INDICE

Introducción

I. La evolución del pensamiento de Marx y de Engels sobre las sociedades sin clases y las formas de transición a las sociedades de clases

      A) De «La ideología alemana» al «Manifiesto del partido comunista» (1845-1848)

      B) 1853

      C) 1857-1859: fundamentos de la crítica de la economía política

      D) «El Capital» (1867) y «El Anti-Dühring» (1877)

           El Anti-Dühring

      E) Comuna rusa y comunidad germánica (1868-1894)

      F) El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado (1884)

II. El pensamiento de Marx y de Engels, hoy, y las investigaciones de mañana

 Introducción

 

«Comprendéis, pues, ciudadano, qué eran servicio nos haríais si nos expusierais vuestra opinión sobre los posibles destinos de las comunidades rurales y sobre la teoría que quiere que todos los pueblos del mundo están obligados por la necesidad histórica a recorrer todas las fases de la producción capitalista.»[1]

(Vera Zassoulitch a Kart Marx, 16 de febrero de 1881.)

 

«Querida ciudadana... Al analizar la génesis de la producción capitalista, yo digo: ‘‘En el fondo de) sistema capitalista nos encontramos, pues, con la separación radical del productor y los medios de producción... la base de toda esta evolución es la expropiación de los cultivadores, que aún no se ha realizado en Inglaterra de una manera radical. Pero todos los otros países de Europa occidental, atraviesan el mismo movimiento” (El Capital. I). La "fatalidad histórica" de este movimiento está, pues, restringida expresamente a los países de Europa occidental.»[2]

(Kart Marx a Vera Zassoulitch, 8 de marzo de 1881.)

 

Esta pregunta y su respuesta nos dan, por sí mismas, el sentido de la publicación reciente de antiguos textos. Con su publicación no se pretende desenterrar piadosamente restos olvidados de textos sagrados, ni entregarse a la delectación del erudito ávido de coleccionar las piezas que faltan de las antiguas obras a las que consagra su vida. Publicarlos es descubrir un Marx desconocido que denuncia sin equívocos la falsificación dogmática que atravesó el marxismo durante toda una época. Esta falsificación consistía esencialmente en reducir la historia de la humanidad a la sucesión necesaria de cinco estadios caracterizados por «cinco tipos fundamentales de relaciones de producción»,[3] el comunismo primitivo, los modos de producción esclavista, feudal, capitalista y socialista. Por esta «reducción», el marxismo había perdido su carácter científico para convertirse de nuevo en una filosofía de la historia, «una receta, un esquema para clasificar las diversas épocas históricas», Ya en vida, Marx tuvo que luchar contra esta degradación de su pensamiento. Respondiendo a un artículo de N. Mikhailovski, escribió al director de «Otétchestvenniye Zapisky»:

«Esto no basta para mi crítico. Él se siente obligado a hacer una metamorfosis de mi esbozo histórico sobre la génesis del capitalismo en Europa occidental, tomándolo como una teoría histérico-filosófica de la marcha general impuesta por el destino a cada pueblo, cualesquiera que sean las circunstancias históricas en que se encuentra, de manera que él pueda llegar finalmente a la forma de economía que asegurará, con la mayor expansión de los poderes productivos del trabajo social, el desarrollo más completo de) hombre. Pero yo le pido perdón. Es hacerme demasiado honor y demasiada ofensa.»[4]

Así, al convertirse en un conjunto cerrado de dogmas-recetas, el marxismo había perdido el medio, no sólo de interpretar la historia, sino también de interpretarse a sí mismo. La historia tomaba la apariencia de una materia sometida a algunas leyes «dialécticas», mundo imaginario en el que el filósofo marxista contemplaba la necesidad que empujaba a la humanidad a pasar por el comunismo primitivo para desembocar en el comunismo definitivo.

En este contexto, la tarea de los historiadores, arqueólogos y etnólogos marxistas se convirtió paradójicamente. no en conocer, sino en «reconocer» la historia. El resultado fue que al mismo tiempo que acumulaban un inmenso material nuevo, lo interpretaban de modo contradictorio cada vez que los hechos no se acomodaban o se acomodaban mal a las categorías que debían acogerlos.

Estas rebeliones de la evidencia nutrían los innumerables dramas de las «periodizaciones» marxistas de la historia, cada vez que se «encontraba» un estadio «esclavista» o feudal en la India, en China, en la América precolombina, en el Vietnam, en Africa negra. Esta esterilidad provocó dos reacciones que no podían superarla porque no cuestionaban radicalmente el dogmatismo, y por este mismo hecho se desarrollaban en el mismo campo ideológico. La primera consistió en inventar una feudalidad cada vez que se descubría una aristocracia, y a intentar incluirla en el esquema de los cinco estadios que se iba deformando así desde el interior sin derrumbarse del todo. La segunda fue abstenerse de toda interpretación teórica y «salvar» los hechos en el refugio del empirismo. No es difícil comprender por qué, en este contexto teórico dominado por el dogmatismo y sus complementos, el revisionismo deforme y el empirismo, la elaboración de los conceptos fundamentales del materialismo histórico, por ejemplo, del concepto de «modo de producción», casi no progresó y, en consecuencia, a pesar de una aportación prodigiosa de «nuevos hechos», la explicación de dominios tan complejos como las estructuras religiosas, de parentesco, etc., vegetó más o menos en el estado en que Engels la había dejado en 1884 después de Morgan.

Hacia 1960, tras la puesta al día y la crítica de los errores del período stalinista realizadas en el vigésimo Congreso del Partido Comunista de la URSS, un inmenso movimiento internacional de toma de conciencia de las formas y raíces del dogmatismo se desarrolló a todos los niveles de la teoría y de la práctica. Este movimiento revistió varias formas, y de entre ellas una de las más principales fue lo que se puede llamar la «vuelta a Marx». Releer a Marx, Engels, Lenin, redefinir los conceptos fundamentales del marxismo a partir de sus mismos textos y volver a plantear los problemas en función de estas definiciones fueron los tres aspectos de esta «vuelta a Marx». Como toda vuelta al pasado, ésta también comportaba el riesgo de fijarse en formulaciones ligadas a un estado ya caduco de la información y, en consecuencia, engendrar un nuevo dogmatismo.

Para eliminar este riesgo y ser fiel a los principios y al espíritu de la revolución fundamental en el orden del conocimiento que constituye el marxismo, era aún necesario confrontar esta herencia con el más moderno estado de los conocimientos científicos. Y, paradójicamente, un manuscrito de Marx, desconocido durante largo tiempo, iba a ayudar, por su misma riqueza, a deshacerse del dogmatismo y reinstalar al mismo tiempo al marxismo en el centro de una de las discusiones más vivas de las ciencias históricas, arqueológicas y etnológicas contemporáneas. Este manuscrito, Grundrisse der Kritik der politischen Oekonomie, fue publicado en Moscú en 1939 y en Berlín en 1953. Los Grundisse consisten en un conjunto de textos que preceden a la redacción del Capital de los años 1860. Marx, en una carta a Lassalle del 12 de noviembre de 1858, los define como «el fruto de quince años de investigaciones, es decir, de los mejores años de mi vida». Ciertas secciones de este libro fueron redactadas de nuevo y publicadas por Marx en 1859 bajo el título Zur Kritik der politischen Oekonomie, cuyo prefacio e introducción constituyen uno de los textos fundamentales del materialismo histórico. Entre los inéditos, uno titulado Formen die der Kapitalistichen Produktion Vorhergehen apareció rápidamente como otra gran obra de Marx, y es este texto el que fue «releído» durante los años 1960 y da lugar después a una discusión internacional en que los trabajos del Centre d'Études et de Recherches marxistas desempeñaron un papel excepcional.

¿Por qué esta importancia decisiva de los Formen?

Ante todo, porque se encuentra en ellos la tentativa más sistemática de Marx para captar los momentos y definir los problemas críticos de la evolución histórica, y porque esta historia se presenta como la de las múltiples formas de comunidades primitivas que van evolucionando de diversas maneras hacia formas distintas de Estado y de sociedades de clases. Este esquema multilinear se situaba, pues, en los antípodas de un dogmatismo simplificador.

En segundo lugar, porque...............................

 

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