desenvolvimiento nacional". Insistía sobre el tema en 1905: "Un pueblo (España) amputado de la historia hace más de tres siglos". Ortega y Gasset, en 1910: "Gravitan sobre nosotros tres siglos de error y de dolor". La Falange Española, en 1937: "(Hace) cerca de tres siglos, el ser auténtico e inmortal de España agonizaba... Perdimos el destino y la misión imperiales". Junto a la imagen de los tres siglos amputables, surge la visión refulgente de un imperio.”([2])

Castro escribió (en una obra publicada en 1959 bajo el titulo Origen, ser y existir de los españoles y luego, ampliada, en 1966 con el título Los españoles: como llegaron a serlo) que:

"La realidad latente bajo el nombre "español" se hace a veces problemática y se manifiesta como "separatismos". Desde el siglo XIII hasta el XX, la expresión "nosotros los españoles" ha pasado por diferentes alternativas, por no haber sido siempre coincidentes el área de sus dimensiones político—geográficas y las de la conciencia y la subconsciencia de los varios "nosotros" llamados "españoles". En la Península Ibérica han mantenido su vivencia otros "nosotros" distintos del "español".

En vísperas de su muerte escribe, con fecha del 25 de julio de 1972, lo siguiente:

“De ahí la dificultad con que tropieza el libro al cual estas páginas sirven de introducción. En ellas habrá reiteraciones e insistencias, porque el autor, además de formular tales o cuales proposiciones, intenta hacer un hueco para ellas en el ánimo del lector. Sin contar con ese hospitalario cobijo, la historia fabulosa de los españoles, hoy enseñada en cátedras y libros, seguirá estando para siempre vigente. No basta con allegar documentos y más documentos, porque no se dan por existentes, o se adaptan a las conveniencias y preferencias. No nos movemos ahora en el reino de lo racional y unívoco, sino en el de la persuasión: se trata de hacer sentir la conveniencia de correr los velos que hoy ocultan lo en verdad acontecido en la tierra peninsular, de demostrar que todos hemos sido víctimas de un espejismo: hemos visto españoles en donde no los había, como los sedientos en el desierto imaginan el poblado con sus aguas salvadoras".(Páginas 283 y 284 de la edición de SARPE, en 1985, del libro Sobre el nombre y el quien de los españoles).

Pero si resulta útil acudir a la obra de Castro para contemplar una vigorosa y enérgica denuncia de la extendida falsificación histórica de lo que sean España y los españoles, no lo es , por las carencias de su marco teórico, buscar en esa obra las respuestas correctas.

Esa angustia de tantos escritores y ensayistas españoles por los tres, quizá cuatro, siglos de "error y de dolor" se asienta sobre una base material: la de la impresionante diferencia de los territorios y de los recursos materiales que posee bajo su jurisdicción el Estado español cuando a su cabeza se halla el nieto de una Reina llamada Isabel y cuando hereda ese trono otra Reina también llamada Isabel. Isabel I construye por matrimonio un nuevo Estado dual (Castilla y Aragón) que desarrolla tal dinamismo militar y político que le permite acumular en cincuenta años una asombrosa cantidad de conquistas exteriores. Conquista del Reino de Granada, anexión de Nápoles, invasión y conquista de Navarra, descubrimiento y sometimiento de las Américas, adquisición por la vía de los lazos familiares de los Habsburgo de los Países Bajos, Milán y el Franco Condado. En frase de Perry Anderson: "Esta repentina avalancha de éxitos convirtió a España en primera potencia de Europa durante todo el siglo XVI y la hizo gozar de una posición internacional que ningún otro absolutismo continental sería nunca capaz de emular". Bien es cierto que Anderson añade a renglón seguido, premonitoriamente, que: "Sin embargo, el Estado que presidió este vasto imperio era en sí mismo un montaje destartalado, unido tan sólo, en último término, por la persona del monarca".([3])

Pero lo que nos importa subrayar es que al recuerdo de aquel imperio se une el de la evidencia de que cuando, en el decenio de los años treinta del siglo XIX, otra Isabel, la II, hereda el trono de la I, el territorio del Estado español se ha encogido hasta abarcar sólo una parte de la Península Ibérica, las islas Baleares y Canarias y los territorios, también insulares en el Caribe y en el Pacífico. Es la evidencia de ese encogimiento material y la impotencia para comprender sus causas y su proceso la que origina esa angustia de los ensayistas españoles ante su Historia. La evidencia de que España es, sobre todo, una cosa que con el tiempo se encoge.

(Este apartado 2 puede verse en HTML en

http://web.archive.org/web/20040215160126/www.basque-red.net/cas/euskal/escision/esci2.htm

  

3. La obra de I. Wallerstein y su concepto de "economía-mundo europea", claves para comprender el "problema español" que los vascos padecemos.

 

En los últimos quince años se ha puesto en el mercado el remedio para curar esa impotencia para comprender. Se trata de la monumental obra de Immanuel Wallerstein (publicados ya en castellano los dos primeros volúmenes de El moderno sistema mundial: la agricultura capitalista y los orígenes de la economía—mundo europea en el siglo XVI — Siglo XXI de España editores, Madrid, 1979— y El mercantilismo y la consolidación de la economía—mundo europea 1600-1750 —Siglo XXI de España editores, Madrid, 1984—, y la magistral síntesis El capitalismo histórico —Siglo XXI de España editores, Madrid, 1988—.

Acabo de calificar como "monumental" la obra de Wallerstein. La elección del calificativo ha sido muy deliberada. Es el mismo calificativo que el propio Wallerstein da a Karl Marx. Del que dice: "Fue una figura monumental en la historia intelectual y política moderna. Nos ha dejado un gran legado, conceptualmente rico y moralmente inspirador... Marx sabía, cosa que muchos de los que se dicen sus discípulos no saben, que era un hombre del siglo XIX cuya visión estaba inevitablemente limitada por esa realidad social". No vacilo en afirmar que la obra de Wallerstein significa la prolongación, la corrección y la superación de la obra de Marx. Wallerstein prolonga la obra de Marx precisamente de la forma que Marx hubiera aprobado: sin miedo reverencial a la misma, corrigiéndola y superándola con los datos y los hechos que Marx equivocó o que, simplemente, fue imposible que conociera. Wallerstein formula un programa de acción sobre la obra de Marx: "Utilicemos, pues, sus escritos del único modo sensato: como los de un compañero de lucha que sabía tanto como el sabía".([4]) Es más que evidente que Wallerstein ha cumplido ese programa.

La obra de Wallerstein muestra de modo eminente dos rasgos cruciales que también confirieron su carácter monumental a la obra de Marx: una fantástica, casi increíble, acumulación de información pertinente y una genial capacidad de crítica y de síntesis de esa información. Que son los requisitos y las palancas que permiten a ambos dar el salto creador e innovador a los hallazgos que iluminan nuestro conocimiento del mundo y de su funcionamiento en su totalidad. Wallerstein prolonga también a Marx en su común convicción de que el conocimiento es una herramienta característica del homo faber, del hombre definido por su capacidad de transformación del mundo. "La capacidad del hombre —dice Wallerstein— para participar inteligentemente en la evolución de su propio sistema depende de su habilidad para percibirlo en su totalidad". Y, como Marx, Wallerstein elige posición y se configura como "traidor de clase" cuando dice: . "En la medida en que queramos un mundo más igualitario y más libertario, hemos de comprender las condiciones bajo las cuales estos estados del ser son realizables. El hacerlo requiere en primer lugar una clara exposición de la naturaleza y la evolución del sistema mundial moderno hasta hoy, y la gama de desarrollos posibles en el presente y en el futuro. Tal clase de conocimiento supondría poder. Yen el marco de mi compromiso sería un poder que resultaría especialmente útil para aquellos grupos que representan los intereses de la parte mayor y más oprimida de la población mundial".([5])

El acierto principal, el "huevo de Colón" de la obra de Wallerstein, es algo aparentemente muy simple y que estaba ya implícito en la obra de Marx: que para reconstruir la historia de la actual sociedad capitalista analizando los cambios sociales que han conducido a ella "la unidad correcta de análisis era el sistema mundial y que los Estados soberanos debían ser considerados tan sólo como un tipo de estructura organizativa entre otras en el seno de este único sistema mundial"([6])

Wallerstein comienza el capitulo 1 del primer volumen de El moderno sistema mundial diciendo:

"A finales del siglo XV y principios del XVI, nació lo que podríamos llamar una economía— mundo europea. No era un imperio, pero no obstante era espaciosa como un gran imperio y compartía con él algunas características. Pero era algo diferente y nuevo. Era un tipo de sistema social que el mundo en realidad no había conocido anteriormente y que constituye el carácter distintivo del moderno sistema mundial. Es una entidad económica pero no política, al contrario que los imperios, las ciudades-Estado y las naciones-Estado. De hecho, precisamente comprende dentro de sus límites (es difícil hablar de fronteras) imperios, ciudades-Estado, y las emergentes "naciones-Estado". Es un sistema mundial, no porque incluya la totalidad del mundo, sino porque es mayor que cualquier unidad política jurídicamente definida. Y es una "economía-mundo" debido a que el vínculo básico entre las partes del sistema es económico, aunque esté reforzado en cierta medida por vínculos culturales y eventualmente, como veremos, por arreglos políticos e incluso estructuras con federales.

Por el contrario, un imperio es una unidad política... los imperios fueron una característica constante del panorama mundial a lo largo de cinco mil años. Existieron varios imperios en diversas partes del mundo de forma continua en cualquier momento dado. La centralización política de un imperio constituía al mismo tiempo su fuerza y su mayor debilidad... Los imperios políticos son un medio primitivo de dominación económica. Si se quiere plantearlo así, el logro social del mundo moderno consiste en haber inventado la tecnología que hace posible incrementar el flujo de excedente desde los estratos inferiores a los superiores, de la periferia al centro, de la mayoría a la minoría, eliminado el "despilfarro" de una superestructura política excesivamente engorrosa.

He dicho ya que la economía-mundo es un invento del mundo moderno. Esto no es del todo cierto. Existieron economías-mundo anteriormente. Pero siempre acabaron transformándose en imperios: China, Persia, Roma. La economía-mundo moderna podría haber ido en la misma dirección —de hecho esporádicamente ha dado la impresión de que iba a hacerlo— pero las técnicas del capitalismo moderno y la tecnología de la ciencia moderna, que como ya sabemos están un tanto ligadas entre sí, permitieron que esta economía mundo creciera, produjera y se expandiera sin la emergencia de una estructura política unificada." (páginas 21-22 del volumen I)

Wallerstein acaba ese capitulo 1 afirmando que:

"En 1450, el escenario en Europa, pero no en otros lugares, estaba presto para la creación de una economía-mundo capitalista. Este sistema estaba basado en dos instituciones claves, una división —mundial— del trabajo y en ciertas áreas un aparato de Estado burocrático. Las examinaremos sucesiva y globalmente. Después echaremos un vistazo a las tres zonas de la economía-mundo por separado: lo que llamaremos la semi-periferia, el centro y la periferia"([7]).

En estas pocas, aunque extensas, citas de la obra de Wallerstein están ya in nuce las herramientas conceptuales que permiten comprender el "problema español", la brutal decadencia desde el nieto de Isabel I a Isabel II que, a su vez, está en el núcleo de los problemas que los vascos hemos tenido con el Estado español en los últimos 150 años.

(Este apartado 3 puede verse en HTML en

http://web.archive.org/web/20040215160907/www.basque-red.net/cas/euskal/escision/esci3.htm)

  

4. El fracaso del Imperio español en los siglos XVI y XVII.

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[1] (Carmen Jusue Simonena y Eloísa Ramírez Vaquero: La moneda en Navarra, Institución Príncipe de Viana (Serie PANORAMA nº 9), Pamplona, 1987, páginas 76 y 77).

[2] (Américo Castro: Sobre el nombre y el quién de los españoles, SARPE, Madrid, 1985, página 263)

[3] (Perry Anderson: El Estado absolutista, Siglo XXI de España editores, Madrid, 1984 (6ª edición en español), página 57).

[4] (Immanuel Wallerstein: El capitalismo histórico, Siglo XXI de España editores, Madrid, 1988, página VIII).

[5] (Immanuel Wallerstein: El moderno sistema mundial: la agricultura capitalista y los orígenes de la economía—mundo europea en el siglo XVI, Siglo XXI de España editores, Madrid, 1979, página 17)

[6] (Immanuel Wallerstein: op. cit. Página 12)

[7] (Immanuel Wallerstein: Ibidem. Página 89)