INDICE

Capítulo I: LAS CATEGORÍAS DE LA DIALÉCTICA MATERIALISTA
Las categorías, puntos de apoyo del conocimiento y de la práctica, 1. —Desarrollo histórico de las ideas acerca de los conceptos y de las categorías, y lucha en tomo al problema de su naturaleza, 9.Las categorías de la dialéctica materialista son las categorías del desarrollo y el cambio, 31.— La aplicación concreta de las categorías, condición del conocimiento científico y de las relaciones entre la teoría y la práctica, 44.

Capítulo II: El FENÓMENO Y LA ESENCIA
Unidad de esencia y fenómeno, 56. — Carácter contradictorio de la unidad de la esencia y el fenómeno, 62. — El conocimiento, como proceso de descubrimiento de la esencia en los fenómenos, 70.

Capítulo III: LA CAUSA Y EL EFECTO
Las categorías de causa y efecto, reflejo de una de las formas del mutuo condicionamiento de los fenómenos de la naturaleza y de la sociedad, 83. — La objetividad de las relaciones causales, 89 — Diversidad y acción mutua de las relaciones causales, 103.

Capítulo IV: NECESIDAD Y CASUALIDAD
Definición de la necesidad y de la casualidad; su carácter objetivo, 124. — Dialéctica de la necesidad y de la casualidad, 131. — La actitud de la ciencia ante la necesidad y la casualidad, 138.

Capítulo V: LA LEY
El concepto de ley, 156. — La lucha entre el materialismo y el idealismo en relación con el problema de la ley. Carácter objetivo de las leyes, 160. — Diferencias entre las leyes de la naturaleza y las leyes de la sociedad, 167. — Leyes generales y leyes específicas, 170. — El conocimiento de las leyes objetivas y su utilización en la actividad práctica, 182. — Particularidad de las leyes objetivas del socialismo y de su utilización por el Partido Comunista, 186.

Capítulo VI: CONTENIDO Y FORMA
Definición de las categorías de contenido y forma, 194. — Papel determinante del contenido con relación a la forma, 200. — Rezagamiento de la forma con respecto al contenido, 204. — Correlación del contenido con las viejas y las nuevas formas, 207, — Carácter contradictorio de las relaciones mutuas entre el contenido y la forma, 214. — La forma, activa fuerza motriz en el desarrollo del contenido, 221. La lucha del Partido Comunista de la Unión Soviética contra las tergiversaciones antimarxistas de la correlación entre el contenido y la forma, 224.

Capítulo VII: POSIBILIDAD    
Definición de la posibilidad y la realidad, 230. — Condiciones de realización de la posibilidad, 241. — La lucha por transformar en realidad una de las posibilidades opuestas en el proceso de desarrollo, 246. Cómo se descubren las posibilidades y se transforman en realidad en el desarrollo de la sociedad socialista soviética, 250.

Capítulo VIII: LO SINGULAR, LO PARTICULAR Y LO UNIVERSAL
Qué significan las categorías de lo singular, particular y universal, 257. Dialéctica objetiva de lo singular, lo particular y lo universal, 266. — Dialéctica de lo singular, lo particular y lo universal en el conocimiento, 272. — Significación de las categorías de lo singular, lo particular y lo universal para la actividad práctica, 287.

Capítulo IX: LO ABSTRACTO Y LO CONCRETO
Lo abstracto y lo concreto en la lógica formal, 299. — Cómo resuelve la lógica dialéctica el problema de lo abstracto y lo concreto, 303. — El proceso de elevación de lo abstracto a lo concreto, 313.— La lógica dialéctica y la definición del concepto, 320.

Capítulo X: LO HISTÓRICO Y LO LÓGICO
Unidad de lo lógico y de lo histórico, 325. — Correlación dialéctica entre lo lógico y lo histórico en el proceso del conocimiento, 331. — El método lógico y el método histórico de investigación, 346. — Correlación entre la lógica y la historia del pensamiento, 351.

Indice bibliográfico

Indice de nombres

Indice e materias

 

 

PROLOGO

El presente libro ha sido redactado por los miembros de la cátedra de Filosofía del Instituto Pedagógico de Estado “K. D. Ushinski” de Yaroslavsk (U.R.S.S.), con la colaboración de algunos investigadores de otras instituciones científicas. Para la redacción de la obra se ha utilizado el trabajo de la citada cátedra titulado “Categorías del materialismo dialéctico”, que vio la luz en 1954, en la publicación Apuntes científicos del mencionado Instituto.

El libro que ofrecemos a la consideración del lector no pretende ser una exposición acabada y completa de todas las categorías de la dialéctica marxista. No se aborda en él, particularmente, el estudio de las categorías mediante las cuales se expresan las leyes fundamentales de la dialéctica (cualidad, cantidad, contradicción, negación, etcétera), ya que éstas han sido objeto de un examen más amplio en la literatura filosófica.

Los capítulos I y X han sido redactados por M. M. Rosental; el II, por M. I. Saoserov; el III, por V. Y. Blumberg e I. A. Suslov; el IV, por N. V. Pilipenko; el V, por G. M. Straks; el VI, por N. V. Medvedev; el VII, por V. A. Sidorkin; el VIII, por A. O. Sternin, y el capítulo IX, por P. V. Kopnin.

La redacción general de la presente obra estuvo a cargo de M. M. Rosental y G. M. Straks.

Han tomado parte además en la preparación del libro N. V. Medvedev y N. V. Pilipenko.

La obra se propone ayudar, en la medida de lo posible, a las personas interesadas en estudiar la filosofía marxista. Los autores quedarán muy agradecidos a todos los lectores que envíen sus observaciones críticas al Instituto citado.

Los AUTORES

 

CAPITULO I

LAS CATEGORIAS DE LA DIALECTICA MATERIALISTA

El problema de las categorías de la dialéctica materialista, es decir, de la lógica dialéctica marxista, es de enorme importancia para comprender la esencia del método del marxismo-leninismo.

El método dialéctico marxista no se reduce a las leyes fundamentales del desarrollo, que tenemos presentes ante todo al hablar de la dialéctica, o sean la ley de la transformación de los cambios cuantitativos en cualitativos, la de unidad y la lucha de contrarios y la de la negación de la negación. Las leyes fundamentales, así como las categorías por medio de las cuales se expresan las categorías de cualidad, cantidad, medida, contradicción, negación, etc., si bien tienen una gran importancia en la concepción del método marxista, no agotan, sin embargo, toda la riqueza de la teoría dialéctica del desarrollo, y no bastan, por tanto, para caracterizar, bajo todos sus aspectos, dicha teoría.

Las categorías de la dialéctica materialista —las de fenómeno y esencia, causa y efecto, necesidad y azar, contenido y forma, etc.— enriquecen el método dialéctico marxista con nuevos rasgos y nuevos aspectos. Sin tomar en consideración esos nuevos rasgos y aspectos, no se puede concebir ni aplicar, en toda su fuerza, este poderoso instrumento de conocimiento y de actividad práctica revolucionaria.

Ahora bien, ¿qué son las categorías de la dialéctica?

 

Las categorías, puntos de apoyo del conocimiento y de la práctica

Para comprender qué son las categorías filosóficas hay que abordar, siquiera sea brevemente, el problema de cómo se efectúa el proceso cognoscitivo, ya que las categorías surgen en el curso del conocimiento y de la transformación práctica de la naturaleza y sirven de instrumento a la actividad cognoscitiva del hombre.

Esta actividad se propone dotar a los hombres de un conocimiento de la naturaleza que les permita transformarla prácticamente, sometiendo sus fuerzas a las necesidades y exigencias de la existencia humana.

El conocimiento es un proceso complejo, que arranca de la percepción sensible, de la observación de la realidad, de una percepción no pasiva, sino activa, que se realiza sobre la base de la actividad práctica.

La observación de los fenómenos y procesos de la naturaleza nos proporciona el material necesario, sin el cual no podríamos juzgar dichos fenómenos y procesos ni conocer nada acerca de ellos. La percepción sensible constituye una premisa importante del verdadero conocimiento científico, pero por sí sola no es todavía una captación profunda de la realidad.

El conocimiento sensible nos proporciona importantes datos acerca de los fenómenos y los objetos, pero todos estos datos no van, sin embargo, más allá de los aspectos y nexos superficiales, externos, de la naturaleza. En la imagen sensible de los objetos se hallan indisolublemente unidos lo esencial y lo inesencial, lo necesario y lo casual, lo general y lo singular. Ahora bien, la tarea del conocimiento científico consiste precisamente en conocer los fenómenos de la naturaleza y de la sociedad como fenómenos necesarios y sujetos a leyes; sin ello no sería posible actuar prácticamente con éxito sobre las fuerzas de la naturaleza.

Por consiguiente, el conocimiento sensible, la percepción viva y la observación por medio de los órganos sensoriales representa sólo el primer grado del complejo proceso cognoscitivo. Para disponer acertadamente del material que nos proporcionan los órganos de los sentidos, para descubrir tras lo externo y casual lo esencial y necesario, lo sujeto a leyes, hay que proseguir el proceso de conocimiento y elevarse, con el concurso de otros instrumentos cognoscitivos, a un grado más alto. Este grado superior lo constituyen la abstracción y la generalización que tienen como instrumento el pensamiento teórico.

Gracias a la actividad abstrayente y generalizadora del cerebro humano se descubren las leyes por las que se rige el mundo objetivo y se captan los nexos y relaciones internos, esenciales, que existen entre las cosas. En este sentido, la abstracción y la generalización son poderosos instrumentos del conocimiento humano. Por medio de la abstracción eliminamos lo que no tiene una importancia fundamental para conocer un objeto, y descubrimos y destacamos lo necesario de lo casual, lo esencial de lo inesencial. La generalización nos permite mostrar el fundamento interno, los nexos, la unidad de los fenómenos y objetos, sus causas, la ley que los rige.

Sería difícil exagerar el papel que la generalización teórica desempeña en el proceso cognoscitivo. Debe subrayarse esto, ya que los filósofos idealistas de nuestros días libran una desesperada batalla contra la abstracción y la generalización científicas, en su empeño por desarmar al conocimiento humano, por cerrarle el paso en su marcha victoriosa. Sin la generalización, no hay conocimiento científico. En efecto, el conocimiento consiste propiamente en pasar de lo particular a lo universal.

La necesidad de elevarse de lo singular a lo universal está determinada por el hecho de que el estudio de lo singular, es decir, de un objeto o fenómeno aislado, no da ni puede darnos el conocimiento de la esencia, de las leyes del mundo objetivo. En la realidad misma no existen objetos aislados los unos de los otros. El hombre individual, por ejemplo, no existe al margen de sus relaciones con otros seres humanos, como no existe tampoco un átomo, individualmente considerado, que no se halle en relación con otros átomos.

Lo singular es parte de lo universal. El hombre individual, su naturaleza biológica y social, no pueden ser comprendidos sin que medie un análisis de la naturaleza de los demás hombres, de sus nexos y relaciones. De otro modo, sería fácil tomar por esencia del hombre en general cualquier particularidad casual, puramente individual de un hombre determinado. Sólo la abstracción de lo inesencial, de lo casual en lo singular, y la generalización de lo esencial y necesario, de lo que es inherente a una masa de fenómenos singulares, permite descubrir su fundamento real, con frecuencia profundamente oculto en ellos.

Los resultados de la generalización se fijan, hallan su expresión, en los conceptos, las categorías, las leyes, los juicios, etc. Así, por ejemplo, el concepto de “hombre” expresa los resultados de la generalización de lo que es característico, propio de todos los hombres. En el concepto de “burguesía” se generaliza lo que es esencial y específico, lo que caracteriza a esta clase explotadora, a diferencia de otras clases.

Los conceptos, las categorías son, por consiguiente, el resultado de la actividad abstrayente y generalizados del hombre, son el resultado de la trayectoria del pensamiento que va de lo concreto a lo abstracto. Es como si en esos conceptos y categorías, las propiedades concretas de los objetos singulares se fundieran en lo que es común, esencial e inherente a todos ellos, en lo que constituye el fundamento, la esencia de su ser.

Los conceptos y las categorías constituyen condensaciones, “nódulos” del conocimiento, ya que en ellos y por medio de ellos se manifiestan los rasgos y aspectos más importantes, esenciales, de los fenómenos y objetos. Con ayuda de los conceptos y categorías, el conocimiento descubre los nexos internos, la unidad, las relaciones esenciales que median entre los fenómenos.

Hasta la más simple generalización, como señala Lenin, significa el conocimiento “cada vez más profundo de la concatenación universal objetiva” por el hombre. “La formación de los conceptos (abstractos) y el hecho de operar con ellos implican ya la representación, la convicción, la conciencia de que los nexos universales objetivos están sujetos a leyes”.[1]

En los conceptos y categorías formulados por la ciencia se expresan el grado y profundidad con que el pensamiento humano se asimila el mundo objetivo, el grado de asimilación que se va alcanzando en cada fase histórica del desarrollo social. Los conceptos y las categorías marcan las conquistas del pensamiento humano, los resultados de la actividad cognoscitiva a que llegan los hombres en su asimilación del mundo.

El hombre primitivo no podía desprenderse aún de la compleja malla de fenómenos naturales y aparecía entretejido en ella. Lo que se explica, ante todo, por el bajo nivel en que entonces se hallaba la base productiva, práctica, de la actividad humana.

Los conceptos y las categorías no son fruto del pensamiento puro; se limitan a generalizar los fenómenos y las relaciones entre ellos, sobre la base de la transformación práctica de la naturaleza y en la medida en que el hombre lleva a cabo esa transformación. Son “condensaciones” no sólo de la actividad teórica, sino también de la actividad práctica de la humanidad. Cuanto más amplia y rica sea la actividad humana, tanto más alto será el nivel que alcance el hombre en esa actividad, mayores serán las posibilidades de descubrir los nexos internos, esenciales, existentes entre los fenómenos; mayores serán, por tanto, las posibilidades de que se formen nuevos conceptos y categorías, aún más profundos, y de que se llegue a un conocimiento más completo de los ya existentes.

A diferencia del hombre primitivo, que sólo daba los primeros pasos en el camino de someter a las fuerzas de la naturaleza y cuyos instrumentos cognoscitivos eran más la percepción y la representación fue la conciencia y el pensamiento, el hombre de épocas posteriores

Que elevándose sobre la naturaleza; es decir, ya no se sometía ciegamente a ella, ni se adaptaba a ella instintivamente, sino que, activamente, iba cobrando conciencia de sus leyes y, con ello, sometiéndola a su voluntad.

Ahora bien, las leyes se conocen por medio de los conceptos y de las categorías. A este respecto, Lenin dice también que las categorías “son los peldaños de su elevación, es decir, del conocimiento humano del universo, de los puntos nodales de la red que permiten conocerlo y dominarlo”.[2]

En el proceso de formación de las categorías se pone claramente al descubierto uno de los más importantes pilares de la teoría marxista del conocimiento: la relación orgánica, la unidad entre la actividad cognoscitiva y la actividad práctica del hombre. A la formación de las categorías y conceptos se llega a través de un camino lento y difícil a lo largo del cual aparecen indisolublemente unidos el conocimiento y la práctica — y, ante todo, la actividad productiva del hombre —, constituyendo esta última el punto de partida y la base de la formación de las categorías y conceptos. Para llegar a formular teóricamente una categoría, y antes de que ello sea posible, hay que Recorrer el largo y dificultoso camino de la asimilación práctica del mundo.

Las categorías y los conceptos tienen un contenido objetivo, pues reflejan el universo real con los nexos, relaciones y leyes inherentes a él. El pensamiento, el proceso discursivo acerca de los objetos y sus propiedades sólo surgen como reflejo y generalización de los esfuerzos prácticos del hombre, encaminados a someter las fuerzas de la naturaleza a sus propias necesidades y exigencias. Para decirlo en forma plástica: antes de convertirse en objeto del pensamiento, la naturaleza tiene que pasar por las manos del hombre, pertrechado con sus instrumentos de trabajo.

El pensamiento coadyuva a que la actividad práctica alcance los más venturosos resultados, a la par que recibe de ella el material necesario. Por tanto, en la interdependencia entre el pensamiento y la práctica, es ésta la que sirve de base.

Nadie, por ejemplo, se atendría en ninguna parte a las categorías de causa y efecto, si los hombres no se hubieran convencido en el curso de largos milenios, mediante la observación y, sobre todo, bajo el influjo de la transformación práctica de la naturaleza, así como de la experiencia constantemente reiterada, de que todo fenómeno se halla causalmente condicionado, de que es efecto de determinada causa. Nadie se atendría a las categorías de causa y efecto, si en su actividad práctica no viera reproducirse los nexos y relaciones de causalidad, que son inherentes a las cosas mismas.

Las categorías de causa y efecto son como la conclusión de esa actividad humana, como un resultado del conocimiento nacido de la actitud práctica del hombre ante la naturaleza. Y cuando el filósofo griego Aristóteles dice que “el estudio [de la causa], por ser [la cosa dada] es lo fundamental en el conocimiento[3], expresa con estas palabras el resultado, la suma de la multifacética actividad humana, que ha permitido llegar a esa conclusión.

Y esto es igualmente aplicable a todos los otros conceptos y categorías. ¡A qué alturas no debió remontarse la actividad práctica del hombre para llegar a desprender de los múltiples y variados nexos y relaciones, la conexión entre los fenómenos y procesos que se ha fijado, por ejemplo, en la categoría de forma! Y, en este caso, fue, ante todo, el trabajo realizado por el hombre sobre los objetos de la naturaleza para imprimirles la forma conveniente a sus fines, lo que desempeña el papel primordial para llegar al conocimiento de la forma, de la función de ésta, etc.

Las categorías y los conceptos científicos, como productos de ..................... [................]

 

 

 

 

 

[1] V. I. Lenin, Cuadernos filosóficos, ed. rusa, pág. 153, Moscú, 1947.

[2] V. I. Lenin, Cuadernos filosóficos, ed. rusa, pág. 67.

[3] Aristóteles, Primero! y Segundos Analíticos, trad. rusa. pág. 210, Moscú. 1952.

 

 

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