Comunista. Nació en Bilbao el 8 de diciembre de 1926 y falleció en Oviedo el 21 de diciembre de 2009. Luchador comunista desde 1946 y responsable de agitprop del País Vasco, permaneció durante ocho años en las cárceles del franquismo.

Asentado en Oviedo desde 1968, ciudad que le declaró hijo adoptivo en 2004 («Al recibir el nombramiento de hijo adoptivo de la ciudad de Oviedo»), fue miembro del Comité Federal del Partido Comunista de España, presidente de la Fundación Isidoro Acevedo, y patrono fundador de la Fundación Gustavo Bueno.

Colaborador de El Basilisco desde el primer número de la revista («Notas inéditas sobre el Congreso de Barcelona»), publicado en 1978, mantuvo en El Catoblepas la sección «Desde mi atalaya» desde 2002, el mismo año en que se fundó esta revista.

A consecuencia de las complicaciones derivadas de una infección adquirida en un viaje a Irak, su salud se fue resquebrajando en los últimos años: quizá su último texto publicado fue una «Carta abierta al camarada Gaspar Llamazares» de septiembre de 2008. La ciudad de Oviedo honró a Laso instalando su capilla ardiente en el Salón de Recepciones del Ayuntamiento de Oviedo, donde el miércoles 23 de diciembre de 2009 tuvo lugar la ceremonia civil de la despedida de sus restos, posteriormente incinerados. Siete años antes, el 20 de diciembre de 2002, en la Sala Príncipe del Ayuntamiento de Oviedo, Gustavo Bueno presentó su libro de memorias políticas, De Bilbao a Oviedo pasando por el penal de Burgos (Pentalfa, Oviedo 2002). 

Fue “niño de la guerra” en Francia y, en 1947, se afilio al PC, partido en el que militó hasta su muerte. Como consecuencia de su trabajo clandestino, fue detenido en varias ocasiones. En 1952, sufriría la primera de sus tres detenciones policiales. Dos de ellas a manos de la Brigada Político-Social de Madrid, actuante en el País Vasco como Brigada Volante. Dicha Brigada dependía del antiguo Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, entonces ya de Espionaje y Comunismo, cuyo juez instructor era el célebre coronel Enrique Eymar Fernández. Sería entonces cuando conocería por vez primera la rudeza de los puños de Morales, que poco tiempo después sería su torturador.

Sólo dos años más tarde, en 1954, sería otra vez detenido. En esta ocasión, por el Servicio de Información de la Guardia Civil. Sin embargo, dada la impericia de la Benemérita en tales menesteres por entonces, José María conseguiría ocultar la efectiva reorganización del PCE en el País Vasco, permitiendo así que ésta continuara. A su salida de la cárcel, tras un mes de cautiverio, sería nombrado Secretario de Agitación y Propaganda en el Comité provincial de Vizcaya. Llegado 1958 se produce su tercer y más prolongado ingreso en la cárcel. Le juzgaría el Tribunal Especial para Actividades Extremistas, nuevo nombre del viejo tribunal que por dos veces ya le había encausado, siendo condenado por este a 12 años de reclusión por el delito de Rebelión militar. Dicha sentencia había sido precedida por veintidós días de torturas que José María soportó sin doblegarse ante el intento de que delatara a sus camaradas. En reconocimiento a ello, el VI Congreso del PCE, celebrado en Praga en 1960, le nombraría miembro suplente de su Comité Central.

Fue encarcelado en la prisión de Burgos, donde permaneció hasta 1964. Activo participante en las actividades culturales que la organización del Partido promovía (conferencias, actividades formativas, tertulias literarias…), justificando la denominación que entonces se le dio de “Universidad de Burgos”. En 1963, con motivo de la elección del cardenal Montini, que adoptaría el nombre de Pablo VI, como sucesor de Juan XXIII, le es concedido el indulto.

En 1968 se trasladó a Asturias por motivos laborales, desempeñando importantes tareas de dirección dentro del Partido. Autodidacta notable, cursó tardíamente estudios de Derecho y se convirtió en incansable animador de la vida cultural ovetense, desde asociaciones como el Club Cultural de Oviedo, Tribuna Ciudadana, la Sociedad Asturiana de Filosofía o la Asociación Cultural Isidoro Acevedo, de la que fue fundador y principal inspirador. Su contribución a la cultura de democrática de la región le hizo acreedor de diversos reconocimientos, como el de hijo adoptivo de Oviedo.

Profundo conocedor y eficaz divulgador del marxismo en general y de la obra de Gramsci en particular, publicó numerosos libros y artículos en las que siempre brillaban su cultura enciclopédica y su insobornable compromiso intelectual y político.

Hombre de diálogo y de fuertes convicciones, deja en quienes le conocieron una huella imborrable. Como epitafio, bien podrían servir aquellas palabras que le dedicara su camarada y amigo Marcos Ana, en un homenaje que le brindaran sus compañeros en Burgos, con motivo de su 33 cumpleaños: “Y en la palabra pura de tus ojos/el sol de otro paisaje rafaguea”.

Falleció en Oviedo el 21 de diciembre de 2009.