Por qué estamos por un Estado socialista vasco
1973
HE AQUI el documento central aprobado en la primera parte de la VI Asamblea de ETA, celebrada en Hazparne en agosto de 1973. La segunda parte de aquella Asamblea no se reuniría hasta enero del año 75.
Nuestro objetivo fundamental es la creación de un Estado Socialista Vasco dirigido por la clase trabajadora de Euskadi como instrumento para alcanzar una sociedad vasca sin clases, una Euskadi auténticamente comunista; como instrumento —en suma— para nuestra total e íntegra liberación como trabajadores vascos.
En el plano social, nuestra lucha liberadora se desarrolla y viene enmarcada desde una perspectiva revolucionaria de clase, desde la perspectiva más consciente y auténticamente revolucionaria: la comunista.
En el plano nacional, luchamos por la liberación de Euskadi desde una perspectiva independentista; lo que ciertamente nos distingue de muchas otras organizaciones socialistas. Pero el abanico de corrientes pro-independentistas en nuestro país es amplio, abarcando a diferentes clases. Lo que es determinante, lo que da la impronta reaccionaria o revolucionaria a tal reivindicación, es su contenido, lo que en realidad ha condicionado a unos y otros para posicionarse en tal sentido.
Nosotros no somos independentistas porque creamos que españoles y franceses nos roban dinero y lo mejor de nuestra juventud y busquemos edificar una sociedad vasca opulenta, ni porque los vascos seamos superiores y no nos convenga tener contacto alguno con maketos, belarrimotzas o cosas por el estilo, ni condicionados por el odio étnico que España y Francia nos tiene, etc. ... Todo lo contrario: si éstas fueran las únicas razones que justificasen la independencia de Euskadi, si no existiesen otros motivos, nos opondríamos con todas nuestras fuerzas a tal reivindicación por burguesa, racista y cabalmente reaccionaria.
Nosotros somos independentistas porque creemos que nuestro problema como trabajadores vascos, nuestro problema como clase explotada en un contexto de pueblo nacionalmente oprimido, no puede solventarse dentro del marco español o francés; ciertamente que nuestra liberación como clase sería viable en el marco de un Estado Socialista Español o Francés. Pero en nuestra opinión, sólo un Poder Político Independiente en nuestras manos, es decir, sólo un Estado Socialista Vasco podrá garantizar la resolución de la otra cara del problema, nuestra liberación como miembros de una comunidad nacional oprimida: Euskadi.
Las razones que nos mueven a posicionarnos en tal sentido son:
—el hecho de que el problema nacional vasco, al englobar tan lo a Euskadi Norte como a Euskadi Sur, desborda los marcos estatales español o francés.
— el convencimiento de que el problema cultural del Pueblo Vasco no puede ser resuelto desde una perspectiva no vasca; aunque pretendidamente internacionalista.[1]
Vayamos pues por partes:
La solución al problema nacional vasco exige la resolución a la opresión cultural, es decir, a la cuestión de la lengua y del conjunto de la cultura del Pueblo Vasco.
Partamos del principio que tal problema exige, desde un punto de vista revolucionario, la consecución de la igualdad real entre todas las lenguas y culturas, o, dicho en otros términos, la desaparición de la menor desigualdad o discriminación entre ellas. Nosotros mantenemos que entonces la paridad lingüística sólo será viable y real en Euskadi mediante la euskerización de nuestro país, es decir, mediante la transmisión de la lengua nacional vasca al conjunto de la población de Euskadi. Esta será la única situación de bilingüismo auténticamente revolucionario. El resto de las soluciones proyectadas para la resolución del problema lingüístico y cultural vasco, representadas por programas tales como «bilingüismo de opción» y otros —rebosantes de formulaciones tan vagas y abstractas como «libertad para el euskara», rehúyen el enfrentamiento con la raíz de tal cuestión. En efecto, tales programas, no apoyando la total y completa euskerización del Pueblo de Euskadi, no logran extraer a la lengua nacional vasca de la situación de inferioridad en que se encuentra, limitándose a mejorar, pero no a acabar con tal estado de cosas.
Quienes preconizan soluciones de tal género parecen olvidar que sus ciertamente modestos objetivos dejarían al euskara en situación de diglosia[2] respecto al español (o francés), colocándose de este modo en franca contradicción con sus proyectos iniciales de paridad e igualdad revolucionaria para nuestra lengua nacional.
Por otra parte, cada lengua confiere una visión del mundo y de la sociedad particular, distinta. Ciertamente que tal estructuración del pensamiento queda relegada a un segundo plano por la aportación resultante de la pertenencia a una determinada clase; es decir, el entramado mental mediante el cual descomponemos e interpretamos de una forma determinada la realidad tiene un origen principal en nuestra extracción de clase. Pero decimos principal y no único, porque la contribución de la lengua, a pesar de tener un carácter secundario, no puede despreciarse, a riesgo de caer en la liquidación pura y simple de la impronta nacional de cada proletariado. Tal visión nos desmarca así mismo del esencialismo lingüístico, puesto que afirmado dicho entramado mental no es aséptico a la lucha de clases, superamos el error idealista de sublimar el papel de la lengua en base a la abstracción del rol que juega cada clase.
Nuestro Pueblo debe optar por la independencia como única vía que garantice la resolución correcta y completa a su problemática específica |
Afirmamos entonces que nuestra realización total e integral, como trabajadores vascos solamente será posible cuando se nos devuelvan íntegramente los mecanismos de apropiación lógico-simbólicos que se nos han arrebatado, cuando contrarrestemos los efectos de la opresión recuperando totalmente la manera de ver e interpretar la realidad vasca (euskaldun), desde una óptica indudablemente comunista.
Todo ello implicaría un inmenso y gigantesco esfuerzo cultural: construcción de ikastolas revolucionarias en todos y cada uno de los rincones de nuestros país, encauzamiento revolucionario al euskara de toda la clase trabajadora y del resto del Pueblo de Euskadi partiendo de una situación de diglosia respecto a nuestra lengua, unificación literaria del euskara, implantación de métodos pedagógicos revolucionarios en las ikastolas populares, programación de planes de enseñanza populares vascos, edificación de una Universidad Popular Vasca, alfabetización de los euskara-parlantes, analfabetos, etc. . . Este programa —que supondría la efectiva re-euskarización de Euskadi— no puede ser llevado a cabo sino desde una perspectiva que asuma íntegramente la verdadera colosal dimensión del problema cultural vasco.[3]
Y para ello es necesario un Estado Socialista Vasco.
Porque en un Estado Socialista Español que englobase a Euskadi Sur la solución a este inmenso problema se vería muy posiblemente condicionada a la de problemas de carácter básico, primario como el subdesarrollo de las zonas marginadas, la elevación del nivel de vida del Pueblo español, el desarrollo de las fuerzas productivas, etc. Todo ello podría conllevar la postergación de la solución a la cuestión vasca hasta la resolución de tales problemas. Por otra parte, no existen garantías de que las organizaciones que empuñasen los mandos de tal Estado comprendieran en su verdadera dimensión nuestro problema nacional y obrasen en consecuencia. De hecho, los programas de las actuales vanguardias españolas cara a la cuestión vasca no contienen sino soluciones parciales e incompletas que —si bien a ellas les parecen satisfactorias— nos conducirían inevitablemente a la diglosia.
Todo ello posiblemente acarrearía funestas consecuencias cara a las relaciones entre ambos pueblos: no tardarían en aparecer corrientes de chovinismo vasco anti-español entre el Pueblo de Euskadi, como lógica y legítima reacción a la presumible consternación de la solución a nuestro problema nacional. Tales corrientes no tardarían en generalizarse y consolidarse como consecuencia de la frustración que para todo nuestro Pueblo supondría ver injusta y definitivamente diferida la solución a su problema nacional —problema auténticamente importante para él como ha quedado patentizado en mil ocasiones— mediante la aplicación de los incorrectos programas que las vanguardias españolas tienen preparados para la resolución de la cuestión vasca.
Para evitar todo ello, es decir, tanto para no demorar un instante la resolución a consecuencia del problema nacional vasco en su faceta cultural, como para por ello mismo poder abortar toda posible erupción de chovinismo de funestas consecuencias y resultados para la revolución proletaria vasca y española, creemos que nuestro Pueblo debe optar —y el Pueblo español debe comprenderlo así— por la independencia como única vía que garantice totalmente (es decir: sin lugar a dudas) la resolución correcta y completa a su problemática específica.
Por ello estamos por un Estado Socialista Vasco.
Existe así mismo otra realidad que —a nuestro entender— apoya la lucha por un Estado Socialista Vasco; el hecho de que el problema nacional vasco desborda los marcos estatales español y francés; en ambos casos, existe una franja de territorio vasco que queda fuera de sus respectivos dominios, englobada en uno y otro caso dentro del entramado estatal vecino. Tal problemática no es asumida por ninguna de las vanguardias revolucionarias de España o Francia: para las primeras, el hecho nacional vasco se circunscribe exclusivamente a Euskadi Sur o, en ciertos casos, a Bizkaia, Araba y Gipuzkoa; para las segundas, a Euskadi Norte, cuando no consideran que tal problema es inexistente.
Euskadi Norte con 200.000 habitantes, vive marginada social y económicamente por la política económica parisina, condenada a desaparecer como comunidad nacional en el marco político-cultural-económico del Estado francés; la situación de pobreza y abandono en que la parte norte de nuestro país se encuentra es consecuencia de una larga serie de trabas estructurales y no meramente coyunturales. Es decir: los flujos económicos determinantes de tal situación tienen un carácter profundo, estable.
Por otra parte, la incomprensión de la problemática nacional de Euskadi Norte por parte de las vanguardias francesas es total. No se trata pues de concepciones erróneas, de asumir sólo parcialmente la complejidad de nuestros problemas específicos —como sucede con las vanguardias españolas—, sino de la liquidación pura y simple de tal problema, considerándolo inexistente.
Por ello, el Pueblo Vasco del Norte ha comprendido que no tiene sino una alternativa de liberación y realización: éstas serán posible únicamente en el marco de un Estado Socialista Vasco que englobe a Euskadi Norte y Sur en un aparato político único; todas sus esperanzas de desarrollo social y nacional están centradas pues en el empuje que les ofrecería el impulso y la potencia de Euskadi Sur.
Ello implicaría la rotura de la unidad forzada de mercado impuesta por la oligarquía española, con vistas a la estructuración y articulación de nuevos flujos y circuitos económicos orientados hacia Euskadi Norte que garantizasen su permanencia y realización como comunidad social; lo que exigiría un autonomía total por nuestra parte, trabajadores de Euskadi Sur en materia de política económica. Y tal independencia a la hora de las decisiones sobre la orientación de nuestras posibilidades económicas presupone un Poder Político Propio e Independiente, un Estado en manos de los trabajadores de Euskadi, un Estado Socialista Vasco.[4]
Este es nuestro segundo argumento en pro del Estado Socialista Vasco.
El Estado Socialista Vasco —por fin— no tendrá una existencia perpetua: lo necesitaremos únicamente mientras estemos empeñados en la resolución de nuestro problema nacional y en la reconstrucción económica y social de Euskadi Norte. Una vez cumplidas estas tareas, la existencia de un Estado autónomo para el Pueblo Vasco habrá dejado de tener sentido.
A consecuencia de ello, en tal momento nuestro deber internacionalista será unirnos en pie de igualdad con todos los pueblos y proletarios del mundo —comenzando por los más próximos— para proseguir la edificación de la sociedad mundial sin clases.
Como revolucionarios comunistas que somos, luchamos contra toda opresión; luchamos pues contra la opresión nacional. Y, por ello mismo, estamos por la Independencia de Euskadi, por un Estado Socialista Vasco. Lo único que nos mueve a ello es la convicción plena de que de otro modo no obtendremos la respuesta correcta a la cuestión que nos plantea nuestra existencia como Pueblo Vasco oprimido, explotado y dividido. Absolutamente esto y nada más.
¿Quién puede dudar de que obrando en tal sentido no pretendemos sino ser revolucionarios honrados?
NOTAS
[1] Un proletariado de nación opresora se comporta —a nuestro juicio— con sentido auténticamente internacionalista con un pueblo oprimido cuando las relaciones entre ellos se establecen en base a la decisión por parte del primero de no inmiscuirse en absoluto en la elección del futuro del Pueblo oprimido, considerando que tal elección le atañe exclusivamente a éste.
[2] Diglosia: Situación en la que, a pesar de la libre coexistencia e igualdad formal entre dos o más lenguas, una de ellas conserva un puesto privilegiado en base a su importancia y frecuencia de uso —heredadas de situaciones de desigualdad anteriores—, manteniendo prácticamente en situación de inferioridad y opresión al resto de las lenguas, en franca contradicción con el bilingüismo oficial. La diglosia, que perpetúa las desigualdades y opresiones nacionales, es la situación dominante hoy en Lituania, Moldavia y otras repúblicas no-rusas de la URSS.
[3] Queda entendido que tal programa garantizará un respeto efectivo de los legítimos derechos de las minorías nacionales en Euskadi, es decir, de la masa de españoles, franceses, gallegos, etc., que libremente opten por no integrarse de lleno en la realidad nacional vasca.
[4] Esto de ningún modo significa —y quien así lo entienda se equivoca—un corte radical con todos los hilos económicos que hoy nos unen al resto del Estado español, movidos por el ánimo de abandonarlo a su suerte, guardando para nosotros solos todo el potencial económico de Euskadi: tal actitud sería indigna de comunistas, por chovinista, burguesa y anti-internacionalista. Nuestra obligación corno revolucionarios es volcarnos en colaborar a la edificación del socialismo allí donde necesiten nuestra ayuda. Por ello, los otros pueblos del Estado, por su situación inferior y problemático desarrollo, junto con lo que habrán supuesto para nuestra propia liberación, deben recibir todo el apoyo del Pueblo Vasco.