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CUADERNO 9 (XIV) 1932.

 

<Miscelánea y Notas sobre el Risorgimento italiano>

  • <1>. Nociones enciclopédicas. El gallito rojo. Del francés le coq rouge, término que debe ser de origen campesino e indica el incendio provocado por razones políticas en las luchas de facciones y en las jacqueries. Podría recordarse la llamada táctica del fósforo predicada por Michelino Bianchi y Umberto Pasella en las zonas rurales emilianas durante el predominio sindicalista hacía 1906.[1]
  • <2>). Los sobrinitos del padre Bresciani. Una esfinge sin enigmas.

En el Ambrosiano del 8 de marzo de 1932 Marco Ramperti escribió un artículo, "La Corte di Salomone", en el cual, entre otras cosas, escribía: "Esta mañana estuve intrigado con un 'logogrifo' de cuatro líneas, en torno al cual había velado durante las últimas siete horas de soledad, sin, naturalmente, sacar nada en limpio. ¡Densa oscuridad! ¡Misterio sin fin! Al despertar me di cuenta, sin embargo, de que en la atonía febril había confundido la Corte di Salomone con la Italia Letteraria, el 'logogrifo' enigmático con un poema del poeta Ungaretti..."[2] A estas elegancias de Ramperti, Ungaretti responde con una carta publicada en la Italia Letteraria del 10 de abril y que me parece un "signo de los tiempos". Pueden extraerse cuáles "reivindicaciones" propone Ungaretti a "su país" para ser compensado de sus méritos nacionales y mundiales. (Ungaretti no es más que un bufoncillo de mediocre inteligencia): "Querido Angioletti, de regreso de un viaje fatigoso para ganar el escaso pan de mis hijos, encuentro los números del Ambrosiano y de la Stampa en los cuales un cierto señor Ramperti ha creído ofenderme. Podría responderle que mi poesía la entendían los campesinos, mis hermanos, en la trinchera; la comprende mi Duce que ha querido honrarla con un prefacio; la comprenderán siempre los simples y los eruditos de buena fe. Podría decirle que desde hace quince años todo cuanto de nuevo se hace en Italia y fuera, lleva en poesía la huella de mis sueños y de mi momento expresivo; que los críticos honestos, italianos y extranjeros. no se hacen rogar para reconocerlo; y, por lo demás, nunca he solicitado alabanzas a nadie. Podría decirle que una vida durísima como 'la mía, orgullosamente italiana y fascista, siempre, ante extranjeros y connacionales, merecería al menos no verse aumentar las dificultades por parte de periódicos italianos y fascistas. Debería decirle que si hay algo de enigmático en el año X (vivo de artículos en la absoluta incertidumbre del mañana, ¡con más de cuarenta años cumplidos!), es sólo la obstinada mala voluntad contra mi por parte de gente de... ingenio. —Con afecto —Giuseppe Ungaretti".[3] La carta es una obra maestra de tartufería literaria y de estupidez presuntuosa.

<3>. Nociones enciclopédicas. Angherie.a El término se emplea todavía en Sicilia para indicar ciertas obligaciones a las que está sometido el trabajador en sus relaciones con el propietario o arrendatario o subarrendador en los contratos llamados de medianía (y que son contratos de participación o de simple arriendo con pago en especie establecido con la mitad de la cosecha o incluso más, además de las "prestaciones especiales" o angherie). El término es todavía el de los tiempos feudales, del cual ha derivado su significado en el lenguaje común (vejación, etcétera). Por lo que respecta a la Toscana vale la pena citar un fragmento de un artículo de F. Guicciardini (Nuova Antologia, 16 de abril de 1907), "Le recenti agitazioni agrarie in Toscana e i doveri della proprietá": "Entre los pactos accesorios del contrato colonial, no mencionaré los pactos que llamaré angéricos, en cuanto que constituyen gravámenes del colono, que no tienen como correspondencia ninguna ventaja especial; tales serían los lavados de ropa gratuitos, la extracción de agua, el corte de leña y ramajes para las estufas del patrón, la contribución en víveres a favor del guardián, el suministro de paja y heno para la cuadra de la hacienda y en general todos los suministros gratuitos a favor del patrón. No podría afirmar si estos hechos son residuos del régimen feudal que han sobrevivido a la destrucción de los castillos y a la liberación de los colonos, o bien si son incrustaciones formadas por abuso de los patrones y cobardía de los colonos, en tiempos más cercanos a nosotros sobre el tronco genuino del contrato"[4] Según Guicciardini estas prestaciones desaparecieron en casi todas partes (en 1907), pero la cosa es incierta. No sólo en Toscana, sino también en Piamonte (al menos para los esclavistas) hasta 1906 estaba difundido el derecho del patrón a encerrar a los colonos dentro de casa a cierta hora de la tarde, y lo mismo sucedía en Umbría, etcétera.

a Angheria: vejación, violencia, extorsión. [T.]

Cfr. Cuaderno 16 (XXII), pp. 35-36.

  • <4>. Historia de las clases subalternas. De Amicis. De De Amicis vale la pena ver la colección de discursos Speranze e Glorie y el libro sobre Lotte civili.[5] Su actividad literaria y de orador en este sentido vab del 90 al 900 y debe verse para investigar la actitud de ciertas corrientes intelectuales de la época en confrontación con la política estatal. Puede verse cuáles eran los motivos dominantes, las preocupaciones morales y los intereses de estas corrientes. Por lo demás no se trata de una corriente única. Si bien debe hablarse de un socialnacionalismo o socialpatriotismo en De Amicis, es evidente su diferencia con Pascoli, por ejemplo: De Amicis estaba contra la política africanista, Pascoli, por el contrario, era un colonialista de programa.

b En el manuscrito: "van".

  • <5>. Risorgimento italiano. Sublevación de Palermo en 1866. Era prefecto de Palermo Luigi Torelli, sobre el cual cfr. Antonio Monti. II cante Luigi Torelli, Milán, R. Instituto Lombardo de Ciencias y Letras, 1931, en 89, 513 pp., 30 liras. Después de la represión Torelli recibió la medalla de oro al valor civil.[6] Habrá que ver el libro también porque Torelli tuvo una función bastante significativa en todo el Risorgimento.

Cfr. Cuaderno 19 (X), pp. 65-66.

  • <6>. Temas de cultura. El movimiento y el fin. ¿Es posible mantener un movimiento sin que se tenga una previsión del fin? El principio de Bernstein según el cual el movimiento es todo y el fin no es nada, bajo una apariencia de interpretación "ortodoxa" de la dialéctica, esconde una concepción puramente mecanicista del movimiento, según la cual las fuerzas humanas son consideradas como pasivas y no conscientes, como elementos no disímiles de las cosas materiales. Esto es interesante observarlo porque Bernstein buscó sus armas en el revisionismo idealista, que habría debido llevarlo, por el contrario, a valorar la intervención de los hombres como decisiva en el desarrollo histórico. Pero sí se analiza a fondo, se ve que en Bernstein la intervención humana es valorada, aunque implícitamente, pera de forma unilateral, porque es considerada como "tesis" mas no como "antítesis"; eficiente como tesis, o sea en el momento de la resistencia y de la conservación, es rechazada como antítesis, o sea como iniciativa y como impulso progresista. Pueden existir "fines" para la resistencia y la conservación, no para el progreso y la iniciativa. La pasividad es la consecuencia de tal concepción, porque, por el contrario, precisamente la antítesis (que presupone el despertar de fuerzas todavía latentes y dormidas) tiene necesidad de fines, inmediatos y mediatos, para el movimiento. Sin la perspectiva de los fines concretos, no se consigue mantener el movimiento.

Cfr. Cuaderno 16 (XX/11), pp. 34 bis-35.

  • <7>. Temas de cultura. El mal menor. Se podría tratar en forma de apólogo. El concepto de mal menor es de los más relativos. Hay siempre un mal aún menor que el anteriormente menor y frente a un peligro mayor en comparación con aquel anteriormente mayor. Cada mal mayor se vuelve menor en comparación con otro mayor, y así hasta el infinito. Así pues, se trata nada más que de la forma que adopta el proceso de adaptación a un movimiento regresivo, cuyo desarrollo es conducido por aula fuerza eficiente, mientras que la fuerza antitética está decidida a capitular progresivamente, por pequeñas etapas, y no de un solo golpe, lo que sería beneficioso, por el efecto psicológico condensado, para hacer nacer una fuerza competidora activa, o a reforzarla si ya existiese. Como es correcto el principio de que los países más avanzados en un cierto desarrollo son la imagen de lo que sucederá en los demás países donde el movimiento se encuentra en sus comienzos,[7] la comparación es obligada.

Cfr. Cuaderno 16 (=1), pp. 34-34 bis.

  • <8>. Pasado y presente. Acciones y obligaciones. ¿Qué cambio radical aportará a la orientación del pequeño y mediano ahorro la actual depresión si se prolonga aún durante algún tiempo? Se puede observar que la caída del mercado de acciones ha determinado un desmesurado traslado de riqueza y un fenómeno nunca visto, de expropiación "simultánea" de inmensas masas de población, especialmente en América, pero un poco en todas partes. El sistema introducido por el gobierno italiano parece el más racional y orgánico, al menos para ciertos grupos de países, ¿pero qué consecuencias podrá tener?

Se observa una diferencia entre las acciones y las obligaciones industriales, y aún otra diferencia entre acciones y obligaciones del mercado libre y obligaciones del Estado. El público trata de deshacerse completamente de las acciones, devaluadas en forma inaudita, prefiere las obligaciones industriales  a las acciones, pero prefiere las obligaciones del Estado a unas y otras. Puede decirse que el público rompe todo vínculo directo con el régimen capitalista, pero no rechaza la confianza en el Estado; quiere participar en la actividad económica, pero a través del Estado, que garantice un interés módico, pero seguro.

El Estado asume así una función de primer orden como capitalista, como empresa que concentra el ahorro que se ha de poner a disposición de la industria y de la actividad privada, como inversor a mediano y largo plazo. (Instituto de crédito inmobiliario). Pero, una vez asumida esta función, ¿puede el Estado desinteresarse de la organización productiva? ¿Dejarla, como antes, a la iniciativa de la competencia privada? Si esto sucediese, la desconfianza que hoy afecta a la industria, arrastraría al Estado: una nueva depresión que obligase al Estado a devaluar sus obligaciones, como se han devaluado las acciones y obligaciones industriales, seria catastrófica para el conjunto de la organización político-social. El Estado debe intervenir para controlar si sus inversiones son bien administradas. Se comprende el desarrollo de por lo menos un aspecto del régimen corporativo. Pero el simple control no será suficiente. En efecto, no se trata de conservar el aparato productivo tal como es en un momento dado. Hay que desarrollarlo paralelamente al aumento de la población y de las necesidades colectivas. En estos desarrollos necesarios está el mayor peligro de la iniciativa privada y ahí será mayor la intervención estatal.

Si el Estado se preocupase por iniciar un proceso por el cual la producción del ahorro, de función de una clase parasitaria, se convirtiese en función del mismo organismo productivo, estos desarrollos serían progresivos, se insertarían en un proyecto global de racionalización integral: habría que realizar una reforma agraria (abolición de la renta agraria e incorporación de ésta en el organismo productivo, como ahorro colectivo de reconstrucción y neoconstrucción) y una reforma industrial, para conducir todos los réditos a necesidades técnico-industriales y no ya a necesidades jurídicas de derecho quiritario.

En esta situación general está la justificación histórica de las tendencias corporativas, que se manifiestan como exaltación del Estado en general, concebido en absoluto, y como desconfianza y aversión a las formas tradicionales capitalistas. De ahí, base social[-política] del Estado [afirmada y] buscada en la pequeña burguesía y en los intelectuales, pero en realidad estructura plutocrática y vínculos con el capital financiero.

Ambas cosas no son contradictorias, todo lo contrario, como lo demuestra un país ejemplar, Francia, donde precisamente no se comprendería el dominio del capital financiero sin la base política de una democracia de rentistas pequeñoburgueses y de pequeños campesinos. Sin embargo Francia, por razones complejas, sigue teniendo una composición social bastante sana, porque contribuye a formarla la pequeña y mediana propiedad agrícola. En otros países, por el contrario, los ahorradores están alejados de la producción y del trabajo; el ahorro es "socialmente" caro, porque es obtenido con un nivel de vida demasiado bajo de los trabajadores tanto industriales como, especialmente, agrícolas. Si la nueva estructura del crédito consolidase esta situación, en realidad la empeoraría, porque si el ahorro parasitario no corriese ni siquiera los azares generales del mercado normal, se daría la tendencia a un asalto de la propiedad agraria parasitaria [por una parte] y las obligaciones industriales por la otra acabarían por asegurar el dividendo legal a expensas del trabajo en forma demasiado gravosa.

Cfr. Cuaderno 22 (V), pp. 47-50.

  • <9>. Pasado y presente. Las prisiones del Estado pontificio. En el fascículo abril-septiembre de 1931 de la Rassegna Storica del Risorgimento aparece publicado por Giovanni Maioli un capítulo de una autobiografía inédita de Bartolo Talernoni, patriota de Forli. El capítulo se refiere a los procedimientos judiciales y a la prisión sufrida por Talentoni, cuando fue arrestado en 1855 como conspirador y partidario de sectas en Romaña. Cárcel de Bolonia. Entre otras cosas se puede extractar esto: "Todo aquello estaba calculado y jamás nos dejaban un momento tranquilos [...]" Para que un sueño reparador no fortaleciese el espíritu y el cuerpo de los presos se recurría a los medios más inverosímiles. El centinela hacía retumbar la prisión con burras, durante la noche el cerrojo se descorría con la más ruidosa violencia, etcétera. (Estos datos están tomados del Marzocco del 25 de octubre de 1931.)[8]
  • <10>. Los sobrinitos del padre Bresciani. C. Malaparte. Cfr. en la Italia Letteraria del 3 de enero de 1932 el artículo de Malaparte: "Analisi cinica dell' Europa". En los últimos días de 1931, en los locales de la "École de la Paix" en París, el ex-presidente Herriot pronunció un discurso acerca de los medios mejores para organizar la paz europea. Después de Herriot habló Malaparte en contradictorio: "Como también usted, en ciertos aspectos (sic), es un revolucionario, pienso que estará en condiciones de entender que el problema de la paz debería ser considerado no sólo desde el punto de vista del pacifismo académico, sino también desde un punto de vista revolucionario. Solamente el espíritu patriótico y el espíritu revolucionario (si es verdad, como es verdad, por ejemplo, en el fascismo, que el uno no excluye al otro) pueden sugerir los medios para asegurar la paz europea. —Yo no soy un revolucionario —me respondió Herriot—; soy simplemente un cartesiano. Pero usted, querido Malaparte, no es más que un patriota"[9].

Así que para Malaparte, también Herriot es un revolucionario, al menos en ciertos aspectos, y entonces resulta todavía más difícil saber qué cosa significa "revolucionario" para Malaparte. Si en el lenguaje común revolucionario iba adoptando cada vez más el significado de "activista" y de "intervencionista", de "voluntarista", [“dinámico”], es difícil decir cómo Herriot pueda ser calificado de tal, y Herriot con mucho ingenio respondió que es un "cartesiano". Para Malaparte "revolucionario" me parece que puede entenderse ya como un cumplido, como en otros tiempos "gentilhombre", o "gran caballero", "verdadero caballero", etcétera. Y también esto es brescianismo; después del 48 hubo los verdaderos liberales y los libertinos y los demagogos.

Cfr. Cuaderno 23 (VI), pp. 29-30.

 

[1] 1 Michele Bianchi y Umberto Pasella, posteriormente dirigentes del sindicalismo fascista, dirigieron como anarco-sindicalistas las luchas agrarias en el ferrarés, particularmente duras entre 1905 y 1907. En aquel periodo se atribuyeron a los anarco-sindicalistas (partidarios de la táctica de los boicots) los numerosos incendios ocurridos en aquel periodo en los campos, en perjuicio de las cosechas e instalaciones de los cultivadores directos y grandes propietarios hostiles al movimiento de los braceros y a las leyes. De ahí la definición de "táctica del fósforo". A ésta alude incluso un editorial, no firmado, de L'Unità del 21 de febrero de 1924 ("Niente di nuovo"): "Los obreros y campesinos atrapados y constreñidos en las Corporaciones Sindicales no pueden, ciertamente, encontrar a sus intérpretes en los commendatori que de un brinco han saltado al colaboracionismo de la prédica del sabotaje de las máquinas y las cosechas; por más que hagan nunca podrán cancelar el recuerdo, Michelino Bianchi el de la política del fósforo para reducir a la razón proletaria con el incendio de las mieses, los pajares y los graneros a los campesinos reacios; y Edmondo Rossoni el de los discursos vibrantes que aún en 1913 lo llevaron a Milán al banquillo de los acusados a responder de incitación al odio de clase en compañía del anarquista Armando Borghi".

[2] 1 La cita está tomada de la sección `Rassegna della Stampa' ("La corte di Salomone"), en L'Italia Letteraria, 27 de marzo de 1932 (año IV, n. 13).

[3] 2 Cfr. L'Italia Letteraria, 10 de abril de 1932 (año IV, a. 15); la carta de Ungaretti está en la sección `Fatti personan'.

[4] 1 La cita del artículo de Francesco Guicciardini en la Nuova Antologia de 1907 está tomada del libro de Filippo Virgilii, agricola odierna, Hoepli, Milán, 1930 [FG, C. carc., Turi .1111 pp. 261-62.

[5] 1 No se ha conservado entre los libros de Gramsci el primero de los dos libros aquí citados (Edmondo De Amicis, Speranze e Gloríe, Giannotta, Carnria, 1900), mientras que el segundo se encuentra entre los libros de la cárcel: cfr. Id., Lotte civill, Nerbini, Florencia, 1905 [G. Ghilarza, C. carc.].

[6] 1 Los datos, así como las indicaciones bibliográficas del libro de Antonio, Monti sobre .Luigi Tonelli, están tomadas de una reseña de Luigi Candida en Nuova Rivista Storica, septiembre-diciembre de 1931 (año XV, fase. V-VI), pp. 579-80.

[7] 1 Gramsci se remite aquí (ampliando su alcance) a una conocida afirmación de Marx, en el prefacio a la primera edición de El Capital: "Los países Industrialmente más desarrollado no hacen más que poner delante de los países menos progresivos el espejo de su propio porvenir" (cfr, Marx, El Capital, t. I cit., p. XIV).

[8] 1 De la sección `Marginalia' ("Una prosa autobiográfica Medita del Risorgimento"), en Il Marzocco, 25 de octubre de 1931 (año XXXVI, n. 43).

[9] 1 Curzio Malaparte, "Analisi cínica dell'Europa", en L'Italia Letteraria, 3 de enero de 1932 (año IV, n. L).

 

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