ADVERTENCIA A LA PRESENTE EDICION
Si la publicación en castellano de una edición crítica del tomo I de El capital presenta, en el estado actual de la investigación, dificultades ingentes y parcialmente insuperables, las mismas se multiplican y acrecientan cuando se trata de editar, según criterios científicos, los tornos II y m de la obra.
Cuando Engels, a la muerte de Marx, acomete la ímproba y sacrificada tarea de publicar esos tornos de El capital, se encuentra con una cantidad impresionante de manuscritos y frente a un dilema: o bien otorgar la prioridad a la conveniencia de que los militantes socialistas pudieran manejar como una herramienta teórica esa parte sumergida de la obra de Marx, y manejarla como "obra coherente, trabada, que constituyese en lo posible una unidad en sí misma", o inclinarse por una edición científica útil más bien a los especialistas y, en particular, a los historiadores de las ideas. En el primer caso se imponía la necesidad de seleccionar, compaginar, redactar de nuevo partes oscuras o elaboradas sólo a medias, introducir títulos y nexos explicativos; en el segundo, había que publicar los manuscritos en su totalidad y sin retoques. Engels opto por la primera de esas soluciones, y si tenemos en cuenta el momento y las circunstancias, su decisión, en esencia, nos parece perfectamente defendible. [1]
Pero al optar por una edición más accesible y popular, Engels dio pie a dos errores bastante difundidos. Por un lado, el de quienes consideran que estos tornos no son meros materiales preparatorios de una exposición definitiva que Marx, por desgracia, no llegó a elaborar, sino precisamente dicha exposición terminada.[2] Por otro lado, en su modestia y abnegación, Engels procura convencernos de que la obra que nos presenta, tal como él nos la presenta, sigue siendo "la obra exclusiva del autor, no del editor". Pero el enorme trabajo ejecutado por Engels para dar forma a los tornos II y III de El capital y precisar o completar su contenido —¿es necesario recordar aquí que el libro III le insume no los pocos meses previstos en el prólogo al tomo II, sino nueve años?—, ese enorme trabajo de Engels, decíamos, permite asegurar que dichos tomos, en su forma actual, son hasta cierto punto una obra común de Marx y Engels. "Todos los marxistas rusos que se han ocupado del libro II de El capital", explicaba a principios del decenio de 1920 el fundador del Instituto Marx-Engels de Moscú, David Riazánov, "no han podido desembarazarse de esta idea: ¿no sería posible conseguir ese libro II bajo su forma original, tal como Marx la había establecido? En tal caso, se utilizaría a modo de comentario la versión dada por Engels. Todos, en efecto, teníamos la sensación de que Engels hubiera podido actuar de manera un tanto subjetiva. Y bien, esa sensación se reforzó cuando conocimos el contenido de los manuscritos que hemos descubierto [Riazánov se refiere aquí, precisamente, a los manuscritos de Marx correspondientes al tomo II]. Lo mismo es válido para el libro III de El capital. [.. .] Se puede afirmar, sin temor a equivocarse, que el libro III de El capital enfoca, sin duda, temas proyectados y elaborados por Marx, pero que no constituye más que una variante de Engels."[3]
Ahora bien, si a unos 90 años de la primera publicación del tomo II y a más de 80 de la del III es absolutamente legitimo seguir editando esos tomos "a la Engels" —de la misma manera que sería absolutamente legitimo elaborar y editar antologías depuradas de otras obras que Marx nos lego también bajo la forma de borradores, como por ejemplo los Grundrisse, y hacerlas accesibles así a un publicó más amplio—, no sólo es legitimo sino además urgente poner en conocimiento de los estudiosos el texto integro de los manuscritos de Marx correspondientes a dichos tomos.
Hasta el presente, sin embargo, todo lo que conocemos de los manuscritos originales, en el caso del libro II, es lo siguiente:
- a) Lo publicado por Engels, aproximadamente la mitad del material escrito por Marx. En las ediciones a su cargo, empero, Engels sólo en ciertos casos puso entre corchetes (remplazados por Haves en nuestra edición) las frases interpoladas por el en el original: puede ocurrir, entonces, que el lector que emplee esas ediciones o las basadas en las mismas tome por textos de Marx lo que en realidad son opiniones, tesis o análisis de su amigo y albacea. A la inversa, en esas ediciones aparecen a veces entre corchetes, dentro de citas de otros autores, comentarios breves que muy posiblemente se deban a la pluma de Marx y no a la de Engels, lo que tiende a acentuar la confusión.[4]
- b) Variantes breves de los manuscritos recogidas en el tomo XXIV de las Marx-Engels Werke (Berlín, 1963) y en diversas ediciones basadas en las del Instituto Marx-Engels-Lenin de Moscú (concretamente en las versiones del tomo u publicadas por Editions Sociales, Editori Riuniti y Progress Publishers). Se trata, en la mayor parte de los casos, de frases o palabras sueltas que no cumplen otra función que la de llenar pequeñas lagunas dejadas involuntariamente por Engels al redactar el original para la imprenta. (Otras lagunas en las ediciones de 1885 y 1893 se debieron a descuidos de los tipógrafos, y en esos casos los editores se remiten no a los manuscritos de Marx sino al original de Engels.) Se tropieza aquí con varias dificultades: 1ª ) las variantes consignadas en las diversas ediciones no son siempre las mismas: en Werke se registran variantes que no aparecen en las ediciones basadas en las del IMEL y viceversa, y ni siquiera estas ultimas coinciden siempre entre sí; 2ª) no conocemos el texto original, presumiblemente alemán, de las variantes que no figuran en las Werke, o sea que es imposible en estos casos eludir su retraducción; 3ª ) la extremada avaricia, por así decirlo, con que registran variantes esas ediciones, hace que el lector de estas se vea inducido a pensar que hay una coincidencia casi absoluta entre los manuscritos de Marx y la versión redactada y publicada por Engels.
- c) Las variantes recogidas por Maximilien Rubel en su ambiciosa edición del tomo II de El capital (en Karl Marx, (Œuvres, Économie, cit., t. II). Rubel descifro manuscritos de Marx depositados en el Instituto de Historia Social de Ámsterdam y publicó parte de los mismos, en particular un extenso fragmento del manuscrito IV. Sólo por eso, y a falta de una publicación crítica y completa de los manuscritos, su edición del tomo II constituye un hito en el conocimiento de El capital y es, sin ninguna duda, la más importante desde las preparadas por Engels. No se le puede reprochar a Rubel que haya publicado esas variantes en francés, y no en el o los idiomas originales, pero desgraciadamente esa circunstancia, como ocurre con parte de las variantes mencionadas en el párrafo anterior, impide que se las pueda verter de manera directa a un ercer idioma, en nuestro caso el castellano. [5]
Sin tener acceso a la totalidad de los manuscritos es imposible preparar una edición crítica del tomo II de El capital. Lo mismo que en el caso del tomo I, pues, nuestra publicación del libro II no pretende ser más que una primera aproximación en castellano a esa edición crítica. Exponemos a continuación los criterios a los que nos hemos ajustado
1) El texto básico es el de la segunda edición (1893), cuidada por Engels. Nuestra fuente han sido diversas reimpresiones modernas de la misma, y fundamentalmente la que figura en el tomo XXIV de las Marx-Engels Werke, ed. cit. Consultamos también Karl Marx, Das Kapital, Dietz Verlag, Berlín, t. II, 1959 y una reimpresión algo modificada de la edición popular de Karl Kautsky (Karl Marx, Ökonomische Schriften, t. II, editados por Hans-Joachim Lieber y Benedikt Kautsky, Darmstadt, 1971, en el marco de Karl Marx, Werke - Schriften, idem, t. V).
2) Con la única excepción de unos pocos cambios estilísticos menores, difícilmente reproducibles en nuestro idioma, y de erratas notorias, registramos en subnotas (separadas del texto o de las notas de Marx por una raya a todo el ancho de la página) todas las variantes de la primera edición de este tomo. Nos basamos para ello en la edición príncipe: Karl Marx, Das Kapital Kritik der politischen Ökonomie, t. II, Verlag von Otto Meissner, Hamburgo, 1885.[6] Consultamos también la edición Ullstein de este tomo (Karl Marx, Das Kapital, t. II, Francfort del Meno-Berlín, 1970), en la que se procura —como en la nuestra, pero nos atreveríamos a decir que con menos fortuna— rescatar las variantes de la edición de 1885. [7]
3) Hemos recogido del tomo XXIV de las Werke y de diversas ediciones basadas en las del Instituto Marx-Engels-Lenin, de Moscú, todas las variantes de manuscritos allí consignadas.
4) Reproducimos también, indicando en todos los casos la fuente por medio de la abreviatura R, las variantes registradas por Maximilien Rubel en su edición, algunas de las cuales son de extraordinaria importancia.[8] Lamentablemente, no en todos los casos en que Rubel se aparta del texto establecido por Engels lo indica en una nota; de ahí que en ocasiones no tengamos la seguridad de hallarnos frente a una autentica variante, pues más de una discrepancia entre el texto de Engels y el de Rubel puede deberse a una traducción desprolija o excesivamente libre de un pasaje ya conocido. En nuestra edición, por ello, sólo registramos las alteraciones que Rubel documenta debidamente.
5) Respecto a las citas, en los tomos II y HI aplicamos los mismos criterios que seguimos en el caso del tomo I. El lector no debe olvidar, sin embargo, que la traslación alemana de muchas de las citas que aparecen en esos últimos libros de El capital se debe, muy probablemente, no a la pluma de Marx sino a la de Engels.
6) La traducción en sí misma de los tomos II y III no presenta dificultades mayores que la de otros textos de Marx.[9] También en este respecto, sin embargo, el lector debe tener en cuenta que no se halla ante un texto acabado y pulido por el autor: el estilo de estos manuscritos es, en general, muy inferior al vigoroso y por momentos elegante del tomo I, circunstancia, desde luego, que una traducción fiel debe reflejar.
Multitud de pasajes del tomo II avalan la traducción de diversos términos técnicos que ya aparecen en el libro precedente. El caso más notable probablemente sea el de Mehrwert, plusvalor, y su relación con Wert, valor. Marx define aquí el capital como "valor que produce plusvalor [Mehrwert produzierenden Wert]" o "valor [...] que incuba plusvalor" y al plusvalor mismo como "valor que no le cuesta [al capitalista] ningún equivalente", "valor que no existía antes y que no es pagado por ningún equivalente", "parte de valor que también le pertenece [al capitalista], pero que no le ha costado nada", "valor por el que este [el capitalista] no paga equivalente alguno", "valor por el cual el capitalista no adelanta ningún equivalente, ni previamente ni post festum", "valor que es excedentario con respecto al equivalente del valor adelantado por el capitalista” o "valor nuevo que no repone equivalente alguno", o bien “valor «libre» que no repone ningún valor de capital adelantado" o, más simplemente, "valor adicional".[10]
Si en todas estas definiciones, en vez del término preciso, plusvalor, hubiéramos traducido Mehrwert por "plusvalía" (que no sería inadecuado si se llamara "valía" lo que se denomina valor), habríamos empujado al lector a pasar por alto la "homogeneidad absoluta", la "indiferenciación conceptual" que para Marx, en la simple existencia del dinero, existe entre el valor adelantado o suma principal y el plusvalor, esto es, a desconocer el hecho de que el “plusvalor [...] es valor como cualquier otra parte de valor del producto".[11] Un pasaje de Teorías del plusvalor citado por Engels en el prólogo al presente tomo de El capital ilustra con mucha claridad la conveniencia de ligar morfológicamente, como hizo Marx en alemán y como se hace en nuestra versión, valor y plusvalor, por un lado, y por el otro plusvalor, plustrabajo y plus producto: "La misma importancia que tuvo resolver el valor [Wert] en trabajo, la tuvo resolver en plustrabajo [Mehrarbeit] el plusvalor [Mehrwert], que se presenta en un plusproducto [Mehrprodukt]" (subrayados de Marx).[12]
Mantuvimos en este tomo, asimismo, la importante distinción que establece Marx entre el dinero (Geld) y la moneda (Münze), entre lo dinerario (Geld-) y lo monetario (Münz-).[13] La misma se borra cuando se emplea el adjetivo "monetario" no sólo para designar lo que tiene que ver con la moneda, sino también para lo relativo al dinero. Monetario, en esta edición, es exclusivamente lo referente a la moneda, nunca al dinero
Conservamos también la distinción entre rédito (Revenue) y renta (Rente) con lo que se elimina la grave confusión que se da en otras versiones de la obra. Al emplear un sólo término para ambas categorías, se vuelve literalmente intraducible, por ejemplo, la definición de Marx: la renta es el "rédito del terrateniente"[14]
Señalemos por último que en la presente versión el término mercantil nunca designa lo referente al comercio (para esto utilizamos el adjetivo comercial), sino única y exclusivamente lo concerniente a la mercancía.
7) Al final de la segunda parte del presente tomo (volumen 5) el lector encontrara un centenar de notas explicativas o bibliográficas del editor, cuyas llamadas se distinguen de las de Marx o Engels por aparecer entre corchetes.
Presentar los tomos II y III de El capital como lo que son —no una obra terminada sino los materiales con los que Marx proyectaba elaborar esa obra—, aproximarse en la medida de lo actualmente posible a una edición crítica de esos libros, es algo que obliga a desviarse, en cierto grado, de las pautas establecidas por Engels para publicarlos. Pero, paradójicamente, la presentación crítica de estos materiales, el registro de sus variantes, muestra mejor que las ediciones de tipo tradicional hasta que punto Engels estaba en lo cierto al afirmar que "toda la manera que tenía Marx de concebir las cosas [die ganze Auffassungsweise von Marx] no es una doctrina, sino un método. No proporciona dogmas acabados, sino puntos de apoyo para la investigación ulterior y el método para esta investigación".[15]
Porque, como sostuvo una discípula de Marx que supo asimilar críticamente no pocas enseñanzas de su maestro: "Inconclusos como son, [los tomos II y III de El capital] proporcionan algo infinitamente más valioso que cualquier verdad acabada: acicate para el pensamiento, para esa crítica y autocrítica que son el elemento más prístino y característico de la teoría que Marx nos ha legado".[16] Nada tendría que objetar a estas palabras, nos parece, el primer editor del libro que hoy tiene el lector en sus manos.
Das Kapital.
Kritik der politischen Oekonomie.
Von
Karl Marx.
Zweiter Band.
Buch II: Der Cirkulationsprocess des Kapitals.
Herarugegeben von Friedrich Engels
Das Rechi der Uebersetzung wird vorbebalten.
Hambur
Verlag von Otto Meissner.
1885.
[1] Lo cual no significa que la manera en que la llevo a cabo no merezca algunas reservas. Si alguien se había ganado el derecho a tratar casi como propios los manuscritos de Marx, ese, sin duda, era Engels. Pero nos parece que incluso en su caso hubiera sido deseable que distinguiera más rigurosamente entre los textos originales de su compañero de investigación científica y sus propias aclaraciones y desarrollos. Basta cotejar el texto autentico, marxiano, de las Tesis sobre Feuerbach con la versión publicada por Engels en 1888, justamente entre la aparición del tomo II de El capital y la del tomo in, para advertir hasta que punto algunas correcciones y agregados de Engels a manuscritos de Marx alteraban, en cierta medida, no sólo la forma sino en ocasiones el contenido de estos. Compárese, por ejemplo, la ultima frase de la cuarta tesis en ambas versiones: mientras que Marx, en 1845, proponía que la familia fuera "aniquilada [vernichtet] en la teoría y en la práctica", Engels había en 1888 de que esa institución debe ser "criticada en la teoría y trastocada [umgewalzt] en la práctica", (Cfr. Marx-Engels Werke —en adelante MEW—, t. m, p. 6, o Die deutsche Ideologie, Berlín, 1953, p. 594, y el apéndice al Ludwig Feuerbach de Engels en Karl Marx/Friedrich Engels, Ausgewahlte Schriften, t. II, Berlín 1953, p. 377.)
[2] Cfr. lo que afirma a este respecto Maximilien Rubel en Karl Marx, Œuvres, Économie, t. II, Paris, 1968, pp. XI, CXXII y XII: "[Engels] da la apariencia de obras terminadas a páginas a menudo informes y mal redactadas, materiales de un trabajo del que el propio Marx decía que era necesario completarlo, y aun escribirlo". Los tomos II y m son "bosquejos, tanteos a veces desesperados", "materiales para los «libros», y nada más". Ante esta realidad objetiva, resulta curioso que algunos críticos hayan descalificado a los inc6modos Grundrisse por su carácter de borradores, contraponiéndolos no al tomo I de El capital (lo que sería más bien gratuito, pero tendría algún sentido), sino a El capital en su conjunto, esto es, a una obra que, en la medida en que consideremos a Marx como su autor exclusivo, esta constituida en su mayor parte por borradores.
[3] David Riazánov, "Communication sur l'heritage litteraire de Marx et Engels" [1921], en L'Homme et la Societé Revue Internationale de Recherches et de Synthéses Sociologiques, Paris, nº 7, enero-marzo de 1968, pp. 262-263. Entre los "marxistas rusos" de que nos había Riazánov se encuentra uno sumamente conocido: "[.. .] Dichos tomos de El capital son la obra de ambos, de Marx y de Engels" (V. I. Lenin, "Friedrich Engels", en Lenin, Obras completas, 2? ed., Buenos Aires, t. II, 1958, p. 20).
[4] Véase, por ejemplo, la primera edición de 1885, pp. 225, 337-358, etc., o el tomo XXIV de MEW, pp. 245, 365-366, etcétera.
[5] Lo que si cabe objetar a Rubel es que en lugar de publicar, además del texto establecido por Engels, el mayor número posible de variantes recogidas de los manuscritos, haya optado por una nueva "selección de materiales", por "abreviar el texto y eliminar las repeticiones" (véase op. cit., p. 502) y en algunos casos por reordenar el material de Marx. Esto es, por aplicar en 1968, pero de otra manera y con menos autoridad que su predecesor, algunos de los criterios que guiaron a Engels en 1885, en circunstancias completamente diferentes. Por este camino, en primer lugar, podemos llegar a tener tantos tomos II de El capital como investigadores estudien los manuscritos. Pero lo más importante es que, indiscutiblemente, el texto establecido por Engels se ha ganado un sitio por derecho propio aun en la futura edición crítica del tomo II. Creemos que lo aconsejable no es modificar o suprimir ese texto o remplazarlo por otro elaborado de manera diferente, sino editar paralela o conjuntamente a dicho texto los manuscritos inéditos de Marx, o cuando menos el mayor numero posible de variantes.
[6] Como en el caso del tomo I, utilizamos aquí un ejemplar que perteneció a la biblioteca del viejo club socialista bonaerense "Vorwärts".
[7] En las pp. 17, 70, 80, 120, 155, 259, 298, 301, 306, 462, 479 y otras de la edición Ullstein no se registran diversas variantes que aparecen en los lugares correspondientes de la edición original.
[8] Véase, por citar un ejemplo entre muchos posibles, el pasaje en que Marx no sólo se proclama discípulo de Hegel —como lo hace también en el epilogo, algo más tardío, a la segunda edición alemana del tomo I de El capital—, sino que califica explícitamente al filosofo de "mi maestro". Ese breve fragmento, por un lado, proporciona una demostración suplementaria de que la famosa teoría altuseriana acerca de la "coupure" entre Hegel y Marx no tenía más fundamento real que coupures practicadas en los textos y manuscritos de Marx. Por otro lado, asesta un golpe contundente a quienes, en lugar de ver en Marx un primus inter pares, continuador ilustre de pensadores eminentes, lo idealizan y canonizan convirtiéndolo en un superhombre carente de maestros y desprovisto por tanto de raíces intelectuales. Lo que distingue a Marx no es el no haber sido discípulo de nadie, sino que supo aprender de sus no pocos maestros más que cualquier otro discípulo y' que logro superarlos.
[9] Los capítulos I a XIII los tradujo Diana Castro; a mi me correspondió trasladar los demás capítulos, el prólogo de Engels y las variantes a las que me refiero en los numerales 2, 3 y 4 de esta advertencia. Castro es responsable de su parte de la traducción, mientras que yo lo soy de mi parte y de la versión en su conjunto.
[10] MEW, t. XXIV, ed. cit., pp. 35, 33 (cfr. 49-50), 43, 220, 382, 383, 384, 385, 388, 423. Los subrayados que aparecen en las citas son nuestros, no de Marx.
[11] Ibid., pp. 50 y 75. Los subrayados son nuestros. "Plusvalía" en sus orígenes probablemente fue un galicismo, como contribuyen a demostrarlo el hecho de que también en francés se da la molesta dicotomía "valeur" "plus-value" (mientras que en ingles tenemos "value" "surplus-value", en italiano "valore" "plusvalore", en ruso "stdimost'" "pribávochnaia stoimosf, etc.) y la aparición relativamente tardía del término en español. Joan Corominas (Breve diccionario etimológico de la lengua castellano, Madrid, 1961, articulo PLURAL), data en 1915 la primera mención conocida de "plusvalía", mientras que según Dauzat (Dictionnaire étymologique de la langue française, 10ª ed., Paris, 1954, art. VALUE) plus-value aparece en francés ya en 1569, fecha que se hace retroceder aun más, a 1457, en Bloch-Wartburg (Dictionnaire étymologique de la langue française, 4ª ed., Paris, 1964, art. VALOIR).
[12] MEW, t. XXIV, p. 19.
[13] Véase la Contribución a la crítica.... MEW, t. XIII, pp. 87 y ss., 101 y ss., 104 y ss., o el t. XXIV, pp. 346-347.
[14] MEW, t. XXIV, p. 374.
[15] Carta de Engels a Werner Sombart, 11 de marzo de 1895,
[16] Rosa Luxemburg, "Der zweite und dritfc Band", apartado incluido en Franz Mehring, Karl Marx Geschichte seines Lebens; véanse las Gesammelte Schriften de Mehring, t. III, Berlín, 1960, p. 387.