EXAMEN CRITICO DE LAS POSICIONES IDEOLOGICAS ADOPTADAS POR UN GRUPO DE MILITANTES DE E.T.A.

 

1968 

 

Llegados a nuestro poder los acuerdos ideológicos de vuestra asamblea, hemos creído necesario someterlos a examen con el propósito de clarificar ante la base las diferencias que separan a las dos facciones del movimiento ETA.

En favor de las cuestiones más fundamentales, con el fin de concederles la mayor atención, hemos excluido del análisis cuestiones tan importantes como: "la unidad obrera de Euzkadi", "los principios del internacionalismo obrero aplicados a las relaciones entre las clases trabajadoras vasca, francesa y española", "la utilización fetichista de una forma revolucionaria (la guerra rev.)", etc. En cualquier caso, pensamos que de las páginas siguientes se pueden deducir consideraciones más concretas sobre estos y otros muchos problemas.

 

 

Sumario

Cap.                                                  

I Una recaída en el subjetivismo idealista creador de la dicotomía "social-nacional".

II Política social-demócrata y socialismo revolucionario. .

III La lengua y el movimiento nacional popular.     

IV Del sabinianismo al nacionalismo popular.         

Apéndice: El objeto de la crítica.

 

 

 

I. Una recaída en el subjetivismo idealista creador de la dicotomía "social-nacional"

 

Lo que internamente se ha venido llamando ideología integrada trató de ser definido, aunque insuficientemente, en la ya célebre fórmula: "los llamados 'problema nacional' y 'problema social' de Euzkadi no son sino aspectos de una misma realidad".

Se pretendió manifestar de este modo que si bien, a título de abstracción teórica, se podía hablar del problema nacional vasco, en la realidad histórica del pueblo vasco no existía un problema nacional y otro social; que existían muchos problemas pero que todos ellos eran y son problemas nacionales y que, a su vez, el "problema nacional" era un problema social. Así, aspiramos a superar el subjetivismo antihistórico que nos preguntaba reiteradamente: ¿sois antes obreros que vascos? (o lo contrario). Para los obreros vascos, para los vascos obreros, responder en los términos que proponía el interlocutor suponía tanto como aceptar el esquematismo idealista del que se partía, suponía que uno podía ser antes obrero que vasco, que se podía abstraer voluntariamente la condición de clase de la estructura socio-histórica dentro de la que se encuadra su existencia.

Al principio de vuestras conclusiones se reconoce ampliamente la validez de nuestro postulado, pero a las pocas líneas comprobamos que o no habéis comprendido su significado o lo habéis utilizado para adquirir una fachada de continuidad de la línea ideológica de la IV Asamblea, sin estar de acuerdo con ella. No habéis sabido o querido distinguir entre "aspecto" de la realidad (extrínseco a ella) y realidad misma; en nuestro caso realidad nacional vasca, Euzkadi (inserta en el proceso de procesos histórico-universal, particularizada por unas peculiaridades propias, determinada por unos factores objetivos dados y conformada —dentro del campo de libertad que confieren los condicionamientos externos— por la acción voluntaria y consciente de los hombres, del pueblo).

Vuestra inmersión en las oscuridades metafísicas del subjetivismo idealista destructor ideológico de la totalidad orgánica de la Historia, se refleja con precisión en el texto siguiente: "En la época histórica actual y en el pueblo de Euzkadi esta única contradicción (entre explotadores y explotados) presenta dos aspectos:

"Nacional: Euskaldun/Español-Francés.

Social: Proletariado/Burguesía

Semejante apreciación de la problemática de la lucha de clases en Euskadi se construye sobre una superficial falsificación conceptual: Presuntamente la primera contradicción entre explotadores y explotados) se hacen realidad en el marco de la sociedad nacional. El proletariado como la burguesía pertenecen a una nacionalidad determinada. (Lo que ocurre entre nosotros —y de ahí procede la mayor dificultad para elaborar análisis sencillos— es que al mismo tiempo que nuestro pueblo sufre una particular represión, la mayor parte de sus explotadores son vascos y muchos de los explotados proceden de España.

La única contradicción (que, según vosotros, presenta dos aspectos se inserta necesariamente en el marco de las realidades nacionales. No habiéndolo comprendido así, habéis desdoblado la contradicción de origen en dos contradicciones (que vosotros llamáis "aspectos") una de las cuales, la segunda, se identifica con aquella. Así, siendo:

  1. Explotadores/explotados.
  2. Euskaldun/Español-Francés
  3. Proletariado/Burguesía.

y al identificarse (A) y (C) —pos poseer el mismo contenido— obtenemos el resultado de que si (A) = (C), (B) queda aislada. De nuevo caéis as la disgregación social/nacional, dejando descolgada la lucha de liberación nacional de su contexto sociológico concreto. Comprobamos que lo que se ha logrado con tal operación es camuflar, raptar, la dinámica universal que es la lucha de clases —abstracta, prácticamente inexistente en cuanto que se limita a "ser"— de la estructura social de encuadramiento y configuración dentro y a partir de la cual se hace realidad; se ha enajenado la lucha de clases al impedir su existencia como realidad "realizada" en el marco de la sociedad nacional e internacional. Se ha elaborado de nuevo el viejo esquematismo dicotomizador,, de estirpe idealista, que consiste en distinguir la lucha de la nación de la lucha del pueblo.

(...) clase obrera tiene del fenómeno nacional nos permite concluir que en vuestra opinión no existe más que una sola conciencia nacional, común a todas las clases nacionales, y que esa conciencia debe serle aportada al proletariado.

Aunque indudablemente es cierto que hay sectores de la población vasca que poseen conciencia nacional, que no es conciencia obrera, esto no significa que la conciencia nacional supera las relaciones de clase. Esa conciencia nacional no es como la conciencia nacional de los trabajadores. Son dos conciencias diferentes correspondientes a dos clases distintas ([1]).

La conciencia nacional separada de la lucha de clases —o sumada a ella— es la lógica expresión de las aspiraciones de la burguesía que se siente "nacionalmente" oprimida y "socialmente" privilegiada. En una sociedad cuyas relaciones de producción han madurado hasta el extremo de relegar a un segundo plano a la pequeña y media burguesía y al pequeño campesinado, y de imponer un enfrentamiento de dos fuerzas de intereses antagónicos y en cuyos proyectos no hay sitio para las esperanzas de la clase burguesa nacional, es normal que surjan criticas al capitalismo, al neocapitalismo, desde su derecha, y que la burguesía nacional trate de incorporar a su "lucha" a las clases populares. En este contexto se presenta la utilización de esa "conciencia nacional" etérea, a clase, como instrumento de las clases regresivas en sus maniobras de "resurrección nacional", de vuelta al pasado.

La situación en la que transcurre la existencia del proletariado vasco no puede ser definida de un modo tan fragmentario e infantil: "Sufre una enajenación en el aspecto nacional (la opresión de Euzkadi por España y Francia) y en el aspecto social (explotación por la burguesía)"([2]). Deberías haber indicado que la explotación de nuestra clase se realiza en el marco de la opresión nacional. Opresión y explotación no son dos cosas. Es una sola. Es la explotación de la burguesía vasco-hispana-francesa que se apoya en el dominio general (que en nuestro caso reviste la forma de dependencia nacional) del pueblo vasco.

En resumen: la desintegración teórica de realidad histórica se manifiesta continuamente en vuestras conclusiones en la utilización de "lo social" como algo aséptico, no enraizado, y "lo nacional" como un ente desclasado, superpuesto a los conflictos de clase, independiente de las estructuras socio-económicas.

A nuestro juicio eso supone un paso atrás, tanto más cuanto que la síntesis "nacional-social" ya había sido realizada en la IV Asamblea y desarrollada posteriormente ([3]).

Nuestra postura al respecto ha quedado definida en diversas ocasiones ([4]). Cuando se produce una situación de dependencia u opresión nacional la lucha proletariado-burguesía se identifica en la práctica con la lucha nación-Estado opresor. La nación (o pueblo llano, o "Tercer Estado", o clases populares concretas) es el pueblo localizado. El pueblo localizado en la Historia es la nación. En una etapa de capitalismo desarrollado, las capas populares, la nación, no tienen un signo pequeño campesino, burgués y antifeudal; las capas populares son las capas trabajadoras, el pueblo trabajador y, a vanguardia, el proletariado industrial. El contenido de la Revolución nacional no es entonces democrático-burgués sino democrático-socialista. "Desde un punto de vista popular esta liberación nacional no puede ser otra cosa que la Revolución socialista de Euzkadi. (... ...) Esta concepción viene a superar la vieja división artificial y antipopular entre liberación nacional y liberación social; no existe más que una liberación real que es la liberación integral del pueblo vasco" ([5]).

A una realidad histórica corresponde una clase obrera; la existencia de la clase obrera produce una conciencia de clase determinada. En una situación el proletariado lleva a cabo una lucha. Esta es la real relación entre situación, existencia y conciencia; entre clase e ideología.

 

 

 

II. Política social-demócrata y socialismo revolucionario

 

Partiendo de los errores consignados anteriormente pretendéis justificar teóricamente extremos decididamente social-demócratas. Pronto pasáis a hablar de una revolución nacional y de otra revolución socialista. Esto que, si el punto de partida fuera más sólido, nos remitiría a una discusión simplemente terminológica, en esta ocasión, nos obliga a detenernos con mayor detalle en algo que queda más o menos claramente afirmado en el párrafo siguiente: (se habla de la burguesía nacional) "En cuanto a la revolución vasca la aprueban en su fase nacional, es decir, siempre y cuando se establezca en Euzkadi una democracia burguesa. En una fase de realizaciones socialistas, estarán en un frente contrario y sus intereses divergirán de la revolución". (El subrayado es nuestro).

Naturalmente que la burguesía nacional desea una Euzkadi democrático-burguesa. Evidente que se opone, en tanto que clase, a la revolución socialista. Nada tenemos que añadir a este aserto. Si tenemos que mostrar nuestro asombro, sin embargo, cuando unos militantes de un movimiento nacionalista popular denominan fase nacional a la posible etapa demócrata-burguesa, cuando unos socialistas revolucionarios condicionan la revolución socialista a la realización más que problemática de una revolución democrático burguesa([6]).

El párrafo citado es la parte del texto que más luces arroja sobre vuestro planteamiento estratégico ([7]).

No se dice en él que estéis dispuestos a ofrecer ciertas garantías a la burguesía nacional para que se embarque en el carro revolucionario con la seguridad de que se hará con el poder en la Euzkadi formalmente independiente. Está claro que el socialismo es vuestro objetivo (por lo menos eso creemos de momento). Con todo, hemos de denunciar la posición reformista que se desprende de la formulación aludida ([8]).

No sólo cometéis el falseamiento de llamar nación a la burguesía (al llamar fase nacional a la democracia burguesa) sino que caéis también en el "futurismo" seudo-socialista, en la presentación de la "fase de realizaciones socialistas" como algo futuro, como algo inasequible en el presente. Hoy vamos unidos con la burguesía nacional —presumís—, mañana nos enfrentaremos.

Pero para el pueblo trabajador la alternativa socialista no puede quedar reducida a un mañana incierto e inconcreto que al social-reformismo no le parece urgente definir. Nadie puede aconsejar, con garantías de éxito, al proletariado que hoy debe unirse a los empresarios (a los pequeños, ¡naturalmente!), que después llegará "nuestra hora"... El socialismo queda caricaturizado en la imagen de los oportunistas. La revolución aplazada. Y, entre una cosa y otra, el gran capital consolida sus posiciones, se afirma la dependencia nacional, se integran al capitalismo ciertos sectores más o menos amplios de la clase trabajadora... ([9]).

 

* * *

Que quede claro que no nos oponemos, a priori, a una alianza táctica con ciertos grupos políticos demócrata-burgueses que, a nuestro juicio, sobre las condiciones de cada momento, nos permita acelerar nuestra lucha hacia el socialismo. Esta política de alianzas hoy por hoy impracticable (por causas que escapan a nuestra voluntad) debe ser rigurosamente medida y sometida a una serie de condiciones fundamentales que, de un modo general, trataremos de enunciar:

  1. Un movimiento socialista deberá, en todo momento, aunque las condiciones objetivas y subjetivas no parezcan idóneas, empujar hacia el socialismo, presionar en dirección a la toma del poder por la clase obrera ([10]). Aplazar las "realizaciones socialistas", la revolución socialista, apoyándonos en consideraciones teóricas, fundadas a menudo en experiencias históricas sin gran concepción la realidad vasca, es un apriorismo imperdonable en un movimiento revolucionario. La toma del poder no parece "posible" hoy. Eso no quiere decir que debamos renunciar ella; eso no significa que hayamos de dejar de aprovechar toda oportunidad para hacer nuestra revolución. Un movimiento socialista ha de luchar por constituir el socialismo. Un movimiento abertzale popular tratará de conseguir que la primera revolución que haya, comience por las reivindicaciones que comience, se convierta en una revolución popular. Y si no se consigue, si la revolución se queda a medias o no se realiza, será un fracaso y como tal deberá ser presentado al pueblo vasco. El socialismo en cualquier caso, habrá de ser vivido como una alternativa inmediata, actual, a la miseria de nuestra sociedad.
  2. La lucha por el socialismo supones definir qué es el socialismo. Implica la realización de un programa en el que se explique lo que haremos los trabajadores vascos cuando tomemos el poder. Este programa indicará cuales son los objetivos de la Revolución nacional. La determinación de estos objetivos revolucionarios debe proceder, como es lógico, a la Revolución (este programa no existe o por lo menos, no ha sido puesto al alcance de las masas vascas). La estrategia, las fases del proceso revolucionario, y la táctica deberán acordarse siempre en función del logro de los objetivos finales. (Esta aseveración que puede parecer una perogrullada, nos consta que tiene un cierto valor entre la situación de las fuerzas de izquierdas vascas).
  3. Una vez creada una corriente obrera nacional, situado el proletariado en el centro de la lucha revolucionaria de liberación nacional ( necesidad urgente de ésta, máxime cuando la clase obrera —como en Euzkadi— constituye una muy estimable realidad revolucionaria y tiene frente a sí un relativamente bien estructurado capitalismo), labrando incondicionalmente por su unidad, por su independencia de clase, por su integral concienciación, por la orientación totalitaria de su lucha; al tiempo que se sirve a la clase trabajadora vasca, desde esta perspectiva; al tiempo que se aprovecha la menor oportunidad para acrecentar el poder real de los trabajadores; a la vez que se asestan tantos golpes como sea posible a la burguesía; a la vez que hacemos todo esto, resulta correcto plantearse la posibilidad de aprovechar las agudas contradicciones del franquismo (del gaullismo no podemos hablar del mismo modo) para incorporar a más amplios sectores que la clase trabajadora contra los poderes constituidos para acelerar la marcha de la revolución y el advenimiento de la liberación nacional, es decir, del socialismo. Toda fórmula aceleradora es deseable en grado sumo pero para que lo que se obtenga sea una real aceleración del proceso revolucionario y no una integración de la clase revolucionaria vasca en una sociedad de estructuras capitalistas y la consiguiente consolidación de los centralismos francés y español, es imprescindible que:
  4. a) Se cumpla rigurosamente las condiciones indicadas en los apartados 1 y 2.
  5. b) La proporción y desarrollo práctico de uno o varios programas de objetivos intermedios no suponga una distracción de la clase trabajadora en su lucha inmediata por la transformación radical de las estructuras de la sociedad ni en peligro para su unidad, independencia y conciencia.
  6. c) La lucha por uno o varios "programas mínimos" político-formales, no se realice al costo de una atenuación de las tensiones de clase.
  7. d) La elaboración de cualquier programa jurídico-institucional no se guíe por criterios cuantitativos (más democracia formal, menos democracia formal); que se establezca en función de su coherencia con los objetivos finales, que contenga una conexión cualitativa con el proyecto socialista.
  8. e) Los programas expuestos al pueblo vasco, las acciones propugnadas, se sitúen críticamente como eslabón de la cadena cuya culminación es la revolución socialista, que se defina su carácter parcial dando al pueblo cuenta de su medida exacta.

La orientación en este sentido de toda nuestra actividad puede hacer que nuestros proyectos socialistas concluyan en una Euzkadi independiente de estructuras socialistas. Relegar el socialismo a la fraseología de la propaganda o a la especulación futurista equivale a convertirnos objetivamente en social-demócratas, en reformistas, aunque subjetivamente sigamos pensando ser socialistas revolucionarios. Sustraer el socialismo del campo de lo inmediato lleva consigo, a nuestro modo de ver, el abandono del único planteamiento que conformará nuestra revolución como una revolución popular dentro de la cual se inscribe el logro de la independencia económica, cultural, social y política.

 

 

III. La lengua y el movimiento nacional popular

 

La integración de la realidad nacional, dentro de las coordenadas socio-históricas, en la lucha por el cambio de estructuras es una condición fundamental en la caracterización del nacionalismo popular. Han sido necesarios varios años para que las ideas integradoras, totalizadoras, tomaran cuerpo en nuestra organización. Arriba hemos expuesto nuestras razones para considerar que, según la reseña de los acuerdos de vuestra asamblea que obra en nuestro poder, la línea ideológicamente ascendente se ha quebrado, que se ha retrocedido en cierto grado.

El tratamiento que otorgáis a lo que podríamos llamar "el problema del euskera" evidencia palpablemente este aspecto regresivo de vuestras formulaciones.

Cuando habláis de la lengua percibimos en vosotros una postura notoriamente ambigua y evasiva. Comenzáis por una rotunda tesis definiendo el euskera como "la forma de expresión natural de Euskalerria". Claro que seguidamente encontramos una inconsecuencia mayúscula con la afirmación precedente, cuando utilizáis "Euskalerria" como sinónimo de pueblo vasco, siendo que Euskal-herria es el sector de aquel que se expresa en euskera. Al utilizar indistintamente Euzkadi y Euskal-herria, escamoteáis una verdad histórica que nos guste o no está ahí: no todo el pueblo vasco conoce el euskera. Esta adulteración de la realidad sociológica parece responder a unas ciertas concepciones metafísicas de procedencia pequeño-burguesa sobre el "alma vasca" (entiéndase "espíritu del pueblo") que amparadas en un falseamiento seudo-científico del estructuralismo ocultan, a menudo, peligrosas orientaciones próximas al racismo.

En lugar de considerar el problema del euskera como el problema de los hombres que se expresan en euskera y que no pueden desarrollarse humanamente en su lengua, como el problema de la solidaridad de clase reducida por las distancias lingüísticas, como el problema de los que (llegados de fuera o nacidos aquí) no han tenido oportunidad de aprender a- hablar en euskera, en lugar de ello, os limitáis a hacer una elegía de los valores de la lengua, justificando en su perfección (pureza, belleza, exclusividad para expresar ciertos sentimientos...) la necesidad de integrarla en nuestra sociedad. Se pretende atribuirle una virtualidad política no rigurosamente verificable. Al definir las modalidades principales del reaccionarismo que se forja en torno al euskera, anotáis tres de ellas auténticamente perniciosas y olvidáis otra de especial importancia: aquella que cataloga al euskera como una lengua esencialmente progresista y revolucionaria. Esta concepción que se manifiesta dentro de ciertos sectores del movimiento euskaltzale se sustenta sobre afirmaciones irracionalistas y no es preciso dar demasiadas vueltas para encontrar a nuestro paso los lamentables perjuicios que ha causado a nuestro pueblo.

¿A qué se debe que no hayáis esbozado siquiera una línea política a seguir con el problema lingüístico?, ¿por qué no habéis presentado una sola reivindicación formalizada, concreta, al respecto?

¿Cuál es la razón que os ha llevado a exponer la contradicción nacional como un enfrentamiento "euskaldun/español-francés" cuando todos sabemos que euskaldun es el que habla euskera y que la contradicción nacional no se plantea en términos de vasco-parlantes contra hispano-parlantes o francófonos, sino de Estados burgueses español y francés contra pueblo trabajador vasco? ([11]). ¿Por qué os empeñáis en conferir al idioma una significación politizadora y revolucionaria que no tiene? Ya que lo que caracteriza al nacionalismo popular no es el hecho de que hable un idioma u otro sino la determinación de un pueblo, peculiarizado por diversos factores, de realizar un proyecto de emancipación en común. Y dentro de este proyecto de conjunto es donde se inserta la resolución del problema del euskera, no porque sea un factor de concienciación ni por sus valores "esenciales" sino por otras razones bien distintas que pasamos a resumir.

Hoy se reprime el uso del idioma, se oprime a los hombres que lo hablan y a los que quieren hablarlo; primera razón: justicia. La discriminación lingüística genera una situación de división popular; la unidad obrera requiere que se incrementen los vínculos entre el elemento humano que constituye la clase obrera y que se liquiden las barreras que separan; segunda razón: unión y solidaridad de la clase obrera de Euzkadi. En consecuencia, atendiendo a las necesidades populares y revolucionarias, en vista de las referidas razones y de las aspiraciones populares a la integración del euskera en nuestra sociedad, hemos propugnado y propugnamos una amplia y profunda política de extensión (particularmente en los medios obreros) y actualización del idioma y reivindicamos la aplicación, a todos los niveles y desde ahora, de un auténtico régimen de bilingüismo ([12]).

Suponemos que habrá quedado suficientemente razonada la necesidad de emplazar, en su justa posición, la política euskaltzale dentro de la más amplia política global abertzale popular. Sustituir una seria aportación programática, elaborada desde una perspectiva obrera, por alabanzas al idioma, suena a oportunismo para ganar cierta clientela o a simple alienación esencialista, pero, sea lo que fuere, esa actitud no tiene nada que ver con el movimiento revolucionario vasco.

* * *

Debemos poner de manifiesto, antes de seguir adelante, la extrañeza que nos .ha causado el arbitrario uso que hacéis del concepto "etnia". Identificar, a estas altura, nación con "etnia concienciada" cuando antes se ha dicho que "la lengua es la piedra angular de nuestra etnia" es tanto como vaciar la nación de su contenido humano fundacional y fundamental y equivale a volver al concepto conservador que considera la nación como un grupo cerrado, propietario de algo, defensor del pasado, movido por aspiraciones aislacionistas, autarquizantes, exclusivistas; es decir, típicamente burgués que pretende justificar el derecho a la independencia no en las necesidades populares de construir el autogobierno sino en las "virtudes" particulares de la nación (lengua, raza, carácter nacional, espíritu del pueblo...) como maniobra de camuflaje de sus intereses de clase en oposición a las necesidades del pueblo, de la nación ([13]).

 

 

IV. Del sabinianismo al nacionalismo popular

 

Al referiros al internacionalismo proletario, manifestáis que el nacionalismo vasco es objetivamente revolucionario, siendo su lucha "una aportación y una parte de la lucha del internacionalismo proletario". Esta apreciación nos hubiera parecido perfectamente justa si hubierais especificado a qué tipo de nacionalismo vasco os referís. Si bien es cierto que distinguís entre nacionalismo opresor y nacionalismo oprimido, no continuáis la delimitación, como hubiera sido de desear, señalando las características que definen los diferentes tipos de nacionalismo que pueden existir en el seno de una sociedad nacional dependiente u oprimida. Al mencionar un solo nacionalismo vasco se da la impresión de que es el único que existe, conclusión ésta a todas luces errónea.

Existe un nacionalismo verbal propio de los que aunque ya no quieren —porque no les interesa— la independencia de Euzkadi, permanecen vinculados al nacionalismo burgués políticamente inoperante al que años atrás se adscribieron (ciertos elementos de la alta burguesía industrial y financiera); hay un nacionalismo, también burgués, políticamente independentista, producto de las aspiraciones de la pequeña y media burguesía vasca que se pronuncia por un "Estado Vasco" de corte democrático-burgués, en el que se limitarán los excesos del gran capital ([14]); hay, en fin, un nacionalismo popular orientado hacia el logro de la independencia total entendida ésta no como una simple separación administrativa sino como una apropiación de la sociedad nacional por el pueblo trabajador vasco.

Nos detendremos, después de este preámbulo descriptivo, a examinar la validez de vuestra postura (no distinguir un nacionalismo para cada clase). Para ello es imprescindible acercarse a las fuentes en las que han bebido los que han impulsado las teorías que, ahora, aceptáis como vuestras.

Los fundamentos teóricos los han encontrado los descubridores (?) de las tesis enjuiciadas, en algunos textos de Lenin referentes a la cuestión nacional. La utilización de algunas frases del gran revolucionario han servido por lo visto para crear una "buena conciencia" a aquellos que dudaban de la racionalidad de los planteamientos que habéis puesto en primer plano. Como quiera que la refutación, punto por punto, de las múltiples aberrantes conclusiones con las que nos han sorprendido en los últimos tiempos "Lan Deya", "Vasconia" y "Branka", nos obligaría a extendernos excesivamente ocultando, quizá, el sentido global de la crítica, nos limitaremos a hacer una breve exposición de las tesis leninistas —en su conjunto— proponiendo, subsecuentemente, unas anotaciones teóricas como modesta contribución al esclarecimiento de lo que significa nacionalismo popular.

Veamos, en primer lugar, las líneas generales que describe Lenin sobre la problemática nacional:

Existen dos nacionalismos. El de gran potencial, imperialista, avasallador de los pueblos más débiles, y el de la pequeña sociedad nacional, nacionalismo "de defensa". Ambos nacionalismos son burgueses. Sin embargo, el segundo posee un contenido progresista en las fases anteriores a la formación del Estado-nación burgués: "En todo nacionalismo burgués de una nación oprimida, existe un contenido democrático general contra la opresión; y es este contenido el que nosotros apoyamos sin restricciones, poniendo siempre aparte, rigurosamente, la tendencia al exclusivismo nacional..." ([15]).

Como queda expresado, se trata de distinguir y apoyar; nunca de hacer nacionalismo. Aunque el nacionalismo de nación oprimida resulte, coyunturalmente --y relativamente—, "progresista", no hay que engañarse, "los intereses de la clase trabajadora y de su lucha contra el capitalismo exigen una solidaridad completa y la más estrecha unidad entre los trabajadores de todas las naciones; exigen que sea infligida una respuesta a la política nacionalista de la burguesía de cualquier nacionalidad que sea" (el subrayado es nuestro) ([16]).

La postura de Lenin es precisa: se puede y se debe apoyar tácticamente un tipo de nacionalismo, pero nunca participar de él. Respecto al problema de la independencia nacional mantiene una actitud perfectamente coherente con lo que acabamos de señalar: "Nosotros luchamos sobre el terreno de un Estado determinado; incorporamos a los obreros de todas las naciones de este Estado determinado; nosotros no podemos garantizar tal o cual vía de desarrollo nacional; vamos hacia nuestros objetivos de clase por todos los caminos posibles.

Pero no se puede marchar hacia este objetivo sin combatir todo nacionalismo y sin defender la igualdad de las diversas naciones" (el segundo subrayado es nuestro) ([17]).

Esta actitud (positivismo a ultranza respecto a los movimientos nacionales) se deduje de una apreciación realista de las condiciones históricas que vivió, de una correcta comprensión socialista de los fenómenos de su tiempo. "No cabe la menor duda —afirmó a mediados de 1920— de que todo movimiento nacional no puede ser sino un movimiento democrático-burgués, ya que la masa fundamental de la población en los países atrasados la constituyen los campesinos, que representan las relaciones capitalistas burguesas" ([18]).

Como se ve, dentro de la perspectiva leninista, perspectiva de su tiempo, no aparecen más que nacionalismos burgueses. Es más: el movimiento nacional es un producto de los países atrasados.

Aceptar, pues, la letra de Lenin sobre las cuestiones nacionales supone hacer una abstracción de las condiciones concretas de nuestra sociedad y, por otra parte, implica la aceptación de toda la letra leninista, lo que os llevaría a dejar de ser un movimiento nacionalista para pasar a ser un movimiento que despliegue su actividad sobre todo el territorio de los Estados francés y español, renunciando a definirse sobre el problema de la independencia nacional. Esto es exactamente lo que hacen los P. C. español y francés. Esta solución parte de la separación idealista nacionalismo popular-socialismo.

Ahora bien, si lo que pretendéis es permanecer dentro del movimiento nacionalista popular vasco, el recurso leninista no demuestra vuestro progresismo. Las tesis referentes a las sociedades nacionales pre-capitalistas no encuentran su aplicación en la Euzkadi contemporánea. Los textos políticos (y polémicos) de Lenin no son pruebas de la validez de unas posturas estratégicas (formalmente "leninistas") que sustraídas al contexto histórico en el que fueron formuladas carecen de vigencia. La defensa del formalismo seudo-leninista (más aun cuando se presenta una parte de la obra y se oculta otra) entraña un ataque a la metodología marxista-leninista. La esclavitud de la letra cuando las circunstancias históricas que la inspiraron han desaparecido, no va más allá de un tomismo "izquierdista" que tiene escasa relación con el marxismo, con el método marxista que, fundamentalmente, se muestra como heterodoxia táctica ([19]).

Si tenéis el propósito de quedar dentro del movimiento nacional popular siendo socialistas revolucionarios no os sirve ninguna de las vías tradicionales: ni el sabinianismo ("filosófico" en la alta burguesía y "político" en la media y pequeña burguesía), ni la escolástica seudo-leninista (parcializada y abstraída). Habréis de buscar una tercera vía, que es lo que creemos haber hecho nosotros, en la existencia del proletariado vasco. Para un socialista vasco hoy no hay más alternativa que encarnarse en la clase trabajadora, en su problemática existencial, que es irremisiblemente nacionalista en tanto que existe una específica opresión nacional. ([20]).

Por el "simple" hecho de vivir una problemática nacional en un país industrializado, por el "simple" hecho de no haberse producido la revolución socialista internacional (ante cuyo supuesto se levantaron las teorías socialistas clásicas sobre la cuestión nacional), por el "simple" hecho de haberse producido en el mundo contemporáneo varias revoluciones nacionales que —a pesar de tomar cuerpo en países de escaso desarrollo— en lugar de ser revoluciones democrático-burguesas han sido revoluciones socialistas, por el "simple" hecho de que el proletariado vasco ha asumido la necesidad de construir el socialismo a la medida de Euzkadi: por todos estos "simples" hechos pensamos que es profundamente necesario revisar críticamente las diferentes acepciones del problema nacional desde una perspectiva de clase ([21]).

(20)

Si rehusamos "ver en la nación una entidad eterna y absoluta, una realidad supra-histórica independiente de las circunstancias" concretas en las que existe, de los hombres que la constituyen y de sus alienaciones, no será, tal vez, posible "analizar la cuestión nacional con una óptica de clase, haciendo uso de una dialéctica relativa y evolutiva" que nos "lleva no a negar los nacionalismos o su legitimidad sino a conceder más importancia a su contenido ("burgués" o "proletario", "democrático" o "antidemocrático", "progresista" o "reaccionario que a su forma" ([22]).

Desde un punto de vista socialista_ el nacionalismo es válido siempre ;cuando no sólo no dificulte el acceso al socialismo sino que impulse hacia su realización (esta afirmación encuentra una mayor valoración allí donde exista una más grande madurez en las condiciones para una transformación radical de las estructuras).

El nacionalismo popular, que no ea' otra cosa que el socialismo aplicado en el marco de la independencia nacional, es el origen del internacionalismo proletario, (internacionalismos proletarios). Este nacionalismo, que en los pueblos específicamente oprimidos alcanza un particular relieve, es el movimiento concreto de construcción del socialismo en nuestro tiempo.

En el nacionalismo popular la nación no aparece como un conglomerado de clases caracterizadas por su "pertenencia" a la sociedad nacional, sino como el pueblo. No es difícil comprender que, en tal caso, la lucha de liberación nacional no tenga por objeto la simple separación administrativa sin alterar las estructuras. Por el contrario, la revolución nacional popular ha de realizar "la tarea de la liberación nacional, de la independencia plena, de la soberanía ejercida de veras, de la patria liberada de todo dominio o tutela imperialista, en lo económico como en lo político..." ([23]).

En esta lucha de liberación nacional nos parece muy dudoso que la burguesía nacional (entendida como clase) colabore —tal como afirmáis—con el pueblo trabajador ([24]). Esto hoy por hoy no es una realidad. Es posible, no obstante, que ciertos sectores de la pequeña burguesía vasca se adhieran al proyecto de liberación nacional propuesto por la clase obrera. Pero no olvidemos que nuestra "sufrida" pequeña burguesía es burguesía al fin y al cabo y que la lucha de liberación nacional es una lucha entre burguesía y proletariado y que al final de ella no hay un reparto de poderes entre burguesía nacional y proletariado sino que es la clase trabajadora vasca la que se erige en directora ([25]) de la democracia nacional. Teniendo presentes estos importantes datos no se puede confiar con demasiada convicción en la potencialidad revolucionaria de "nuestra" burguesía nacional.

La liberación nacional rebasa los límites del "librarse-de" para ser un "hacerse dueños". La liberación nacional es una apropiación popular de la libertad nacional, es una construcción que el pueblo, la nación, realiza sobre la libertad. Esta concepción se pone de manifiesto en estas palabras de Fidel Castro: "Al comienzo de nuestra lucha revolucionaria, ya estábamos persuadidos de poder vencer cualquier enemigo con una sola divisa: 'Libertad o muerte'; ¿cómo no vamos a estar seguros hoy cuando la palabra libertad es sinónimo de patria y cuando nuestra divisa es 'patria o muerte'?" ([26]).

El Movimiento 26 de Julio, recién desembarcados los revolucionarios en Cuba, en noviembre de 1956, publicó un programa-manifiesto en el que se declaraba nacionalista: "El Movimiento 26 de Julio puede ser definido como guiado por un pensamiento democrático, nacionalista y orientado hacia la justicia social..." (Aparece en inglés en el libro de R. Scheer y M. Zeitlin "Cuba, an american tragedy", pág. 60; Penguin Books 1964).

Otro gran líder de la liberación nacional popular, Frantz Fanon, evocaba constantemente el peculiar significado de la liberación-apropiación. "La tesis de que los hombres se modifican en la medida en que modifican el mundo, no habrá sido nunca tan manifiesta como en Argelia" ([27]).

El nacionalismo popular de la nación oprimida, del pueblo particularizado oprimido, como vamos comprobando, es algo bien diferente del nacionalismo burgués; no sólo del de tipo expansionista, imperialista, sino también del que se produce en una sociedad nacional dependiente. La concepción del hecho nacional es opuesta de un nacionalismo a otro ya que uno y otro son la expresión consciente de dos clases antagónicas. Mientras que un nacionalismo burgués ofensivo y otro nacionalismo burgués defensivo parten de los mismos supuestos ideológicos —aunque aplicados a una situación dispar—, el nacionalismo popular parte de la comprensión de la problemática nacional desde otra perspectiva de clase. Así, el nacionalismo burgués plantea problemas de superestructuras y el nacionalismo popular investiga las causas de la opresión nacional en las estructuras socio-económicas luchando, consecuentemente, por la transformación de las estructuras que han generado la dependencia de una nación.

Los diferentes nacionalismos vascos —volvemos al manido tema de las coincidencias tácticas— se han de encontrar en algunos momentos de la lucha, no hay duda. Y nuestro propósito ha de ser el de concentrar el máximo de fuerzas frente al enemigo común (si realmente lo hay) manteniendo siempre una postura coherente con nuestros objetivos y desarrollando siempre la crítica de los planteamientos del nacionalismo burgués, al "opresor" y al "oprimido".

De no hacerlo así no podremos hablar de "alianzas tácticas", habrá que decir subordinación del pueblo vasco a la burguesía ([28]).

El nacionalismo popular y el internacionalismo popular son los movimientos —uno sólo prácticamente— a través de los cuales el socialismo se hace, se va haciendo, una realidad en la historia. El movimiento nacional popular vasco está encontrando gran oposición no sólo por parte del nazismo español sino del nacionalismo neocapitalista vasco y del nacionalismo pujadista o pequeño-burgués vasco. Las capas medias de la burguesía vasca no toleran la existencia de un nacionalismo vasco que no sea el suyo. Desplazadas definitivamente de los centros de decisión del PNV, tratan de apropiarse de la dirección del movimiento obrero vasco. La socialdemocracia chovinista está tratando de jugar ese papel en competencia con la social-democracia chovinista hispana (el problema en Euzkadi-Norte es muy otro). Las posturas reformistas de un signo u otro tienen a su favor la historia reciente (el nacionalismo vasco tradicional ha sido burgués en su planteamientos), los mitos sabinianos, la división de la clase obrera vasca, el dinero... En nuestros tiempos se está produciendo la irrupción, a nivel de masas del nacionalismo popular vasco. La operación es dolorosa por profunda. ¿Se hará el nacionalismo popular una realidad masiva?

De vosotros y nosotros depende la respuesta. Y del resultado de nuestro esfuerzo en las tareas de la instauración del movimiento nacional popular depende el éxito o fracaso de la revolución vasca.

Euzkadi, febrero 1967

 

 

APENDICE

 

Transcribimos en este apéndice las posiciones ideológicas cuyo examen crítico ha constituido el objeto de las presentes páginas.

Toda sociedad hasta la apariencia del socialismo, aparece históricamente dividida en explotadores y explotados.

En la época histórica actual y en al pueblo de Euzkadi esta única contradicción presenta dos aspectos:

Nacional: Euskaldun/Español-Francés.

Social: Proletariado/Burguesía.

Por tanto, en todo análisis objetivo de la sociedad actual vasca, deben aparecer estos dos aspectos de su única realidad.

EUSKERA.—La lengua es la piedra angular de nuestra etnia y juntamente con la conciencia nacional, la característica máxima de la nacionalidad.

Consideramos al euskera como la forma de expresión natural de Euskalerria.

Un análisis superficial de la situación del euskera podría inducir a más de uno a ver en el euskera una incapacidad para ser un vehículo de progreso y expresar el mundo moderno.

Existen tres modalidades principales de la concepción reaccionaria del euskera:

  1. Como santa reliquia a conservar sin darle un papel dinámico en la liberación nacional.
  2. Como un idioma "esencialmente" reaccionario.
  3. Considerando al idioma nacional como definitiva e irremediablemente perdido.

GRAN BURGUESIA. (Compradora y financiera).—Por su misma definición son enemigos declarados del pueblo de Euzkadi en cualquiera de las formas en que aparece. Son los ejecutantes del imperialismo internacional neo-capitalista concretado actualmente y para el pueblo de Euzkadi en el imperialismo francés y español.

Burguesía nacional. En cuanto a la revolución vasca la aprueba en su fase nacional, es decir, siempre y cuando se establezca en Euzkadi una democracia burguesa. En una fase de realizaciones socialistas, estarán ea un frente contrario y sus intereses divergirán de la revolución.

No obstante esta afirmación no ha de ser absoluta y algunos de ellos arrastrados por la dinámica nacional. continuarán a lo largo del proceso revolucionario vasco.

BURGUESIA MEDIA Y PEQUEÑA BURGUESIA.—En general la pequeña y mediana burguesía cuando hay opresión nacional con nacionalistas. Prueba de ello es que en Euzkadi acudieron a manifestaciones patrióticas en gran número: ¿Gernika, Bergara? Irún-Hendaya, Gazteiz, 1º de Mayo en Donostia, Deba, etc.

A pesar de lo que se diga, eses manifestaciones no fueron originsiss por la conciencia de clase de 'as manifestantes, asistiendo a ellas, par tanto, obreros, estudiantes, intelecto,- les, pequeño burgueses, etc.

PROLETARIO.—El que está obligado a vender su fuerza de trabajo para poder vivir objetivamente es la clase más revolucionaria y en Euzkadi la más numerosa. Sufre una enajenación en el aspecto nacional de opresión de Euzkadi por España y Francia) y en el aspecto social (explotación por la burguesía).

 

Etnia-nación-Estado

 

CONDICION OBJETIVA

base de

supone la

ETNIA

CONDICION SUBJETIVA INTERNA

Voluntad de subsistencia

crea la

NACION

GUERRA REVOLUCIONARIA represión

supone

RECONOCIMIENTO IMPLICITO

CONDICION SUBJETIVA EXTERNA

 

EJERCICIO AUTODETERMINACION

 

Sobre los términos ETNIA y NACION, ratificamos las definiciones de la cuarta asamblea: ETNIA una colectividad humana diferenciáis objetivamente de las demás. NACION: esa etnia pasa a ser nación cuando toma conciencia de que es tal etnia.

Estado: El estado en general es el instrumento de dominio de una clase por otra. Existen hoy en día dos tipos de estados principalmente: a) Estado burgués; en las estructuras burguesas el Estado es el instrumento de la burguesía. Minoritaria sobre el pueblo. b) Estado socialista: es el instrumento de la clase trabajadora destinado a eliminar la alienación burguesa y sus escuelas.

PUEBLO.—Es el oprimido. En la etapa actual es el conjunto de la nación vasca con relación al opresor: España y Francia. Es el pueblo que tiene que hacer la revolución; sólo él puede llevar a término la revolución integral.

La burguesía nacional sobre todo la pequeña burguesía, que hoy día colabora en nuestra lucha con el pueblo trabajador, es hoy EN SU PRACTICA (solamente) revolucionaria.

Existe el peligro, no obstante, de que la burguesía nacional o elementos reformistas tomen demasiada fuerza, castrando la revolución. Para evitar este peligro real, no tenemos otra salida que dar una fuerte conciencia al pueblo trabajador, mostrándole claramente los fines y el sentido de su lucha.

IDEOLOGIA Y CONCIENCIA DE CLASE.—Son estas dos nociones que no deben confundirse sino distinguirse claramente. De ello depende el que hagamos puro reformismo o verdadera revolución.

Decimos que tiene ideología de trabajador el que acepta su condición de trabajador dentro de unas estructuras burguesas. Cargado de los mitos de esa ideología, arrastrando las consecuentes alienaciones, se mueve en la vida reformista, se contenta por reivindicaciones salariales y reformas sociales, sin aspirar a un cambio radical de sus estructuras. En cambio decimos que un trabajador tiene conciencia de clase cuando es consciente de la opresión colectiva como clase, luchando contra la ideología burguesa y sus alteraciones lo que le conduce automáticamente a una actividad revolucionaria, es decir al cambio completo y total de las estructuras burguesas: económicas, sociales, políticas y culturales en pro de la desalienación total del hombre.

INTERNACIONALISMO PROLETARIO.—Entendemos por este término de internacionalismo proletario la ayuda práctica entre los pueblos de todo el mundo para conseguir entre todos los hombres una igualdad y su armonioso desarrollo, que rompa las tensiones de las desigualdades.

Este internacionalismo sólo se llevará verdaderamente a la práctica con la desaparición del capitalismo y del nacionalismo imperialista.

Por tanto, y la práctica lo exige así, el nacionalismo vasco es objetivamente revolucionario y su lucha es una aportación y una parte de la lucha del internacionalismo proletario.

Agudizado por medio de la lucha la contradicción nacionalismo revolucionario vasco e imperialismo internacional encarnado por el imperialismo norteamericano.

REVOLUCION VASCA.—Es el proceso que debe realizar el cambio radical de las estructuras político-socio-económicas en Euzkadi, por medio de la aplicación de una estrategia justa. No basta una conciencia de clase, no basta una conciencia nacional, es necesaria una toma de conciencia de clase nacional, puesto que sufrimos tanto las estructuras capitalistas como las imperialistas.

Los quehaceres de una guerra revolucionaria requieren un alto grado de formación político-social del pueblo. Como etapa previa para esta formación es necesaria una especial preparación de los militantes de ETA, que son los que deben formar al pueblo. Son armas para la revolución vasca:

  1. Toma de conciencia nacional y social.
  2. Teoría revolucionaria vasca.
  3. Puesta en práctica de esta teoría revolucionaria por medio de una estrategia basada en las condiciones objetivas de nuestro pueblo.

INTELECTUALES. La condición esencial para ser intelectual es transmitir sus conocimientos al pueblo y ponerlos al servicio de éste para su bienestar. Su papel es recoger las necesidades y deseos inconcretos del pueblo para elaborarlos en un todo sintético, darles formas y devolvernos al pueblo en forma de ideología revolucionaria popular. Su papel es dar conciencia nacional y social al pueblo.

MUJER. Un movimiento revolucionario no puede establecer discriminaciones basadas en el sexo.

FUEROS. Pensamos que en determinado momento de Euskalerria respondían efectivamente a las necesidades económicas y nacionales de la época. No somos fueristas en cuanto nos parece que es retroceder a una fase aún más atrasada que el propio estatutismo.

ESTATUTISMO. El estatutismo tiene una doble faceta:

  1. a) Es una enajenación nacionalmente: Al reconocer la soberanía española sobre Euskadi, al pedir Estatuto para el País Vasco en el Parlamento de los Estados ocupantes en vez de reivindicar la soberanía nacional de los vascos independientemente de cualquier poder español y francés.
  2. b) Es una enajenación socialmente: Ya que el Estatuto sólo puede ser la satisfactoria fórmula política para los burgueses con intereses económicos en España; burgueses que utilizan la reivindicación vasca como un chantaje ante Madrid para obtener a cambio de la soberanía nacional vasca ventajas y manos libres en las cuestiones económicas (Concierto Económico).

 

 

PARTIDO NACIONALISTA VASCO

 

Es hoy por hoy un partido superado en los aspectos: en el nacional y en el social.

En el nacional, dado que sigue reivindicando lustro tras lustro un Estado cuyo contenido hemos dejado aclarado anteriormente.

En el social, ya que patrocinan una timorata "democracia-cristiana" de contenidos totalmente burgueses y por tanto reaccionarios ante el movimiento socialista vasco.

Para sobrevivir sólo puede:

  1. a) O reivindica la soberanía nacional vasca y para ello abandona los intereses económicos que le ligan a España.
  2. b) O se dedica a esos intereses económicos traicionando su contenido vasquista.
  3. c) O desaparece por extinción.

 

 

 

[1] No ignoramos que muchos de los trabajadores residentes en Euzkadi no tienen conciencia de la problemática nacional. La mayor parte de los inmigrantes creen pertenecer a la nación española. Muchos obreros vascos comparten los conceptos burgueses del sabinianismo. En uno y otro caso se trata de una deformación de la conciencia de clase concreta, de la conciencia nacional-obrera.

[2] No sólo "descolocáis" de nuevo la "explotación de la burguesía" sino que, además, utilizáis el slogan jelkide de "España es nuestro enemigo" sin especificar se trata del Estado español (y del francés) y al servicio de quién, o del pueblo español o francés.

[3] "Para ETA, los problemas "nacional" y "social" son abstracciones de una misma realidad, creada en el desarrollo del capitalismo en nuestra patria. Y si una es la realidad, parece lógico que una sea también la lucha emprendida para modificarla" (De la "Carta a los intelectuales", Zutik! 30, pág. 7).

[4] Véase el cuaderno titulado "LAS REALIDADES NACIONALES".

[5] Aparece en el Zutik! n.° 44.

[6] La discusión de estos aspectos adquirirá mayor importancia y eficacia en la medida en que os defináis con mayor precisión. En estas páginas nos limitamos a acusar recibo de lo que puede ser una de las más grandes desviaciones de la tradición revolucionaria etarra.

[7] Bien entendido que la apelación a la guerra revolucionaria, sin más, no puede ser considerada como un planteamiento estratégico.

[8] Si nos amparamos en un párrafo como el mencionado se debe a que es el único que entra en un tema tan debatido como es el de la relación entre revolución burguesa y revolución burguesa y revolución socialista, porque es el reflejo de la "táctica de pacto de clases" defendida como un absoluto antes de la celebración de vuestra asamblea por un grupo (...)

[9] Se haya o no realizado a su debido tiempo la revolución burguesa, lo cierto es que en los años de fascismo se ha producido una mutación en el poder, en su contenido de clase y una nueva relación de fuerzas, de clases. Ya no se puede hablar de poder feudal ni de estructura feudal. Aunque sobrevivan restos de relaciones semi-feudales en algunas zonas del Estado español, a nadie le cabe duda que es la burguesía la que está en el poder. Y no cualquier burguesía. Se trata de una burguesía (o de una capa bien concreta de la burguesía) que se presenta en el poder en una fase avanzada del capitalismo. La oligarquía monopolista se ha venido apoderando del aparato del Estado (no entramos ni salimos ahora en las contradicciones internas de la gran burguesía del Estado español) coincidiendo con la maduración de una fase que podríamos denominar como vectorialmente neocapitalista. En esta etapa la alternativa democrático-pequeñoburguesa se ofrece como la expresión de los intereses de una capa social que se ha visto superada por la historia, rebasada desde dentro de su propia clase. Las propuestas políticas de esta capa social son regresivas; expresan el deseo de volver a un pasado en el que recomenzar, de buscar una situación más propia. Esta corriente de intereses produce una tendencia política que en los países donde existe una democracia Formal irrumpe en forma de fascismo (o pujadismo) y que allí donde existe un neocapitalismo totalitario vehicula sus aspiraciones estructuralmente reaccionarias con un progresismo político formal. Es obvio que casi todo el grueso de la población está en contra —como afirman los carrillistas— del capital monopolista. Si el conjunto de los exasperados no cristaliza en un "amplio movimiento de masas antifranquista" se debe, entre otras causas que no son al caso, a que la crítica del franquismo, la pequeña y la mediana burguesía la hace desde la derecha (nos referimos a la crítica de estructuras) y la clase trabajadora desde la izquierda. Por otra parte la relación de dependencia de las capas bajas de la burguesía con respecto a la gran burguesía son cada día más profundas. Confiar en la potencialidad de estas capas a la hora de hacer una revolución nos parece suicida, desde un punto de vista puramente pragmático. Cuando es el débil quien marca el ritmo, se anda despacio. En nuestra opinión, tal como ha sido manifestado en diversas ocasiones, una situación vectorialmente neocapitalista no puede encontrar más que una respuesta popular progresista que es una revolución vectorialmente socialista. Es decir, una revolución que a partir de un inmediato control del poder por la clase obrera vasca en régimen de independencia nacional y de una transformación radical de la propiedad a favor de la apropiación social de los bienes de producción y distribución y en presencia de la autogestión obrera, vaya realizando el socialismo.

[10]

[11] La masa euskaldún no es, globalmente considerada, una masa nacionalista vasca. A la inversa, los erdeldunes no son necesariamente anti-vascos o, simplemente, no vascos. Las filas nacionalistas se encuentran repletas de erdeldunes y el carlismo vasco está engrosado, en gran medida, por euskaldunes. Esta situación de separación político-lingüística fue percibida ya por el sabinianismo que inventó la palabra Euzkadi para sustituir a EuskalHerria y euskotar para reemplazar a euskaldun. Por el hecho de estar reprimido el uso del euskera se producen diferentes reacciones, casi todas ellas de tipo rebelde. Sin embargo, no podemos afirmar que todas ellas sean progresistas ya que aparecen vinculadas a un conjunto ideológico que muchas veces resulta abiertamente conservador cuando no profundamente reaccionario. Existen diferentes "soluciones" al problema del euskera; aunque casi todas signifiquen una relativa oposición al sistema que coarta su uso o que lo combate duramente, no todos son progresistas. La reacción ante la situación del euskera viene determinada por la posición sociológica de cada sector de nuestra sociedad.

[12] No será preciso aclarar que tal resolución nos obliga a utilizar todos los medios —legales, paralegales e ilegales— que estén a nuestro alcance en torno a la búsqueda de "soluciones" inmediatas que, dentro del marco de las actuales circunstancias socio-políticas, permiten aumentar la cohesión popular y eliminar tensiones, en el seno de nuestro pueblo, que sólo a la burguesía pueden favorecer. Tampoco insistiremos en la necesidad de situar críticamente el problema del euskera y sus posibles soluciones. Cualquier fetichización ha de servir a la burguesía en su política integradora. Afirmar —como hacen algunos— que el capitalismo no puede sino' buscar el genocidio lingüístico, que solamente la revolución resolverá el problema de la lengua y que cualquier reivindicación actual es reformista y antirrevolucionaria porque priva a la base revolucionaria de ciertas tensiones, no parece ser considerado sino como un radicalismo pequeño-burgués que al sublimar una realidad superestructural (la opresión lingüística, no la lengua) distrae la lucha revolucionaria y ofrece a la burguesía una valiosa clave integradora. (Cuando la exasperación llegue al máximo abrirán las puertas del euskera y muchos creerán que se ha producido una revolución).

[13] El texto en cuestión no deja lugar a dudas: os pronunciáis por la "salvación" de "algo que se muere" (no sólo del idioma, obviamente); apeláis a la "voluntad de subsistencia colectiva"... Desde luego, la utilización de este planteamiento enunciado en la IV Asamblea y prontamente superado en el período interasambleas no consigue dar a vuestras conclusiones ningún aspecto continuista pues estas concepciones conservadoras, decadentes, se encuentran en franca oposición al conjunto de las conclusiones de la IV Asamblea. El nacionalismo popular no pretende que subsistan restos de una sociedad alienada como la nuestra. Tampoco se trata de recobrar el pasado "feliz". El idioma mismo que "es salvado" sino que somos los hombres quienes nos emancipamos, quienes superamos nuestras alienaciones construyendo una Euzkadi socialista, haciéndonos dueños de nuestra sociedad, conquistando la libertad para desarrollarnos en nuestro idioma.

[14] Ocasionalmente se presenta como estatutismo. Las posibilidades políticas de esta tendencia están supeditadas, como es de suponer, a la capacidad operacional de la capa que la defiende, y la capacidad de esta capa depende directamente de su independencia. En la actualidad, la pequeña y media burguesía vasca es una capa social notablemente dependiente de la gran burguesía. La gran burguesía está dispuesta, al parecer, a conceder "algo" en el terreno de la descentración administrativa. La política "regional" postulada por el Opus Dei puede entenderse como un anticipo de lo que el post-franquismo tendrá a bien ceder.

[15] Lenin, "Notas críticas sobre la cuestión nacional", Ediciones en lenguas extranjeras, Moscú. (Escrito en 1913).

[16] Lenin, "Del derecho de las naciones a disponer de si mismos", obras escogidas en tres tomos, Ed. en lenguas extranjeras, Moscú (escrito en febrero-mayo de 1914).

[17] Lenin, op. cit.

[18] Lenin, Informe de la Comisión de las Cuestiones Nacional y Colonial al II Congreso de la Internacional Comunista, 26 de julio de 1920. El positivismo de Lenin ante la problemática nacional se refleja profundamente en el siguiente párrafo: "Por cuanto existen residuos de problemas no resueltos por la revolución burguesa, somos partidarios de que se resuelvan. Ante el movimiento separatista somos indiferentes, neutrales" (discurso sobre el problema nacional, VII Conferencia del POSDR de toda Rusia, 29 de abril de 1917). Esta rigidez referente a la necesidad de "llenar" la revolución burguesa, incluyendo en ella la resolución de los "problemas nacionales" fue criticada a menudo por Fanon al negar la necesidad de una "etapa burguesa" que se convertía en afianzamiento de la dependencia nacional. La mejor crítica, en fin, la ha hecho la revolución cubana.

[19] "El marxismo ortodoxo no significa una adhesión ciega a los resultados de la investigación de Marx, una "fe" en tal o cual tesis, no es la exégesis de un libro "sagrado". La ortodoxia en materia de marxismo se aplica únicamente al método. Este método es la convicción científica de que, con el marxismo se ha encontrado el justo método de investigación, que este método puede ser seguido, desarrollado, profundizado solamente en el sentido indicado por sus fundadores, y que toda tentativa por superarlo' no ha llevado más .que a aplanarlo, a banalizarlo, a hacerlo ecléctico..." (Lukacs) (citado por Lelio Basso en "La methode dialectique de Rosa Luxemburg", Revue Internationale du Socialisme, N. 1617, nov. 1966, pág. 529).

[20] Resulta necesario insistir en la relación que el método marxista descubre entre EXISTENCIA y CONCIENCIA, entre CLASE o IDEOLOGIA, recordando que se trata de una relación de causa a efecto realizada original y dinámicamente siguiendo el sentido indicado.

[21] Respecto a la caracterización del nacionalismo popular no nos extenderemos demasiado en este escrito dado que, desde la IV Asamblea, se ha orientado en este sentido. una buena parte de la labor editorial, llevando a la práctica teórica las cuestiones básicas de la "ideología integrada" o totalizadora. El último cuaderno publicado ("Las Realidades Nacionales") pretende ser una introducción general al problema; en él se puede encontrar una ampliación de lo aquí expuesto.

[22] Jean-Pierre Viennot, "Le Mouvement National Kurde", Orient, n.° 32-33.

[23] Blas Roca, "Desarrollo histórico de la Revolución Cubana", Informaciones de Cuba, n.° 7, julio 1964.

[24] Reproducimos vuestro párrafo: "la burguesía nacional, sobre todo la pequeña burguesía, que hoy día colabora en nuestra lucha con el pueblo trabajador es hoy EN SU PRACTICA (solamente) revolucionaria". ¿Cómo se puede ser revolucionario "en la práctica" solamente?, ¿no creéis que si la pequeña burguesía fuera revolucionaria las cosas habrían cambiado mucho?, ¿cómo habéis comprobado que la pequeña burguesía colabora con la clase trabajadora? (Nuestro conocimiento de la realidad vasca nos permite apreciar que la pequeña burguesía trata de arrastrar a ciertos sectores de la clase obrera para que secunden su política, lo cual dista mucho de vuestra apreciación). ¿No querréis decir que algunos pequeños burgueses colaboran con los movimientos abertzales progresistas vascos? En tal caso es impropio confundir a esos pequeños burgueses con su clase.

[25] "Los trabajadores dejaron de ser la clase explotada para ser la clase que rige los destinos de la nación" (Fidel Castro, Discurso del 1.° de Mayo de 1962. Reproducido en Obra Revolucionaria, n.° 15).

[26] Fidel Castro. Discurso del 5 de marzo de 1960. Traducido del texto francés aparecido en Etapes de la révolution cubaine, pág. 123 (recopilación efectuada por Michel Merlier). Maspero, París 1964.

[27] Frantz Fanon, "Sociologie d'une révolution", pág. 16, Maspero, París 1966.

[28] Un miembro del FLN vietnamita —cuya política nadie puede calificar de "izquierdista"— destaca la lucha que su pueblo ha llevado contra la "fábula del patriotismo" de los Ngo Dinh Diem, los Sygman Rhee, los Abdul Rahman, los Mobutu, los Thsombé... "Para un pueblo así, no fue más que un juego poner al desnudo desde los primeros días la mistificación americana del 'nacionalismo', de la 'independencia' y de la 'democracia' (Nguyen-van-Hieu, "La `Guerre speciale', developpement du Neo-colonialisme", Ed. en lenguas extranjeras, Pekín 1965).

Un israelita comenta en los siguientes términos las consecuencias de una política social-chovinista en la lucha de liberación nacional. "La izquierda israelita no ha podido, no ha sabido, no ha querido impedir la corrupción de su ideal. No ha sabido poner en evidencia y radicalizar la problemática de clases en Israel. Es idealista, no es revolucionaria y la juventud en su mayor parte es hoy chovinista, militarista y racista-nacionalista" (S. Misrahi, en una carta dirigida a Partisans; pág. 76, n.° 22).

(Nuestras referencias a los teóricos del Tercer Mundo pretenden aportar algunas orientaciones teóricas. En modo alguno tratamos de defender nuestras concepciones estratégicas con alusiones a experiencias tan lejanas de la nuestra. Antes hemos condenado la utilización de textos polémicos y tácticos en circunstancias diferentes a las que determinaron su elaboración.)

NOTA: Este trabajo ha sido realizado por encargo de la O. P. Su carácter crítico-experimental impide que las formulaciones aquí emitidas puedan ser consideradas como oficiales.