ÍNDICE  

PREFACIO de V. I. Lenin
PREFACIO de N. Krupskaya 
PREFACIO del autor 
NOTAS PRELIMINARES 
I. Los orígenes
II. La tempestad se acerca
III.    La víspera 
IV. La caída del Gobierno provisional
V. ¡Manos a la obra!
VI. El Comité de Salvación 
VII.   El frente revolucionario
VIII.  La contrarrevolución 
IX. La victoria 
X. Moscú 
XI. El afianzamiento del poder
XII.    El congreso campesino

 

PREFACIO DE LENIN

a la edición norteamericana

 

Después de haber leído, con inmenso interés e inalterable atención hasta el fin, el libro de John Ree, DIEZ DÍAS QUE ESTREMECIERON AL MUNDO, desde el fondo de mi corazón lo recomiendo a los obreros de todos los países. Quisiera que este libro fuese distribuido por millones de ejemplares y traducido a todas las lenguas, ya que ofrece un cuadro exacto y extraordinariamente útil de acontecimientos que tan grande importancia tienen para comprender lo que es la revolución proletaria, lo que es la dictadura del proletariado. Estas cuestiones son hoy objeto de discusión general; pero, antes de aceptar o rechazar las ideas que encarnan, es indispensable comprender toda la significación del partido que con relación a ellas se tome. El libro de John Reed, sin duda alguna, ayudará a esclarecer este fundamental problema del movimiento obrero universal.

I. LENIN

Finales de 1919

 

 

PREFACIO DE N. KRUPSKAYA

a la primera edición rusa

 

DIEZ DÍAS QUE ESTREMECIERON AL MUNDO es el título que John Reed ha dado a su asombrosa obra. Este libro describe, con una intensidad y un vigor extraordinarios, los primeros días de la Revolución de Octubre. No se trata de una simple enumeración de hechos, ni de una colección de documentos, sino de una serie de escenas vividas y a tal punto típicas, que no pueden por menos de evocar, en el espíritu de los que fueron testigos de la revolución, episodios análogos a los que ellos presenciaron. Todos estos cuadros, tomados directamente de la realidad, traducen de manera insuperable el sentimiento de las masas y permiten así captar el verdadero sentido de los diferentes actos de la gran revolución.

Se antoja extraño, a primera vista, que este libro lo haya escrito un extranjero, un americano que ignora la lengua del país y sus costumbres. Al parecer, tendría que haber caído, a cada paso, en los errores más ridículos y omitido factores esenciales. No suelen escribir así los extranjeros sobre la Rusia soviética. O no entienden los acontecimientos, o generalizan los hechos aislados, que no siempre son típicos. Verdad es que casi ninguno fue testigo personal de la revolución.

John Reed no fue un observador indiferente. Revolucionario apasionado, comunista, comprendía el sentido de los acontecimientos, el sentido de la gigantesca lucha. De ahí esa agudeza de visión, sin la cual no habría podido escribir un libro semejante.

Tampoco los rusos hablan de otro modo de la Revolución de Octubre: o bien formulan un juicio general, o bien se limitan a describir los episodios de que fueron testigos. El libro de John Reed ofrece un cuadro de conjunto de la insurrección de las masas populares tal como realmente se produjo, y por ello tendrá una importancia muy particular para la juventud, para las generaciones futuras, para aquellos a cuyos ojos la Revolución de Octubre será ya historia. En su género, el libro de John Reed es una epopeya.

John Reed está inseparablemente unido a la revolución rusa. Amaba la Rusia soviética y se sentía cerca de ella. Abatido por el tifus reposa al pie de la muralla roja del Kremlin. Quien ha descrito los funerales de las víctimas de la revolución como lo hizo John Reed, merece tal honor.

KRUPSKAYA

 

PREFACIO DEL AUTOR

 

Este libro es un trozo de historia, de historia tal como yo la he visto. Sólo pretende ser un relato detallado de la Revolución de Octubre, es decir, de aquellas jornadas en que los bolcheviques, a la cabeza de los obreros y soldados de Rusia, se apoderaron del poder del Estado y lo pusieron en manos de los Soviets.

Se refiere, sobre todo, a Petrogrado, que fue el centro, el corazón mismo de la insurrección. Pero el lector debe tener en cuenta que todo lo que acaeció en Petrogrado se repitió, casi exactamente, con una intensidad más o menos grande y a intervalos más o menos largos, en toda Rusia.

En este volumen, que es el primero de una serie en la que trabajo actualmente, estoy obligado a limitarme a una crónica de los acontecimientos de que fui testigo y a los cuales me mezclé personalmente o conocí de fuente segura. El relato propiamente dicho va precedido de dos capítulos, donde expongo brevemente los orígenes y las causas de la Revolución de Octubre. Sé perfectamente que la lectura de estos dos capítulos es difícil, pero ambos son esenciales para comprender lo que sigue.

Buen número de preguntas se ofrecerá al espíritu del lector: ¿Qué es el bolchevismo? ¿En qué consiste la forma de gobierno implantada por los bolcheviques? ¿Por qué, estando los bolcheviques a favor de la Asamblea Constituyente, la disolvieron enseguida por la fuerza? ¿Y por qué la burguesía, hostil a dicha Asamblea hasta la aparición del peligro bolchevique, se entregó después a su defensa?

Estas preguntas no pueden tener aquí respuesta. En otro volumen, De Kornílov a Brest-Litovsk, donde prosigo el relato de los acontecimientos hasta la paz con Alemania inclusive, describo el origen y el papel de las diversas organizaciones revolucionarias, la evolución del sentimiento popular, la disolución de la Asamblea Constituyente, la estructura del Estado soviético, el desarrollo y el fin de las negociaciones de Brest-Litovsk.

Al abordar el estudio de la sublevación bolchevique, es importante tener en cuenta que no fue el 25 de octubre (7 de noviembre) de 1917, sino muchos meses antes, cuando se produjo la desorganización de la vida económica y del ejército rusos, término lógico de un proceso que se remontaba al año de 1915. Los reaccionarios sin escrúpulos que dominaban la corte del zar habían decidido, deliberadamente, el hundimiento de Rusia, a fin de poder concentrar una paz separada con Alemania. La falta de armas en el frente, que tuvo como consecuencia la gran retirada del verano de 1915; la escasez de víveres en los ejércitos y en las grandes ciudades, el cese de la producción y de los transportes en 1916, todo ello formaba parte de un gigantesco plan de sabotaje, que la revolución de febrero vino a contener a tiempo.

Durante los primeros meses del nuevo régimen, en efecto, a pesar de la confusión consiguiente a un gran movimiento revolucionario como el que acababa de liberar a un pueblo de 160 millones de hombres, el más oprimido del mundo entero, la situación interior, así como la potencia combativa de los ejércitos, mejoraron sensiblemente.

Pero esta "luna de miel" duró poco. Las clases poseedoras querían una revolución solamente política que, arrancando el poder al zar, se lo entregara a ellas. Querían hacer de Rusia una república constitucional a la manera de Francia o de los Estados Unidos, o incluso una monarquía constitucional como la de Inglaterra. Ahora bien, las masas populares querían una verdadera democracia obrera y campesina.

William English Walling, en su libro El mensaje de Rusia, consagrado a la revolución de 1905, describe perfectamente el estado de espíritu de los trabajadores rusos, que más tarde, casi unánimemente, habrían de apoyar al bolchevismo:

Los trabajadores comprendían bien que, incluso bajo un gobierno liberal, se exponían a seguir muriéndose de hambre si el poder continuaba en manos de otras clases sociales.

El obrero ruso es revolucionario, pero no es violento ni dogmático ni falto de inteligencia. Se muestra presto al combate de barricadas, pero ha estudiado las reglas y, caso único entre los obreros del mundo entero, es en la práctica donde las ha aprendido. Está resuelto a llevar hasta el fin la lucha contra su opresor, la clase capitalista. No ignora que existen aún otras clases, pero exige que las mismas tomen claramente partido en el encarnizado conflicto que se aproxima.

Los trabajadores rusos reconocían nuestras instituciones pero no se preocupaban mucho por cambiar un despotismo por otro (el de la clase capitalista)...

Si los obreros de Rusia se han hecho matar y han sido ejecutados por centenares en Moscú, en Riga, en Odesa; si millares de ellos han sido encerrados en los calabozos rusos y desterrados a los desiertos y las regiones árticas, no es para comprar los dudosos privilegios de los obreros de los Goldfields y de Cripple—Creek...

 

Fue así cómo se desarrolló en Rusia, en el curso mismo de una guerra exterior e inmediatamente después de la revolución política, la revolución social, que terminó con el triunfo del bolchevismo.

Mr. A. J. Sack, director de la Oficina de Información rusa en los Estados Unidos y adversario del Gobierno soviético, se ha expresado, en su libro El nacimiento de la democracia rusa, de la manera siguiente:

Los Bolcheviques constituyeron un gabinete con Lenin como presidente del Consejo y Trotski como ministro de Asuntos Extranjeros. Poco después de la revolución de febrero, su llegada al poder aparecía como inevitable. La historia de los bolcheviques, después de la revolución, es la historia de su ascensión constante.

 

Los extranjeros, los americanos particularmente, insisten, con frecuencia, sobre la ignorancia de los trabajadores rusos. Es cierto que éstos no poseían la experiencia política de los pueblos occidentales, pero estaban notablemente preparados en lo que concierne a la organización de las masas. En 1917, las cooperativas de consumo contaban con más de 12 millones de afiliados. El mismo sistema de los Soviets es un admirable ejemplo de su genio organizador. Además, no hay probablemente en la tierra un pueblo que esté tan familiarizado con la teoría del socialismo y sus aplicaciones prácticas.

 

William English Walling escribe sobre el particular:

Los trabajadores rusos, en su mayoría, saben leer y escribir. La revuelta situación en que se hallaba el país, de años atrás, le dio la ventaja de tener por guías, no sólo a los más inteligentes de entre ellos, sino a una gran parte de la clase culta, igualmente revolucionaría, que les aportó su ideal de regeneración política y social de Rusia...

 

Muchos autores han justificado su hostilidad al Gobierno soviético pretextando que la última fase de la revolución no fue otra cosa que una lucha defensiva de los elementos civilizados de la sociedad contra la brutalidad de los ataques de los bolcheviques.

Ahora bien, fueron precisamente esos elementos, las clases poseedoras, quienes, viendo crecer el poderío de las organizaciones revolucionarías de la masa, decidieron destruirlas, costase lo que costase, y poner una barrera a la revolución. Dispuestos a alcanzar sus objetivos, recurrieron a maniobras desesperadas. Para derribar el ministerio Kerenski y aniquilar a los Soviets, desorganizaron los transportes y provocaron perturbaciones interiores; para reducir a los Comités de fábrica, cerraron las fábricas e hicieron desaparecer el combustible y las materias primas; para acabar con los Comités del ejército restablecieron la pena de muerte y trataron de provocar la derrota militar.

Esto era, evidentemente, arrojar aceite, y del mejor, al fuego bolchevique. Los bolcheviques respondieron predicando la guerra de clases y proclamando la supremacía de los Soviets.

Entre estos dos extremos, más o menos ardorosamente apoyados por grupos diversos, se encontraban los llamados socialistas "moderados", que incluían a los mencheviques, a los socialrevolucionarios y algunas fracciones de menor importancia. Todos estos partidos estaban igualmente expuestos a los ataques de las clases poseedoras, pero su fuerza de resistencia se hallaba quebrantada por sus mismas teorías.

Los mencheviques y los socialrevolucionarios consideraban que Rusia no estaba madura para la revolución social y que sólo era posible una revolución política. Según ellos, las masas rusas carecían de la educación, necesaria para tomar el poder; toda tentativa en este sentido no haría sino provocar una reacción, a favor de la cual un aventurero sin escrúpulos podría restaurar el antiguo régimen. Por consiguiente, cuando los socialistas "moderados" se vieran obligados por las circunstancias a tomar el poder, no osarían hacerlo.

Creían que Rusia debía recorrer las mismas etapas políticas y económicas que la Europa occidental, para llegar al fin, y al mismo tiempo que el resto del mundo, al paraíso socialista. Asimismo, estaban de acuerdo con las clases poseedoras en hacer primero de Rusia un Estado parlamentario, aunque un poco más perfeccionado que las democracias occidentales, y, en consecuencia, insistían en la participación de las clases poseedoras en el gobierno. De ahí a practicar una política de colaboración no había más que un paso. Los socialistas "moderados" necesitaban de la burguesía; pero la burguesía no necesitaba de los socialistas "moderados". Los ministros socialistas se vieron obligados a ir cediendo, poco a poco, la totalidad de su programa, a medida que las clases poseedoras se mostraban lo más apremiantes.

Y finalmente, cuando los bolcheviques echaron abajo todo ese hueco edificio de compromisos, mencheviques y socialrevolucionarios se encontraron en la lucha al lado de las clases poseedoras. En todos los países del mundo, sobre poco más o menos, vemos producirse hoy el mismo fenómeno.

Lejos de ser una fuerza destructiva, me parece que los bolcheviques eran en Rusia el único partido con un programa constructivo y capaz de imponer ese programa al país. Si no hubiesen triunfado en el momento que lo hicieron, no hay apenas duda para mí de que los ejércitos de la Alemania imperial habrían entrado en Petrogrado y Moscú en diciembre, y de que el zar cabalgaría hoy de nuevo sobre Rusia.

Aún está de moda, después de un año de existencia del régimen soviético, hablar de la revolución bolchevique como de una "aventura". Pues bien, si es necesario hablar de aventura, ésta fue una de las más maravillosas en que se ha empeñado la humanidad, la que abrió a las masas laboriosas el terreno de la historia e hizo depender todo, en adelante, de sus vastas y naturales aspiraciones. Pero añadamos que, antes de noviembre, estaba preparado el aparato mediante el cual podrían ser distribuidas a los campesinos las tierras de los grandes terratenientes; que estaban constituidos también los Comités de fábrica y los sindicatos, que habrían de realizar el control obrero de la industria, y que cada ciudad y cada aldea, cada distrito, cada provincia, tenían sus Soviets de Diputados obreros, soldados y campesinos, dispuestos a asegurar la administración local.

Independientemente de lo que se piense sobre el bolchevismo, es innegable que la revolución rusa es uno de los grandes acontecimientos de la historia de la humanidad, y la llegada de los bolcheviques al poder, un hecho de importancia mundial. Así como los historiadores se interesan por reconstruir, en sus menores detalles, la historia de la Comuna de París, del mismo modo desearán conocer lo que sucedió en Petrogrado en noviembre de 1917, el estado de espíritu del pueblo, la fisonomía de sus jefes, sus palabras, sus actos. Pensando en ellos, he escrito yo este libro.

Durante la lucha, mis simpatías no eran neutrales. Pero al trazar la historia de estas grandes jornadas, he procurado estudiar los acontecimientos como un cronista concienzudo, que se esfuerza por reflejar la verdad.

J. R.

Nueva York, 1 de enero de 1919.

 

NOTAS PRELIMINARES

  

Para el lector medio, la diversidad de las organizaciones rusas —partidos políticos, comités y comités centrales, Soviets, dumas, sindicatos y uniones— resulta en extremo dificultosa. Comenzaré pues, por ofrecer unas breves definiciones y aclaraciones.

 

PARTIDOS POLÍTICOS:

En las elecciones a la Asamblea Constituyente participaron en Petrogrado diecinueve listas, y este número alcanzó, en ciertas ciudades de provincia, hasta cuarenta. Pero, en esta rápida exposición de los fines y de la composición de los partidos políticos, no se han tenido en cuenta sino los mencionados a lo largo de la obra. No es posible dar aquí más que una característica general de cada uno de ellos, indicando lo esencial de sus programas.

Monárquicos (de diversos matices, octubristas, etc.).- Estas fracciones, antes poderosas, no existían ya abiertamente: o bien continuaban trabajando en la sombra, o bien sus miembros se habían unido a los kadetes, que cada vez se aproximaban más al programa monárquico. Están representados en este libro por Rodzianko y Chulguin.

2º Kadetes.- Se les denominaba así, de acuerdo con las iniciales del nombre del Partido Demócrata Constitucional (K.D. en ruso). Su nombre oficial era "Partido de la libertad del pueblo". Integrado bajo el zarismo por liberales pertenecientes a las clases poseedoras, era el gran partido de la reforma política, correspondiente, sobre poco más o menos, al Partido progresista de Norteamérica. Cuando en marzo de 1917 estalló la revolución, fueron los kadetes los que formaron el primer gobierno provisional. En abril fue derribado el ministerio kadete por haberse declarado favorable a los fines imperialistas de los Aliados, incluso a los del Gobierno zarista. A medida que se afirmaba el carácter social y económico de la revolución, los kadetes se hicieron más conservadores. Están representados en este libro por Miliukov, Vinaver y Chastki. Grupo de los hombres influyentes. Habiéndose hecho impopulares los kadetes por sus nexos con el movimiento contrarrevolucionario de Kornílov, se constituyó en Moscú el grupo de los "hombres influyentes". Algunos miembros de este grupo recibieron carteras en el último gabinete de Kerenski. El grupo se declaraba sin partido, aunque hombres como Rodzianko y Chulguin fuesen sus guías intelectuales. Estaba compuesto por los banqueros, negociantes e industriales más "modernos", bastante inteligentes para comprender que a los Soviets había que batirlos con sus propias armas, es decir, por medio de la organización económica. Representantes típicos: Lianozov y Konovalov.

3º Socialistas populares o trudoviques, laboristas (Partido del Trabajo).- Partido numéricamente débil, compuesto por intelectuales prudentes, jefes de las sociedades cooperativas y campesinos conservadores. A pesar de llamarse socialistas, los trudoviques defendían, en realidad, los intereses de la pequeña burguesía: empleados, pequeños comerciantes, etc. Eran los herederos directos de la tradición conciliadora del Partido del Trabajo de la IV Duma imperial, formada, en gran parte, por delegados campesinos. Kerenski era el líder de los trudoviques en la Duma imperial cuando estalló la revolución de febrero de 1917. Los socialistas populares eran un partido nacionalista. En este libro, están representados por Piechejonov y Tchaikovski.

4º Partido Obrero Socialdemócrata ruso.- En sus orígenes, socialistas marxistas. En el Congreso de 1903, el partido se dividió, en torno a los problemas de táctica, en dos fracciones: la mayoría (bolshinstvo) y la minoría (menshinsvo). De ahí vienen los nombres de bolcheviques y mencheviques, ("miembros de la mayoría" y "miembros de la minoría"). Estas dos alas se convirtieron en dos partidos distintos, y ambos se daban el nombre de "Partido obrero socialdemócrata ruso" y se consideraban marxistas. Desde 1905, a pesar de hallarse en minoría, los bolcheviques conservaron su nombre, y hasta septiembre de 1917 no reconquistaron la mayoría.

a) Mencheviques.- Este partido está compuesto por socialistas de todos los matices, convencidos de que la sociedad debe progresar hacia el socialismo por evolución natural, y de que los trabajadores han de comenzar por conquistar el poder político. Es un partido nacionalista y el partido de los intelectuales socialistas, y, como la educación se halla totalmente en manos de las clases poseedoras, los intelectuales, obedientes a la formación que han recibido, abrazan, naturalmente, la defensa de estas clases. Representantes: Dan, Lieber y Tseretelli.

b) Mencheviques internacionalistas. –A la izquierda de los mencheviques. Internacionalistas, contrarios a toda coalición con las clases poseedoras, pero sin querer romper con los mencheviques conservadores. Se oponían a la dictadura del proletariado, preconizada por los bolcheviques. Trotski fue, durante mucho tiempo, miembro de este grupo. Entre sus jefes: Martov y Martynov.

c) Bolcheviques.- Se dieron el nombre de Partido Comunista para subrayar su ruptura completa con la tradición del socialismo "moderado" o "parlamentario", que continúa dominando entre los mencheviques y los "socialistas mayoritarios" de todos los países. Los bolcheviques preconizaban la insurrección proletaria inmediata y la toma del poder del Estado para apresurar la realización del socialismo, que exige la posesión de las industrias, de la tierra, de las riquezas naturales y de las instituciones financieras. Este partido representa esencialmente a los obreros de las fábricas, pero también a una fracción importante de los campesinos pobres. La palabra "bolchevique" no debe traducirse por "maximalista": los máximalistas forman un grupo aparte (véase apartado 5º b).

d) Socialdemócratas internacionalistas unificados.- Denominados también "Grupo de la Nueva Vida", por el nombre del diario Novata Jizn ("Nueva Vida"), muy influyente, que era su órgano. Pequeño grupo de intelectuales, con algunos obreros solamente, entre ellos, los partidarios personales de Gorki, jefe del partido. Tenían estos intelectuales casi el mismo programa que los mencheviques internacionalistas, salvo que rehusaban siempre aliarse con ninguna de las dos grandes fracciones. A pesar de combatir la táctica de los bolcheviques, formaron parte del Gobierno de los Soviets. Están representados en este libro por Avilov y Kramarov.

e) ledinstvo.- Pequeño grupo muy reducido y en vías de desaparecer, compuesto casi totalmente por los discípulos personales de Plejanov, uno de los pioneros del movimiento socialdemócrata ruso en los años 80 y su teórico más destacado. Anciano ya, Plejanov era extremadamente patriota y bastante conservador, incluso para los mencheviques. Después de la revolución bolchevique, el grupo ledinstvo se hundió.

5º Partido socialrevolucionario.- A sus miembros se les llama corrientemente los "S.R.", según las iniciales del nombre del partido. En su origen, partido revolucionario campesino y partido de las organizaciones de combate, es decir, de los terroristas. Después de la revolución de febrero, afluyeron a él numerosos contingentes de afiliados, muchos de los cuales no habían sido antes socialistas. Por esta época, los S.R. reclamaban la supresión de la propiedad privada de la tierra, pero mediante indemnización a sus propietarios. El desarrollo del espíritu revolucionario entre los campesinos obligó pronto a abandonar esta cláusula de la indemnización, y los intelectuales más jóvenes y más combativos rompieron con el partido para formar otro nuevo, denominado "socialrevolucionario de izquierda". Los S.R., llamados en adelante por las agrupaciones de izquierda "socialrevolucionarios de derecha", adoptaron la actitud política de los mencheviques y trabajaron de acuerdo con ellos. Acabaron por representar a los campesinos acomodados, los intelectuales y las poblaciones sin educación política de los distritos rurales alejados. Había, sin embargo, mayor variedad de matices en sus opiniones políticas y económicas que entre los mencheviques. Sus jefes están representados en este libro por Avxentiev, Gotz, Kerenski, Chernov y Breshkovskaia, apodada "la Abuela".

a) Socialrevolucionarios de izquierda.- Aunque compartieran en teoría el programa de dictadura proletaria de los bolcheviques, al principio estaban poco inclinados a adoptar la táctica implacable de éstos. Sin embargo, permanecieron en el Gobierno soviético y aceptaron algunas carteras, especialmente la de Agricultura. Se retiraron muchas veces del gobierno, pero siempre volvían a él. Los campesinos, que desertaban cada vez más de las filas de los S.R., iban a engrosar el partido socialrevolucionario de izquierda, que se convirtió así en el gran partido campesino, favorable al Gobierno de los Soviets, a la confiscación sin indemnización de las grandes fincas y a un nuevo reparto efectuado por los campesinos mismos. Jefes: Spiridonova, Karelin, Kamkov y Kalagaiev.

b) Maximalistas.- Excrecencia del partido S.R. cuando éste, en la época de la revolución de 1905, era el alma de un poderoso movimiento campesino y reclamaba la aplicación inmediata del programa socialista máximo. Después, grupo insignificante de campesinos anarquistas.

 

PROCEDIMIENTO PARLAMENTARIO

Las asambleas y congresos se organizan en Rusia a la manera europea más bien que a la nuestra. La primera tarea es elegir un presidente, un secretario y un presidium.

El presidium es un comité de dirección, compuesto por delegados de los diversos grupos de la asamblea, en número proporcional a la importancia de cada uno de ellos. El presidium fija el orden del día y el presidente puede recurrir a los diferentes miembros del mismo para que presidan y dirijan provisionalmente los debates.

Cada cuestión se enuncia primero de manera general y luego se pone a discusión; al final del debate, cada una de las fracciones propone las resoluciones correspondientes y se vota separadamente por cada una de ellas. Puede ocurrir, y este caso es el más corriente, que el orden del día se altere desde la primera media hora. Bajo el pretexto de "cuestión de orden", admitido casi siempre por la asamblea, cualquiera puede levantarse y decir no importa qué sobre éste o el otro asunto.

Son los diputados mismos quienes vigilan el desarrollo de la reunión, y las funciones del presidente se reducen, prácticamente, a agitar la campanilla para mantener el orden y a conceder la palabra a los oradores.

Casi todo el trabajo efectivo se hace en las reuniones preparatorias de las diversas fracciones, las cuales tienen la costumbre de votar en bloque por medio de un delegado. Por esto, cada vez que se formula una cuestión importante sobre la cual hay que votar, la asamblea interrumpe sus sesiones para que las fracciones puedan reunirse. La multitud es extremadamente ruidosa: aclama o increpa a los oradores, y hace caso omiso de las previsiones del presidium. Los gritos que con más frecuencia se escuchan son: Prosim! (¡Por favor!), Pravilno! (¡Justo!), Eto vierno! (¡Cierto!), Dovolno! (¡Basta!), Doloi! (¡Fuera!), Pozor! (¡Qué vergüenza!) y Tije! (¡Silencio!).

 

ORGANIZACIONES PRINCIPALES

1º Soviets.- La palabra "Soviet" significa "Consejo". Bajo el zarismo, el Consejo Imperial de Estado se llamaba "Gosudarstvenny Soviet". Pero desde la revolución, el término "Soviet" se ha empleado para designar las asambleas de un tipo especial, elegidas por las organizaciones económicas obreras: los Soviets de Diputados obreros, campesinos y soldados. Por esta razón, he limitado el empleo de la palabra "Soviet" a estas últimas, traduciéndola en los demás cargos por la palabra "Consejo".

Además de los Soviets locales de cada ciudad y aldea y de los Soviets de barriada (rayón) de las grandes ciudades, existen los Soviets regionales (oblastnye) y provinciales (gubernskje), y con residencia en la capital, un Comité Central Ejecutivo de los Soviets de toda Rusia, denominado Tsik, de acuerdo con las iniciales de su nombre (ver más adelante Comités Centrales). En casi todas partes, los Soviets de diputados obreros y los de diputados soldados se fusionaron poco después de la revolución de febrero. Sin embargo, continuaron reuniéndose por separado para las cuestiones de orden particular. Los Soviets de diputados campesinos no se unieron a ellos hasta después de la revolución bolchevique. Los campesinos estaban organizados de la misma manera que los obreros y los soldados y tenían, igualmente, en la capital, su "Comité Ejecutivo de los Soviets campesinos de toda Rusia".

2º Sindicatos.- A pesar de su nombre, estas organizaciones agrupaban casi siempre a todos los obreros de una misma industria, y no a los de un mismo oficio. En la época de la Revolución de Octubre, contaban de tres a cuatro millones de miembros. Estaban agrupados en una central de toda Rusia, especie de C.G.T., que tenía su Comité Central Ejecutivo en la capital.

3º Comités de fábrica.- Organizaciones creadas espontáneamente por los obreros en las fábricas mismas, con el fin de aprovecharse de la desorganización administrativa que había seguido a la revolución y controlar la industria. Tenían como misión apoderarse de las fábricas por la acción revolucionaria y asegurar su funcionamiento. Los Comités de fábrica tenían también su organización para toda Rusia, con un Comité Central en Petrogrado, que cooperaba con los sindicatos.

4º Dumas.- La palabra "Duma" quiere decir, aproximadamente, "cuerpo deliberante". La vieja Duma imperial, que, bajo una forma democratizada, subsistió hasta seis meses después de la primera revolución, murió de muerte natural en septiembre de 1917. La Duma municipal, de la cual se trata en este libro, era el antiguo Consejo municipal reorganizado, y se le llamaba frecuentemente "gobierno municipal autónomo". Elegida por sufragio directo y secreto, si no acertó a mantener el control de las masas durante la revolución bolchevique fue sólo en razón del ocaso general de la influencia de todas las asambleas exclusivamente políticas, frente al poder creciente de las organizaciones basadas en los agolpamientos económicos.

5º Zemstvos.- Bajo el régimen zarista, organizaciones medio políticas, medio sociales, con muy escaso poder administrativo, creadas y dirigidas esencialmente por los liberales intelectuales de las clases poseedoras de la tierra. Su función más importante era la educación de los campesinos y el mejoramiento de su condición social. En el curso de la guerra, poco a poco los zemstvos llegaron a tener a su cargo el abastecimiento completo del ejército ruso, así como las compras en el extranjero. Al lado de los soldados desempeñaron un papel comparable al de la Y.M.C.A. norteamericana. Después de la revolución de febrero, se democratizó a los zemstvos, con objeto de hacer de ellos los órganos locales del gobierno de los distritos rurales. Pero como las Dumas municipales, no pudieron mantenerse al lado de los Soviets.

6º Cooperativas.- Eran las sociedades cooperativas de consumo de los obreros y los campesinos, y agrupaban en toda Rusia, antes de la revolución, a muchos millones de miembros. El movimiento cooperativo, fundado por los liberales y los socialistas "moderados", no fue apoyado en un principio por los grupos socialistas revolucionarios, que sólo veían en él un recurso para diferir la verdadera y total entrega a los obreros de los medios de producción y distribución. Después de la revolución de febrero, las cooperativas se desarrollaron rápidamente; bajo la influencia de los socialistas populares, de los mencheviques y de los S.R., se les utilizó hasta la revolución bolchevique como fuerza política conservadora. Sin embargo, fueron las cooperativas las que alimentaron a Rusia después del hundimiento del antiguo edificio económico y de los transportes.

7º Comités del Ejército.- Formados en el frente por los soldados para combatir la influencia reaccionaria de los oficiales del antiguo régimen. Cada compañía, regimiento, brigada, división y cuerpo de ejército tenía su comité. Todos estos comités elegían el Comité Central del Ejército que colaboraba con el Estado Mayor. El hundimiento del organismo militar que siguió a la revolución echó sobre los Comités del Ejército la mayor parte del trabajo del Gran Cuartel General y, en algunos casos, incluso el mando de las tropas.

8º Comités de la Flota.- Organizaciones correspondientes a la Marina.

 

COMITÉS CENTRALES

Durante la primavera y el verano de 1917, se reunieron en Petrogrado congresos, extensivos a toda Rusia, de todas las organizaciones: Congreso de los Soviets, de obreros, soldados y campesinos, congresos de los Sindicatos, congresos de los Comités de fábrica, de los Comités del Ejército y de la Flota (sin hablar de los Comités militares especiales), de las Cooperativas, de las Nacionalidades, etc. Cada una de estas asambleas elegía un Comité Central o un Comité Central Ejecutivo, encargado de defender sus intereses particulares cerca del gobierno. A medida que el Gobierno provisional se fue haciendo más débil, estos Comités Centrales tuvieron que asumir una parte cada vez más considerable del poder administrativo. Los comités más importantes mencionados en este libro son:

Unión de Asociaciones.- Durante la revolución de 1905, el profesor Miliukov y otros liberales fundaron asociaciones de miembros de las profesiones liberales, que se agruparon en una organización central llamada Unión de Asociaciones. En aquella época, la Unión de Asociaciones trató de llegar a un acuerdo con la democracia revolucionaria; pero en 1917 se opuso a la rebelión bolchevique y unió a los funcionarios para ir a la huelga contra la autoridad de los Soviets.

Tsik.- Comité Central Ejecutivo de los Soviets de Diputados obreros y soldados, llamado así de acuerdo con sus iniciales.

Tsentroflot.- Comité Central de la Marina.

Vikjel.- Comité Central, de toda Rusia, del Sindicato de Ferroviarios, así denominado por sus iniciales.

 

OTRAS ORGANIZACIONES

Guardias rojas.- Trabajadores de las fábricas en armas; las guardias rojas se constituyeron, por vez primera, durante la revolución de 1905 y reaparecieron en las jornadas de febrero de 1917, en las que se necesitaba una fuerza armada para mantener el orden en la ciudad. Habiendo recibido armas en esta última época, los esfuerzos que por arrebatárselas hizo el Gobierno provisional resultaron inútiles. En cada crisis grave de la revolución se veía aparecer en las calles a las guardias rojas, indisciplinadas, sin entrenamiento militar, pero llenas de ardor revolucionario.

Guardias blancas.- Voluntarios burgueses que aparecieron en escena en las últimas fases de la revolución para defender la propiedad privada contra los bolcheviques. En un crecido número, eran estudiantes.

Tekintsy.- Eran los famosos soldados de la "División salvaje", compuesta por musulmanes de las tribus del Asia Central y adictos a la persona del general Kornílov. Los Tekintsy eran conocidos por su obediencia ciega y su salvaje crueldad en el combate.

Batallones de la Muerte o Batallones de choque.- Se aplica generalmente el primero de estos nombres al célebre Batallón femenino; pero hubo otros muchos "Batallones de la Muerte", compuestos por hombres. Organizados por Kerenski durante el verano de 1917, tenían como misión contribuir a reforzar la disciplina y el ardor combativo del ejército, dando con ello un ejemplo de heroísmo. Los Batallones de la Muerte estaban formados, esencialmente, por jóvenes y ardientes patriotas, reclutados, en su mayor parte, entre los hijos de la clase rica.

Unión de oficiales.- Organización que incluía a los oficiales reaccionarios y se proponían combatir políticamente el creciente poder de los Comités del Ejército.

Caballeros de San Jorge.- La cruz de San Jorge se otorgaba por alguna acción brillante en el campo de batalla. La asociación de los Caballeros de San Jorge tenía principalmente como fin la defensa de la idea militar.

Unión de los Campesinos.- En 1905, la Unión de los Campesinos era una organización campesina revolucionaria. En 1917 representaba el ideal político de los campesinos acomodados y combatía la creciente potencia y los fines revolucionarios de los Soviets de diputados campesinos.----------------[.........]

              

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