INDICE

TAREAS DE LAS JUVENTUDES COMUNISTAS

     La nueva generación construirá el socialismo
     La juventud debe instruirse
     Qué aprender y cómo
     La teoría y la práctica. La ciencia y la lucha
     Qué debemos utilizar de la vieja escuela
     Dónde reside la potencia del marxismo
     La cultura proletaria
     Injustos ataques contra la vieja escuela
     Nos hace falta una disciplina propia
     La juventud debe aprender a organizar la economía socialista
     Cómo se harán comunistas las jóvenes
     La moral comunista
     Nuestra, tarea es la supresión de las clases
     La base de la educación es la lucha
     Qué en un comunista
     La juventud debe liquidar el analfabetismo
     La juventud comunista modelo
     La juventud debe aprender a trabajar de manera consciente y disciplinada

LA CONSIGNA DEL DESARME

FRAGMENTO DE LA CARTA DE ADIOS A LOS OBREROS SUIZOS

A LA NUEVA GENERACION, CON MOTIVO DEL TROTSKISMO

LO QUE DEBE SER LA ESCUELA

     Tareas de la instrucción pública en la república soviética

DEL TRABAJO REVOLUCIONARIO DE LOS JOVENES

CONSEJOS DE UN AUSENTE

 

TAREAS DE LAS JUVENTUDES COMUNISTAS

 

Discurso pronunciado en el tercer congreso panruso

de la Unión de Juventudes rusas, el 4 de octubre de 1920.

 

Camaradas, quisiera hoy hablaros del papel esencial de la Federación de Juventudes Comunistas, y, a este respecto, de lo que deben ser las organizaciones de la juventud en una República socialista en general.

 

La nueva generación construirá el socialismo

Esta cuestión merece tanto más nuestra atención, cuanto que, en cierto modo, puede decirse que es precisamente a la juventud a quien incumbe la tarea de crear la sociedad comunista. Es evidente, en efecto, que la generación educada bajo el régimen capitalista es capaz, todo lo más, de destruir las bases del viejo edificio capitalista basado en la explotación. Lo más que puede hacer será llegar a organizar una sociedad que permita al proletariado y a las clases trabajadoras conservar el poder y plantar los fundamentos únicamente sobre los cuales podrá edificar la generación que entrará en la vida activa en condiciones nuevas, después de la supresión de toda explotación entre los hombres.

 

La juventud debe instruirse

Al abordar la cuestión desde este punto de vista, debo declarar que la tarea de la juventud en general y de las Federaciones de Juventudes Comunistas y otras organizaciones semejantes en particular, puede ser definida en una sola palabra: aprender.

Pero claro está que esto no es más que “una palabra”. Y esta palabra no responde a las cuestiones más esenciales: ¿qué y cómo aprender? El punto capital aquí, es que, con la transformación de la vieja sociedad capitalista, la instrucción, la educación y toda la formación de las nuevas generaciones destinadas a crear la sociedad comunista no pueden seguir siendo lo que son actualmente. Sin embargo, la instrucción, la educación y la formación de la juventud, deben necesariamente desprenderse de los materiales que nos han sido dejados por la antigua sociedad.

No podemos edificar el comunismo más que partiendo de la suma de los conocimientos, de las organizaciones y de las instituciones, así como de las fuerzas humanas y de los medios que hemos recibido de la vieja sociedad. Solamente transformado radicalmente la enseñanza, la organización y la educación de la juventud llegaremos, gracias a los esfuerzos de la propia generación joven, a crear una sociedad que no se parezca a la antigua; quiero decir, a crear la sociedad comunista.

 

Qué aprender y cómo

Por eso estamos obligados a examinar detalladamente esta cuestión: ¿qué debemos enseñar a la juventud y qué debe ella aprender si quiere merecer realmente el nombre de “Juventud Comunista”?, ¿cómo hay que prepararla para que sea capaz de terminar y coronar la obra que nosotros hemos comenzado?

La primera respuesta que se presenta y que parece la más natural, es que la Federación de Juventudes y en general toda la juventud que quiera el advenimiento del comunismo, debe aprender el comunismo.

Pero esta respuesta, “aprender el comunismo” es demasiado general. ¿Qué hay que hacer para aprender el comunismo? De entre la suma de los conocimientos humanos, ¿qué es lo que hay que escoger para adquirir la ciencia del comunismo? Nos amenazan aquí una serie de peligros que surgen a nuestro alrededor, por poco mal que se plantee la cuestión o en caso de que la palabra comunismo sea comprendida de una manera demasiado unilateral.

A primera vista, parece que aprender el comunismo sea adquirir el conjunto de los conocimientos que se exponen en los manuales, folletos y trabajos comunistas. Pero esto sería definir de un modo demasiado grosero e insuficiente el estudio del comunismo.

 

La teoría y la práctica. La ciencia y la lucha

Si el estudio del comunismo consiste solamente en saber lo que se expone en las publicaciones comunistas, nos sería demasiado fácil tener un gran número de loros o de pretenciosos comunistas; y esto sería un gran mal, porque estas gentes, después de haber leído y aprendido lo que se expone en nuestras obras, serían incapaces de coordinar todos estos conocimientos y de obrar como realmente requiere el comunismo. Uno de los males, una de las peores calamidades que nos ha dejado en herencia la antigua sociedad capitalista, es la ruptura completa entre el libro y la vida: teníamos libros en los que todo se hallaba descrito con colores atractivos, pero la mayor parte de las veces estos libros no eran más que un conjunto de hipocresía y de repugnante falsedad, que trazaban un retrato embustero de la sociedad comunista. Por eso sería una gran equivocación limitarse a aprender del comunismo lo que dicen los libros.

Nuestros libros y discursos no son la simple repetición de lo que antes se escribió sobre el comunismo, porque están ligados a nuestro trabajo diario en todos los terrenos. Sin trabajo, sin lucha, el conocimiento libresco del comunismo tomado de los folletos y de las obras comunistas, no tiene absolutamente ningún valor, porque no haría más que perpetuar el antiguo abismo entre la teoría y la práctica, que era uno de los rasgos más repugnantes de la vieja sociedad burguesa.

El peligro sería mucho mayor todavía si quisiéramos aprender solamente las consignas comunistas. Si no comprendiéramos a tiempo la importancia de este peligro, si no hiciéramos toda clase de esfuerzos por evitarle, la existencia de medio millón o de un millón de jóvenes de ambos sexos, después de semejante estudio del comunismo, no tendría otro resultado que perjudicar grandemente la causa.

 

Qué debemos utilizar de la vieja escuela

Se nos plantea entonces la cuestión de saber cómo podemos conciliar todo esto para aprender el comunismo. ¿Qué debemos tomar de la vieja escuela, de la vieja ciencia?

La vieja escuela declaraba que quería crear hombres instruidos en todos los dominios y que enseñaba las ciencias en general. Ya sabemos que esto era una pura mentira, puesto que toda la sociedad estaba fundada en la división de clases, en la división de los hombres en explotados y explotadores. Toda la vieja escuela, por consecuencia, enteramente saturada de espíritu de clase, no daba la ciencia más que a los hijos de la burguesía. No pronunciaba una sola palabra que no tendiese a proteger los intereses de la burguesía.

Estas escuelas tendían mucho menos a educar a los jóvenes obreros y campesinos, que a deformarlos para mayor provecho de esa misma burguesía. Trataba de preparar servidores dóciles, capaces de aumentar los beneficios de la burguesía, sin turbar su ociosidad y su reposo. Por eso condenamos la antigua escuela, proponiéndonos solamente aprender de ella únicamente lo que nos es necesario para formar verdaderos comunistas.

No puedo dejar en silencio algunos reproches que se dirigen corrientemente a la enseñanza burguesa y que conducen frecuentemente a interpretaciones enteramente falsas. Se dice que la antigua, escuela no conocía más que los libros, el adiestramiento autoritario y la enseñanza maquinal. Esto es cierto, pero hay que saber distinguir aquí lo malo y lo útil, hay que saber escoger para nuestro uso lo que sigue siendo indispensable para el comunismo. La antigua escuela era libresca, obligaba a los niños a almacenar una masa de conocimientos inútiles, superfinos o muertos, que extinguían en ellos toda originalidad y que transformaban toda la joven generación en un ejército de funcionarios fundidos todos en el mismo molde. Pero concluir de aquí que se puede ser comunista sin haberse asimilado el tesoro de conocimientos acumulado por la humanidad, sería cometer un enorme error. Nos equivocaríamos pensando que basta saber algunas consignas comunistas y algunas conclusiones ya hechas, de la ciencia comunista, que esto nos dispensa de asimilar la suma de conocimientos de los cuales el comunismo no es más que la consecuencia. El marxismo es un ejemplo vivo que muestra cómo el comunismo ha resultado de esta suma de conocimientos adquiridos por la humanidad.

 

Dónde reside la potencia del marxismo

Habréis leído y oído decir que la teoría comunista, la ciencia comunista, ha sido creada principalmente por Marx, y que esta doctrina ha dejado de ser obra de un socialista, por genial que se le considere, del siglo XIX, para transformarse en la doctrina de millones y decenas de millones de proletarios del mundo entero, que la ponen en práctica en su lucha contra el capital.

Si ahora preguntáis en qué consiste que esta doctrina de Marx haya podido apoderarse de millones y decenas de millones de corazones en la clase más revolucionaria, se os responderá: es que Marx se ha apoyado en la sólida base de los conocimientos humanos adquiridos bajo el capitalismo. Al estudiar las leyes del desenvolvimiento de la sociedad, Marx comprendió que el curso del desenvolvimiento del capitalismo conduce fatalmente al comunismo. Más todavía, probó esta verdad con el estudio más exacto, más detallado y más profundo de la sociedad capitalista. Y todo esto pudo hacerlo porque se asimiló enteramente todos los resultados de la ciencia anterior.

Todo lo que había sido creado por la sociedad humana, lo sometió a su crítica y lo removió sin desdeñar un solo punto. Todo lo que había sido creado por el espíritu humano, lo analizó, lo re-pensó. Lo comprobó sobre el movimiento obrero, sacó de ello las conclusiones que las gentes encerradas en los cuadros burgueses o ligadas por los prejuicios burgueses no podían sacar.

 

La cultura proletaria

Eso es lo que no hay que olvidar cuando hablamos de la cultura proletaria. Si no nos hemos dado cuenta de que para crear esta cultura es preciso conocer y utilizar, retocándolos, todos los elementos de la cultura resultantes de la evolución anterior de la humanidad, no llegaremos nunca a nada.

La cultura proletaria no nos es dada hecha, no brota del cerebro de no sé qué especialistas en cultura proletaria. Es una tontería creerlo. La cultura proletaria debe aparecer como la resultante natural de los conocimientos conquistados por la humanidad bajo el yugo capitalista y la esclavitud feudal.

Estas son las vías que han conducido y continúan conduciendo a la cultura proletaria, del mismo modo que la economía política transformada por Marx, nos ha mostrado el camino futuro de la sociedad humana y el paso a la lucha de clases y a la revolución proletaria.

 

Injustos ataques contra la vieja escuela

Cuando a veces oímos a algunos representantes de la juventud o a determinados defensores de los nuevos métodos de enseñanza, atacar la vieja escuela diciendo que tendía a atiborrar los cerebros sin despertar la inteligencia, les respondemos que, sin embargo, es preciso tomar de esta vieja escuela todo lo que tenía de bueno.

No hay que imitar a los que sobrecargaban la memoria de los jóvenes con un peso desconsiderado de conocimientos, inútiles las nueve décimas partes y falsificados el resto; pero de aquí no se sigue de ningún modo que podamos contentarnos con conclusiones comunistas o con algunas frases comunistas aprendidas de memoria. De este modo, no llegaríamos jamás al comunismo. Para llegar a ser comunista, hay que enriquecer la inteligencia con todo el tesoro de ciencia acumulada por la humanidad. No tenemos ninguna necesidad de memoria mecánica, pero necesitamos, a pesar de todo, desarrollar y perfeccionar la memoria de cada escolar dándole hechos esenciales, porque el comunismo se reduciría a una fachada vacía, el comunista no sería más que un fanfarrón sin consistencia, si no poseyese una suma suficiente de conocimientos aprendidos y bien digeridos. Estos conocimientos no solamente debéis asimilároslos, sino someterlos a vuestra crítica, con el fin de no amontonar en vuestro cerebro un fárrago inútil, sino de enriquecerle, por el contrario, con la ciencia de todos los hechos, sin los cuales no hay hombre cultivado en la época en que vivimos. El comunista que se vanagloriase de ser comunista simplemente porque tiene en la cabeza un determinado número de datos ya hechos, sin haber realizado el serio trabajo, bien importante y difícil, que consiste en analizar y criticar los hechos, sería un bien pobre comunista. Nada podría ser más funesto que una actitud tan superficial: si yo sé que sé poco, me esforzaré por saber más, mientras que si un hombre pretende que es comunista y que no tiene necesidad de aprender nada, no saldrá de él jamás nada que se parezca a un comunista.

La vieja escuela forjaba los dóciles criados de que tenían necesidad los capitalistas; cambiaba los hombres de ciencia en muñecos obligados a escribir y hablar según los caprichos de los capitalistas. Es claro que debemos desembarazarnos de éstos. Pero si debemos suprimirla y destruirla, ¿se sigue de aquí que no debemos apoderarnos de todas las cosas útiles que habían sido acumuladas por la humanidad?

¿Se desprende de aquí que no debemos distinguir entre lo que servía el capitalismo y lo que servirá al comunismo?

 

 Nos hace falta una disciplina propia

En lugar de la domesticación impuesta por la sociedad burguesa contra la voluntad de la mayoría, colocamos nosotros la disciplina consciente de los obreros y campesinos, uniendo a su odio contra ....................................

 

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