PREFACIO

  

La idea de publicar las cartas seleccionadas de Marx y Engels es de Lenin, quien repetidamente subrayó el gran valor científico y político de la correspondencia de los fundadores del comunismo científico.

En 1913, refiriéndose a la correspondencia entre Marx y Engels, que acababa de publicarse, Lenin escribió:

“Ante el lector no sólo aparecen con claro relieve Marx y Engels, en toda su grandeza, sino que se revela con extraordinaria nitidez el riquísimo contenido teórico del marxismo, ya que Marx y Engels analizan reiteradamente en sus cartas los más diversos aspectos de su doctrina, y subrayan y explican —a veces discutiendo y tratando de convencerse mutuamente— lo más nuevo (en relación con las concepciones anteriores), lo más importante y difícil.

"Ante el lector se despliega el cuadro asombrosamente vivido de la historia del movimiento obrero del mundo entero, en los momentos más importantes y en los puntos más esenciales. Más valiosa aun es la historia de la política de la clase obrera. En las más variadas ocasiones, en diversos países del viejo y del nuevo mundo, y en diferentes momentos históricos, Marx y Engels analizan los principios más importantes del planteamiento de las tareas políticas de la clase obrera. Y el período que abarca la correspondencia fue un período en el cual la clase obrera se separó de la democracia burguesa, un período en el cual surgió un movimiento obrero independiente, un periodo en el cual se definieron los principios fundamentales de la política y la táctica del proletariado. Cuanto mayor es la frecuencia con que podemos observar en nuestros días cómo el movimiento obrero de diferentes países sufre el oportunismo a consecuencia del estancamiento y la decadencia de la burguesía, a consecuencia de que la atención de los dirigentes obreros está absorbida por las trivialidades del día, etc., tanto más valioso resulta el riquísimo material contenido en la correspondencia, que despliega una profundísima comprensión de los objetivos revolucionarios básicos del proletariado, proporciona una definición extraordinariamente flexible de las tareas de i táctica del momento, desde el punto de vista de dichos objetivos revolucionarios, sin hacer la menor concesión al oportunismo o a la fraseología revolucionaria.

“Si intentáramos definir con una sola palabra el foco, por así decirlo, de toda la correspondencia, el punto central en que converge todo el cuerpo de ideas expresadas y discutidas, esa palabra sería dialéctica. La aplicación de la dialéctica materialista a la revisión de toda la economía política desde sus fundamentos, su aplicación a la historia, a las ciencias naturales, a la filosofía y a la política y táctica de la clase obrera: eso era lo que interesaba más que nada a Marx y Engels, en eso aportaron lo más esencial y nuevo, y eso constituyó el avance magistral que produjeron en la historia del pensamiento revolucionario.”

 

La correspondencia de Marx y Engels con otras personas, diversos líderes políticos con quienes mantenían contacto los fundadores del comunismo científico, tiene un carácter especial. En esas cartas, Marx y Engels aparecen sobre todo como dirigentes de la clase obrera y del partido comunista. Lenin, al analizar el contenido teórico de la correspondencia de Marx y Engels con Sorge, subraya una vez más el inmenso valor científico de esas cartas y su significación política. Las cartas a Sorge corresponden en su mayor parte al período que siguió a la caída de la Comuna de París. Refiriéndose a esa correspondencia dice Lenin:

“En sus cartas, Marx y Engels expresaron con mucha frecuencia sus opiniones sobre los problemas de gran actualidad del movimiento obrero anglo-norteamericano y alemán. Esto es comprensible puesto que eran alemanes, que a la sazón vivían en Inglaterra y que mantenían correspondencia con su camarada norteamericano. Sobre el movimiento obrero francés, y en particular sobre la Comuna de París, Marx opinó más frecuente y detalladamente en las cartas dirigidas al socialdemócrata alemán Kugelmann.

“Es sumamente instructivo comparar las opiniones de Marx y Engels sobre los problemas del movimiento obrero anglo-norteamericano y alemán. Si se tiene en cuenta que Alemania, por un lado, e Inglaterra y Norteamérica, por otro, representan diversas fases de desarrollo capitalista, distintas formas de dominación de la burguesía como clase en toda la vida política de esos países, dicha comparación adquiere especial importancia. Desde el punto de vista científico, observamos aquí un ejemplo de dialéctica materialista: la capacidad de poner en primer plano y subrayar los diversos puntos y los distintos aspectos de un problema, aplicándolos a las peculiaridades concretas de una u otra condición política y económica. Desde el punto de vista de la política práctica y de la táctica del partido obrero, vemos aquí cómo los creadores del Manifiesto Comunista determinaban las tareas del proletariado en lucha de acuerdo con las diversas etapas por las que atravesaba el movimiento obrero nacional de los distintos países.’’

La presente colección contiene cartas y fragmentos de cartas que tratan de problemas de teoría y de política. Las cuestiones teóricas discutidas en las cartas se refieren a las esferas más diversas: a economía política, filosofía, ciencias naturales, y al estudio de la historia de distintos países en diferentes períodos, empezando por la historia de los países europeos y de Norteamérica en la época de Marx y Engels, y terminando con cuestiones de historia antigua y primitiva. El lector hallará, en las cartas que tratan de problemas políticos, de la estrategia y la táctica del partido proletario, una serie de ejemplos de cómo Marx y Engels lucharon por llevar a cabo y ejecutaron la política del marxismo revolucionario, una serie de ejemplos característicos de su lucha contra todas las variedades del oportunismo y de la conciliación de clases, ejemplos de la lucha en ambos frentes.

Esta selección de cartas, que abarca un período de casi medio siglo, refleja la lucha y la labor científica realizadas por Marx y Engels como líderes del proletariado. La selección constituye un complemento a las obras escogidas de Marx, publicadas en dos volúmenes por el Instituto Marx-Engels-Lenin, y a la edición de las obras escogidas de Engels que está en preparación.

Las cartas se dan en orden cronológico. Para facilitar la consulta se agrega un índice de nombres, y las cartas se dan con notas que ofrecen al lector la información necesaria relacionada con las personas y los hechos en ellas mencionados.

 

V. Adoratski

Instituto Marx-Engels-Lenin

1934

 

 

1. De ENGELS al COMITÉ COMUNISTA DE CORRESPONDENCIA DE BRUSELAS

(Carta del Comité [Núm. 3])

París, 23 de octubre de 1846.

 

Acerca del asunto de los Straubingers de aquí, no hay mucho que decir. Lo principal es que las controversias tenidas hasta ahora con esos muchachos ya han sido arregladas; el principal partidario y discípulo de Grün, Papa Eisermann, ha sido separado, la influencia del resto de sus adeptos sobre la masa ha sido completamente vencida, y conseguí una resolución unánime contra ellos.

En resumen, esto es lo que ocurrió:

El proyecto proudhoniano de asociación fue discutido durante tres noches. Al comienzo tuve en mi contra a casi toda la camarilla, pero al final sólo a Eisermann y los otros tres partidarios de Grün. El punto principal fue probar la necesidad de la revolución por la fuerza y, en general, demostrar que el “verdadero socialismo” de Grün —que ha tomado nuevo impulso con la panacea de Proudhon— es antiproletario, pequeñoburgués, straubingeriano. Al final me puse furioso con la sempiterna repetición de los mismos argumentos por parte de mis opositores, y llevé un ataque directo contra los Straubingers, lo que provocó gran indignación entre los partidarios de Grün, pero en cambio me permitió atraerlo al esforzado Eisermann a un ataque abierto contra el comunismo. Cuando terminó le di una paliza tan despiadada que no volvió a la carga.

Entonces hice uso del arma que Eisermann había puesto en mis manos —el ataque al comunismo—, tanto más por cuanto Grün intrigaba constantemente, merodeando por los talleres, convocando gente para los domingos, etc., etc., y el domingo siguiente a la mencionada sesión cometió él mismo la enorme estupidez de atacar al comunismo en presencia de ocho o diez Straubingers. Por eso anuncié que antes de tomar parte en otras discusiones debíamos votar si habíamos de reunimos aquí como comunistas o no. En el primer caso, debía procurarse que no se repitieran ataques contra el comunismo tales como el de Eisermann; en el segundo caso, si se trataba simplemente de que un cualquiera podía discutir lo que se le ocurriese, nada tenía yo que hacer con ellos y no volvería a concurrir. Esto indignó mucho a los grünistas; ellos se reunían “para bien de la humanidad”, para su propio esclarecimiento, ellos eran espíritus progresistas y no unilaterales, eran intelectuales, etc., etc. ¿Cómo podía calificar de "cualquiera” a tan dignas personas? Más aun, ellos debían saber primero qué era en realidad el comunismo (¡estos canallas, que durante años se han dicho comunistas y sólo abjuraron por miedo a Grün y Eisermann, quienes se han arrastrado entre ellos utilizando como pretexto el comunismo!). Naturalmente no me dejé atrapar por su simpático pedido de contarles, en dos o tres palabras, a ellos, ignorantes, lo que es el comunismo. Les proporcioné una definición extremadamente simple que, sin salirse del cuadro de los puntos en discusión, comprendía la reivindicación de la comunidad de bienes, excluía la actitud pacífica tierna o considerada para con la burguesía, incluyendo a los Straubingers, y finalmente, a la sociedad por acciones proudhoniana con su conservación de la propiedad individual y lo que de ella deriva. Más aun, dicha definición no contenía nada que pudiera dar pie a disgresiones y evasiones de la votación propuesta. Por ello definí los fines de los comunistas de esta manera: 1) promover los intereses del proletariado en oposición a los de la burguesía; 2) hacer esto por medio de la abolición de la propiedad privada y su sustitución por la comunidad de bienes; 3) no reconocer otro medio de lograr estos objetivos que una revolución democrática por la fuerza.

Esto se discutió durante dos noches. En la segunda el mejor de los tres grünistas, al percibir el estado de ánimo de la mayoría, se puso completamente de mi parte. Los otros dos se contradijeron constantemente sin advertirlo. Varios muchachos que hasta entonces nunca habían hablado, abrieron de pronto la boca y se pronunciaron bastante decididamente en mi favor. Antes de esto sólo Junge lo había hecho. Algunos de estos homines noví, aunque temblaban por temor a parecer presumidos, hablaron bastante bien y en general parecen ser mentes bastante sanas. En definitiva, cuando llegó la votación, la reunión se declaró comunista en el sentido de la definición dada anteriormente, por trece votos contra los dos que seguían siendo fieles a Grün (uno de los cuales explicó después que tenía el más vehemente deseo de convertirse).

Esto por lo menos despejó el campo y ahora se puede empezar a hacer algo de los muchachos, en la medida de lo posible. Grün, quien se había librado fácilmente de sus preocupaciones pecuniarias debido a que sus más grandes acreedores eran estos mismos grünistas, sus principales partidarios, ha quedado ahora muy desacreditado ante la mayoría e incluso ante un sector de sus partidarios, y a pesar de todas sus intrigas y experimentos (por ejemplo, ir de gorra a reuniones en las barrieres,[1] etc., etc.), ha tenido un fracaso de primer orden con su Sociedad Proudhon. Aun cuando yo no hubiera estado presente, nuestro amigo Ewerbeck habría arremetido contra ello de cabeza...

 

★ Engels se había trasladado a París, en la segunda mitad de 1846, comisionado por el Comité Comunista de Correspondencia de Bruselas, con el objeto de llevar adelante el esclarecimiento de los obreros y jornaleros alemanes residentes en París en gran número por esa época, y de ganarlos para las nuevas ideas marxistas del socialismo científico y de la lucha proletaria de clases.

STRAUBINGERS, aprendices ambulantes en Alemania. Marx y Engels denominaban así a los artesanos y obreros de conciencia de clase atrasada y sin desarrollar, llenos de prejuicios pequeñoburgueses y que sólo con dificultad podían superar las limitaciones del viejo punto de vista artesanal. Marx y Engels debieron sostener una dura lucha para despertar la conciencia de clase proletaria también en estos elementos, como lo atestigua la carta de Engels. La tarea principal era vencer la influencia de Proudhon y de los “verdaderos socialistas” alemanes, especialmente de Karl Grün. Wilhelm Weitling, el primer escritor proletario alemán —quien sin embargo era partidario de una forma utópico-revolucionaria del socialismo con la consigna pequeñoburguesa de la “igualdad” como lema principal—, también desempeñó un gran papel en estos grupos, especialmente por cuanto él mismo era jornalero. (Ver la nota a la carta 166.)

En una carta a Marx, fechada en París en octubre de 1846 (alrededor del 23 de octubre), Engels dice:

“Creo que podré terminar con los Straubingers de aquí. Estos tipos son en verdad espantosamente ignorantes y absolutamente carentes de preparación debido a sus condiciones de vida; entre ellos no hay competencia alguna, sus salarios están siempre en el mismo nivel, las luchas con el patrón nunca se libran por los salarios, sino por la dignidad del jornalero’, etc. Las tiendas de ropa de confección están produciendo un efecto revolucionario sobre los sastres. Ojalá no existiera comercio tan podrido.

”Grün ha hecho un daño considerable. Ha transformado todo lo que estaba bien definido para los compañeros en meros sueños diurnos, esfuerzos por la humanidad, etc. Con el pretexto de atacar a Weitling y otras formas del comunismo abstracto, ha rellenado sus cabezas de vagas frases literarias y pequeñoburguesas, decretando que todo lo demás es comercio sistemático. Incluso los afiliados, que nunca fueron partidarios de Weitling —a lo sumo lo eran uno o dos de ellos—, le han cobrado un terror supersticioso al espantajo del ‘comunismo de pan y cebolla’ y —por lo menos antes de que fuera tomada la decisión— se hubieran asociado más bien a los sueños más visionarios, a los planes para la paz y la felicidad, etc., que a este ‘comunismo de pan y cebolla’. La confusión que aquí reina es inacabable. Hace poco dirigí a Hamey un suave ataque contra el pacifismo de los demócratas fraternales y también le escribí que debiera mantenerse en correspondencia con todos ustedes.”

 

PROUDHON, Pierre-Joseph. Sobre sus teorías y fines prácticos, ver las cartas 2 y 72.

HARNEY, George Julián. Ver la nota a la carta 18.

GRÜN, Karl (1817-1887). Escritor. A partir de 184'2, director del periódico burgués avanzado Mannheimer Abendzeitung (Vespertino de Mannheim). Después de 1844, uno de los principales representantes del "verdadero socialismo”. (Ver Marx y Engels, La ideología alemana y Manifiesto Comunista, III.) Engels, en el apéndice a su traducción del Fragmento sobre el comercio de Fouríer[2], escribe lo siguiente respecto del contenido teórico del “verdadero socialismo”:

“Algo acerca de la 'humanidad’, como recientemente fue designada la cosa; algo acerca de la ‘realización de esta humanidad, o más bien monstruosidad; un poco acerca de la propiedad, tomando de Proudhon (de tercera o cuarta mano) algunos lamentos acerca del proletariado; la organización del trabajo, miserables asociaciones para el mejoramiento de las clases inferiores del pueblo, todo ello combinado con una ignorancia ilimitada de la economía política y de la sociedad real: esto es todo el asunto, que, además, la imparcialidad teórica, la ‘absoluta calma del pensamiento’, desangra hasta la última gota, hasta su último vestigio de energía y elasticidad."

 

Y en su Ludwig Feuerbach Engels escribe:

"Pero lo que no debiéramos olvidar es que era precisamente a esas dos debilidades de Feuerbach [el lindo estilo y a veces incluso el estilo pomposo’ y la ‘extravagante glorificación del amor’] que se adhirió al ‘verdadero socialismo’ —el que se difundió como una plaga a través de la Alemania ‘culta’ a partir de 1844—. sustituyendo el conocimiento científico con frases literarias y poniendo, en lugar de la emancipación del proletariado por medio de la trasformación económica de la producción, la liberación de la humanidad por medio del ‘amor’. En resumen, se perdió eñ la desagradable fraseología literaria y en el sentimentalismo sofocante, cuyo modelo era el señor Karl Grün.”

PAPA EISERMANN. Artesano alemán residente en París.

JUNGE, Adolf Friedrich. Comunista de Colonia, emigrado a París.

EWERBECK, August Hermann (1816-1860). Escritor. Emigrante en París. Miembro de la Liga Comunista.

 

 

2. De MARX a P. V. ANNENKOV[3]

Bruselas, 28 de diciembre de 1846.

 

Usted habría recibido hace tiempo mi respuesta a su carta del 1 de noviembre si no fuera porque mi librero me envió el libro del señor Proudhon, La filosofía de la miseria, recién la semana pasada. Lo he terminado en dos días a fin de poder darle en seguida mi opinión. Como lo he leído apresuradamente, no puedo entrar en detalles, y sólo puedo decirle la impresión general que me ha producido. Si lo desea, puedo entrar en detalles en una segunda carta.

Debo confesarle que encuentro el libro en general malo, muy malo. Usted mismo ............... [..................]

 

Ver el documento completo