ZUTIK! 48 (Enero 68)

NAZIONALISTA IRAULTZAILEA

José Antonio Etxebarrieta

Enero 1968

 

 

Este Zutik!, cuya redacción final corrió a cargo de José Antonio Etxebarrieta, es el resultado de la transformación en órgano público de un anteproyecto de KEMEN discutido en la Oficina Política. Lo más notable del número es quizás la evidente influencia de lecturas de Mao que trasluce. Era la época en que llegaron decenas de "libros rojos", devorados con avidez por todos los acólitos de la organización.

P.U.

  

ZUTIK!

N.° 48

ETA'ren agerpena

Qué hacemos

Por qué lo hacemos

Qué tenemos que hacer

Por qué lo tenemos que hacer

Batasuna

Alkartasuna

Indarra

BAI

 

 

 

 

QUE ESTAMOS HACIENDO Y QUE TENEMOS QUE HACER

 

Nuestra fuerza como organización procede de nuestra unidad ideológica y de nuestra unidad práctica; gracias a estas dos unidades, nuestra actividad es una actividad coherente y nuestras acciones son eficaces, cumpliendo con los objetivos que nos hemos propuesto.

ETA es hoy en día un núcleo concienciado dentro del pueblo. El programa de ETA debe ser, por eso, una interpretación política, clara y concreta, de las aspiraciones del pueblo vasco. El conjunto de todas las aspiraciones y de todos los deseos parciales que siente nuestro pueblo puede resumirse en el lema: "liberación integral y completa del hombre y del pueblo vasco". Para poder conseguir esta liberación integral, hemos de aplicar el lema general a las condiciones concretas. De esta manera, buscaremos caminos realistas y no perderemos el tiempo y el trabajo en discusiones abstractas y en caminos de fantasía. La articulación de nuestro fin con las condiciones reales del pueblo vasco nos señala nuestra manera de actuar, nuestra estrategia. Por otra parte la aplicación de esta estrategia a cada problema, a cada momento y a cada lugar, nos enseña nuestra técnica. Es decir, la ideología nos señala los fines que tenemos que conseguir, la estrategia nos señala los métodos y caminos más acertados para conseguir estos fines y, finalmente, la táctica nos enseña a resolver los problemas concretos que encontramos en nuestra marcha por los caminos que nos induce la estrategia.

La unidad ideológica se manifiesta en la unidad práctica, en la aceptación por todos y cada uno de los militantes de las directrices y órdenes concretas que dé la organización, pero la organización no es un espíritu superior, no es un ente abstracto: ETA somos todos nosotros y ETA será lo que seamos todos nosotros. Una organización puede hablar mucho, puede proponer unos programas maravillosos, pero, en realidad, una organización se define por lo que hace y no por lo que dice: una organización es lo que hace.

Todo militante tiene que colaborar en la doble corriente: pueblo-organización-pueblo. Un militante es un enlace entre el pueblo y la organización tanto como entre la organización y el pueblo. Si la organización se aísla del pueblo es como un ciego que anda a tientas; si el pueblo no consigue mantener una organización que lo oriente y que lo organice, sólo será capaz de protestas aisladas pero no podrá realizar la revolución, en contra de un enemigo entrenado y bien organizado.

Para aclarar el funcionamiento de este doble corriente: pueblo-organización-pueblo, vamos a estudiar cinco puntos sobre lo que estamos haciendo y sobre lo que tenemos que hacer. Estos cinco puntos son:

1.° Información del pueblo a la organización.

2.° Información de la organización al pueblo.

3.° Eficacia: Unidad y disciplina.

4.° Método: Clandestinidad y crítica interna.

5.° Independencia: Autosuficiencia.

 

1.° Información del pueblo a la organización.

Nosotros solamente somos un núcleo concienciado del pueblo, nacido en él y de él. Nuestra tarea es una y sólo una: dar conciencia al pueblo de sus necesidades, enseñarle quiénes son sus enemigos, para que él haga su revolución. No se trata de ninguna manera de que el pueblo tenga que hacer lo que decidan unos pocos (por muy entregados o muy capaces que sean) sino que sea el pueblo mismo el que, al comprender cuáles son sus verdaderas necesidades y cuál es el camino para remediarlas, realice la Revolución Socialista Vasca. Nuestra tarea es bien clara: formar al pueblo, enseñarle a que vea por sus propios ojos sin dejar que la oligarquía capitalista lo engañe con sus propaganda y sus sobornos, indicarle los caminos acertados para que se libere e indicarle, también, los caminos sin salida para que no se meta en ellos.

Por eso, nosotros debemos querer lo que quiera el pueblo y, por eso necesitamos saber qué es lo que verdaderamente quiere el pueblo.

Necesitamos cuatro tipos de información:

1) Información sobre el mismo pueblo

Tenemos que saber:

  1. Cómo es el pueblo; material e intelectualmente; cuál es su condición económica, social, política y cultural.
  2. Qué pasa en el pueblo; cuáles son los hechos, los sucesos económicos, políticos, culturales que ocurren en él.
  3. Qué quiere el pueblo; cuáles son sus deseos concretos, tanto a corto como a largo plazo, así como sus aspiraciones más vagas, inconcretas.

2) Información sobre la organización:

Todo militante tiene que examinar y enjuiciar tanto sus propios trabajos como los de los otros militantes, así como los de la organización en su conjunto.

De esta forma, los errores, las desviaciones, la falta de información y los juicios inexactos pueden ser corregidos y evitados. De esa forma, también, la organización se adapta mejor a las circunstancias, no pierde contacto con las dificultades reales, con los problemas concretos y puede aumentar su eficacia.

3) Información sobre el enemigo:

Para poder derrotar al enemigo hay que conocerlo perfectamente.

Sabemos que nuestro enemigo es la MINORIA de explotadores que nos oprimen como hombres vascos gracias al aparato estatal. Por ello, este aparato estatal hay que conocerlo en todos sus detalles. Todo el mundo sabe algo de la policía, el ejército, los tribunales, hacienda, sindicatos, ayuntamientos, maestros, etc. Todas estas fuerzas de ocupación y explotación están distribuidas por todo el país y en ellas sirven muchos colaboradores.

Tenemos que conocer los planes de los edificios, la distribución del personal, la cantidad de fuerzas, los horarios, las costumbres personales de los colaboradores, etc. Por otra parte, la oligarquía explota más directamente al pueblo trabajador vasco en fábricas y empresas. Los capitalistas no dudan en llamar a la policía cada vez que los obreros protestan contra la explotación. El pueblo trabajador vasco (PTV) debe informar con detalle de las injusticias que se cometen, de las personas que las cometen, de sus costumbres, domicilios, automóviles, etc.

4) Información sobre elementos materiales:

La organización tiene muchas necesidades. Necesidades de muchas clases, no solamente económicas. Los militantes necesitan casas donde poder dormir, lugares donde poder reunirse, abertzales que colaboren económicamente, abertzales que puedan informar sobre obtención de coches, etc., abertzales que tengan conocimientos técnicos especializados: relojeros, cerrajeros, contrabandistas, carroceros, mineros, etc.

Estos cuatro tipos de información nunca llegan solos. Hay que buscar toda la información, reunirla, ordenarla y distribuirla desde el militante hasta el simpatizante en aquello que le pueda ser necesario. Además, no sólo debemos comunicar la información que ya tenernos, sino que tenemos que buscar más información preguntando, observando, escuchando, etc.

 

2.° Información de la organización al pueblo

La organización, basándose en las informaciones que ha recibido del pueblo, plantea sus acciones en función de las condiciones reales en que está el pueblo. Aplica la teoría revolucionaria, el Nacionalismo Revolucionario, a la situación presente y presenta un plan de actuación.

Como vemos, las actuaciones de la organización dependen de la cantidad y de la calidad de la información que los responsables tienen sobre la situación real del pueblo. Si la información es escasa o no es exacta, las actuaciones pueden no responder a las condiciones reales y resultar un fracaso.

Las actuaciones son el primer tipo de información que da la organización al pueblo. Le indica que está presente, que ha recogido sus deseos y que los está llevando a la práctica. Al mismo tiempo, le indica cuál es la opinión de la organización sobre el estado de cosas en cada momento. Dentro del pueblo, el militante es el ejecutor de la poli-tica de la organización (intensifica la propaganda, realiza "breadas". promueve actos culturales, boicotea las maniobras del aparato estatal, etc.).

Ahora bien, en muchos casos, la organización realiza determinadas acciones porque dispone de una información que el pueblo no conoce todavía (por ejemplo, castiga a un chivato, realiza requisas, da una paliza de advertencia a un jefe de personal despótico, etc.). La organización, en estos casos, informa directamente al pueblo de las razones que han existido para esas acciones, por medio de octavillas, sembradas, Zutik-berriak, etc. La oligarquía se lanza siempre sobre estas ocasiones para tratar de desacreditar a la organización popular (prensa, radio, TV, calumnias, ocultaciones de hechos, etc.) y el pueblo corre el peligro de verse desorientado. Por ello, la organización ha de explicar constantemente al pueblo las razones que ha tenido para actuar como lo ha hecho, ya sea en su línea política (por qué se opone a esto o aquello) o en sus actividades directas.

Finalmente, la organización procura extender al máximo la posibilidad de que cada persona del pueblo pueda preguntar a la organización los puntos que no ha comprendido, las actuaciones que no lo han parecido bien, etc.

 

3.° Eficacia: Unidad y disciplina

Ya hemos hablado de "unidad teórica" y "unidad práctica" de la organización. Pero esa misma unidad se halla en el pueblo. En el pueblo hay una unidad teórica general, aunque no aparezca a primera vista. La unidad teórica del pueblo viene dada en función de sus necesidades reales. Esta unidad de fondo está enmascarada por apariencias deforma. Por ejemplo, un campesino navarro carlista no puede solucionar sus necesidades reales, ni como hombre ni como campesino ni como navarro... con el carlismo. Este hombre tiene unas necesidades reales comunes con las del campesino abertzale, pero cree, sin embargo, que la solución para sus problemas no es una Euskadi socialista, sino un nuevo pretendiente al trono de España. Ante este hombre, nuestra tarea es explicarle, hacerle comprender sus verdaderas necesidades en todos los órdenes, y hacerle ver que la verdadera solución a esas necesidades reales sólo la encontrará en una Euskadi socialista, que le resuelva su problema económico, le revalorice su navarrismo y le respete sus ideas religiosas. Por otra parte, tenemos el caso opuesto, el del inmigrante español en Euskadi, que se siente socialista pero es antivasquista. Ante este hombre nuestra tarea es exactamente la misma: explicación incansable de sus necesidades reales, de la contradicción entre su socialismo y su españolismo imperialista, del origen reaccionario al servicio de la burguesía hispana de su chovinismo antivasquista, de su necesidad de ayudar al pueblo vasco en su Revolución Socialista, que le reconocerá sus derechos legítimos a su cultura de origen, pero que no puede admitir la negación de los derechos legítimos del pueblo vasco.

Una de nuestras tareas fundamentales es, pues, la de explicar constantemente a todos los miembros del pueblo trabajador —sean de origen o de adopción— la existencia de esa unidad teórica real, basada en la unidad de necesidades reales, que la oligarquía capitalista se esfuerza por todos los medios en ocultar y enmascarar.

Ahora bien, sólo mediante la práctica (mediante la lucha revolucionaria de liberación nacional) daremos un contenido y una existencia concretas a esa unidad teórica. Si nos limitamos a las explicaciones no podemos alcanzar la liberación real que perseguimos. Mediante esta lucha creamos una unidad práctica operante, que es la condición necesaria para conseguir la Euskadi Socialista que necesitamos.

Las explicaciones nos sirven como condición previa: ellas nos permiten unir sólida y fraternalmente al pueblo en una unidad de pensamiento y aspiraciones. La lucha revolucionaria es la consecuencia de esa unidad de pensamiento y de aspiraciones: es la unidad de acción. Ambas unidas nos darán la victoria.

Los enemigos del Socialismo vasco tratarán por todas las formas de desunirnos, tanto teórica como prácticamente: pretenderán enfrentar a unos sectores del PTV (Pueblo Trabajador Vasco) contra otros; les asegurarán que sus intereses son opuestos y que no hay unidad entre unos y otros; por otro lado tratarán de desacreditamos por las actuaciones que hagamos, presentándonos como aventureros, como asesinos, como culpables de las medidas de represión que tomarán, etc.

No podemos permitir que estas maniobras tengan éxito. Sabemos que todos tenemos un fin común a conseguir: una Euskadi donde cada hombre reciba el fruto total de su trabajo, una Euskadi donde no haya explotadores ni explotados, opresores ni oprimidos; una Euskadi donde la oligarquía española no oprima nacionalmente al PTV, una Euskadi en que la oligarquía capitalista no explote económicamente al PTV.

Por eso, todo el que luche por la liberación integral del hombre (económica, cultural, política) es nuestro amigo. El que luche contra ella, es nuestro enemigo.

Esta unidad se manifiesta de una forma muy especial dentro de la misma organización. La forma de mantener la unidad se llama disciplina. Pero no una disciplina impuesta por un superior, no una disciplina impuesta por la fuerza, sino una disciplina aceptada voluntariamente, con la clara conciencia de que es la condición necesaria para mantener la unidad, que es nuestra fuerza.

Esta disciplina se manifiesta en tres principios:

1) Dentro de la organización, todo militante obedece a la organización.

2)Dentro de la organización, los órganos locales y zonales obedecen al Buruzagitza.

3) Dentro de la organización, a todos los niveles, la minoría obedece a la mayoría.

La actividad revolucionaria no es, ni nunca puede ser, una actividad esporádica, de brotes aislados y anárquicos. La actividad revolucionaria es una actividad organizada, planeada y planificada para que cada actividad no sea un eslabón aislado sino un eslabón que ocupa su lugar y su función en la cadena general de actividades: en la táctica y en la estrategia. De este modo, cada actuación de ETA será una actuación que supere el plano local para entrar en un plano nacional. La actividad de ETA será un único trabajo, la liberación integral, repartido a distintas personas que desempeñan diferentes funciones. Cada acción tendrá tras de sí el apoyo de toda la organización y tendrá sentido dentro del plan adoptado para la liberación vasca. Por eso, los tres principios de disciplina se pueden resumir en una sola conclusión: ante la acción no se duda, las órdenes se obedecen.

 

4.° Método: Clandestinidad y crítica interna

Las condiciones de nuestra lucha no las hemos elegido nosotros porque nos gusten las aventuras y las conspiraciones. La clandestinidad nos viene impuesta por el opresor. La clandestinidad es una de las condiciones básicas de la lucha por una Euskadi socialista.

La organización tiene que ser un núcleo cerrado, en el que ninguno tiene por qué saber, y menos por qué preguntar, si está encuadrada una persona determinada, o las funciones que desempeñe, etc.

Normas de seguridad, nombres de guerra, puntualidad, etc., son condición necesaria para que la organización pueda sobrevivir y cada uno de nosotros pueda seguir ayudando a la liberación de Euzkadi, evitando desastres o disgustos.

Por otra parte, una de nuestras armas en la lucha, y una de las armas más poderosas, es la Crítica interna.

La critica es una garantía contra los errores, contra el inmovilismo y contra el dogmatismo. Es un arma revolucionaria que nos permite avanzar. Si el pueblo deja de criticarnos y nosotros dejamos a nuestro turno de ejercer nuestra crítica, esa será la señal de que nuestra fuerza como movimiento revolucionario está a punto de desaparecer, de que hemos perdido una de las herramientas más fundamentales para construir la Revolución Socialista y de que estamos convirtiéndonos en un movimiento burgués reaccionario.

Los movimientos reaccionarios no permiten la critica interna, porque sus miembros se temen entre sí y temen al pueblo. Por eso, sus disputas son ocultas, procuran negarlas, aseguran que todos están de acuerdo, etc. De esta forma, ellos mismos se privan de una ocasión de mejorar sus posiciones.

ETA no es un movimiento burgués que ha nacido para que sus miembros medren a costa del pueblo, sino un movimiento abertzale al servicio del pueblo vasco. ETA está en el seno del pueblo vasco y por eso espera y necesita sus criticas. Estas criticas no nos harán avanzar ideológica y prácticamente y nos permitirán andar con paso más firme en el camino de la Revolución vasca.

La única forma en que una organización puede adaptarse a las condiciones y exigencias del pueblo, es que exista en esa organización una corriente de crítica y autocrítica. Sin esta corriente de crítica y autocrítica, la disciplina momificaría el aparato y lo haría inútil para seguir avanzando con el pueblo.

Antes hemos dicho que ante la acción no se duda, que las órdenes se obedecen. Es cierto, porque la eficacia de la organización requiere una unidad de acción, una unidad en la práctica. Ahora bien, esa unidad no excluye sino que necesita una corriente vivificadora que le permita irse adaptando a los cambios de circunstancias, a las nuevas necesidades. Si la corriente ideológica y de disciplina no permiten la exigencia de esta corriente, la organización se anquilosará y caerá en dogmatismos ineficaces.

Por eso, todo militante deberá:

  1. a) Informar de las críticas populares que escucha a su alrededor, en la familia, en el trabajo, en la cuadrilla de amigos, etc.
  2. b) Juzgar y criticar sus propias acciones.
  3. c) Juzgar y criticar la actividad de su enlace (puntualidad, eficacia, interés, etc.)
  4. d) Juzgar y criticar las acciones de sus subordinados.
  5. e) Juzgar y criticar las acciones de la organización.
  6. f) Juzgar y criticar las publicaciones (regularidad de entrega, orientación de los escritos, tono de las mismas, etc.) dando tanto su propia opinión como las que escuche sobre ellas.
  7. g) solicitar cuantas aclaraciones le sean necesarias sobre acciones o publicaciones.

 

5º Independencia: Autosuficiencia.

Ya hemos dicho anteriormente que nuestro lema general es “conquista de la liberación integral y competa del hombre y del pueblo vasco”. Este lema indica nuestro fin, aquello que queremos conseguir. Podemos decirlo, también, de otra forma: “sólo el pueblo vasco decide el gobierno de pueblo vasco”. El fin de nuestra lucha es, pues, la independencia real del hombre y el pueblo vasco. En última instancia, es el hombre vasco quien decide su propio destino, es quien se autodetermina en función de sus necesidades reales.

Naturalmente, este principio no significa que nos aislemos en una torre de marfil, que cortemos los puentes y derribemos los postes de telégrafos. Este fin tampoco significa que el pueblo vasco no delegue en organismos supranacionales todas las funciones que, hoy en día, sólo pueden desempeñarse a escala supranacional. Precisamente, una de nuestras afirmaciones básicas es que hoy los Estados construidos por la fuerza de los reyes y los burgueses se han quedado pequeños y que estos Estados deben superarse hacia arriba, hacia organismos internacionales; y hacia abajo, reconociendo los hechos nacionales (catalán, bretón, vasco, etc.), que han sobrevivido a todos los esfuerzos por aniquilarlos que han emprendido todos los Estados burgueses.

Nuestro lema significa simplemente que es el pueblo mismo quien determina, en función de sus propias necesidades, qué clase de gobierno necesita y qué poderes delega, en interés de todos los pueblos, en organismos superiores. Nuestra política se opone a que sea una burocracia imperialista, al servicio de la oligarquía capitalista, la que decida, en función de sus propios intereses,, el genocidio de los pueblos y su explotación dentro de un sistema capitalista (sea en un Estado, sea en un organismo supra-estatal).

Ahora bien, para alcanzar estos objetivos nuestra política práctica, nuestra lucha revolucionaria de liberación es y sólo puede ser autosuficiente. Si nuestro objetivo es “sólo el pueblo vasco decide el gobierno del pueblo vasco”, nuestra lucha de liberación puede resumirse en el lema: “sólo el pueblo vasco puede liberar al pueblo vasco”. Repetimos lo que hemos dicho antes, que solamente el pueblo es quien puede realizar la revolución socialista vasca, que la tarea de la organización no es nunca imponerse al pueblo sino darle conciencia de sus necesidades y de sus fines, que jamás podemos olvidar que ninguna organización hace la revolución sin el apoyo del pueblo y que las revoluciones las hacen los mismos pueblos o no las hace nadie.

Nuestra lucha de liberación debe se la conquista del fin revolucionario (liberación del hombre y del pueblo vasco) y sólo podrá triunfar por el esfuerzo de pueblo y del hombres vasco. De la misma forma en que veíamos una similitud entre la unidad teórica y práctica del pueblo y la unidad teórica y práctica de la organización, vemos ahora que hay también un paralelo entre el fin a conquistar y el medio de obtenerlo.

La lucha revolucionaria de liberación sólo triunfará si es autosuficiente, es decir, si se basa ante todo en los esfuerzos y en la fuerza del pueblo. La autosuficiencia de la lucha revolucionaria descansa en un fundamento objetivo y en un fundamento subjetivo, en otras palabras, los hechos reales que nos determinan nos demuestran que sólo podemos confiar en nuestras propias fuerzas, y la autosuficiencia de la lucha es un arma de gran fuerza para esta lucha.

Veamos primero el fundamento objetivo. En el siglo pasado creímos que el mejor medio de conseguir nuestro objetivo (los fueros) era apoyar a una causa ajena (la del pretendiente carlista al trono de España). En este siglo, los vascos hemos creído que el mejor medio de conseguir nuestro objetivo (el Estatuto de Autonomía) era apoyar al bando español que nos lo prometía (del 31 al 33, las derechas; del 36 al 47, las izquierdas). En ambos casos, el bando al que apoyamos no estaba movido por un espíritu de justicia ante el genocidio vasco sino que nos hacía promesas porque nos necesitaba. En ambos casos, no sabemos con exactitud si las promesad se hubieran cumplido, porque apoyamos a causas que perdieron sus luchas respectivas. Sin embargo, algunos indicios de su sinceridad los tenemos en dos hechos ciertos y probados: los “carlistas” inmóviles en una oposición impotente se han vuelto antivascos; los republicanos antifranquistas, asimismo en una oposición ineficaz, se resisten ahora (especialmente los socialistas del PSOE) hasta a reconocer la autonomía moderadísima del Estatuto del 36 como una condición previa a todo futuro régimen que suceda a Franco.

Tenemos sin embargo un caso en que los vascos hemos apoyado a una causa vencedora y sabemos, en este caso sin ninguna duda, cuál ha sido la verdad de las promesas que nos hicieron. Durante la guerra mundial, las organizaciones vascas, en el interior y en el exterior, colaboraron estrechamente con los aliados en su lucha contra Hitler (Aguirre con los norteamericanos, Irujo con los ingleses, Aguirreche con los “franceses libres”). Los aliados(... no se entiende una palabra) la guerra a Hitler, pero Aguirre y Aguirreche han muerto en el exilio e Irujo permanece en él. Todas la promesas cuando los aliados decidieron que les interesaba más no precipitar la caída de Franco sino utilizarlo como apoyo en la guerra fría. Aguirre, cuya estrecha relación con los americanos se mantuvo hasta dos años antes de su muerte, confesó públicamente en 1960, al regreso de su último viaje a los Estados Unidos, en la sede del Gobierno Autónomo en París: “He confiado en los americanos, le he ayudado en todo lo que he podido, he creído en las promesas del Departamento de Estado... hoy sé que los americanos me han utilizado. Los americanos me han engañado”.

Recientemente hemos podido ver el caso de los rusos, que han prometido a grandes voces su ayuda a los países árabes y se han callado como muertos ante la fuerza de los israelitas (como en 1956 los americanos, que habían apoyado secretamente a la resistencia húngara, se abstuvieron de ayudarles ante la fuerza de los tanques rusos).

En la lucha que los comunistas chinos mantuvieron contra el régimen reaccionario y feudal de Chiang-Kai-Chek, los rusos no sólo no apoyaron a los comunistas chinos, sino que firmaron pactos de ayuda militar y entregaron material de guerra a Chiang-Kai-Chek. Esta lección no la han olvidado nunca los comunistas chinos: todavía en 1963, Mao-Tse-Tung decía claramente a varios dirigentes africanos: “... para conquistar su plena liberación, lo pueblos oprimidos deben apoyarse sobre todo en su propia lucha y sólo en segundo lugar en la ayuda internacional”. Son casi las mismas palabras que decía en el año 1945: “¿Sobre qué base debe descansar nuestra política? Debe descansar en nuestra propia fuerza y eso significa robustecernos mediante nosotros propios esfuerzos. No estamos solos... Sin embargo, hacemos hincapié en apoyarnos en nuestros propios esfuerzos". Estas palabras no son ciertas porque sean de Mao, de Buda o de Mahoma. Son ciertas, porque describen la auténtica realidad de la situación internacional.

Este es el fundamento objetivo de que nuestra lucha de liberación revolucionaria sea autosuficiente, fundamento demostrado con hechos que hemos sufrido nosotros y que han sufrido otros pueblos: el gobierno socialista de Guy Mollet fue de los más duros en la lucha colonialista contra el pueblo argelino; el gobierno laborista que llegó al poder en 1946 en la Gran Bretaña, se olvidó de golpe de todas las promesas que los laboristas habían hecho a los dirigentes judíos y fueron los más duros en no dejar entrar a los que huían de Europa, o los que armaron a los árabes hasta los dientes y los que abandonaron a los judíos desarmados cuando la ONU decidió crear el Estado judío de Israel. Los ejemplos podemos hallarlos desde el principio de la historia. Es el sentido del desengañado comentario de Maquiavelo: "Por eso, todos los profetas armados tuvieron éxito y se desgraciaron todos cuantos estaban desarmados".

Pero el principio de que "sólo el pueblo vasco puede liberar al pueblo vasco" tiene también un fundamento y un valor muy subjetivo, porque la autosuficiencia de la lucha revolucionaria es un arma dinámica, que aumenta la fuerza de nuestra lucha.

Así como hemos visto que el fundamento de la disciplina es la plena conciencia de que la disciplina es condición necesaria para mantener nuestra unidad (que es la fuerza básica en la lucha) también aquí, el saber que dependemos de nuestros propios esfuerzos y sólo de ellos nos da la mayor conciencia de responsabilidad en nuestra actividad, de su valor y del papel que todos nosotros tenemos en la liberación integral de Euskadi.

Aunque parece a primera vista lo contrario, la autosuficiencia aumenta nuestra capacidad de lucha. En primer lugar, nos ahorra tiempo y falsas ilusiones. Ya no estamos esperando que bajen arcángeles del cielo, o apoyos extranjeros a sacarnos las castañas del fuego, por lo buenos o lo guapos que somos. No tenemos que apretar el cinturón y enfrentarnos con los hechos cara a cara, sin esperanzas inútiles y sin tener que aguardar a que "los otros" decidan lo que van a hacer. Es decir, la autosuficiencia aumenta nuestra capacidad y nuestra fuerza porque nos hace plenamente responsables de nuestras acciones. La autosuficiencia aumenta nuestra responsabilidad y, al aumentarla, aumenta también la eficacia de nuestros actos: los pensamos mejor y los planeamos mejor y los tenemos que ejecutar mejor. Sabemos que de estos actos depende exclusivamente el resultado.

En segundo lugar, la conciencia de que dependemos sólo de nuestras propias fuerzas aumenta también la conciencia de que somos nosotros mismos quienes buscamos nuestros propios intereses. La conciencia de que la lucha de liberación revolucionaria es autosuficiente aumenta asimismo la seguridad de que nadie nos está manejando como instrumentos para conseguir fines ajenos a los nuestros. La lucha basada en nuestra propia fuerza es una lucha con la garantía de que no hay manejos turbios, intereses ocultos, que puedan traicionamos en cualquier momento. Cuando el pueblo vasco, con plena conciencia de su unidad real de intereses, luche unido en la práctica, sabrá perfectamente que está luchando por conseguir sus propios fines, por solucionar sus propios problemas. La autosuficiencia en la lucha de liberación aumenta nuestra fuerza porque aumenta nuestra unidad tanto teórica como práctica.

En tercer lugar, la autosuficiencia en la lucha aumenta nuestra fuerza porque aumenta la educación del pueblo. El pueblo sabe que es él mismo quien tiene que resolver todos los problemas, y por eso mismo sabe que tiene que estudiar todos los problemas. No hay consejeros, ni profetas, ni "santones" que vengan a darle las soluciones perfectamente elaboradas. Esta necesidad de resolver por sí mismo los problemas todos de la lucha hace que del propio pueblo salgan los hombres que tomen las decisiones, que demuestren su capacidad en los hechos, porque no pueden perder el tiempo en pedir consejos sino que la necesidad les obliga a buscar ellos mismos las soluciones. En todas las luchas populares, han surgido dirigentes salidos del pueblo, dirigentes inteligentes y capacitados que en la sociedad normal no pueden desarrollarse sus capacidades, porque la sociedad no les da oportunidades. La sociedad rígida del capital sólo permite ascender a sus propios hijos o servidores. La sociedad popular que va creando un pueblo en lucha, no sólo permite sino que necesita vitalmente que cada uno de sus miembros demuestre y ejercite todas sus capacidades. Del pueblo surgen dirigentes militares (recordemos en 1936 el caso de Belderrain y de decenas de otros hombres como él; recordemos en Vietnam a Giap, el vencedor de Dien-Bien-Fu; recordemos en Israel a Beguin); políticos (Fanon que era médico; Lumunba que era maestro; Dolores Ibarruri, esposa de un minero; Ben Eurióm, agricultor y luego empleado; Khider —asesinado en Madrid— era tranviario, etc.); ecónomos (recordemos a un médico, "Che Guevara, dirigiendo el Banco Nacional de Cuba); hombres que el sistema dominante no hubiese dejado ascender y que la dinámica misma de la lucha ha permitido que desarrollen sus capacidades y sus inteligencias.

En la enumeración anterior vamos juntos a hombres de creencias muy dispares. El único factor que todos ellos tienen en común es el haberse encontrado en un momento en que sus respectivos pueblos se han puesto a luchar y en que todos los talentos, todas las habilidades son necesarias.

La misma dinámica de la lucha, al plantear con urgencia problemas inmediatos de trabajos y de mandos, abre paso a la liberación de un inmenso caudal de energías que en otro caso nunca hubieran podido desplegarse.

El comprometimiento personal, la responsabilidad en los problemas a resolver, la colaboración con el resto del pueblo, crea una conciencia de unidad, de fraternidad en el pueblo y aumenta su moral de combate.

La autosuficiencia en la lucha aumenta, como vemos, nuestra fuerza y al fundir al pueblo en una unidad indestructible, crea precisamente la condición necesaria para que alcancemos el triunfo: una organización, unos dirigentes pueden ser perseguidos, calumniados, fusilados, pueden, en resumen, ser destruidos. Pero cuando esa organización representa simplemente la voluntad del pueblo de combate, cuando ese pueblo lucha decididamente porque ve claramente cuáles son sus necesidades y tiene conciencia plena de la opresión que sufre, los dirigentes pueden desaparecer, pueden ser eliminados, pero la lucha revolucionaria no puede ser eliminada: es el propio pueblo quien produce incesantemente nuevos resistentes. Es lo que aprendieron a su costa los ingleses en Irlanda, en la India, en Kenia, en Israel, en Ehana y en Aden. Es lo que aprendieron los franceses en Vietnam, en Túnez y en Argelia; lo que aprendieron los españoles desde México a Chile, lo que tuvieron que recordar en Cuba y luego en Marruecos; lo que han aprendido los norteamericanos en Cuba y no quieren admitir en Viet-Nam; lo que aprendieron los nazis desde Ukrania hasta Francia, en cuya canción de la resistencia, una de las estrofas expresaba bellamente esta idea: "Amigo si tú caes, otro amigo sale de la sombra a ocupar tu lugar".

Uno de los aspectos más sobresalientes de esta lucha autosuficiente es el aspecto económico. Cuanto más acrecienta su actividad una organización tanto más dinero necesita. Esta es una regla tan fija que todas las policías políticas se ensañan particularmente contra los que distribuyen el dinero (tesoreros, administradores, etc.) porque saben que uno de los medios más efectivos de retrasar las actividades revolucionarias es conseguir que la organización disponga de poco dinero. De la misma forma, una de las calumnias eternas contra toda organización revolucionaria es atribuirle subvenciones gigantescas, apoyos internacionales ocultos ("Masonería, Judaísmo, Comunismo", según la conocida frase nazi), etc. Todo régimen reaccionario no puede admitir sin negarse a si mismo, que la organización popular sólo dispone de los medios que le da el pueblo y de los que ella consigue incautarse. Si admitiera que el pueblo ayuda a la organización, estaría negando precisamente que ese pueblo le apoya a él, al régimen reaccionario. Incluso cuando no puede hacer que la organización reciba apoyo popular, acude de nuevo a la calumnia afirmando que ese apoyo sólo es conseguido por la organización gracias al terror. Claro que en este caso admite sin darse cuenta que toda su poderosa fuerza policíaca, militar, etc., es incapaz de dar protección a ese pueblo tan "aterrorizado" por cuatro o cinco agitadores.

A pesar de todas las calumnias y las mentiras de la propaganda reaccionaria, ya hemos visto que el hecho básico hoy en día es que los movimientos populares necesitan confiar solamente en sus propias fuerzas y que sólo reciben ayuda exterior (en mayor o menor grado) aquellos países que tienen fronteras con países amigos, por una u otra causa: Viet-Nam con China, Argelia con Marruecos y Túnez; sabemos que hay incluso casos en que existiendo esa frontera, o bien proximidad geográfica, el movimiento no recibe ayuda de sus correligionarios: así vimos a Rusia no apoyar a Mao-Tse-Tung, a la Francia del Frente Popular del socialista Blum negarse a ayudar a los republicanos españoles de 1936-39, etc.

Por otra parte, nos hallamos en una posición totalmente particular: estarnos rodeados de enemigos y no hay ninguna fuerza interesada en apoyarnos. Incluso aquellos que puedan creer en que algunos movimientos de izquierda puedan ayudarnos, no deben olvidar que estas fuerzas están mucho más interesadas en colocar a amigos suyos en Madrid y París, y aún en el caso más favorable, no posarían de ayudas “morales”. Nosotros somos los kurdos de Europa, con el inmenso lastre de la industria y la Banca capitalistas, y sin la inmensa ayuda de sus montañas. O, por poner otro ejemplo, somos los israelitas de Europa sin el apoyo de una poderos retaguardia financiera y con el inconveniente de que esa fuerza financiera está decididamente contra nosotros.

En estas condiciones, la política de autosuficiencia financiera es la primera de nuestras condiciones vitales. En nuestra lucha por una Euskadi socialista, el pueblo trabajador vasco sólo podrá lograr su triunfo con su esfuerzo, su sudor, su sangre y su dinero. Pues bien, de la misma forma en que hemos visto que en el aspecto general la autosuficiencia compensaba con mucho sus inconvenientes gracias a sus ventajas, así también en el aspecto económico nuestra situación no es tan mala como aparece a na mirada superficial.

En primer lugar, nos movemos dentro de un país densamente industrializado, en algunas de sus zonas, en las que se fabrican materiales que no estaban al alcance de los movimientos populares de países subdesarrollados.

Este hecho nos facilita muchos trabajos, pues no necesitamos improvisar y ocultar nuestras propias industrias: documentaciones, comunicaciones, armas, etc. Todas las industrias de Euskadi son, en potencia, industrias suministradoras, bien sea a través de operaciones legales, bien a través de requisas de material. Este hecho nos evita asimismo la necesidad de complicadas, costosas y caras operaciones de importación de algunas materias que han necesitado otros países. Asimismo, la existencia de una concentración industrial tan densa en Guipúzcoa y Vizcaya supone la existencia de una gran mayoría de trabajadores especializados que pueden, literalmente, fabricar cualquier cosa que necesitemos.

Ni toda la fuerza militar y policiaca Hispano-francesa puede controlar todo el tráfico comercial e industrial en nuestro país sin producir un caos tan enorme y a un precio tal que el poder colonialista tendría que apelar a medidas más hábiles: aparentes concesiones, euskera en las escuelas, descentralización administrativa, incluso un Estatuto Autonómico (que ya ha dado, dicho sea de paso, a Guinea desde hace tres años).

En segundo lugar, la existencia de una clase obrera con un nivel de ingresos determinado por la industria, le permite al pueblo trabajador vasco deducir una parte de sus ingresos, con una facilidad imposible en países colonizados, sin industria, con niveles de vida infrahumanos. En tercer lugar, la existencia de un tráfico comercial y financiero intensísimo por todo el país, permite a la organización popular obtener "requisas" con relativa comodidad y, sobre todo, de cierta importancia.

Así pues, el principio de la autofinanciación es la aplicación del principio de la auto-suficiencia del movimiento revolucionario de liberación al aspecto económico y no es una utopía. Se trata de un problema técnico y todos los problemas técnicos pueden ser solucionados.

Sin embargo, como ya hemos indicado hay una relación directa entre la cantidad de actividad realizada y la cantidad de dinero necesitada. Y una larga experiencia nos enseña que el dinero está siempre por debajo de las necesidades. Ese üarhe es el que cada militante debe tratar siempre de no olvidar, tanto con su contribución directa, con su aportación dentro de sus posibilidades, como con sus aportaciones indirectas, informando sobre abertzales adinerados, lugares de posibles requisas, situación económica de las empresas, ideas para recaudar legalmente fondos (romerías, fiestas, actos, etc.), manejo del dinero por los organismos oficiales (Ayuntamiento, Diputaciones, Juzgados, Hacienda, etc.), así como cuantos medios o sugerencias se le vayan ocurriendo.

La lucha revolucionaria se realizará con el dinero del PTV, no sólo con las cantidades que él nos dé, sino también con el dinero que legítimamente le pertenece y que le ha sido robado por la oligarquía capitalista en fábricas, Bancos y oficinas, y que es despilfarrado por el aparato estatal en gastos inútiles o bien en pagar precisamente a los verdugos que le oprimen (policía política, verdes, grises, chivatos, etc.).

Ahora podemos añadir un nuevo lema a los dos anteriores:

  1. "Sólo el PTV decide el Gobierno del pueblo vasco".
  2. "Sólo el PTV puede liberar al pueblo vasco"
  3. "El PTV paga con su propio dinero su propia liberación integral".

Ese dinero es fruto del esfuerzo de todos los trabajadores del PTV. Justo es que ese dinero sirva para librar a quien lo ganó con sus propias manos de la explotación económica y el colonialismo cultural de una minoría de capitalistas y de una tribu de burócratas españolistas.

Para terminar señalaremos una vez más que esta lucha de liberación integral (personal y nacional) basada en el único y exclusivo esfuerzo de PTV no es una lucha egoísta, una lucha cuyo objeto sea la libertad y la desalienación solamente para el pueblo vasco, dejando a su suerte a nuestros pueblos vecinos tan explotados como nosotros y aún más alienados por el chovinismo imperialista que manejan sus burguesías. Nosotros creemos que deben ser esos mismos pueblos los que deben liberarse a si mismos, basándose en sus propios esfuerzos, y nunca pretendiendo utilizar nuestra fuerza, chantajeándonos con el sofisma de que, por ser ellos mismos los más pobres y más oprimidos, y estando en nuestro país una de las sedes del capitalismo que los explota, debemos comprarnos una buena conciencia (probándoles que no tenemos nada que ver con esos capitalistas) a cambio de seguir dejándonos colonizar no sólo por esos capitalistas sino por esos mismos proletarios super-explotados.

Nosotros obtenemos nuestra buena conciencia, no comprándosela a ellos, sino produciéndola nosotros mismos en nuestra lucha diaria contra la doble explotación a que estamos sometidos. Es aquí, en Euskadi, donde tenemos que demostrar, donde estamos demostrando y donde demostraremos que nuestra lucha contra la oligarquía capitalista es sincera y sin cuartel. Por su parte, los trabajadores españoles y franceses deben demostrar tanto en España y Francia como en Euskadi que no colaboran con la política capitalista e imperialista en Francia y en España, deben demostrar que no pactan con el aparato estatal capitalista en su lucha por la liberación económica, política y social y en Euskadi deben demostrar además que no, colaboran con ese aparato estatal en su política imperialista y genocida anti-vasca.

Para los trabajadores cristianos, la doctrina actual de la Iglesia es bien explícita: el genocidio es un crimen, el colonialismo que ahoga cultural y nacionalmente a otros pueblos es inadmisible, se disfrace como se disfrace. Para los otros trabajadores de izquierda vamos a repetirles las palabras de un autor tan poco "revisionista" como el presidente de la República Popular de China, Mao-Tse-Tung que escribía: "¿Pueden los comunistas, que son internacionalistas, ser al mismo tiempo patriotas? Sostenemos que no sólo pueden, sino que deben serlo. El contenido concreto del patriotismo está determinado por las condiciones históricas. Existe el "patriotismo" de los agresores japoneses y de Hitler y existe el patriotismo nuestro. Los comunistas deben oponerse resueltamente al "patriotismo" de los agresores japoneses y de Hitler. Los comunistas japoneses y alemanes son derrotistas con respecto a las guerras sostenidas por sus países... El caso de China es distinto porque ella es víctima de la agresión. Por consiguiente, los comunistas chinos debemos unir el patriotismo con el internacionalismo... Para nosotros, el derrotismo es un crimen y luchar por la victoria en la Guerra de Resistencia contra el Japón, un deber ineludible. Porque solamente luchando en defensa de la patria podremos derrotar a los agresores y lograr la liberación nacional, y sólo logrando la liberación nacional el proletariado y los demás trabajadores podrán conquistar su propia emancipación. La victoria de China y la derrota de los imperialistas invasores constituirán una ayuda para los pueblos de los demás países. De ahí que el patriotismo sea la aplicación del internacionalismo en las guerras de liberación nacional" (1938).

Y una vez conseguida la liberación nacional (que a veces es simultánea con la liberación social), los pueblos liberados no pueden encerrarse en un "nacionalismo y un patriotismo estrechos". Para decirlo con palabras del mismo político: "Los pueblos que hemos conquistado la victoria en nuestra revolución, debemos ayudar a los que están aún luchando por su emancipación. Este es nuestro deber internacionalista" (1953).

Al citar anteriormente a Mao-Tse-Tung ya dijimos que sus palabras no son ciertas por haberlas dicho Mao o Pablo Iglesias, sino porque desenmascaran totalmente a muchos chovinistas españoles y franceses que se visten con ropajes izquierdistas. Hay muchos "terribles" súper-revolucionarios españoles y franceses que alardean de haber superado absolutamente todas las estructuras de los Estados burgueses actuales, en Europa, Asia, África y Oceanía, y que luego resulta que creen en las fronteras actuales de Francia y España, tan sagradas para ellos como la "unidad de destino en lo universal" para los fascistas españoles.

En consecuencia, podemos añadir un cuarto lema a los 3 anteriores:

  1. "Sólo el P. T. V. decide el Gobierno del pueblo vasco".
  2. "Sólo el P. T. V. puede liberar al pueblo vasco".
  3. "El P. T. V. paga con su propio dinero su propia liberación integral.
  4. "El P. T. V. realiza su liberación nacional contra el imperialismo hispano-francés y sus colaboraciones chovinistas. El PTV realiza su liberación social contra las estructuras capitalistas, utilicen éstas como defensa un aparato estatal extranjero o pretendan establecer un aparato estatal capitalista vasco. El PTV pone en práctica su internacionalismo ayudando fraternalmente a todos los demás trabajadores, incluso a los de sus Estados opresores, a realizar sus propias luchas revolucionarias de liberación y exigiendo la justa reciprocidad de todos los pueblos trabajadores, especialmente de los pueblos trabajadores español y francés, víctimas como él de las mismas estructuras, pero cómplices a menudo de estas estructuras imperialistas en la opresión genocida contra el PTV. Resumiendo, el cuarto lema queda así: El P. T. V. practica su patriotismo liberándose a sí mismo por su propio esfuerzo y práctica su internacionalismo ayudando a los demás pueblos trabajadores a liberarse de las opresiones que sufren

EUSKADI TA ASKATASUNA