INDICE

Introducción a la edición francesa, por Jean-Pierre Lefébvre

Cartas

Apéndices
Anexo sobre los trabajos matemáticos de Marx
De los «Manuscritos matemáticos» de K. Marx, presentación de Lucio Lombardo Radice 157 Sobre el concepto de función derivada
índice onomástico

INTRODUCCIÓN A LA EDICIÓN FRANCESA

 

La publicación de fragmentos de la correspondencia de Marx-Engels sobre las Ciencias de la naturaleza y las matemáticas responde a una intención muy concreta: ofrecer desde ahora al lector, sin esperar al término de la publicación en curso de toda la correspondencia, una especie de dossier complementario a las obras ya publicadas: el Anti-Dühring y la Dialéctica de la naturaleza.

Se trata de fragmentos de la correspondencia. O sea que uno de los elementos más importantes para apreciar el lugar ocupado realmente por el trabajo sobre las ciencias de la naturaleza en la actividad general de Marx y Engels está provisionalmente ausente. Falta el entorno político, económico, literario, familiar, privado, etc., las condiciones del trabajo cuya variedad constituye uno de los principales puntos de interés de la correspondencia. Si bien los hábitos epistolares de Marx y Engels han permitido esta selección, en la medida en que suelen abordar cada problema por separado, confiriendo de este modo una grandísima eficacia a sus intercambios, y aunque la cronología de su relación con las ciencias de la naturaleza aparezca mejor así, es en perjuicio de una exacta apreciación de las condiciones materiales y morales, muchas veces inimaginables, en que ambos emprendieron este trabajo.

Por otra parte, estos fragmentos no concluyen la lista de los elementos que hay que seguir recogiendo para poder analizar en mejores condiciones esta relación con las ciencias de la naturaleza. Siguen faltando las obras científicas anotadas y subrayadas por Marx y Engels; un cierto número de fichas [Exzerpte] redactadas por ellos a partir de sus lecturas; las cartas de sus corresponsales [An-Briefe]; una parte desaparecida de su correspondencia (por ejemplo, la correspondencia Engels-Schorlemmer).

Finalmente (y sobre todo), pese a su riguroso desarrollo cronológico, no pueden ocupar el lugar, que en lo esencial sigue vacío, de un análisis de la relación histórica del marxismo con la historia de las ciencias de la naturaleza: pueden simplemente ser de utilidad a quienes emprendan este trabajo.

Una vez hechas estas advertencias, el lector encontrará aquí por vez primera un conjunto ’de las intervenciones, opiniones e investigaciones de Marx sobre estos temas, que contradicen la tesis bastante extendida que opone de una parte a un maestro-Marx obligado por sus trabajos, los acontecimientos y su salud a desinteresarse de) estudio de las ciencias de la naturaleza, y por la otra a un animoso obrero-Engels, obligado a moverse por su cuenta en este terreno, y a quien numerosos marxólogos burgueses atribuyen todas las perversiones póstumas y pre-póstumas de lo que consideran el «marxismo auténtico».

La correspondencia no sólo muestra que también Marx se ocupa de estos problemas, sino que entabla el diálogo con Engels y con otros sobre ellos. Muestra tanto este diálogo como la evolución y el contenido de su información científica durante los treinta años que van de mediados del siglo XIX a 1880, en el transcurso de los cuales se impone, especialmente en biología, zoología, geología, paleontología, etc., el concepto de evolución, en que nace la química orgánica, elemento decisivo de la concepción científica de la unidad material del mundo, en que el desarrollo de las fuerzas productivas más habituales es cada vez más directamente solidario del de las ciencias de la naturaleza (agroquímica, química farmacéutica, aplicaciones industriales de la electricidad, etc.), en que se asiste a la matematización progresiva del lenguaje y de los métodos científicos, etc.

Lo que caracteriza la actitud de Marx y Engels durante estos años en que se ocupan fundamentalmente de las luchas y los trabajos políticos, es su atención extrema hacia todo lo nuevo que aparece en las ciencias de la naturaleza. Este interés comienza en sus «principios» (disertación doctoral de Marx, artículo de Engels en Vorwärts [Adelante] del 31 de agosto de 1844, capítulo VI de La Sagrada Familia, numerosos fragmentos de La ideología alemana, etc.) pero los problemas de las ciencias de la naturaleza están percibidos ahí esencialmente desde el punto de vista de la ideología, a través del conflicto entre el idealismo y el materialismo filosóficos. Parece que en aquella época sus lecturas científicas eran muy escasas, por no decir nulas.

En los años 1850-60 es sobre todo Marx quien se ocupa de las ciencias de la naturaleza: la física, la cosmología, la geología, la fisiología. Esto es posible deducirlo en parte de la correspondencia, y en parte de las notas de lectura (que siguen sin publicar) y de los restos de su biblioteca. Estudia: Charles Lyell, The geological evidences of the antiquity of Man [Las pruebas geológicas de la antigüedad del hombre], 1863; Carl Fraas, Klima und Pflanzenwelt in der Zeit, eine Geschichte beider [El clima V la flora en el tiempo, contribución a su historia]; Theodor Schwan, Microscopical researches... [Investigaciones microscópicas...]; Darwin, Huxley, Büchner, etc.

Durante este período, Engels se dedica preferentemente a las matemáticas, y es con relación a ellas que lee las obras de física publicadas en los años 60, especialmente las de William Thompson y Peter Tait: Treatise on natural philosophy [Tratado de filosofía natural] y On the secular cooling of the Earth [El antiquísimo enfriamiento de la Tierra], 1862. No aborda a fondo los problemas de geología hasta principios de 1870, por incitación de Marx, especialmente con ayuda del Manual de geología de Joseph Beetc Jukes, anteriormente estudiado a fondo por Marx. Sin embargo, ya estaba al corriente de toda una serie de recientes descubrimientos y capacitado incluso para contestar a Marx sobre algunas cuestiones de geología. De todos modos, sus grandes trabajos datan de 1870-80, especialmente las lecturas y notas sobre Clausius, Fraas, von Helmholtz, D'Alembert, Ernst Mach (Geschicltte und Wurzel des Satzes von der Erhaltung der Arbeit [Historia y origen del principio de la conservación del trabajo]), Haeckel, Hall (matemáticas), etc. Aparece la huella de esta dedicación en las mismas obras, pero también, claro está, en el Anti-Dühring y en la Dialéctica de la naturaleza así como, más indirectamente, en su Feuerbach. Añadámosle la lectura regular y siempre crítica de la revista científica Nature y el contacto permanente con el químico Carl Schorlemmer (con quien Engels dice haber mantenido a partir de 1870 una correspondencia referida especialmente a los problemas científicos que. desgraciadamente, no ha podido ser encontrada).

A fines de los años 70 (de alrededor de 1877 hasta su muerte en 1883), se observa en Marx un pronunciado v creciente interés hacia las ciencias de la naturaleza v las matemáticas: relee el manual de geología de Jukes, el Carl Fraas sobre la historia de la flora v de los climas, la Enzyclopadie der gesamniten theoretischen Naturwissenschaften in ihrer Anwendung auf die Landwirthschaft [Enciclopedia de las ciencias de la naturaleza en su aplicación a la agricultura] de E. Schmidt, etc. Es en esta época cuando Marx proyecta escribir una Dialéctica yEngels se queja de estar constantemente solicitado por los socialdemócratas y no poder llevar a término sus trabajos teóricos: parece que es el período en que han colaborado más concretamente en estos problemas. La muerte de Marx no sólo interrumpe esta colaboración, sino también los propios trabajos de Engels. El inmenso incremento de trabajo impuesto por la redacción de los Libros II y III de El Capital, las innumerables tareas políticas en el movimiento obrero, son su causa objetiva. Pero en esta vacilación en reanudar sus trabajos sobre las ciencias de la naturaleza quizás no influyó menos el hecho de que considerara la colaboración de Marx, aunque fuera episódica, como necesaria para su culminación.

Para concluir este panorama muy rápido, hay que mencionar también los amplios conocimientos de Engels en el terreno de la medicina, debidos tanto, parece, a la lectura de obras médicas como al constante trato con compañeros de lucha médicos. No hemos reproducido aquí los innumerables fragmentos de la correspondencia que lo demuestran: muchas veces, por ejemplo. Marx solicita la opinión de médicos que Engels frecuenta, cuando no directamente la del propio Engels.

E, inversamente, lo que esta correspondencia, junto al Anti-Dühring y a la Dialéctica de la naturaleza, podría denotar es lo que, por tal o cual razón, se les escapó de la historia de las ciencias de su época, especialmente, por ejemplo, en el campo de las matemáticas. Pero esto apa rece principalmente en el trabajo de conjunto a que nos referíamos antes.

Pero sobre todo, tanto como esta curiosidad y este esfuerzo de información prácticamente ininterrumpido, lo más notable es la vigilancia constante de Marx y Engels por los momentos y lugares en que los trabajos científicos propiamente dichos «pasan» a la ideología, es decir, a la política; entran en ella, pero también salen. Las conferencias «populares» hechas por los mismos   científicos o por sus discípulos y reproducidas en las revistas son los lugares de esta operación: en el tema del origen de la vida, la ciencia entra en competencia con la ideología religiosa e incluso indirectamente con la ideología burguesa.

Ahora bien, en este terreno los «sabios» son extremadamente vulnerables; ocurre incluso que su comportamiento resulte negativo para la ciencia y el espíritu científico. De ahí, la tarea política a la que respondía en parte el proyecto concebido por Marx de escribir una «Dialéctica», de ahí, sobre todo, la Dialéctica de la naturaleza, el Anti-Dühring y el Feuerbach de Engels, de ahí, finalmente, numerosas cartas de esta colección que, en una tercera parte, operan en este espacio. Cuando Engels manda «a freír espárragos» a los redactores de Vorwärts que le piden unos artículos «políticos» (es decir, «sobre la coyuntura política»), no se resguarda en la actividad teórica, sino que se dispone a instalarse en un terreno políticamente decisivo.

Una última observación:

La traducción de algunos términos plantea ciertos problemas debido a la movilidad del vocabulario científico dentro de un mismo período, y a su rápida evolución a partir del siglo XIX. Así, por ejemplo, Kraft, traducido aquí por fuerza, corresponde muchas veces a lo que hoy llamaríamos energía. De igual manera, Eiweiss, traducido por albúmina, corresponde a lo que hoy llamamos proteínas, etc.

Natunvissenschaft ha sido traducido sistemáticamente por «ciencias de la naturaleza», pero el adjetivo naturwissenschaftlich, como contexto, ha sido traducido por científico seguido de la referencia (naturwissenschaftlich).

Jean-Pierre Lefebvre.

 

Cartas

   

1. MARX A ENGELS

[Londres], 5 de mayo [de 1851].

 

Te adjunto a continuación una copia en inglés, al pie de la letra, del artículo sobre la aplicación de la electricidad a la naturaleza. Te ruego que me contestes a vuelta de correo:

1) para decirme qué te parece;

2) para explicarle esta historia in plain Germán [en buen alemán], pues a mí me resulta tan oscura como una botella de tinta.

 

Se divide un campo en rectángulos de 76 yardas de longitud y 40 yardas de anchura, de modo que cada rectángulo tenga exactamente un acre de superficie. El modelo viene dado por el rectángulo superior.

En cada uno de los puntos A, B, C, D, se clavan unas estacas en el suelo. Las líneas exteriores representan unos cables de hierro de amplia sección atados a las 4 estacas y que van de una a otra hasta formar un rectángulo hundido 3 pulgadas en el suelo. En los puntos E y F se colocan unas pértigas de 15 pies de altura. En el punto E, se junta el hilo situado en tierra con un cable que se hace correr hasta la punta de la pértiga; se tiende este cable por encima del centro del rectángulo y se une a la punta de pértiga situada en F, a lo largo de la cual se le hace bajar hasta unirlo de nuevo con el cable subterráneo. Hay que procurar que el rectángulo esté orientado exactamente Norte-Sur, de manera que el cable tendido entre E y F forme un ángulo recto con el ecuador. Es bien sabido que en la atmósfera se produce una cantidad considerable de electricidad y que siempre se desplaza de Este a Oeste siguiendo el movimiento de la tierra. Esta electricidad es atraída por el cable tendido de E a F y transmitida a los cables subterráneos que forman el rectángulo A.B.C.D. Se podría producir la cantidad de electricidad necesaria situando en G., bajo tierra, un saco de carbón vegetal y en H unas placas de cinc y uniéndolas por un cable aéreo tendido entre las dos pértigas, igual al modelo que une E con F, de modo que los dos cables se crucen.

El coste de esta instalación asciende a una libra por acre; y puede durar de 10 a 15 años si se tiene la precaución de desmontar los cables y volverlos a montar cada año.

Las pértigas son de madera seca. Cuanto mayor es la superficie, más bajos son los gastos. He ahí lo que se debe hacer para la preparación del terreno: con una brújula marinera y unos trozos de bramantes se determinan los puntos donde hay que clavar las estacas a las que se debe atar el cable subterráneo (que debe pasar por unas pestañas). Hay que procurar que el lado mayor del rectángulo esté orientado exactamente en la dirección Norte-Sur y el lado menor Este-Oeste.  Después se entierra este cable a unas 2 o 3 pulgadas de profundidad.

Las líneas que determinan la disposición del cable subterráneo quedan así a punto. Las dos extremidades del cable colocado en la punta de las pértigas deben unirse al cable subterráneo. Para ello, se clavará una estaca de madera provista de una pestaña y se orientarán, con ayuda de la brújula, las dos pértigas (una de 14 pies, la otra de 15) exaciamente en el sentido Norte-Sur, se tensará el cable de una punta a otra y se lo unirá a la estaca de madera, procurando al mismo tiempo situarla en este punto en contacto con el cable subterráneo. El cable aéreo [no] debe estar demasiado tenso a fin de evitar que el viento lo arranque.

Voilá l'affaire.

 

  

2. ENGELS A MARX

[Manchester], viernes 9 de mayo de 1851.

 

...En lo que se refiere a la construcción, esa historia de la electricidad es sencilla. En las cuatro esquinas A.B.C.D. —supongo que tienes el dibujo— se clavan unas estacas en el suelo y se unen las estacas mediante un cable ancho a unas  ............... [..................]

 

Ver el documento completo