SOBRE LA REORGANIZACIÓN DEL PARTIDO [1]

  

Las condiciones en que debe desarrollar su actividad nues­tro partido se han modificado radicalmente. Se han conquistado la libertad de reunión, de asociación, de prensa. Naturalmente, estos derechos son muy precarios, y confiar en las actuales libertades sería una locura, si no un crimen. Aún nos espera la lucha decisiva y la preparación para esa lucha debe ser puesta en primer plano. El aparato clandestino del partido debe ser mantenido. Pero, al mismo tiempo, es absolutamente necesario aprovechar al máximo las relativamente amplias posi­bilidades actuales. Es absolutamente necesario crear, además del aparato clandestino, nuevas organizaciones de partido (y organizaciones vinculadas al partido) legales y semilegales. Salvo que realicemos esto no podemos pensar que lograremos adaptar nuestra actividad a las nuevas condiciones, o resolver las nuevas tareas...

Para dar una nueva base a la organización es necesario un nuevo congreso del partido. De acuerdo con los estatutos, los congresos deben realizarse anualmente; el próximo fue fijado para mayo de 1906, pero en estos momentos es imprescindible adelantar su realización. Si no aprovechamos el momento, si dejamos pasar la oportunidad, esa necesidad de organizarse, que los obreros sienten de modo tan acuciante, puede adquirir formas falsas y peligrosas, puede fortalecer a los “independientes”[2], etc. Debemos apresuramos a organizamos de una manera nueva, debemos someter a una discusión general los nuevos métodos, debemos trazamos de manera audaz y resuelta la “nueva línea”.

El llamamiento dirigido al partido, que se publica en este número y lleva la firma del Comité Central de nuestro partido[3], define esta nueva línea, según mi profunda convicción, con todo acierto. Nosotros, los representantes de la socialdemocracia revolucionaria, los partidarios de la “mayoría”, hemos di­cho repetidamente que la democratización total del partido, era imposible en las condiciones del trabajo clandestino; que, en tales condiciones, el “principio de electividad” es sólo una frase. Y la vida ha confirmado nuestras palabras. Algunos ex partidarios de la minoría ya han reiterado en las publicaciones (véase el folleto de Un obrero, con prólogo de Axelrod, la carta de Un obrero, uno de muchos” en Iskra y el folleto Los obreros opinan sobre la escisión en el partido) que no se había logrado llevar a la práctica una democratización verdadera, ni una verdadera electividad. Pero nosotros, los bolcheviques, siempre hemos afirmado que en nuevas condiciones, cuando se lograsen libertades políticas, seria indispensable adoptar el principio de electividad; las actas del III Congreso del POSDR[4] lo demuestran en forma convincente, si es necesaria tal demostración.

Así, pues, la tarea es clara: conservar por el momento el aparato clandestino y desarrollar un nuevo aparato, el legal. En cuanto al congreso, esta tarea (cuya realización concreta exige, por cierto, capacidad práctica y conocimiento de todas las condiciones de lugar y tiempo) se enuncia así: convocar el Congreso sobre la base de los estatutos y al mismo tiempo comenzar, ya, en seguida, a aplicar el principio de electividad. El CC ha resuelto este problema: los miembros de los comités, formalmente como representantes de organizaciones plenamente autorizadas, y en los hechos como representantes de la continuidad del partido, asistirán al congreso con derecho a voto. Los delegados elegidos por todos los miembros del partido y, por consiguiente, por la masa de obreros integrantes del partido, son invitados por el CC, en virtud del derecho que éste tiene de hacerlo, a participar con voz pero sin voto. El CC ha declarado que propondrá inmediatamente al congreso que se conceda a estos delegados el derecho a voto. ¿Estarán de acuerdo con esto los delegados con plenos derechos de los comités?

El CC declara que, en su opinión, sin duda estarán de acuerdo. Por mi parte, estoy profundamente convencido de que así será. Es imposible no estar de acuerdo con tal cosa. Es imposible imaginar que la mayoría de los dirigentes del prole­tariado socialdemócrata no esté de acuerdo con esto. Estamos convencidos de que la voz de los militantes del partido, que el periódico Nóvaia Zhizn refleja con tanto cuidado, demostrará muy pronto que nuestro punto de vista es justo: aun en caso de que se produjera una lucha en torno de un paso semejante (la trasformación del derecho a voz en derecho a voto), el resultado es indudable.

Examínese esta cuestión desde otro ángulo, no desde el punto de vista formal, sino desde el punto de vista de su esencia. ¿Amenaza algún peligro a la socialdemocracia si se realiza el plan que proponemos?

Podría considerarse un peligro el hecho de que de pronto ingresara al partido una gran cantidad de elementos no socialdemócratas. Entonces el partido se diluiría en la masa y dejaría de ser el destacamento conciente de vanguardia, de la clase obrera, quedaría reducido al papel de furgón de cola. Este sería indudablemente un período lamentable en la vida del partido. Y este peligro podría adquirir, por cierto, una importancia muy seria, si entre nosotros hubiese propensión a la demagogia, si careciésemos por completo de normas partidarias (el programa, las normas tácticas, la experiencia organizativa), o si ellas fuesen débiles e inestables. Pero tales si no existen. Nosotros, los bolcheviques, no tenemos propensión a la demagogia; por el contrario, siempre hemos luchado decidida, abierta y directamente contra los más pequeños intentos de demagogia, hemos exigido de los nuevos afiliados al partido una conciencia de clase, hemos insistido en la gran importancia de la continuidad en el desarrollo del partido, hemos preconizado que todos sus miembros deben educarse y subordinarse a la disciplina en una de las organizaciones del partido. Tenemos un programa firmemente instituido y oficialmente aceptado por todos los socialdemócratas y cuyas tesis cardinales no han suscitado ninguna crítica de fondo (la crítica de algunos puntos y formulaciones es algo legítimo y necesario en todo partido activo). Nuestras resoluciones sobre la táctica han sido consecuente y sistemáticamente elaboradas en el II y el III Congreso y el trabajo de muchos años de la prensa socialdemócrata. Tenemos también cierta experiencia organizativa y una real organización que ha desempeñado un papel educativo y dado innegables frutos, hecho que puede no ser captado a primera vista pero negado sólo por quienes no ven o no quieren ver.

No camaradas, no debemos exagerar ese peligro. La socialdemocracia ha ganado prestigio, ha creado un rumbo, ha formado cuadros obreros socialdemócratas. Y en los momentos actuales, cuando el heroico proletariado ha demostrado en los hechos que esta dispuesto a luchar y que sabe combatir con espíritu solidario y firmeza por objetivos de los que tienen plena conciencia, que sabe luchar con espíritu netamente socialdemócrata, en tales momentos, sería simplemente ridículo dudar de que los obreros que pertenecen a nuestro partido o aquellos que ingresen mañana por invitación del Comité Central serán socialdemócratas en el 99 por ciento de los casos. La clase obrera es instintiva y espontáneamente socialdemócrata y, la labor de la socialdemocracia durante mas de una década contribuyó, en no poca medida por cierto, a trasformar esa espontaneidad en conciencia. ¡No imaginen horrores inexistentes, camaradas! No olviden que en todo partido activo y en proceso de desarrollo habrá siempre elementos de inestabilidad, duda y vacilación. Pero estos elementos sometidos a la influencia del núcleo firme y cohesionado de los socialdemócratas, son susceptibles de ceder —y cederán— a dicha influencia.

Nuestro partido se estancó en la ilegalidad. En los últimos años se asfixiaba en ella, según la feliz expresión de uno de los delegados al III Congreso. La clandestinidad se desmorona. ¡Adelante, pues, con audacia!; tomen las nuevas armas, distribúyanlas a la nueva gente, ensanchen sus bases de apoyo hasta abarcar a todos los obreros socialdemócratas, incorpórenlos a las filas de las organizaciones del partido. Que sus delegados lleven nueva vida a las filas de nuestros organismos centrales, que penetre a través de ellos el fresco hálito de la joven Rusia revolucionaria. Hasta el presente, la revolución ha justi­ficado y justifica todos los postulados teóricos fundamentales del marxismo, todas las consignas esenciales de la socialdemocracia. Y ha justificado también nuestro trabajo, el trabajo de los socialdemócratas, ha justificado nuestra esperanza y nuestra fe en la auténtica disposición revolucionaria del proletariado. Dejemos de lado, pues, todas las pequeñeces en esta necesaria reforma del partido: emprendamos en seguida el nuevo camino. Esto no nos privará del viejo aparato clandestino (no cabe duda de que los obreros socialdemócratas lo admiten y lo aprueban: así lo ha demostrado la experiencia y la marcha de la revolución de manera cien veces más convincente que cualquier tipo de resoluciones y decisiones). Y esto nos dará también nuevas fuerzas jóvenes, surgidas de las entrañas mismas de la única clase verdaderamente revolucionaria —revolucionaria hasta el fin—, que ha conquistado media libertad para Rusia, que conquistará para ella plena libertad y que la conducirá a través de la libertad hacia el socialismo!

 

II

 

La resolución del CC de nuestro partido sobre la convo­catoria del IV Congreso del POSDR, publicada en el número 9 de Nóvaia Zhizn, constituye un paso decisivo hacia la plena aplicación de los principios democráticos en la organización del partido. Las elecciones de delegados al congreso (que llegarán a él inicialmente con derecho a voz sin voto, pero que luego recibirán, sin duda, el derecho al voto) deben ser realizadas en un mes. Por consiguiente, todas las organizaciones del partido deben comenzar cuanto antes la discusión sobre los candidatos y las tareas del congreso. Convendrá tener muy en cuenta las nuevas tentativas por parte de la autocracia agonizante de suprimir las libertades prometidas, de lanzarse al ataque contra los obreros revolucionarios y particularmente contra sus dirigentes. Por ello, no creemos oportuno

 

[1] Sobre la reorganización del partido: primer articulo que escribió́ Lenin para el periódico Nóvaia Zhizn cuando regresó del exilio, a principios de no­viembre de 1905. La revista Mogzauri, vocero de los socialdemócratas georgianos, reprodujo el primer capitulo en su núm. 41 de ese año. Este artículo constituyó la base de la resolución sobre “La reorganización del partido"’, aprobada por la Conferencia del POSDR en Tammerfors, en diciembre de 1905. 23.

[2] "Independientes”: miembros de una organización de agentes provocadores, denominada “Partido social obrero independiente”, que se fundó en Petersburgo en el otoño de 1905 por orden del gobierno zarista. Ese partido, similar a las organizaciones de Zubátov, contaba con la ayuda directa de la población de la policía secreta y tenia por objetivo desviar a los obreros de la lucha revolucionaria. El programa del “Partido social obrero indepen­diente”, publicado en el núm. 4 de la revista Russki Rabochi (“El obrero ruso ), del 15 (28) de diciembre de 1905, llamaban a combatir a la socialdemocracia. El partido se disolvió́ a comienzos de 1908, porque no logró éxito alguno entre las masas obreras.

[3] El llamamiento del CC del POSDR. A todas las organizaciones del partido y a todos los obreros socialdemócratas, encabezado “Hacia la convocatoria del IV Congreso del POSDR”, se publicó como boletín y apareció asimismo en el núm. 9 de Nómia Zhizn, del 10 de noviembre de Í905. (Ed.)

[4] Véase V. I. Lenin, ob. cit., t. VIII, nota 33. (Ed.)

 

 

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