INDICE

      Prefacio
Tercera parte: LA LUCHA POR EL PARTIDO
      11.  Las lecciones de octubre
      12.  El socialismo en un solo país
      13.  El triunvirato se resquebraja
      14.  El debate sobre la literatura
      15.  El Komsomol
      16.  Toma de posiciones
      17.  El decimocuarto congreso
      18.  Nuevas alineaciones
      19.  El partido monolítico
Cuarta parte: EL ORDEN SOVIÉTICO
     20. La Unión y las repúblicas
     21. La regionalización
     22. La revitalización de los soviets
     23. El Ejército Rojo
     24. El orden y la seguridad
     Nota A. Las finanzas locales
     Nota B. Comités campesinos de ayuda mutua
     Nota C. La legalidad revolucionaria
     Lista de abreviaturas
     Índice alfabético

 

 

PREFACIO

  

La disposición general de los tres volúmenes que han de publicarse bajo el título de El socialismo en un solo país, 1924-1926, y de los cuales el presente es el segundo, ya fue expuesta en el prefacio al primero de dichos volúmenes, que salió el año pasado. Como he trabajado más o menos simultáneamente en los dos primeros volúmenes, la referencia que hago en aquel prefacio a amigos y eruditos, de quienes me siento especialmente deudor por sus consejos, asistencia y aliento, y a las bibliotecas e instituciones que me han facilitado buena parte de mi material, sirve también para este volumen; y sólo me queda reiterarles mi profundo agradecimiento.

Sin embargo, quisiera aprovechar la ocasión para incluir algunos otros nombres. El profesor Yuzuru Taniuchi. catedrático de ciencias políticas y de administración pública de la universidad de Nagoya, que se dedica a un estudio pormenorizado del gobierno local soviético, me ha prestado una valiosa ayuda en los capítulos que tratan de la regionalización y de la revitalización de los soviets. El doctor J. M. Meijer, jefe de la división rusa del International Instituut voor Sociale Geschiedenis, de Amsterdam, me facilitó importante material para el capítulo sobre el Ejército Rojo, y el doctor R. M. Slusser, de la Hoover Library, de Stanford, para el relativo a la seguridad y el orden; para la sección sobre la educación política he utilizado una tesis inédita sobre el tema, escrita por Mr. Zev Katz, de la London School of Economics. A todos ellos les expreso mi agradecimiento más sincero. También estoy particularmente agradecido al profesor Merle Fainsod por dejarme examinar, mientras me hallaba en Harvard a principios de 1957, los «archivos de Smolensk», en los que él estaba trabajando. Los archivos son tan copiosos que, en todo caso, no me hubiera sido posible estudiarlos con detalle; y lo que vi en ellos confirmó mi impresión de que tienen más importancia para el estudio de períodos posteriores a 1926. Pero pude hojear algunos documentos de interés especial para mí, y encontré ciertos detalles que figuran en el presente volumen en notas al pie de página. El libro del profesor Fainsod, Smolensk under Soviet Rule, donde figura una descripción de los archivos, apareció, por desgracia, demasiado tarde para que yo pudiera utilizarlo.

He de aludir a ciertos aspectos de tipo técnico. Las referencias que se hacen en las notas a pie de página al volumen I, corresponden al volumen I de El socialismo en un solo país, 1924-1926; las dos partes anteriores de la historia, La revolución bolchevique, 1917-1923 y El Interregno, 1923-1924, se citan por sus títulos. Para ahorrar espacio, no repito la lista de abreviaturas que apareció al final del volumen I, y me limito tan sólo a publicar una lista de las que aparecen por primera vez en el volumen II. De nuevo, el doctor I. Neustadt ha compuesto el índice. Al final del volumen III se dará una bibliografía; la marcha de dicho volumen se ha visto un tanto entorpecida por razones de salud, pero espero completarlo el año que viene.

La pesada tarea de mecanografiar este volumen ha sido realizada, con la mayor competencia, por Miss Jean Fyfe.

E. H. Carr

4 mayo 1939

  

Tercera parte. LA LUCHA EN EL PARTIDO

Capítulo 11

LAS LECCIONES DE OCTUBRE

 

Los meses de verano de 1924 se caracterizaron, como era corriente en esa estación, por una pausa en la lucha política, mientras las dos partes se preparaban para reanudar la contienda en el otoño. El decimotercer congreso del partido, celebrado en mayo, no sólo confirmó y registró la derrota de Trotski y de la oposición de 1923, sino que aportó su cuota de estímulo al culto de Lenin, que se había iniciado de manera espontánea tras el fallecimiento del líder. La palabra «leninismo» se fue insinuando inadvertidamente en el vocabulario del partido, junto con el honroso epíteto «leninista» aplicado, por ejemplo, a la «promoción leninista» y a los «pioneros leninistas». En junio de 1924, cuando se reunió en Moscú el quinto congreso de la Comintern, los delegados, en solemne procesión, se dirigieron al recién construido mausoleo de Lenin, en la plaza Roja, y escucharon las peroratas conmemorativas de Kalinin, Ruth Fischer y Roy, cuyo discurso terminó con las palabras «¡Viva el leninismo!». Un mes después, la Liga de la Juventud Comunista Rusa (Komsomol) celebró su sexto congreso ordinario y acordó cambiar su nombre por el de Liga de la Juventud Comunista Leninista Rusa. La decisión se aprobó por unanimidad, aunque Krúpskaia, en su discurso ante el congreso, recordó que Lenin había usado muchas veces la palabra ikono con un matiz peyorativo, cuando decía de un revolucionario a quien se honraba, pero que ya no tenía ninguna influencia: «Bueno, ya está hecho un ikono-».

El mausoleo de Lenin, con el cuerpo embalsamado del jefe, fue abierto a los visitantes el 1 de agosto de 1924. A Petrogrado se le puso el nombre de Leningrado inmediatamente después de la muerte de Lenin; en mayo de 1924, antes de que se reuniera el congreso del partido, Simbirsk, el lugar donde nació Lenin, fue rebautizado con el nombre de Ulianovsk. Estos homenajes al líder fallecido tuvieron una secuela sorprendente, que por entonces, al parecer, no llamó mucho la atención. En junio de 1924, Yúzovka, ciudad productora de hierro y acero de los Urales, cuyo nombre derivaba del de un siderúrgico británico que sin duda había fundado los talleres, se transformó en Stalinsk, y la estación de ferrocarril vecina, conocida como Yuzovo, en Stalino. Hasta septiembre de 1924 Elizavetgrad, también en Ucrania, no recibió el nombre de Zinóvievsk; y en el mismo mes, otras dos ciudades, Bájmut y Ekaterinburgo, pasaron a ser, en honor de dos jefes del partido fallecidos, Artiómovsk y Sverdlovsk, respectivamente. En abril de 1925 fue cuando Tsaritsin, escena de una famosa divergencia entre Trotski y Stalin en la época de la guerra civil, se convirtió en Stalingrado.

Dos episodios de menor entidad se registraron en el verano de 1924. En una reunión del partido celebrada en Moscú después del decimotercer congreso, Stalin pronunció un discurso en el que se salió de su camino habitual para revolverse contra sus dos colegas de triunvirato por cuestiones de ortodoxia partidista. Con tono festivo ridiculizó a Kámenev, mencionando su nombre, por no haber citado con exactitud en el congreso la famosa observación de Lenin relativa a la transformación de la Rusia de la NEP en la Rusia socialista. Kámenev citó a Lenin como si éste hubiera hablado de «la Rusia de los hombres de la NEP»; y Stalin atribuyó pomposamente este lapsus a «una despreocupación habitual en lo que respecta a las cuestiones de teoría».

Luego, aunque sin mencionar el nombre de Zinóviev, se disoció, con tono más incisivo, de la doctrina que enunciara este último, un año antes, sobre «la dictadura del partido»; Stalin, sin rodeos, la calificó de «disparate». Son difíciles de establecer los motivos de esta actitud intencionadamente provocativa. Por aquel entonces aún había cierta libertad para que los miembros del partido dirimieran sus pequeñas diferencias. Las críticas de Stalin contra sus colegas eran menos significativas de lo que hubieran sido en fecha posterior. Tanteaba el terreno que pisaba, dispuesto a retroceder en cuanto notara que había ido demasiado lejos. Nadie dio importancia a las pullas contra Kámenev. Pero Zinóviev, cuya vanidad era más vulnerable, logró, parece que tras cierta demora, denunciar a Stalin ante una reunión informal de miembros importantes del partido y asegurar una desautorización de su herejía. Stalin cedió, y en la prensa apareció un artículo a toda página, anónimo pero escrito por Zinóviev, en el que se reafirmaba la verdadera doctrina de la dictadura del proletariado y de la dictadura del partido. El artículo iba encabezado con los tres pasajes en los que Lenin había utilizado la frase, y terminaba diciendo que «la doctrina del papel del partido» era «la contribución más importante del leninismo». La disputa no tuvo otras consecuencias. Por el momento urgía más cerrar las filas contra la nueva ofensiva que se esperaba de Trotski, que ajustar cuentas entre los miembros del triunvirato.

El otro hecho que se produjo al término del decimotercer congreso del partido fue la publicación del folleto conmemorativo de Trotski Sobre Lenin, que resultó desagradable a los otros jefes del partido por dos motivos. En primer lugar, no era una biografía de Lenin, sino más bien un relato de las relaciones personales de Trotski con él, lo que inevitablemente creaba —y consciente o inconscientemente, tal era el propósito— la impresión de que Lenin estuvo cerca de Trotski y a cierta distancia de los otros líderes bolcheviques.

En segundo lugar, aunque en la obra se trataba a Lenin con cariñoso respeto, el escritor y el biografiado se veían situados en un plano de igualdad incompatible con la actitud de veneración hacia el jefe fallecido que se iba imponiendo ......................[..................] 

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