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Fines y medios en la lucha de liberación  nacional (1974):

Jose Luis Zalbide.

1969

 

 SUPLEMENTO DE IRAULTZA 1

 

NOTA AL "SUPLEMENTO DEL IRAULTZA"

Este trabajo, elaborado en el verano del 69 por un militante encarcelado, aparece citado junto con otros ("A los revolucionarios vascos, etc.) en el Zutik núm. 53 de ETA Iraultza ala hil como de escasa difusión. En realidad, aunque circularon algunas copias entre la dirección surgida tras la caída de Artecalle, no llegó a ser editado entre las ponencias para la VI Asamblea.

La reproducción que ofrecemos a continuación, corresponde a la edición fechada en noviembre de 1970 por el grupo que no aceptaba la VI Asamblea del 70, grupo que sería conocido, como se viene indicando, bajo la denominación de ETA-V.

J.E.

  

Fines y medios en la lucha de liberación  nacional (1974): Jose Luis Zalbide.

 

Una reedición del trabajo “Hacia una estrategia revolucionaria” y las criticas que en su día hicieron al primer texto tanto Emilio López Adam, Beltza, como Federico Krutwig.

Después de hacer un pormenorizado estudio desde fuerismo hasta la primera parte de la V Asamblea, Zalbide apuntaba que la supervivencia de ETA estaba en el trabajo de masas a través de organizaciones paralelas que pudieran superar el acoso constante de la represión.

Los sindicatos, solo podían desplegar una estrategia de minorías, pues los limites del Régimen eran tan estrictos que la actividad se hacia prácticamente nula.

La lucha armada podría romper ese bloqueo, pero sin adquirir un carácter ofensivo, pues de lo contrario se llegaría a que el enfrentamiento pareciese “una guerra privada entre ETA y el Estado español”.

Para Zalbide el modo de superar estos peligros de aislacionismo se  encontraba en generar una espiral, “acción-represión-acción”, que lograse involucrar al pueblo en los objetivos y estrategia de ETA.

Los hechos demostraron que ETA era incapaz de superar la represión con la rapidez necesaria para que la espiral “acción-represión-acción” continuase activada. Algunos años después, desde ETA se diría que esta espiral debería ser denominada “acción-represión-reestructuración”, pues  las grandes ofensivas represivas debilitaban, habitualmente, el esqueleto de la organización armada.

A pesar de todo, los argumentos de Zalbide ofrecían un planteamiento militar táctico lejano a las tesis defendidas por Federico.

 

Criticas de Krutwig:

Krutwig y Julen Madariaga, ambos habían querido trasplantar a Euskadi el enfrentamiento abierto de los grupos guerrilleros de liberación del llamado tercer Mundo.

 

Criticas de Emilio Lopez Adam, Beltza:

Centraba su critica en los análisis que hacia Zalbide sobre el origen de ETA y el papel político que jugaba el nacionalismo histórico. ETA habrá entrado de lleno en la campaña Batasuna y posteriormente en la convergencia del Frente Nacional. Por ello, para Beltza, el PNV, mas  que un reflejo de la pequeña y mediana burguesía, como afirmaba Zalbide, era “vasco y patriota y, por eso, y no por su ideología burguesa, es una fuerza progresista que ha de integrarse en un frente común con el proletariado nacional”. Toda una interpretación maoísta para Euskal Herria.

 

 

NOTA AL LECTOR

Este estudio —"Fines y Medio en la lucha de Liberación Nacional”— tenía que haber sido publicado hace exactamente un año. Constituye la segunda parte del trabajo aparecido en IRAULTZA, titulado «Hacia una Estrategia Revolucionaria Vasca», cuyo autor, K. de ZUNBELTZ, nos es ya conocido

Si no ha aparecido, es porque fue boicoteado por el equipo liquidacionista españolista (tendiendo a liquidar nuestro combate por la LIBERACION NACIONAL: Independencia, reunificación de Euskadi Norte y Sur, euskaldunización), que ha sido recientemente expulsado de E.T.A. (Septiembre 1.970).

Las razones de tal boicot son evidentes, según lo verificara el propio lector. Zunbeltz, además de enfocar su trabajo desde una perspectiva revolucionarla auténticamente nacional —VASCA—, critica severamente una serie de errores —creemos que muy objetivamente— cometidos por E.T.A. (bajo la dirección precisamente del grupo expulsado), particularmente en el periodo que va de Agosto 1.968 (educación de Manzanas) hasta Mayo 1.969, es decir, hasta el momento en que fueron escritas las ultimas líneas del estudio que ahora publicamos. Este está fechado el 1 de Junio de 1.969, lo cual explica ciertos vacíos y la precipitada interpretación de algunos hechos ocurridos inmediatamente antes, como los de Artecalle y Mogrovejo.

Desde entonces acá ha llovido bastante. Sin embargo, es interesante constatar hasta que punto se han cumplido, si no todas, algunas de las predicciones del autor; o, si se prefiere, hasta qué extremo se han confirmado sus temores.

Así pues, pese al retraso con que lo damos a conocer, estimamos conveniente y oportuno sacarlo a la luz. Continuamos creyendo necesario que nuestro pueblo conozca nuestros fallos, sea cual fuere el equipo que en cada momento detenga la máxima responsabilidad de E.T.A. El mero hecho de que nuestros conciudadanos estén al tanto de nuestras debilidades y crisis, es para ellos una manera más de PARTICIPAR en el proceso general de LIBERACION de Euskal Herria, a la vez que una prueba de nuestra fe y confianza en nuestro pueblo.

Las especiales circunstancias del momento que atravesamos, así como la consiguiente premura de tiempo, no nos permiten plazo suficiente para —junto con otros materiales— sacarlo en IRAULTZA n° 2. Es la causa por la que, sin aguardar a mas, hemos tirado adelante publicándolo bajo la forma del presente suplemento a IRAULTZA I.

Última observación. El original de K. de Zunbeltz, por motivos puramente técnicos, nos llegó defectuoso: bastantes palabras y hasta algunas frases eran materialmente ilegibles. Hemos cubierto los huecos lo mejor que nos ha sido posible, basándonos para ello en el sentido general del contexto en que se hallaban. De haber errores, sepan ya desde ahora excusarnos tanto el lector como el autor.

Euskadi Ta Askatasuna (E.T.A.)

Noviembre de 1.970

 

HACIA UNA ESTRATEGIA REVOLUCIONARIA VASCA

 

Segunda parte (la primera fue publicada en IRAULTZA)

FINES Y MEDIOS EN LA LUCHA DE LIBERACION NACIONAL

   

Lo que diferencia la actividad del hombre de la de los animales es la responsabilidad de sus acciones. Una araña tejiendo su complicada tela no va persiguiendo ningún fin; sus movimientos no responden mas que a un movimiento de reflejos instintivos. En cambio, en el hombre, a medida que la actividad le viene consciente, va apareciendo con mas claridad en su tarea una serie de movimientos que se dirigen a un fin determinado, al mismo tiempo que toma conciencia del fin que persigue; el hombre descubre también los medios mas adecuados para alcanzarlos.

La lucha revolucionaria vasca ha surgido impulsada por la conciencia nacional. Pero a su vez esta conciencia nacional parcial y poco consciente al principio, va completándose y haciéndose mas racional, impulsada por las necesidades de la lucha en su desarrollo. De este modo, la lucha misma va tomando cada vez mas como actividad consciente el pueblo vasco oprimido. En esta medida se van descubriendo los fines de la lucha y con ellos los medios adecuados para alcanzarlos. Fines y medios se condicionan mutuamente y cambian de papel: los fines se convierten en medios y los medios en fines. Es esta relación viva de los fines con los medios de nuestra lucha, que vamos a tratar de analizar en las páginas que siguen La finalidad general de la actividad revolucionaria vasca ya se estudió en la primera parte de este trabajo.

El fin de la lucha revolucionaria vasca en Euskadi Sur es la destrucción del aparato del estado español en el territorio nacional vasco. Vimos entonces que es esta una confrontación fundada en el contenido objetivo de la lucha el cual tiene, de un lado, un  carácter social de enfrentamiento de las clases populares vascas con la oligarquía monopolista española y, de otro, un carácter nacional. Por el cual la lucha revolucionaria de esas clases populares se inscribe en el marco geográfico y étnico cultural de Euskadi, mostrando un carácter nacional específicamente vasco y no español-francés que de ese doble carácter, mejor dicho, de sus condiciones que determinan ese doble carácter, debido a la necesidad de que la lucha revolucionaria vasca tenga por finalidad principal la destrucción del aparato del estado español en territorio vasco, a fin de que el estado vasco revolucionario que lo constituya culmine la revolución en los distintos frentes: expropiación de la propiedad de la oligarquía imperialista y sus agentes, institucionalización democrático-popular de Euskadi, euskaldunización de la nación vasca, etc..

No es necesario detenerse más en el contenido de la revolución vasca y sus distintos aspectos. Nos interesa la finalidad de la actividad revolucionaria, la destrucción del aparato estatal en territorio vasco. Es la finalidad principal de la actividad revolucionaria; por consiguiente, todas las demás finalidades de la lucha, tales como la euskaldunización del pueblo vasco, su formación política, su organización, etc. deben subordinarse a ella.

En ninguna actividad humana pueden coexistir varias finalidades principales; pues al realizar cualquier acto en prosecución de una, la otra le quedaría subordinada, con lo cual dejaría de ser principal. Siempre existe una finalidad principal y todas las demás se subordinan a esta. Eso no significa naturalmente que las finalidades subordinadas no sean importantes o que sean secundarias por naturaleza. La finalidad que en una base es secundaria y está subordinada a otra, en una fase distinta se convierte en principal. O dentro de una misma fase, la finalidad que es secundaria en el marco de la actividad general puede ser la principal en un contexto particular. Por ejemplo, la euskaldunización del pueblo vasco es una finalidad muy importante de la lucha revolucionaria vasca y constituye una faceta esencial en la revolución vasca. Sin embargo, mientras el pueblo vasco se encuentre bajo la represión imperialista y sin el control de los medios de difusión, educación, etc. actualmente en manos imperialistas, la euskaldunización deberá subordinarse a la finalidad principal de la lucha revolucionaria que es la destrucción del aparato de opresión imperialista. No es que las tareas de euskaldunización deban dejarse para después, sino que tienen en esta fase un carácter subordinado, esto es, al servicio de las necesidades que imponga la finalidad principal. En una fase posterior, cuando los instrumentos políticos, económicos y culturales se encuentren en manos del pueblo, la finalidad que hoy es secundaria pasara a ocupar un puesto principal en las tareas del pueblo y del estado revolucionario vasco.

La finalidad principal de la actividad revolucionaria que estamos estudiando es al mismo tiempo la de carácter mas general. No olvidemos que la actividad revolucionaria se desarrolla en muy diversos campos. Por consiguiente, existen finalidades de carácter más particular y otras de carácter mas general. Por ejemplo, la finalidad de confeccionar una octavilla es mas particular que la de enfrentarse con éxito a la policía en la manifestación convocada mediante la octavilla. Asimismo, la finalidad de una acción decidida en una mesa de herrialde tendrá, por lo regular, un carácter mas general que otra decidida a nivel de irurko. La finalidad mas general de todas, esto es, la que comprende dentro de sí todas las finalidades particulares de lucha, es naturalmente la que se refiere a la lucha revolucionaria como una actividad global del conjunto de fuerzas revolucionarias en la totalidad del proceso revolucionario. Indudablemente no existe dentro del proceso revolucionario una finalidad de carácter mas general que la destrucción del aparato opresor de Euskadi, pues cuando esta finalidad se realice, el proceso de lucha revolucionario habrá concluido. Bien es cierto que respecto a la revolución vasca esta finalidad es particular, pues la finalidad mas general de la revolución vasca es la plena autodeterminación nacional del pueblo trabajador vasco en todos los campos. Pero esa finalidad no nos interesa aquí debido a que la estrategia revolucionaria es el objeto de este trabajo; se refiere exclusivamente a la lucha contra el opresor imperialista y no a lo que viene después.

 

LAS FUERZAS DE REPRESION IMPERIALISTAS EN EUSKADI SUR

Para comprender mejor la finalidad principal y más general de la actividad revolucionaria vasca, debemos conocer el objeto al que se refiere dicha finalidad, es decir, el aparato del estado español en Euskadi.

La seguridad del estado español en todo el territorio que domina es garantizada principalmente por dos ministerios que son, Ministerio del Ejercito y Ministerio de Gobernación. Todas las fuerzas armadas utilizables en la represión del pueblo vasco y de los demás pueblos sometidos al estado español, se hallan encuadradas en estos dos departamentos. Esto no quiere decir, naturalmente, que las fuerzas revolucionarias vascas deban enfrentarse únicamente con estos dos ministerios; o que otras secciones del estado se desinteresen de la seguridad y defensa del mismo. La seguridad del estado es tarea de todos sus funcionarios.

En efecto, como vimos en la primera parte de este trabajo, la misión especifica del estado consiste en defender por todos los medios los intereses económicos de la clase social dominante y, para cumplir esa función a la que está destinado, es preciso que se mantenga en pie. En la misma medida en que empieza a desarrollarse un movimiento revolucionario en algún punto contra la seguridad del estado, la conservación del aparato estatal pasa a constituir la finalidad principal de sus actividades consideradas globalmente.

Tal finalidad no es solo la principal entonces del estado, sino asimismo la principal de todo el sistema social y de cada una de sus partes; no hay mas que ver a este respecto la unanimidad de toda la prensa privada de las distintas jerarquías eclesiásticas, de los intelectuales traidores, etc. Es que algo amenaza a la seguridad del estado que les defiende. Su «defensa del bien común» (léase: intereses económicos de los miembros del sistema) pasa a segundo termino para dejar el primer lugar a la represión y justificación del «orden publico» (léase: integridad de las fuerzas de represión y absoluto control sobre el pueblo oprimido). Y en el control nacional vasco, incluso el tema de la «sagrada unidad de España», se subordina a la exaltación de las «fuerzas del orden que actúan en Euskadi". De todos modos, la seguridad del estado atañe sobre todo a las fuerzas de represión dependientes de los ministerios del ejército y de la gobernación. Y de todas esas fuerzas, las que desempeñan un papel principal en este aspecto, son la policía política y guardia civil e inmediatamente con ellas la policía armada.

La guardia civil constituye una fuerza militar profesional encuadrada en el ejército español pero que actúa siguiendo órdenes del ministerio de gobernación, a través de la Dirección General de la guardia civil. Lo que caracteriza la guardia civil es la diseminación de sus fuerzas a lo ancho de todo el territorio de Euskadi Sur. Un puesto es quizá la unidad mas pequeña, que consiste por lo general en un acuartelamiento de una fuerza reducida. Los puestos suelen ser por ello muy vulnerables. En cuanto a su organización, varios puestos componen una línea y varias líneas, una comandancia de las cuales hay una por provincia.

La guardia civil es la fuerza principal de represión imperialista en Euskadi Sur. Sin embargo, en las ciudades o centros industriales importantes, es la policía gubernativa la que desempeña la misión principal. La policía política constituye la brigada regional de investigación social que actúa en todo el territorio nacional vasco Sur. Forma parte del cuerpo general de policía, el cual depende de la dirección general seguridad, afecta al ministerio de gobernación. La brigada regional de investigación social tiene un numero de agentes inconmensurablemente menor que la guardia civil, pero su actuación tiene un fin distinto. En una aglomeración urbana las distancias no existen y una pequeña fuerza que actúa muy concentrada y dotada de una gran movilidad, tiene mas éxito en la represión que otra de tipo de la guardia civil. De todos modos, junto a la policía secreta, existen también en las ciudades fuerzas de la policía armada, destinadas principalmente a reprimir las acciones de masas

Las restantes fuerzas armadas del ejército español no están capacitadas para enfrentarse a la actividad revolucionaria. Ahora bien esto no significa que queden al margen de esta lucha. No hay mas que ver que es el ejército español en general quien ha asumido toda la responsabilidad en la lucha contra el movimiento revolucionaria vasco. No solo el aspecto físico inmediato de la lucha, sino también la instrucción de procesos, consejos de guerra, etc. están dependientes de los altos jefes militares. Por consiguiente, este fuera de toda duda de que, en el momento mismo en que la policía y la guardia civil se vean desbordadas por la revolución, otras fuerzas armadas serán utilizadas aunque solo sea en misiones de vigilancia, para dejar las mano libres a las fuerzas represivas tradicionales permitiéndoles una concentración mas alta de sus efectivos.

Para que las fuerzas de represión puedan ejercer su cometido necesitan la ayuda directa de otras secciones del estado. La represión esta unida al funcionamiento de jueces, carceleros, etc. dependientes del ministerio español de justicia. La actividad de otros ministerios, par ejemplo el de hacienda, no quedan al margen de la represión. pero naturalmente la reacción es menos directa. En fin, debemos tener en cuenta que, como hemos dicho, la seguridad del estado no es tarea exclusive del estado, sino de todos los grupos, individuos, instituciones, etc. ligados por sus intereses al sistema social imperialista. Lo que tiene mayor importancia a este respecto es la prensa. La prensa, tanto la oficial como la privada, lleva la lucha contrarrevolucionaria e imperialista en el terreno ideológico. Su relación con la represión es directa. Un periodista, locutor de radio, televisión, deben ser considerados agentes de la represión con tanto o mas motivo que un policía o guardia civil.

Cuando pensamos en las fuerzas de represión con las que ha de enfrentarse la actividad revolucionaria vasca, lo mismo que cuando pensamos en cualquier aspecto de la lucha revolucionaria, debemos tener en cuenta que no tratamos de cosas fijas y aisladas sino de realidades que se mueven encadenadas entre si. Por ejemplo, un análisis exhaustivo de las fuerzas armadas movilizadas hoy contra el pueblo trabajador vasco seria poco útil, pues esas fuerzas crecen y cambian de forma a medida que se desarrolla la lucha revolucionaria. Incluso un análisis semejante de todas las fuerzas que puede movilizar el estado español, seria equivoco, pues mas allá de la propia capacidad del estado imperialista español, habría que contar con la ayuda de los imperialistas norteamericanos. No vamos a estudiar de nuevo la unidad fundamental que existe entre el sistema social español y el sistema social de los Estados Unidos. Pero es preciso recordar y no olvidar nunca que en cuanto el estado español se muestre incapaz de contener la lucha revolucionaria vasca en Euskadi, los norteamericanos intervendrán en la medida que sea necesaria, como vienen haciéndolo en otros lugares del mundo

 

LA FINALIDAD GENERAL Y LAS CONDICIONES DE SU REALIZACION

 Puede parecer que el apartado anterior deberá ser lo último que pudiera hablarse sobre estrategia revolucionaria debiendo concluir necesariamente reconociendo que no hay nada que hacer. Si comparamos las fuerzas de que dispone el estado español con las fuerzas revolucionarias vascas y tomando en cuenta que detrás de aquellas se encuentra además el ejército de los Estados Unidos, como no pensar que su destrucción por una fuerza revolucionaria es imposible. Pero no debemos nunca detenernos en la consideración superficial de las cosas y menos aun cuando esas cosas están sujetas a cambios que pueden invertir las relaciones de fuerzas aparentemente más firmes. El que hubiera que dar un valor absoluto a la fuerza militar de un estado, entonces no se comprendería que el opresor del pueblo vasco no siga siendo aun el imperio romano. Nosotros, que hemos visto en la primera parte de este trabajo la debilidad esencial del sistema social imperialista, no podemos dejarnos deslumbrar por la aparente fuerza del aparato de represión. La historia no se detiene y la fuerza de hoy mañana ya no lo es; mientras que lo que hoy apenas es nada mañana puede constituir el elemento decisivo.

Los que se limitan a hacer una estimación superficial del poder de los Imperialistas españoles en Euskadi, concluyen naturalmente que es absurda la pretensión de E.T.A. de destruirlo. Por supuesto nadie discute siquiera de que esa pretensión es absurda hoy (1969). Es obvio que actual mente las fuerzas revolucionarias vascas no se encuentran ni remotamente en condiciones de destruir el aparato de opresión. Lo que nos interesa es saber en que condiciones podrá lograrse esa finalidad, cómo contribuir y crear dichas condiciones. La destrucción del aparato del estado español en Euskadi Sur presupone la capacidad de las fuerzas revolucionarias vascas para lograrlo. Al mismo tiempo, visto desde el otro lado, presupone la incapacidad de las fuerzas armadas imperialistas para impedirlo. Naturalmente, ni lo uno ni lo otro puede entenderse en un sentido puramente militar. Incluso la derrota de un ejército en guerra convencional no sobreviene nunca porque las fuerzas armadas hayan sido aniquiladas, sino porque se encuentran incapaces de seguir enfrentándose con éxito al enemigo; se trata de una incapacidad de carácter político, pero que afecta directamente a la continuación de las operaciones militares. Esto ha ocurrido en todas las guerras de todos los tiempos. La historia ofrece los mas variados ejemplos de los caminos que han solido conducta una situación semejante. Normalmente una guerra ha terminado cuando uno de los dos bandos ha encontrado mas peligroso continuar combatiendo que aceptar las condiciones impuestas por el enemigo. Pero aun cuando se ha tratado de guerras que no podían terminar mas que con el aplastamiento y rendición incondicional de uno de los combatientes, no se ha llegado menos a esta situación por la destrucción de sus fuerzas armadas, sino por la incapacidad de estas fuerzas armadas para proseguir el combate.

En todas las guerras habidas en la historia, puede apreciarse en el campo derrotado la importancia capital de un cierto centra de gravedad en el que se apoyaba el equilibrio necesario para proseguir la guerra. Porque no debe olvidarse que unas fuerzas armadas necesitan una base económica, social y política que la sostenga y haga funcionar; si su base falla, las operaciones militares también. Unas veces ha sido la conquista por el enemigo de la capital del estado, otras en cambio la escisión producida en su seno como resultado de la marcha de los acontecimientos. Tanto si el aspecto mas destacado de una derrota ha sido la falta de medios económicos para mantener las operaciones militares o la desintegración política, o incluso si ha sido la incapacidad militar de proseguir con éxito, no es solo uno de estos factores que ha determinado la derrota. Aunque uno de el los sea el mas destacado, siempre se trata del encadenamiento de todos ellos.

La lucha revolucionaria presenta una diferencia muy importante respecto de las guerras entre estados. La guerra que mantienen entre si dos estados puede desarrollarse bastante tiempo sin que el centra de gravedad de cada uno de ellos sea afectado de consideración. En cambio, la lucha revolucionaria afecta desde el primer momento ese centra de gravedad que mantiene todo el equilibrio del estado opresor y sus fuerzas armadas. El pueblo vasco lucha por su liberación nacional, pero en la esencia misma de su lucha aparece el carácter socialmente revolucionario. En la primera parte de este trabajo estudiábamos este contenido revolucionario que se dirige contra los fundamentos del sistema del opresor. Pero no debemos ver dicho contenido únicamente como una parte de la lucha revolucionaria o como un motivo de la incorporación de las clases populares a la lucha de liberación nacional. Como todos los rasgos que forman el contenido esencial de la lucha revolucionaria vasca, el carácter socialmente revolucionario influye de un modo directo en el desarrollo mismo del proceso revolucionaria, concretamente al manifestarse dicho carácter en las actividades revolucionarias, estas se convierten en una fuerza de desintegración del sistema social-económico-político, que se apoya necesariamente en el funcionamiento de sus fuerzas de represión.

Los jefes del ejército imperialista español están muy seguros de su propia fuerza militar. Pero lo que no saben es que mientras luchan militarmente contra las fuerzas revolucionarias vascas, van a ir contribuyendo a desintegrar la base socio-política que sostiene su capacidad militar. La lucha revolucionaria vasca puede parecer superficialmente limitada a un enfrentamiento de poca importancia con las fuerzas armadas imperialistas; pero por su carácter socialmente revolucionario ataca al mismo tiempo a la retaguardia del ejército enemigo. Por eso, aunque las fuerzas revolucionarias vascas no lleguen nunca a poder destruir las fuerzas armadas del estado español, pueden llegar a destruir su capacidad para seguir combatiendo, al ser alcanzado de modo decisivo el centra de gravedad del que depende su lucha.

Los procesos revolucionarios que han conducido otros pueblos deben ser estudiados por los patriotas vascos para comprender no solo las condiciones que han hecho posible su desarrollo, sino también las que han permitido su culminación con éxito. Son particularmente instructivas las experiencias -de la revolución francesa, la soviética, la china, la cubana y la argelina. En este capitulo nos interesa el momento culminante de la lucha revolucionaria, o sea, cómo es posible que el aparato político-militar de un estado puede ser destruido. En todas las experiencias históricas de revoluciones triunfantes vemos que ha existido primero un proceso de lucha revolucionaria que ha durado anos. A través de este proceso ha ido produciéndose un fortalecimiento de las fuerzas revolucionarias y un debilitamiento de las fuerzas de opresión; tanto lo uno como lo otro no solo en el aspecto militar sino también y sobre todo en el aspecto político. Podemos ver también que ese momento de la capacidad revolucionaria de unos y la disminución política de la capacidad contrarrevolucionaria de los otros, ha sido una condición necesaria y en cierto modo previa a la culminación del proceso. Pero vemos también que la fase final de la lucha revolucionaria, o sea, la destrucción revolucionaria del aparato del estado, ha solido tener lugar en condiciones favorables; condiciones que no habían sido producidas por la lucha revolucionaria y aparecían como externas al proceso revolucionario. Por ejemplo, la destrucción del ejército burgués por los bolcheviques en 1917 tuvo lugar en circunstancias en que aquel se encontraba sumamente debilitado por la guerra exterior que llevaba contra Alemania

La lucha revolucionaria del pueblo argelino por la liberación nacional muestra claramente que la destrucción del aparato del estado francés en Argelia no se logro mediante la destrucción de sus fuerzas armadas. La situación política que se había creado en Francia como consecuencia del proceso revolucionario argelino fue el aspecto principal de la derrota.

Se llegó a una efectiva incapacidad de las fuerzas armadas francesas para seguir combatiendo; pero no porque físicamente no pudiesen hacerlo, no porque el hacerlo hubiese significado la subversión de todo el sistema político y aun social de la metrópoli. No hay mas que ver que la OAS nació de las fuerzas mas agresivas en la lucha contra el pueblo argelino, pero fue convirtiéndose cada vez mas en el peligro principal para la seguridad del estado en la misma Francia.

Naturalmente fue la lucha político-militar del pueblo argelino el factor principal de la progresiva incapacidad (política) del estado trances para mantener su dominio en Argelia. Sin embargo, por grande que sea el peso de estos valores internos al proceso revolucionario, no debe olvidarse la importancia que en este caso, como en otros, tuvieron los factores externos al mismo. Las contradicciones internas del imperialismo tuvieron una influencia destacable. Los Estados Unidos, respondiendo a sus intereses en África, se colocaron en frente del estado francés. Esta situación influyó sobre el proceso revolucionario argelino como una condición externa al mismo, contribuyendo a su solución

En la revolución soviética, así como en la argelina, las contradicciones dentro del imperialismo facilitaron el proceso revolucionario, así como su desenlace. La revolución china y la cubana, sin embargo, se apoyaron mas en la contradicción principal de carácter mundial entre estados socialistas y estados capitalistas (si bien las contradicciones imperialistas internas influyeron también). Pero sea que el predominio fue de unos u otros factores, lo cierto —y que nos interesa aquí destacar— es que siempre que una fuerza revolucionaria ha logrado destruir el aparato del estado ha sido en condiciones externas favorables.

Debemos concluir que todo proceso revolucionario, la destrucción del estado, o sea, la finalidad general de la actividad revolucionaria, depende de dos clases de condiciones: unas internas al proceso revolucionario y otras externas al mismo. Las condiciones internas son, de un lado, la capacidad de las fuerzas revolucionarias y, de otro, la incapacidad de las fuerzas represivas; ambas condiciones son de naturaleza no militar sino político-militar que han ido formándose a lo largo del proceso revolucionario. Las condiciones externas al proceso mismo, sean de la forma que sean, contribuyen a agudizar la incapacidad de unos y la capacidad de otros, influyendo por consiguiente sobre las condiciones internas antedichas.

Es claro que en el estado actual de la lucha revolucionaria vasca ni existen las condiciones internas ni tampoco las condiciones externas para que la finalidad general de la lucha sea radical. Pero esto no es un argumento en contra de la intensificación de la lucha revolucionaria, sino justamente todo lo contrario.

Por lo que hace a las condiciones externas a nuestra lucha revolucionaria, no debemos limitarnos a analizarlas sin poder influir sobre ellas, al menos por el momento. Poro eso no debe preocuparnos. En la época del imperialismo en que estamos viviendo puede esperarse cualquier cosa menos que el mundo sea una balsa de aceite. Las crisis se suceden cada vez mas hondas; tanto si se manifiestan como crisis económicas a escala mundial, o como guerras más o menos generalizadas y mas o menos calientes, o como un complejo de depresiones económicas, guerras o enfrentamientos de todo tipo, lo cierto es que condiciones externas que hagan posible la revolución vasca no han de dejar de aparecer.

Pero en todo caso, las condiciones externas mas favorables no sirven de nada si la lucha revolucionaria vasca no se ha desarrollado. Por consiguiente, es en este terreno donde debemos poner nuestra atención y nuestros esfuerzos. La finalidad general de la actividad revolucionaria vasca que habíamos sostenido al principio del capitulo, como la de destrucción del aparato del estado imperialista en Euskadi, podemos ahora delimitarla mejor a la creación de las condiciones internas al proceso revolucionario, con el fin de desarrollar su capacidad político-militar y simultáneamente socavar la capacidad político-militar del estado imperialista en Euskadi. Esta es la ley fundamental de la estrategia revolucionaria vasca.

Claro que con el enunciado de esa ley  no hemos resuelto el problema de la estrategia revolucionaria vasca. Estamos empezando a resolverlo pero ya sin ir mas lejos debe deducirse alguna aplicación muy importante a los problemas que aparecen en este campo. Vamos a referirnos a uno de la experiencia reciente.

De un lado los liquidacionistas y, de otro, algunos grupos de marxistas-leninistas españoles, reprochaban a E.T.A. que denunciase continuamente el imperialismo español en Euskadi, cuando es «notorio que tanto el pueblo vasco como el pueblo español están al mismo tiempo sometidos al imperialismo norteamericano»

Creemos haber demostrado en este estudio (y si no es así alguien podrá hacerlo), que aunque el pueblo vasco y el pueblo español están sometidos al imperialismo norteamericano al mismo tiempo, no lo están de la misma manera. Si el pueblo español llega a desarrollar una lucha de liberación nacional contra el imperialismo, el carácter de esta lucha será anti-norteamericano por supuesto. Sin embargo, la lucha del pueblo vasco por su liberación nacional con quien se enfrenta es con el imperialismo español (además del francés). Ya sabemos que detrás de los imperialistas españoles están los norteamericanos, pero están exactamente detrás y no delante. Cierto que pudiera ocurrir que, ante un derrumbamiento del estado español, los norteamericanos ocupasen su puesto como hicieron en Vietnam. Entonces el pueblo vasco tendría que luchar directamente contra ellos. Pero mientras eso no ocurra, será el imperialismo español (y el imperialismo francés) lo que el pueblo vasco deberá combatir en su actividad revolucionaria.

No habrá que perder ocasión de denunciar las relaciones crecientes entre los imperialistas españoles y los imperialistas norteamericanos, así como la creciente subordinación de aquellos a éstos. Pero no por eso podrá olvidarse que la contradicción que enfrenta el pueblo vasco con el imperialismo norteamericano es secundaria, mientras que la principal, de lo que se trata en la estrategia revolucionaria, es la que le enfrenta a los imperialistas españoles y franceses. Esto es lo que a través de la lucha revolucionaria puede producir las condiciones internas (y más importantes para el triunfo de la revolución en Euskadi).

 

  

LOS MEDIOS DE LA ACTIVIDAD REVOLUCIONARIA

La finalidad general de destruir el aparato del estado español en Euskadi solo puede ser realizada por fuerzas armadas. Esto es obvio. Por lo tanto, al hablar de lucha revolucionaria, no lo hacemos en un sentido metafórico como cuando se dice — lucha aleatoria, por ejemplo — sino en todo el sentido de la palabra. Y no es que no existan actividades revolucionarias sin derramamiento de sangre o que no entrañen la utilización del armamento. Pero hasta la mas fútil de estas actividades e incluso la mas pacifica en apariencia, en cuanto es revolucionaria, se caracteriza porque la finalidad general a que va destinada es la destrucción violenta del estado op

resor en Euskadi. Por consiguiente, los medios mas importantes a desarrollar en la actividad revolucionaria son las fuerzas armadas de liberación nacional.

A diferencia de las guerras entre estados, donde las operaciones militares empiezan con la movilización de sus respectivas fuerzas armadas, la lucha revolucionaria es un proceso que empieza desde casi cero y va luego desarrollándose. Al principio del proceso revolucionario solo existen fuerzas armadas en uno de los bandos, el opresor. Los oprimidos empiezan careciendo casi absolutamente de medios de lucha. Esos medios deben ir creándolos a medida que se desarrolla la lucha misma. Y es precisamente mediante la lucha como los oprimidos irán haciéndose con más medios. Hemos visto en el capitulo anterior que el fin general de toda actividad revolucionaria no solo es cómo debilitar al enemigo, sino al mismo tiempo aumentar la capacidad revolucionaria de los oprimidos. Ciertamente no es otro el fin de cualquier ejército en guerra; pero en la lucha revolucionaria, esa finalidad tiene mucha mayor importancia porque no solo se trata de aumentar la capacidad de lucha sino crearla.

Una comparación superficial entre las guerras revolucionarias vascas y las del estado español, tal como aparecen en 1969, lleva a algunos a desanimarse ante la abrumadora desproporción. Pero que hiciesen la misma comparación hace diez años. Entonces ni siquiera era posible hacerla porque E.T.A. carecía de toda clase de medios. Hablar hoy «de las fuerzas armadas de E.T.A.» es evidentemente una exageración; pero hace diez años o hace aun dos ¿qué habría sido?

Todavía hace muy poco tiempo no existan entre los patriotas vascos ni armas ni quien estuviera en condiciones de manejarlas. Se hacia «activismo» consistente en acciones de carácter simpático y propagandístico; se captaban militantes y se buscaba la ayuda del pueblo, al tiempo que desesperadamente se trataba de hacerle despertar. Sin embargo, a pesar de la falta atroz de medios (basta decir que en 1963 el herrialde I, que era con mucho el mas fuerte, llego a permitirse el «lujo» de dedicar dos mil pesetas mensuales a sustentar a un militante «liberado»), ya entonces se hacían planes y no se perdía un momento de vista la necesidad de alcanzar mas altos niveles de lucha. Los medios que no existían en la práctica existían al menos en la imaginación. Por ejemplo, en octubre de 1963, la represión acabó de un golpe con todos los medios materiales y humanos que formaban E.T.A. Algún militante que logró escapar y algunos otros sin ninguna experiencia se agruparon en torno a la delegación de Biarritz. Entonces, en un momento en que los medios de que disponía E.T.A. habían quedado reducidos a una multicopista y poco mas, se lanzó el folleto la «Guerra Revolucionaria» (más tarde apareció bajo el titulo de la «insurrección en Euskadi»), el cual no solo mostraba un optimismo que hizo sonreír a muchos, sino, sobre todo, una firme voluntad de alcanzar las metas revolucionarias por inaccesibles que pudieran parecer. Lo mismo hay que decir de la propaganda impresa desde entonces y de la actividad general de E.T.A. El abismo que se abría entre los fines deseados y los medios inexistentes, se salvaba de un salto. Los medios que existían solo en la imaginación, se convertían inmediatamente en fines que era preciso alcanzar. En 1964 los primeros militantes liberados no tenían qué comer pero, en cambio, ya tenían algunas armas. Claro que no tenían munición ni tampoco hubieran sabido muy bien que hacer con ellas; pero en todo caso la mirada no se apartaba del camino que se abría por delante.

El peligro que hemos visto mas arriba de dejarse llevar por el vértigo, al darse cuenta de la enorme desproporción que existía entre nuestros medios y los del enemigo; o sea el peligro de separar y contraponer los medios de que disponemos y la finalidad general revolucionaria, esto ha sido superado  siempre por E.T.A. de esa manera. Convirtiendo los medios en fines y los fines en medios. Si los militantes de E T A hubiesen considerado los fines solo como fines y los medios tan solo como medios, se hubiera dado motivo para que se les acusase de optimismo, aventurismo, etc... No habrían cometido tantos errores come han cometido ... y la lucha revolucionaria en Euskadi no hubiera progresado. A falta de una estrategia política que plantease con claridad las complejas relaciones entre fines y medios revolucionarios, los militantes de E.T.A. intuyeron correctamente que unos y otros eran inseparables. De ese modo evitaron el peligro principal y cayeron en otros.

 

EL ENCADENAMIENTO DE FINES Y MEDIOS

La relación correcta entre unos y otros es lo que caracteriza a todos los problemas de estrategia y táctica militar. En la lucha revolucionaria como hemos visto, estos problemas tienen si cabe mayor importancia porque se parte de cero. La unidad entre fines y medios es fundamental. Cada medio debe ser visto como un fin y cada fin como un medio. Por ejemplo, una distribución de octavillas es el fin de una serie de actividades que conducen a ella, pero también es un medio que conduce a alcanzar una finalidad superior. O bien disponer de militantes organizados en una determinada zona es un medio necesario para realizar cualquier clase de actividades en esa zona, pero para eso la captación de militantes debe ser vista como un fin que exige la utilización de medios adecuados.

Si la propaganda o la captación de militantes e incluso el ataque a un puesto militar, son vistos como fines en si mismos, la lucha pierde su carácter revolucionario y se anquilosa convirtiéndose en mera rutina; y si, por el contrario, esas acciones son vistas únicamente como medios de la lucha revolucionaria pero no como fines que es preciso convertir de inmediato en tareas concretas, se abandona toda actividad en lamentaciones de que «no hay condiciones objetivas», «el pueblo no esta preparado» etc. Por consiguiente es de la mayor importancia ver la unidad fundamental que existe entre los fines y los medios. Ahora bien, eso no debe significar una simple confusión de unos y otros, una mezcolanza por la que se cae inevitablemente en un circulo vicioso. Ya se sabe; es necesario dinero para imprimir propaganda, pero si no hay propaganda tampoco hay dinero. O bien: se necesita preparación para llevar a cabo una acción, pero solo en la práctica se puede adquirir esa preparación

Continuamente los planes de E.T.A. se han visto ahogados en algunas de las mil formas de este circulo vicioso. Continuamente los militantes se han sentido desfallecer ante la montana de dificultades encadenadas que veían tras de cualquier tarea por simple que fuese. Muchos buenos patriotas se han quemado, precisamente porque los fines y medios de su actividad no aparecían tan unidos como dos perros mordiéndose mutuamente la cola y que no hubiera modo de coger por ningún lado.

En realidad, los fines y los medios de la actividad revolucionaria son cosas iguales pero distintas. No se debe aislar, pero tampoco se les puede contactar. Hay que distinguir que fin es el principal y cuales los secundarios, y los más importantes de los menos importantes. Y naturalmente en estos problemas el contenido de la lucha es lo que nos dará la respuesta.

Actualmente E.T.A. tiene mas medios de los que haya tenido nunca; y tiene además una idea más clara que nunca sobre las relaciones entre fines y medios que aparecen en la lucha revolucionaria. Todo ello ha ido surgiendo en el transcurso de la actividad revolucionaria. No insistiremos nunca bastante en la importancia definitiva de la práctica sobre la teoría y sobre las «condiciones objetivas que la hacen posible». La historia de E.T.A. estos últimos artos muestra con toda evidencia que la práctica revolucionaria en ascenso ha producido un aumento considerable en el número de militantes y colaboradores, en el equipo utilizado por la organización, en los recursos consumidos en su mantenimiento, en la mayor efectividad de los militantes para la lucha. etc. Asimismo, la práctica revolucionaria nos ha señalado muchas cosas que van a servirnos para plantear en el futuro mas acertadamente nuestra actividad revolucionaria con una conciencia mas clara de los caminos que debemos marcamos y de los medios que debemos utilizar.

Como ejemplo de lo que acabamos de decir, veamos lo que ha significado para la lucha revolucionaria las operaciones de requisas a bancos y grandes empresas. Desde hacía años se venían planeando operaciones de este tipo pero nunca se llevaban a cabo porque faltaban medios. Se carecía de informaciones exactas sobre donde, cuando y cómo fuesen los traslados de dinero; además, los militantes carecían de preparación para acciones armadas. En consecuencia, no se llegaba nunca al final, varios intentos quedaban frustrados antes de realizarse y cuando uno llegó hasta el final, fue un rotundo éxito. Aprendiendo de los errores cometidos, la organización emprendió varias operaciones que tuvieron éxito. Con el dinero conseguido se compraron armas y muchas otras cosas necesarias, con lo cual se podían emprender actividades revolucionarias de mayor envergadura. Al mismo tiempo, los militantes, tanto los que habían intervenido directamente como los que no, se enriquecieron con la experiencia, lo cual se dejó sentir positivamente en otras actividades distintas.

Las requisas de fondos influyeron asimismo en hacer mas consciente la relación entre fines y medios. Al principio se veía como un medio de conseguir dinero; pero ahí acababa el papel que se le atribuía en la lucha revolucionaria. Incluso se creía que el pueblo «no estaba preparado para comprender ese tipo de acciones y se pensaba en llevarlas adelante secretamente». Pero cuando la propaganda oficial lanzó a todos los vientos la denuncia de los «atracos de la E.T.A.» y sobrevino la represión y la reacción popular, entonces quedo claro que aquellas operaciones, inclusive la primera que fracasó, habían sido de hecho un medio que contribuyó a la toma de conciencia del pueblo. También aparecían desde el principio tales operaciones como un fin que era preciso alcanzar mediante la utilización de medios adecuados. Pero ya hemos dicho que ni se poseían esos medios, información, preparación, etc. ni, por supuesto, se sabia concretamente cómo obtenerlos. Se necesitaba información, pero ¿a quien pedírsela?; se necesitaba preparación, pero ¿cómo obtenerla? Era el circulo vicioso de siempre. Pero en cambio, cuando de los errores se ascendió al éxito en la práctica, empezó a verse mucho más clara qué medios se necesitarían para operaciones iguales o distintas. Empezaron a salir de entre el pueblo informaciones valiosas sobre bancos, grandes empresas, etc.; las peticiones de información a los militantes y colaboradores se hicieron mas precisas porque se distinguía cada vez mejor entre lo esencial y lo meramente circunstancial. También la preparación necesaria de los militantes para acciones armadas empezó a verse con mas claridad, porque las experiencias pasadas podían ser sometidas a critica.

Igual que hemos visto en el caso de las operaciones de requisa, descubríamos en otros terrenos que la práctica revolucionaria ha suministrado medios necesarios para proseguir la lucha a niveles mas altos; y al mismo tiempo ha permitido hacer mas consciente la relación entre fines y medios en la lucha revolucionaria. Cierto que los medios que dispone actualmente E.T.A. son reducidos. Cierto que el conocimiento de cómo utilizar estos medios con fines auténticamente revolucionarios es limitado. Pero lo que mas interesa aquí no es hacer propaganda de la fuerza actual de E.T.A.; ni tampoco nos importa medir esa fuerza. Ya es bastante si este capitulo ha conseguido mostrar el camino por el que E.T.A. ha crecido en medios de lucha y en el conocimiento de los mismos y sus fines. Por limitados que sean esos medios y este conocimiento en la actualidad, no cabe duda de que hace unos anos eran aun menores y, sin embargo, se iba hacia delante. Por consiguiente, ahora de lo que se trata es de utilizar sabiamente esta base de despegue a fin de ascender a niveles mas altos de la lucha, en seguimiento de la finalidad general de nuestra actividad revolucionaria

 

LA CONFRONTACION DE FUERZAS EN LA LUCHA REVOLUCIONARIA

Las fuerzas revolucionarias vascas están enfrentadas con las fuerzas del estado imperialista español en Euskadi Sur. El enfrentamiento, la lucha, la interacción entre fuerzas revolucionarias y fuerzas represivas define el proceso revolucionario y lo empuja hacia adelante.

Las actividades de una organización revolucionaria son de muchas clases. La mayoría de ellas no constituyen propiamente hablando un enfrentamiento directo con las fuerzas de represión. Un militante que se traslada de un lugar a otro, que imprime una octavilla, que coloca una bandera nacional en un cable eléctrico. que acude a una reunión, que busca información, recoge dinero de colaboradores o que enseña en un curso de formación revolucionaria. Todas esas actividades pueden realizarse sin chocar con un policía o con un guardia civil o con un contrarrevolucionario. Claro que el choque es siempre posible porque el automóvil en que viaje el militante puede ser detenido en un control de la guardia civil, o porque el lugar donde se encuentra la multicopista o donde tiene lugar la reunión es invadido por la policía.

Otras veces son los propios militantes los que van a buscar el choque con el enemigo. Bien porque colocan una bomba en el cuartel de la guardia civil o cuando se hace una requisa. En este último caso, no hay un enfrentamiento con funcionarios del estado, pero si con empleados de empresas pro-imperialistas, que viene a ser parecido.

También cuando un grupo de personas se manifiesta públicamente sabiendo que va a acudir la policía armada, nos encontramos bajo una forma diferente con el mismo fenómeno. Porque hay una diferencia esencial entre un grupo de personas que se reúnen en secreto para llegar a un acuerdo, y otro grupo que se reúne en una calle frente a un destacamento de la policía.

Así, pues, hay momentos en que fuerzas revolucionarias se encuentran frente a frente con fuerzas contrarrevolucionarias. Unas veces porque las fuerzas de represión van en busca de los revolucionarios para detenerlos o destruirlos, otras veces porque son los revolucionarios — militantes o no —los que se van en busca del enemigo para darse de golpes con el (manifestación), o para destruirlo (ejecución de un policía, bomba en un cuartel), o para cogerle el dinero o con cualquier otra finalidad. No nos interesa de momento la cuestión de quien busca a quien, sino la unidad de todas estas acciones, que se caracterizan por una toma de contacto por una confrontación de fuerzas concentrada en un lugar y en un momento determinados entre revolucionarios y contrarrevolucionarios, entre patriotas y gentes imperialistas. Lo que una a todos estos momentos es precisamente la característica esencial de la lucha revolucionaria: el enfrentamiento, la lucha entre las fuerzas revolucionarias y las fuerzas de opresión imperialistas. Decir que en la lucha revolucionaria vasca se enfrentan las fuerzas vascas contra las fuerzas imperialistas, no significa que en un lugar determinado vayan a enfrentarse todos los patriotas vascos con todas las fuerzas de represión; eso querrían ellos y por eso la policía suele decir a los detenidos: «cobardes, no os escondáis, venid por la cara». Naturalmente eso es una bobada. No se trata de algo especifico de la lucha revolucionaria. En todas las guerras de todos los tiempos, cada bando ha tratado de sustraer sus tropas al ataque de un enemigo mas fuerte, y buscado las circunstancias en que pudiera atacar con ventaja. En la lucha revolucionaria con mayor razón, porque la desproporción de fuerzas es tan abrumadora, que todos los revolucionarios deben pensarlo muy bien antes de aceptar cualquier confrontación. En la lucha revolucionaria vasca, que se encuentra aun en sus inicios y donde ya no solo se trata de desproporción sino casi de inexistencia pura y simple de fuerzas operativas, las cosa es aun peor. Así es como durante mucho tiempo E.T.A. rehuyó toda confrontación de sus fuerzas con las fuerzas del enemigo.

Ciertamente E.T.A. se encontró pronto en condiciones de destruir a unos cuantos guardia civiles. Para eso no se necesitaba buscar mucho. Pero había dos razones que desanimaban a los dirigentes de hacerlo. Primera, que no se veía nada clara el efecto revolucionario que fuese a causar en el pueblo una medida así. Segundo, que no se creía estar en condiciones de aguantar la represión que se iba a desencadenar. Por descontado, en este problema intervenían muchos factores que no vamos a analizar todavía. Pero si señalaremos que, a pesar del ascenso que en todos los sentidos ha experimentado la lucha revolucionaria en Euskadi, todavía en esta primavera de 1969 se sigue sin intentar en E.T.A. la destrucción de fuerzas enemigas. Como excepción muy importante, se encuentra la ejecución de Melitón Manzanas; pero por lo demás, Incluso las bombas en los cuarteles de la guardia civil, parecen ser colocadas mas para asustar que otra cosa.

Sea como sea, el caso es que en los últimos tiempos las tomas de contacto, los enfrentamientos con las fuerzas enemigas están haciéndose mas frecuentes y mas importantes. Durante años, los únicos momentos en que las fuerzas de represión y militantes se encontraban frente a frente era al ir aquellos a detener a estos. Entonces, el que iba a ser detenido trataba de escaparse y, si no lo conseguía, se dejaba conducir a la cárcel para una temporada.

Aunque lo de entonces haya conducido a lo de ahora, no podemos calificar esos actos de represión de autenticas confrontaciones, igual que tampoco podría calificarse aquellos militantes como una fuerza. También en aquella época los obreros se enfrentaban a la policía armada en ocasión de alguna huelga. Pero ni por sus objetivos ni por sus métodos esa lucha podría calificarse de «revolucionaria». Aun hoy día se debe ir con mucho cuidado antes de calificar una acción como "revolucionaria”, como «confrontación», etc. Corremos el riesgo de deformar la realidad, porque analizamos fenómenos en germen y solo el tiempo puede confirmar unas definiciones que ... pensando mas en lo que llegasen a ser que lo que son hoy día.

La represión se ha intensificado junto a la actividad revolucionaria. Y como al mismo tiempo ha aumentado la responsabilidad y la gravedad de una detención, se ha llegado a un punto en que la detención de un patriota vasco, en vez de la «caja del ratón» que era antes, se resuelve en un autentico combate donde los mismos cazadores pueden resultar cazados. Una vez mas debemos reconocer el papel decisivo que ha tenido la práctica sobre la teoría. El primer agente imperialista caído en Euskadi no lo fue como fruto de una decisión ideológica, sino que fue impuesto por el ascenso de la lucha revolucionaria — ascenso que era independiente de la voluntad de cada militante — y que desde hace varios meses había conducido al que un intento de detención se resuelva a tiros.

Entonces, al mismo tiempo que esas confrontaciones buscadas por las fuerzas de represión, han empezado a nacer otras confrontaciones no buscadas ni queridas por ellas. Los militantes de E.T.A. sabían que esto tenia que llegar e incluso lo deseaban; pero como se ha dicho mas arriba, nunca se había dado un paso decisivo en este sentido. E.T.A. hablaba de luchar violentamente contra el enemigo pero entretanto seguía pintando carteles, las armas las tenia «por si acaso», y los explosivos iban destinados contra monumentos y signos del enemigo, pero no directamente contra sus fuerzas. Pero desde diciembre de 1.967, las acciones represivas del enemigo fueron convirtiéndose en confrontaciones resueltas a tiros. Eso culminó en el doble encuentro donde perdieron la vida un guardia civil y el militante Etxebarrieta de E.T.A., en junio 68. A partir de este punto, el carácter esencialmente combativo de la lucha revolucionario —que hasta entonces existía solamente en estado latente en los acontecimientos — empezó a impregnar otras actividades de E.T.A. Con la ejecución de Melitón Manzanas en Agostos de 1.968, aparecen por primera vez los militantes de E.T.A. en busca del enemigo para destruirlo. Este hecho vino a confirmar para lo sucesivo el nuevo carácter revolucionario de la actividad de E.T.A.

Pero, ¿en que consiste precisamente ese nuevo carácter? Entonces dijimos que se trataba del carácter ofensivo que acababa de adquirir la actividad de E.T.A. No es que esta interpretación fuese falsa, pero si limitada e incluso subjetivista. Cierto que ejecutar a Manzanas o colocar una bomba en un cuartel constituyen acciones ofensivas por naturaleza. Pero de lo que se trata es de caracterizar la LUCHA REVOLUCIONARIA en esta nueva fase; debemos profundizar mas. Los diez meses transcurridos desde entonces han mostrado: 1) que E.T.A. apenas ha llevado a cabo nuevas acciones ofensivas y, desde luego, ninguna de la importancia de aquella primera 2) que, no obstante esa relativa pasividad de E.T.A., las fuerzas de represión han actuado con dureza nunca conocida antes, dando lugar a auténticos combates que, aunque reducidos, se resuelven según las condiciones específicas de la táctica militar (Mogrevejo, etc.). Todo esto nos obliga a rectificar aquella primera y apresurada caracterización  de lo que dimos en llamar «nueva fase ofensiva». En realidad, lo que caracteriza esta nueva fase es simplemente que la lucha revolucionaria vasca no recibe este nombre ya solo por sus finalidades generales, sino que se concreta en lucha, en combate, en tomas de contacto de fuerzas enemigas limitada a un lugar y a un momento concretos. En resumen, lo que caracteriza esta nueva fase es la CONFRONTACION entendida en todo el sentido de la palabra. En último termino, no se trata de algo radicalmente nuevo sino de una profundización de la lucha planteada al pueblo vasco.

Por consiguiente, un rasgo que caracteriza a la lucha revolucionaria es un conjunto, es decir, a los dos bandos en interacción y no solo a E.T.A.. Cuando decíamos que la «actividad de E.T.A. ha tornado un carácter ofensivo», describíamos la realidad limitándola unilateralmente. Porque, en efecto, la actividad de E.T.A. ha adquirido un rasgo nuevo, no solo cuando se dispone al ataque, sino incluso cuando se apresta a la defensa. Así, por ejemplo, cuando un grupo de militantes son rodeados por fuerzas enemigas en Mogrovejo (marzo 1969), su actitud de resistencia responde a las nuevas condiciones que estamos analizando, aunque con un carácter indudablemente defensiva Ese carácter nuevo de que la lucha revolucionaria es lucha no solamente de sentido ideológico, sino en todo el sentido de la palabra que conduce a confrontaciones con el enemigo, lo queramos o no. Podemos quererlo y buscarlo, como en el caso de Melitón Manzanas y, en ese caso, se tratara de una acción ofensiva; o podemos quererlo y tratar de evitarlo, como en Mogrovejo. Si la confrontación es buscada por el enemigo, entonces para nosotros tendrá carácter defensiva Pero eso no evitara la confrontación, aunque logre evitar el combate. En rigor, la confrontación se produce en el momento en que dos fuerzas toman contacto, tanto si llega a producirse combate, como si la fuerza mas débil logra retirarse sin cambiar un solo disparo. Las confrontaciones entre patriotas vascos y fuerzas de represión, son antes que nada sucesos reales que han acontecido en Euskadi durante los últimos meses. Pero como no son nuevas coincidencias, sino que expresan la ultima esencia del enfrentamiento revolucionario del pueblo trabajador vasco con el imperialismo español, su trascendencia va mas lejos que el simple activismo, impregnando actitudes y comportamientos aparentemente alejados de la lucha armada.

Por una parte, acciones que no constituyen en si mismas un intercambio de disparos, se ven impregnadas de este carácter. Por ejemplo, la colocación de una bomba en un cuartel de la guardia civil podría parecer en principio que no tenga nada que ver con una confrontación porque las víctimas no intervienen activamente. Pero no es difícil comprender que, a partir del primer intento de este tipo, la actitud de las fuerzas de la guardia civil acuarteladas en Euskadi pierde toda pasividad. Deben redoblar las guardias y empiezan a preparar un ataque. Aunque un determinado cuartel no haya sufrido ni llegado a sufrir nunca un atentado, la actitud y el comportamiento de sus fuerzas se vera condicionado por la posibilidad siempre latente de un ataque. A su vez, esa actitud y las medidas de defensa adoptadas, condicionan a los militantes revolucionarios que piensan realizar una operación de este tipo.

Lo mismo podemos decir de las actividades de represión. Antes, unos policías o guardias civiles podían detener a un patriota vasco como si fueran a cazar un león. Pero ahora, basta que varios militantes les han respondido a tiros para que su actitud cambie profundamente. Las fuerzas de represión movilizadas para detener a uno o varios patriotas vascos esperan en todo caso un combate. Su comportamiento deja de ser el del policía para ser el soldado que espera enfrentarse con fuerzas enemigas. Por supuesto, que solo en una minoría de casos va a correr el policía un verdadero peligro. De hecho, todavía solo un guardia civil ha caído en acto de represión. Incluso la inmensa mayoría de los militantes carecen de armas. Pero esto no cambia la situación de confrontación, porque lo que condiciona la actitud y el comportamiento de las fuerzas de represión no es la confrontación real tal como va efectivamente a suceder, sino la expectativa de una posible confrontación. Hemos dicho que en estas condiciones la actitud de un policía se convierte en la del soldado que acuda a enfrentarse con fuerzas enemigas, y aun podemos decir sobre algunos casos, es mas que eso: La actitud del soldado que va a enfrentarse con fuerzas enemigas EN TERRITORIO ENEMIGO. Por ejemplo Urabain: las fuerzas de represión mataron a quemarropa a un campesino que no tenia ninguna relación con el comando de E.T.A. que andaban buscando.

Es evidente que estas fuerzas iban condicionadas por una confrontación con militantes de E.T.A., que ni siquiera llegó a producirse. Esperaban un ataque proviniendo de cualquier lado, incluso de personas con poca apariencia de militante; por eso vieron en el comportamiento habitual de un campesino que tocaba las campanas en la iglesia, una contraseña a fuerzas enemigas, y lo mataron a tiros.

También del lado de los patriotas vascos se presenta la represión bajo ángulos nuevos. Es decir, que la actitud con que las fuerzas de represión acuden a detener a los patriotas, influye a su vez en la actitud con que estos aguardan la represión. Por consiguiente hay o, al menos debe haber en él, una actitud permanente condicionada por la confrontación con el enemigo. Clara que esto no significa que espera la llegada de fuerzas enemigas para entrar en lucha con ellas. Precisamente es todo lo contrario; la expectativa de la confrontación que podría producirse debe permitirle evitar la toma' de contacto real, debe permitirle escapar. Pues en una confrontación iniciada por las fuerzas de represión, los patriotas tienen todas las de perder. Por eso, solo en último caso y como medio de hacer posible la retirada, aceptaran estos la lucha. Pero en cualquier caso es claro que la confrontación posible con el enemigo es la que condiciona la actitud de los militantes, sus medidas de seguridad, etc. Y esto se refiere a todas sus actividades, porque naturalmente hasta en la actividad mas inocente puede aparecer la represión con el nuevo carácter intensificado que hemos visto.

 

LAS ACTIVIDADES REVOLUCIONARIAS ANTE LA CONFRONTACION

Vimos en la primera parte de este trabajo que la lucha revolucionaria vasca se manifiesta en los mas diversos campos y de las mas variadas formas. Que la lucha revolucionaria esta planteada en un frente político, en un frente socioeconómico, en un frente cultural, religioso, idiomático, etc. En cada uno de estos campos el enfrentamiento presenta características peculiares y, al mismo tiempo, todas ellas no constituyen mas que un enfrentamiento global con carácter revolucionario, que forma el frente nacional vasco contra el imperialismo español en Euskadi.

Pese a su unidad fundamental, todas las actividades revolucionarias no son iguales. Y no solo porque tienen lugar en distintos campos o frentes, sino porque aun en cada uno de ellos deben coexistir muchas actividades distintas. Los militantes, así como los patriotas semi-organizados en E.T.A., deben realizar un gran número de actividades, cuya conexión y dependencia mutua no siempre se les presenta claramente. La misión de la dirección ejecutiva de E.T.A. consiste en coordinar y encauzar todas esas actividades particulares a los fines propuestos por la Asamblea. La estrategia revolucionaria debe analizar esas actividades, descubriendo sus nexos esenciales, distinguiendo entre los mas importantes y los menos importantes, entre los de carácter esencial y los mas o menos circunstanciales, etc.

Hemos visto anteriormente que en virtud de su unidad revolucionaria fundamental, todas las actividades revolucionarias se encuentran ligadas muy estrechamente entre si, de modo que las unas condicionan a las otras y, a su vez, presuponen su existencia. Decíamos entonces, por ejemplo, que la organización necesita dinero, para lo cual debe hacer propaganda, pero que para hacerla necesita dinero. Que la utilización de militantes en cualquier actividad presupone la existencia de militantes, pero para eso hay que dedicar militantes a labores de captación. Es decir. que la recogida de dinero es necesaria para hacer propaganda, la captación de militantes es necesaria si se quiere recoger dinero; y para captar militantes es necesaria propaganda, etc. Todo este encadenamiento de actividades, en las que unas son fin de otras y a su vez el medio de efectuar otras, que son también medios, etc., no es cosa nueva en E.T.A. Ya hace diez años que se debatían los militantes ante contradicciones insolubles, ante círculos viciosos imposibles de romper, o así lo parecían en el momento.

El ascenso de la lucha revolucionaria en Euskadi ha complicado aun mas las actividades de este tipo. Basta pensar en la intensificación del conflicto religioso, la incorporación de nuevos militantes, la ayuda popular, etc. Y lo que ha terminado de complicarlo todo han sido las confrontaciones armadas con su influencia sobre todas las actividades. Muchos militantes y patriotas en general han observado que las actividades de carácter militar están ahogando a las restantes actividades, tales como la propaganda, la formación, etc. Lo real es que las nuevas condiciones que están afectando a la lucha revolucionaria vasca obligan a plantear todas las actividades sobre bases mas o menos nuevas. Nadie puede confiar que repartir octavillas en 1.970 vaya a ser lo mismo quo hacerlo en 1.960, por ejemplo.

Las confrontaciones armadas que están comenzando a ocurrir en Euskadi complican ciertamente a todas las actividades restantes. Pero eso no es tan grave inconveniente, pues al mismo tiempo y precisamente porque las complican, nos van a permitir analizarlas y comprender mejor su papel en la lucha de liberación nacional.

Es preciso insistir (y aun lo haremos en próximos artículos) que el mayor peso especifico que ha adquirido el frente militar en la vida de E.T.A., es punto del desarrollo de la lucha revolucionaria como un todo y no el resultado de que unos militantes prefieran disparar o manejar una multicopista. En realidad, E.T.A. se replegó a partir de la ejecución de Melitón Manzanas; no obstante lo cual, el enfrentamiento revolucionario no ha cesado de agudizarse y concretizarse en confrontaciones de creciente gravedad. E.T.A. no dejara de proceder así en el futuro, incluso independientemente de las intenciones de E.T.A.. En estas condiciones no debe extrañarnos que toda actividad se vea afectada.

Ya al tratar de la confrontación vimos que ésta impregna otras actividades, aunque en principio no implicasen un intercambio de disparos. Claro esta que en una reunión de dirigentes, un traslado de material, etc., deberán tomarse precauciones mayores que hasta ahora. Esta nueva situación afecta una de las actividades mas tradicionales como es la propaganda.

¿Qué decía antes la propaganda de E.T.A.? Cabían dos alternativas: o comentar acontecimientos que salían al paso y que generalmente había que coger un poco por los pelos, o bien irse por las nubes de la explicación de principios ideológicos mas o menos abstracto. Con esto no se quiere decir que la propaganda no fuese importante. Realmente era lo mas importante en E.T.A.; mediante la propaganda E.T.A. trataba de darse a conocer al pueblo, denunciar a sus enemigos y mostrarle el camino de la liberación nacional. Pero lo cierto, aunque avergüence un poco admitirlo, es que no solían sobrar los originales de imprenta. Bien porque hubiese pocas cosas que decir o porque no hubiera quien supiese expresarlas por escrito, la realidad es que cuando el Zutik no salía en mas de un mes, a quien había que pedir cuentas era a la redacción y no a los encargados de la impresión, el reparto o la financiación. Peor era el caso de Zutik B, destinado a la difusión de noticias. Bien fuera porque no pasaba nada o porque no tuvieran información, las noticias no llegaban, y no llegando no podían volver a salir. Entonces se llegó en algunos casos a rellenar un folio con noticias como, por ejemplo, «se han cubierto tantas paredes con letreros de E.T.A.»; más tarde empezaron a aparecer, en proporción creciente, las noticias referentes a conflictos laborales. Pero esto no podía ser una panacea. Separadas de todo contenido nacional y revolucionario, las nociones reivindicativas de los obreros en Euskadi, ponían aun mas al descubierto la falta de una lucha global de carácter revolucionario. Por consiguiente, la propaganda se encontraba en el problema de siempre; la teoríamarchando por un lado y la práctica por otro. Y, si se quiere, las ilusiones por un lado y la realidad por otro.

Basta ver un papel impreso por E.T.A. en la actualidad, para comprender el profundo cambio que ha experimentado la propaganda en su contenido. En primer lugar, esta el hecho nuevo de que el movimiento revolucionario vasco se ha convertido en noticia habitual en toda la prensa del estado español y aun de la prensa internacional. Esto significa para los medios de difusión clandestina de E.T.A. la necesidad de combatir ideológicamente la noticias y deformaciones continuas con que los imperialistas intentan confundir al pueblo. Además, cada vez es mas importante sacar las enseñanzas precisas de los acontecimientos para ir formando sobre la práctica, la conciencia revolucionaria del pueblo, su conciencia nacional, su conciencia de la estrategia revolucionaria, etc. No puede pasar por alto la influencia que sobre esta nueva fase de propaganda han tenido los choques armados

Empezando por los ametrallamientos de militantes y sus accidentales huidas bajo fuego enemigo; la justificación ante el pueblo de las represalias contra la prensa imperialista, la denuncia de los métodos policíacos, las de represión y el asesinato de Etxebarrieta; la justificación de la ejecución de Melitón Manzanas, las enseñanzas sacadas de todos estos hechos, etc. etc. Los temas que se refieren a los choques de militantes con las fuerzas imperialistas, o bien a los que se refieren a la represión, reacción popular, etc., sobrevenidas como consecuencia de estos hechos, dan a la propaganda revolucionaria material del mayor valor y, al mismo tiempo, dan la responsabilidad de remontarse por encima del aspecto circunstancial de tales sucesos, hasta las leyes del proceso de liberación del pueblo trabajador vasco contenido en ellos

Nunca, como en este último ano, le ha sido posible a la propaganda de E.T.A. mostrar el carácter antinacional de las grandes empresas «vascas», el papel que desempeña «la prensa libre» y el terrorismo utilizado sistemáticamente por las fuerzas «del orden». etc. Nunca ha aparecido tan claro tan evidente y sencillo de entender el carácter socialmente popular de nuestra lucha de liberación nacional por su contenido revolucionario, e incluso su vinculación a la lucha de otros pueblos que en el mundo luchan por su liberación. Y es, que como ya hemos dicho, la confrontación constituye el momento esencial de la lucha revolucionaria y por tanto saca al descubierto problemas que de otro modo permanecían ocultos.

No se piense que queremos insinuar que haya en la esencia del duelo a tiros alguna especie de fuerza oculta y sagrada que conduzca al pueblo vasco a su liberación por arte de magia. Ni de que se trate de hacer una exaltación abstracta de la violencia En los próximos capítulos vamos a demostrar que las consecuencias de una confrontación son con mucho mas importantes que ella misma, y que en la lucha revolucionaria vasca los criterios militares han de subordinarse siempre y en todo momento a las consideraciones de carácter político. Pero todo esto no impide ver los hechos. Y éstos son los siguientes: El enfrentamiento nacional de las clases populares vascas contra la oligarquía imperialista es radical y sin paliativos ni consideraciones a las condiciones histórico-sociales que le determinan, al margen incluso de la idea que de ellos se haga cada vasco. En consecuencia, no debe extrañarnos que cuanto más aguda sea la manifestación en circunstancias concretas de ese enfrentamiento, tanto mas saldrán a la superficie las contradicciones de fondo que permanecían ocultas. Dicho de otra manera, toda radicalización de la lucha patriótica favorece al pueblo oprimido, y todo amortiguamiento favorece a los imperialistas (tendremos ocasión de volver sobre este punto).

En la práctica, las cosas sucedidas confirman las anteriores afirmaciones. Aunque pueda haber quien piense que un tiroteo no es mas que un tiroteo, la realidad es que cuantas veces en estos últimos meses ha tenido lugar una confrontación entre patriotas y fuerzas de represión, las cosas no han terminado ahí. Por el contrario, nos atrevemos a afirmar que lejos de terminar, las cosas EMPIEZAN AHÍ.

Poco sabia Etxebarrieta que su gesto de defensa disparando contra el agente de la guardia civil iba a traer todas esas consecuencias encadenadas; su propia muerte, las manifestaciones populares. la ejecución de Melitón Manzanas, y también otras menos espectaculares pero importantes. Hay a este respecto un acontecimiento particularmente significativo cuya estela aún esta empezando a aparecer al escribir estas líneas.

Se trata del choque entre policías y militantes de E.T.A. en una casa de Bilbao, la huida de uno de ellos herido, la muerte del taxista que trató de impedírselo, etc. Para la propaganda imperialista la cosa estaba clara; Había que aprovechar un incidente que les llegaba como llovido del cielo. Se lanzaron a una campaña frenética sacando las cosas de todo quicio, a fin de presentar a E.T.A como una banda de gansters que asesinaba fría y premeditadamente a los trabajadores honrados. Para los opresores del pueblo vasco el resultado se anunciaba excelente y sin la mas leve sombra en el horizonte Sin embargo, la muerte del taxista y la huida del «asesino» no eran cosas que se pudiesen mantener en las condiciones de aislamiento de un experimento de laboratorio

Por el contrario, las fuerzas que condujeron a ese suceso afectan vivamente a nuestro pueblo. Personas de distintas capas populares que nada tenían que ver en principio con los acontecimientos, empezaron a verse implicadas de manera directa. Cada día que pasaba los aspectos meramente personales o incidentales desaparecían tras de las cosas que iban saliendo a la luz. La policía detenía más y más personas de toda condición: campesinos, obreros, médicos, sacerdotes, y cada vez la madeja se enredaba más para los imperialistas y restituía su claridad para el pueblo. Ya no era el problema de un militante de E.T.A. que había matado a tiros a un taxista, sino un conflicto mas general quo iba descubriendo las raíces de la opresión nacional del pueblo vasco. Y se descubría también la autentica aportación popular del pueblo oprimido, y la impotencia de las fuerzas de represión que ya no podían ser ocultadas bajo impresionantes despliegues de fuerza.

Hemos escogido este caso porque empezó sin E.T.A. quererlo y poderlo prever: porque empezó del modo mas desafortunado y en las condiciones mas propicias para servir de confusión al pueblo. Pero aun en estas condiciones netamente desfavorables, se demuestra que los opresores del pueblo vasco solo daño pueden cosechar al remover el puchero. Toda su estrategia debe limitarse a mantener la tapa bien cerrada. Porque cuando esta se levanta, tanto mas se revuelve, tanto peor huele el caldo. ¿Por qué serie de causas el enfrentamiento de unos patriotas a las fuerzas policíacas que van a detenerles, puede llegar a convertirse en un enfrentamiento del obispo de Bilbao con toda la prensa local, y puede llegar aun mas lejos? Para los imperialistas no puede resultar tarea fácil el entenderlo. En cambio nosotros debemos hacerlo.

La propaganda adquiere un contenido nuevo cuando se analiza en relación con la confrontación. La propaganda revolucionaria mostrando a través de los acontecimientos el carácter opresor de los imperialistas, las posibilidades de lucha popular, etc., va descubriendo ante el pueblo los rasgos esenciales de la revolución vasca. Otras veces se trata tanto de sacar las conclusiones adecuadas de un acontecimiento, como de preparar al pueblo para nuevas confrontaciones revolucionarias de nivel mas alto. Pero, en todo caso, la propaganda gira sobre este asunto esencial de la lucha revolucionaria que es la confrontación en circunstancias concretas de fuerza revolucionaria con el enemigo. Por ejemplo, es misión de la propaganda fomentar las acciones de masas, elevándolas desde la lucha reivindicativa a la inequívocamente revolucionaria. Para eso, tratara siempre de que una manifestación que va a producirse se convierta en una autentica manifestación revolucionaria. Y aun después de que la manifestación ha tenido lugar, podrá servir de medio para desarrollar todas las consecuencias revolucionarias del momento pasado.

Asimismo, la información revolucionaria, que en E.T.A. nació como un medio de suministrar noticias a la propaganda, mas tarde hubo de desarrollarse necesariamente para hacer posible cualquier confrontación buscada por E.T.A. Actualmente, a medida que las confrontaciones de distintos tipos han pasado a ocupar un lugar central de la actividad revolucionaria, también las tareas de información adquieren un contenido nuevo, ligado a toda confrontación que va a tener lugar o que pudiera tener lugar.

Otras actividades necesarias en la lucha revolucionaria son la captación y formación de militantes, el encauzamiento de la ayuda popular, etc. Todas ellas deben de parecernos desconectadas entre si o, como ocurría a menudo hasta ahora, encerradas en el mero circulo de mantenimiento de la organización. Las nuevas condiciones de la lucha revolucionaria que se concretan en la confrontación de fuerzas revolucionarias con el enemigo, impregnan también estas actividades, así como todas las demás. La captación de un nuevo militante cobra un sentido muy distinto ahora, bajo condiciones de lucha real en que ha quedado sumergida E.T.A.; del mismo modo, la ayuda popular aparece con un significado distinto; Pues no era lo mismo ofrecer la casa antes, que ahora que supone «colaboración con los terroristas»

No tiene objeto extendernos mas aquí, pues para proseguir el análisis necesitamos ya introducir nuevos conceptos, lo cual haremos en el próximo capitulo. Podemos resumir el contenido de este, pues es muy importante entender en sus justos límites el significado que hemos atribuido a la confrontación en relación con las restantes actividades revolucionarias. No se deben desorbitar los acontecimientos producidos; alguien va a pensar que el concepto de «confrontación de fuerzas revolucionarias con fuerzas imperialistas» que estamos aplicando en el análisis, es la más ilusa de las exageraciones. Pues, en efecto, lo que ha habido hasta ahora en Euskadi no puede ser calificado de batalla, ni siquiera de escaramuza. La mas incruenta confrontación de un grupo guerrillero con el enemigo habitual en otros países, es todavía una gran batalla comparada con los incidentes en que se han visto envueltos los militantes de E.T.A.

Si aislamos estos incidentes del contexto en que están insertos y del curso de desarrollo de los acontecimientos que han conducido a ellos, parecerá indudablemente absurda la tarea que nos hemos propuesto en estos últimos capítulos. Cierto, incluso, que la confrontación mas importante que se ha producido hasta el momento de escribir estas líneas, no ha pasado de breves intercambios de disparos entre militantes y las fuerzas que iban a detenerlos. Pero no es el volumen y la importancia en si de estos hechos lo que hemos buscado calibrar, sino su significado sobre el conjunto de la lucha revolucionaria vasca. Y en este sentido no es necesario ni siquiera venirnos a los acontecimientos de la primavera 1969. Bastaron los acontecimientos que en junio y agosto de 1968 produjeron la muerte de un patriota y dos agentes imperialistas. En otras circunstancias, en otro país, tres muertes violentas puede no significar nada. Pero en Euskadi, en las condiciones de la lucha revolucionaria en 1968, significaron un viraje cuya significación alcanza todos los ámbitos de la lucha patriótica y popular.

Cada vez que hablamos, y hablamos aun del papel de la CONFRONTACION Y SU INFLUENCIA sobre tal y cual esfera, nos referimos no solo a las confrontaciones que de hecho se han producido (las cuales, repetimos, no tienen en si mismas gran importancia); nos referimos sobre todo a la sombra de la posible confrontación armada, la cual desde agosto de 1968 se cierne, sobre todo, en las actividades tanto de E.T.A. como de las fuerzas de represión. Es la confrontación potencial, no la real, la que condiciona los movimientos de unos y otros. Esta situación quedó definida con la ejecución de Manzanas y, desde entonces, los acontecimientos no han hecho sino confirmarla. Con el tiempo es previsible que lleguen a producirse verdaderas confrontaciones armadas entre verdaderas fuerzas revolucionarias vascas y el enemigo. Pero eso no cambiara esencialmente el carácter que estamos definiendo; en todo caso, lo intensificara y hará mas claro a los ojos de todos. Ya desde ahora, sin embargo, se hace preciso ordenar las ideas sobre las distintas actividades revolucionarias. Comprender que, por grande que sea y deba seguir siendo el papel de la propaganda, de la formación, o de otras actividades de E.T.A., ese papel se encuentra desde ahora ligado a las confrontaciones reales o posibles que tienen o pueden tener lugar en Euskadi. Y que precisamente este papel central de la confrontación como momento que refleja el carácter esencial de la lucha revolucionaria vasca, es lo que va a permitirnos integrar las distintas actividades revolucionarias en una estrategia positiva.

 

TACTICA Y ESTRATEGIA EN LA LUCHA REVOLUCIONARIA VASCA

Hemos visto que el carácter esencial de la lucha revolucionaria vasca aparece concretamente en aquellos momentos en que fuerzas revolucionarias (del tamaño que sean) entran en contacto con fuerzas imperialistas. Asimismo, que ese carácter esencialmente combativo que aparece de manifiesto en toda confrontación, hace que todas las demás actividades de la organización revolucionaria puedan adquirirlo, precisamente al quedar ligadas a esos momentos esenciales de lucha.

En estas condiciones, el proceso revolucionario en Euskadi se nos presenta como una cadena de confrontaciones de importancia creciente, alrededor de las cuales giran otras muchas actividades necesarias para que dicho proceso pueda desarrollarse hacia su finalidad general.

Los intrincados problemas planteados en la conducción del movimiento revolucionario vasco, se simplifican considerablemente al verlos en esta perspectiva. Al menos, esto permite ordenar los problemas y separar los principales de los secundarios. Por ejemplo, podemos preguntarnos: Una confrontación con el enemigo en tales o cuales condiciones ¿nos acerca al triunfo revolucionario?. O también cabe preguntarse: ¿Cómo va a sernos posible llevar a cabo con éxito esta determinada confrontación?. Indudablemente son dos tipos de problemas distintos, aunque ambos igualmente importantes. Los del primer grupo enfocan la confrontación como un medio orientado a alcanzar fa finalidad general de la lucha revolucionaria. Los del segundo grupo, en cambio, tratan fa confrontación como un FIN que hay que alcanzar, mediante la utilización correcta de los MEDIOS de que disponemos. De los primeros trata la TACTICA; de los segundos trata la ESTRATEGIA.

Es decir, la táctica estudia cómo utilizar nuestros efectivos humanos y materiales para llevar a cabo con éxito una confrontación con el enemigo. La estrategia estudia utilizar las distintas confrontaciones para alcanzar el triunfo revolucionario. En un caso, los medios son los militantes y colaboradores con los medios materiales disponibles; y el fin es el éxito en la confrontación. En el otro, los medios son las confrontaciones y el fin es el triunfo de la REVOLUCION VASCA.

Se comprenderá mejor entre uno y otro tipo de problema con un ejemplo: La ejecución de Melitón Manzanas. Una cuestión era lo que ese ejecución pudiera significar para la lucha revolucionaria vasca. Aquí surgían varios problemas entrelazados: Si el pueblo comprendería el significado del gesto, si la organización estaba en condiciones de soportar el momento de represión que iba a sobrevenir, etc. Eran problemas de estrategia. Por otra parte, estaba de si la organización tenia capacidad de llevar a cabo con éxito la operación, qué militantes deberían intervenir, qué medios utilizarían, etc. Se trataba de problemas de táctica.

No hay duda de que los problemas de estrategia tienen primacía sobre los de táctica. Porque ¿de qué nos serviría, por ejemplo, tener resueltos todos los problemas tácticos de la voladura de una central eléctrica si no sabemos lo que esa voladura va a suponer para la lucha revolucionaria en general? Hemos dicho en un artículo anterior que E.T.A. no había decidido todavía (salvo en el caso de Melitón Manzanas) la destrucción de fuerzas enemigas. Tácticamente, una emboscada a fuerzas de la guardia civil no presenta problemas, en cambio estratégicamente la cosa cambiaba: era indudable que eso iba a producir una intensificación de lucha revolucionaria en un grado inusitado. La dirección de E.T.A. juzgaba que ni la organización ni las masas populares estaban preparadas para un salto adelante de esa magnitud; que aunque tácticamente el éxito estaba asegurado en confrontaciones de este tipo, estratégicamente iban a constituir más un freno que un impulso a la lucha revolucionaria. Aparece claramente que los problemas estratégicos son los principales, mientras que, respecto a ellos, los tácticos son secundarios.

Es indispensable que la estrategia y la táctica vayan siempre unidas, Porque si con el pretexto de que los problemas tácticos son secundarios, no les damos importancia, cometeríamos un gravísimo error. Y no simplemente error de consecuencias tácticas, porque traería consecuencias para la estrategia. No debe olvidarse que si los problemas de estrategia se han resuelto, en el supuesto de que la confrontación prevista va a ser un éxito, es precisamente la táctica donde el éxito debe decidirse. Por tanto, un error táctico en el planteamiento o desarrollo de la confrontación, al poner en peligro el éxito de ésta, echa por tierra las consecuencias estratégicas que estaban previstas.

La táctica y la estrategia van unidas en los dos sentidos. De un lado, el éxito o el fracaso táctico condiciona las consecuencias estratégicas de la confrontación o de una serie de ellas; afecta de modo directo (aunque no sea a corto plazo) a los efectivos humanos y materiales revolucionarios y por tanto se pone de manifiesto en la táctica. En este sentido, trataremos de demostrar en un próximo capítulo que, los errores estratégicos en que incurrid E.T.A. a partir de la ejecución de Melitón Manzanas, han aparecido mas tarde en una serie de innumerables y encadenados errores y fracasos tácticos ante la represión, motivando los importantes daños en efectivos humanos, organización y material revolucionario que ha sufrido E.T.A. en esta primavera.

De todos modos, aunque marchen íntimamente ligadas, la estrategia y la táctica son dos cosas esencialmente distintas, y a veces incluso pueden contradecirse. Un sabotaje contra unas instalaciones industriales puede constituir un gran éxito táctico y estratégicamente, sin embargo, un enorme fracaso; éxito táctico porque el sabotaje se ha realizado según lo previsto, con bases propias y de un modo técnicamente perfecto; pero fracaso estratégico porque unos obreros han muerto en la explosión o porque el resultado del acto, su significado ha sido confuso y en vez de originar un progreso en la conciencia y capacidad revolucionaria del pueblo trabajador vasco, origina un retroceso. También es posible, desde luego, que se dé el caso contrario; o sea que una confrontación sea un fracaso táctico completo y, sin embargo, sus resultados estratégicos sean netamente positivos para la lucha de liberación nacional. Parece raro que un fracaso táctico origine un éxito estratégico; sin embargo en la lucha revolucionaria vasca esto ha ocurrido mas a menudo de lo que puede imaginarse.

Con los actos de represión, la policía y guardia civil tratan de desarticular la organización clandestina. Esa es su finalidad, pero con la estructura y medios de seguridad adoptados en E.T.A. a partir de las caídas generales de octubre, noviembre de 1963, ya no le es posible a la represión des hacer de un golpe a E.T.A. Por tanto, en principio, las fuerzas de represión solo están en condiciones de cosechar éxitos tácticos; porque los daños que infligen a la organización revolucionaria pueden ser reparados por Osta a continuación. No obstante, si la represión consigue unos cuantos éxitos encadenados, las fuerzas revolucionarias sufrirán estratégicamente las consecuencias; este es el caso de los sucesivos golpes dados por las fuerzas de represión a E.T.A. en esta primavera de 1.969, que al producir bajas de considerable importancia entre dirigentes, militantes y colaboradores, ha impedido a la organización absorber tanto daño como en otras ocasiones. No se trata aquí, por supuesto, de contradicción entre resultados tácticos y estratégicos, sino por el contrario, de evidente unidad entre ambos; la repetición de éxitos tácticos ha permitido a los imperialistas un importante éxito de carácter estratégico. porque sus consecuencias no van a recaer solo sobre una confrontación determinada, sino sobre todas las que pudieran plantearse en un futuro próximo. Esto, los imperialistas lo entienden muy bien, pues con otras palabras, es lo que han publicado todos los periódicos. Pero al mismo tiempo que estos resultados estratégicos del mismo signo que los tácticos, la represión tiende a producir resultados estratégicos de signo contrario. Y esto ya no lo entienden tan bien los imperialistas, y sobre todo no están en condiciones de poder evitarlo fácilmente.

 Ya hemos hecho referencia en un capítulo anterior al caso del militante de E.T.A. que, huyendo herido de la policía, mató al taxista que le hizo frente. Es evidente que el hecho de que la víctima fuese un taxista, «un trabajador que estaba ganándose honradamente el pan», como dijo la prensa, y no un agente imperialista conocido públicamente como tal, tenia que ser causa de confusión para el pueblo. En estas circunstancias, las consecuencias estratégicas negativas para el movimiento revolucionario vasco, son rápidamente utilizadas y hechas efectivas por los inmensos medios propagandísticos del sistema. Sin embargo, aunque el suceso era confuso ya de por si y máximo después de pasar por el filtro de la propaganda imperialista, no puede decirse que contradijese ningún aspecto esencial del contenido de lucha popular vasca de liberación nacional. Ningún trabajador honrado de Euskadi siente ilusión por colaborar con las fuerzas de represión; menos aun si las circunstancias le colocan en el centra de una confrontación armada que ya ha producido victimas y que no se ha decidido todavía. Al impedir activamente a un patriota en trance de desangrarse, librarse de la persecución de que era objeto, el taxista se identificó plenamente con las fuerzas de represión, y murió como agente de las mismas, no como trabajador ni como ciudadano; ésta era la realidad que ni siquiera la omnipotente propaganda imperialista consiguió ocultar. Por tanto, para los enemigos del pueblo vasco, el éxito estratégico recibido como regalo del incidente, tenia que quedar limitado considerablemente; amplias capas populares comprendieron de inmediato el verdadero significado del suceso.

Para todas estas personas, los feroces intentos de la prensa oficial por desenfocar el caso podían tener el efecto de un revulsivo iba a darse a partir de este momento una inversión sorprendente. La policía empezó a detener a quienes habían ayudado al «asesino» a escapar del acoso técnicamente las operaciones policíacas fueron bien planteadas. Lograron descubrir uno tras otro los eslabones de la cadena de ayuda al fugitivo; tirando de la madeja llegaron incluso a descubrir implicaciones en el vicario general de la diócesis. Puede decirse que el éxito táctico de su operación fue completo. A medida que la policía extendía su acción represiva, descubría sin quererlo el carácter fundamentalmente popular de la odisea corrida por el fugitivo; y en este sentido se oponían los esfuerzos de su propia propaganda. De este modo, el daño a las fuerzas revolucionarias que significó la detención de los que habían ayudado al militante fugitivo se vio contrarrestado y aun superado por los efectos de la represión, estratégicamente positivos para la lucha revolucionaria.

En toda la historia de E.T.A. aparece claramente expuesto el aspecto contradictorio entre resultados tácticos y consecuencias estratégicas del mismo acontecimiento. De un lado, muchas acciones emprendidas por E.T.A. han terminado en fracaso; de otro, las acciones de represión de la policía y guardia civil contra E.T.A. han tenido casi siempre éxito. Sin embargo, E.T.A. no ha dejado de crecer, de aumentar su capacidad de lucha, de obtener mayor ayuda popular cada vez. Es evidente que por encima de continuos fracases tácticos, la organización ha podido abrirse camino estratégicamente. ¿Cómo es esto posible? ¿Qué diferencia existe entre el estado que lo tiene aparentemente todo, y una organización clandestina que empieza no teniendo nada para que en contra incluso de los resultados tácticos de cada confrontación, la estrategia se empeña en irse de lado del mas débil? Claro que si la estrategia se pone del lado del mas «débil», es que este no es tan débil como parece, o que el mas fuerte no es en realidad tan fuerte. Analizando lo que hay detrás de las apariencias, trataremos de descubrir la verdadera fuerza y la verdadera debilidad, tanto de los imperialistas españoles como del movimiento revolucionario vasco. Todo esto será el objeto del próximo capitulo.

 

LA SUPERIORIDAD DE LAS FUERZAS REVOLUCIONARIAS EN TACTICA

Cualquier comparación del estado actual de las fuerzas revolucionarias vascas respecto de las fuerzas imperialistas españolas, no pasaría de ser una pedantería carente de interés. Sería como comparar el peso de una avispa y el peso de un león para juzgar sobre las posibilidades de uno y otro. Todo el mundo sabe que actualmente las fuerzas revolucionarias vascas no tienen capacidad para quitar a los imperialistas el control de una ciudad, por ejemplo, y aun si tal cosa fuese posible, no estarían en condiciones de conservar ese control ni dos horas. La superioridad de las fuerzas opresoras en efectivos humanos, material y organización es abrumadora y esta fuera de toda comparación. Esa superioridad aparece tanto en el aspecto táctico como en el estratégico de la lucha revolucionaria. En el aspecto estratégico la superioridad del enemigo consiste en que la «guerra» la tienen ganada de antemano. En efecto, respecto a la lucha revolucionaria la finalidad de los imperialistas consiste en alcanzar la «paz» que ya tienen; consiste en conservar el estado de cosas, su domino sobre toda la sociedad.

Es cosa sabida que defender es mas fácil que atacar. Toda detención o freno en la lucha favorece a los defensores; en este caso, toda detención del proceso revolucionario favorece a los opresores que defienden su dominio imperialista. Además, no se trata para ellos de defenderse de un ataque exterior, sino una fuerza que ha de formarse en el interior del propio territorio que dominan

Su enorme aparato de represión les permite atacar inmediatamente y suprimir cualquier fuerza enemiga que tomase cuerpo en un punto cualquiera del territorio. Al menos con este fin existe su organización militar y de «orden publico». Y ciertamente, pocos habrán que discutan esa capacidad del aparato español para destruir cualquier fuerza enemiga. Su superioridad estratégica consiste en la capacidad de trasladar en poco tiempo fuerzas enormes a cualquier punto del hipotético teatro de guerra. Es decir, que sea cual sea la fuerza que los revolucionarios consiguiesen actualmente concentrar en un punto, el ejército español esta en condiciones de trasladar allí rápidamente una fuerza abrumadoramente superior. Esta es su superioridad estratégica; y es tan clara que se convierte en superioridad táctica en cada circunstancia concreta, pues una vez que en el terreno de operaciones se cuenta con una superioridad aplastante, los problemas tácticos desaparecen; por mal que se utilicen las fuerzas, el éxito de la batalla estará asegurado.

La superioridad absoluta de los imperialistas no es tan decisiva como pueda parecer a primera vista. Nadie debe dejarse hipnotizar por ella. Ya hemos dicho en otro lugar que, si hubiese que dar tanta importancia a esas condiciones exteriores, no podríamos comprender, por ejemplo, que el imperialismo no sea todavía el dueño del mundo. En la historia, como en todo proceso, es evolución, son las tendencias lo que importan mucho mas que la situación que aparece reflejada en una parada militar. La consistencia de una piedra vencida por la fuerza de una pequeña semilla que haya germinado es conocida. La semilla puede deshacerse fácilmente entre los dedos, sin embargo lleva dentro de si en estado latente unas fuerzas a las que ninguna roca puede resistir. También para nosotros lo importante son las tendencias impuestas en la lucha revolucionaria. Comprendiendo esas tendencias, las iremos convirtiendo en efectivas fuerzas que impulsen nuestra lucha de liberación nacional.

En primer lugar vamos a considerar un aspecto superficial y de gran importancia en la lucha revolucionaria. Se refiere a las limitaciones que hay que hacer en la superioridad de los imperialistas en el terreno táctico. Tienen asegurado el éxito táctico de cualquier confrontación posible por dos medios complementarios. Una parte de sus fuerzas se emplean diseminadas, ocupando el mayor espacio posible. De este modo se asegura el control cotidiano de toda el territorio ocupado, de toda la población que lo habita. La otra parte de las fuerzas esta concentrada en puntos neurálgicos. Con estas fuerzas que pueden trasladarse rápidamente al lugar necesario, podrían decidir cualquier conflicto. Ya hemos visto que las fuerzas de policía (tanto armada como secreta) responden al criterio de concentración, mientras que la guardia civil responde a ambos criterios

La superioridad absoluta de una fuerza sobre otra es importante por supuesto. Pero lo que decide en toda lucha no es la superioridad absoluta, sino la superioridad relativa. Es decir, el enemigo puede ser mas fuerte que nosotros en conjunto; sin embargo nosotros podemos ser mas fuertes que él en unas circunstancias concretas, y esta superioridad nuestra relativa, decidirá el resultado de esa confrontación. Para controlar un territorio extenso y una población numerosa, el estado español tiene que diseminar sus fuerzas. Aunque haya muchos guardias civiles, estos, repartidos en muchos kilómetros, tocan a muy pocos guardias por kilometro y por habitante.

Al mismo tiempo, aunque el movimento revolucionario disponga de muy pocos militantes, puede concentrarlos en un lugar y a una hora determinada. Entonces, en esas circunstancias, podrán encontrarse mas militantes revolucionarios que guardias civiles, y poco les serviría a estos su superioridad absoluta que poseen en todo el territorio ocupado. Esto significa que las fuerzas revolucionarias vascas pueden lograr la superioridad táctica en una confrontación, mediante la concentración de mas efectivos, mientras que actúan aprovechando la diseminación de las fuerzas enemigas.

Pero hemos dicho que además de las fuerzas de represión diseminadas por todo el territorio ocupado, los españoles disponen de importantes fuerzas acuarteladas, dispuestas a intervenir allá donde sea precise Como el territorio vasco es pequeño y cruzado por una tupida red de comunicaciones, las fuerzas de represión necesitan poco tiempo para trasladarse a cualquier lugar. Por consiguiente, toda la concentración que hubieran logrado las fuerzas revolucionarias vascas en un punto, no seria nada comparado con la que reunirá el enemigo allí poco tiempo después. Es claro que la superioridad relativa de las fuerzas revolucionarias vascas no podrá mantenerse mas que por poco tiempo en este caso; siempre menos tiempo que el que necesitan las fuerzas de represión para acudir desde el lugar de concentración mas próximo. Así, pues, junto a la utilización correcta de la propia concentración y la diseminación de fuerzas enemigas, las fuerzas revolucionarias vascas deberán contar en cualquier confrontación con el factor TIEMPO. La máxima rapidez es vital en cualquier confrontación con el enemigo, y no basta ser lo mas rápido posible, sino precisamente ser lo suficientemente rápido para esfumarse antes de la llegada de fuerzas enemigas superiores. Por esta razón, las fuerzas revolucionarias vascas no pueden nunca aceptar un combate y perder tiempo enredándose a tiros. O se consiguen los objetivos tácticos inmediatamente, o hay que retirarse antes de que sea tarde. El golpe de mano, la emboscada, el asalto por sorpresa, son el modo de acción obligado de las fuerzas revolucionarias vascas, mientras la correlación de fuerzas con el enemigo no haya variado considerablemente

En el aspecto táctico que estamos considerando, desempeña actualmente un papel muy importante la preparación militar de los combatientes. Generalmente de poco sirve planear una acción por sorpresa, utilizando mas hombres y mejor equipados que el enemigo, si estos luego no saben que hacer ante un imprevisto. Este es un asunto que estaba pesando mucho en la marcha de los acontecimientos. Sus relaciones con la estrategia serán explicadas en otro capitulo. Aquí debemos limitarnos a apuntar su influencia sobre la táctica.

Podemos resumir el contenido de este capitulo, diciendo que la superioridad absoluta de las fuerzas de represión sobre las revolucionarias, no es la que decide el resultado táctico de la confrontación. Las fuerzas revolucionarias vascas pueden vencer sobre fuerzas enemigas. Siempre que empleen correctamente las posibilidades de concentrar las fuerzas sobre un enemigo diseminado, y que actúen con suficiente rapidez

 

LA SUPERIORIDAD DE LAS FUERZAS REVOLUCIONARIAS EN ESTRATEGIA

Ya hemos visto al comienzo del capitulo anterior que la superioridad absoluta de los imperialistas españoles sobre las fuerzas revolucionarias vascas, es ante todo una superioridad de carácter estratégico. Por tanto, de poco serviría al movimiento revolucionario vasco poder cosechar una serie de éxitos tácticos en confrontaciones con las fuerzas de represión, si estas siguen manteniendo de todos modos una absoluta e impenetrable superioridad estratégica.

Los métodos de lucha guerrillera no son un invento del Che Guevara o Mao TseTung. Los carlistas vascos que se lanzaron en 1833 lucharon en guerrillas. Otros pueblos les habían precedido. El pueblo español, por 1800, luchó de este modo contra el ejército de Napoleón, los patriotas norteamericanos contra los ingleses, etc. Hoy en día la lucha de guerrillas esta de moda, y no es difícil caer en el error de considerarla como algo muy superior a la guerra convencional. Sin embargo, tan antigua como la misma guerrilla es la conciencia de sus limitaciones. La emboscada, el golpe de mano, el sabotaje a la retaguardia enemiga, etc., han sido considerados desde antiguo como métodos valiosos de complementar la acción de un ejército regular, o a fin de aprovechar fuerzas irregulares, sin formación militar. Pero la guerrilla es ante todo una TACTICA, o sea. un modo de utilizar con mas provecho las fuerzas de que disponemos. Y aunque a veces haya sido utilizada con fines estratégicos (por ejemplo, cortar las comunicaciones del enemigo, distraer una parte de sus fuerzas, etc.), estos fines son siempre limitados y subordinados a la estrategia del ejército regular.

En la historia, nunca la táctica en guerrillas ha logrado la victoria popular sobre el ejército enemigo. La guerra revolucionaria, a pasar de sus características especificas que la distingue de las guerras entre estados, no ha llegado a invalidar este principio. Fidel Castro que luchó siempre en guerrillas, no derrotó al ejército de Batista militarmente, sino que la desorganización política del régimen dejó al ejército sin capacidad de seguir combatiendo a las fuerzas revolucionarias. Lo mismo puede decirse de la guerra revolucionaria argelina; el ejército imperialista trances no fue derrotado militarmente, sino privado de base política para proseguir la guerra. La revolución bolchevique tomo el poder en Petrogrado mediante un golpe de mano, pero solo mediante la creación de una fuerza regular, el ejército rojo, pudo proseguir la lucha hasta derrotar a las fuerzas contrarrevolucionarias. Mao Tse-Tung se empeñó luchando en guerrillas; pero solo cuando dispuso de un ejército regular pudo lograr la derrota militar definitiva del enemigo.

Vamos a ver un poco mas a fondo la experiencia china; no porque exista siquiera una mínima posibilidad de repetirla en Euskadi, sino porque nos servirá para esclarecer un aspecto muy importante de la relación entre táctica y estrategia revolucionaria. Hemos dicho que Mao Tse Tung empezó la lucha en guerrillas y la terminó con métodos convencionales empleando un ejército regular. En el paso de un estadio a otro, la guerrilla desempeñó el papel mas destacado, pero no fue la guerrilla lo que decidió la victoria, sino precisamente la utilización con fines estratégicos de esa táctica.

Las fuerzas revolucionarias solían empezar ocupando un territorio tan extenso como les fuera posible. Tarde o temprano, el ejército blanco se lanzaba a destruirlas. Las fuerzas revolucionarias no estaban en condiciones de defender el terreno ocupado y ni lo intentaban siquiera. Se retiraban antes de la llegada del enemigo, sin que este lograse tomar contacto. Pero apenas las fuerzas atacantes se detenían a descansar, eran hostigadas; cuando se diseminaban en busca del enemigo, sufrían emboscadas, su retaguardia .era saboteada y su avituallamiento fallaba, pues la población civil, aleccionada por los revolucionarios durante el tiempo que permanecieron entre ellos, terminaron de tomar conciencia revolucionaria en cuanto empezaban a aguantar a las fuerzas de represión. De este modo, cada campaña del ejército blanco terminaba en un fracaso para este y un éxito (relativo) para las fuerzas revolucionarios. De nuevo los revolucionarios ocupaban territorios e instruían a la población, la ayudaban a organizarse y a eliminar a sus explotadores al mismo tiempo que se preparaban para la misma campaña, que no tardaba en llegar. Y así, una y otra vez, las fuerzas revolucionarias llegaron a poder constituir un ejército regular capaz de derrotar definitivamente al ejército blanco, cada vez mas debilitado militar y políticamente.

Los revolucionarios chinos utilizaron la táctica de guerrillas junto con el territorio y las características de la población civil al servicio de unos fines estratégicos. Exactamente como medio de aumentar la propia capacidad revolucionaria e ir debilitando y privando de base a la capacidad de combate del enemigo. Si el ejército blanco fue derrotado militarmente por el ejército rojo, no es algo que pueda considerarse decisivo; pues de otra modo carecía ya de base política y social para proseguir con éxito el combate. Los revolucionarios chinos juzgaron correctamente sus posibilidades en función por una parte, de su territorio extenso que permitía la retirada de fuerzas importantes, y por otra parte, la existencia de un campesinado oprimido y con un peso decisivo en la sociedad china. Es evidente que ni la experiencia china (ni ninguna otra) se presta a un trasplante sobre territorio vasco. Pero debemos sacar de ella una importante enseñanza; que la superioridad táctica de los revolucionarios no debe deslumbrarles, por el contrario debe ser puesta al servicio de una concepción superior de carácter estratégico para ir aumentando la capacidad revolucionaria de los oprimidos, para ir debilitando la capacidad político-militar de los opresores.

Euskadi no posee un territorio grande e inaccesible, sino pequeño y altamente intercomunicado. El peso mas importante de la población, tanto en numero como en importancia revolucionaria, reside en el proletariado y la pequeña burguesía industrial, que ocupan los centros urbanos y es, por tanto, controlable fácilmente. En estas condiciones, ¿en que consiste la debilidad estratégica de los ocupantes imperialistas? ¿como se pueden lograr éxitos estratégicos a partir de éxitos de carácter táctico cuya posibilidad hemos analizado en el capitulo anterior?

La superioridad estratégica de las fuerzas revolucionarias vascas proviene en principio de las fuerzas histórico-sociales y morales que trae consigo. La liberación nacional de un pueblo oprimido pone en marcha fuerzas morales muy superiores a todas las que pueden poner en juego los opresores. La conciencia nacional vasca, como conciencia revolucionaria que es, no admite comparación con la ideología imperialista de la «sagrada unidad de España». Esta ultima, que ya esta bastante desprestigiada a los ojos del pueblo español, ha de llegar a estarlo aun mucho mas. Ya hoy día la opresión imperialista sobre Euskadi es garantizada en todos los terrenos por mercenarios que primera piensan en sus intereses particulares y luego en la causa que defienden. Al nivel actual de la lucha revolucionaria en Euskadi, los efectos de la superioridad moral sobre los acontecimientos políticos y militares, pueden parecer despreciables. Pero ya tendremos ocasiones de ver cuanto se equivocan los que así piensan.

 

 ESTRATEGIA DE LA CONFRONTACION REVOLUCIONARIA

Elevar los problemas de estrategia revolucionaria al terreno de las fuerzas morales, puede parecer a algunos que es hacer pura literatura. Otros dirán que el hecho de que el pueblo vasco haya «tenido razón» no le ha servido de mucho en el pasado. Es que, naturalmente, ninguna especie de superioridad moral sirve por si misma para apretar un gatillo e impedir que alguien lo apriete. Menos aun sirve para detener un carro de combate o inutilizar a un ejército enemigo. La superioridad moral de una causa se manifiesta en la entrega de los combatientes, en la actitud que asume la población civil, en la energía y constancia de las decisiones tomadas, en el rendimiento que cabe esperar de las respectivas fuerzas enfrentadas, etc. Todas estas cosas si que influyen y poderosamente sobre los acontecimientos. ¿Cómo no ver en el comportamiento abúlico del soldado americano y el entusiasmo de los patriotas vietnamitas, un factor bélico de primera importancia, relacionado directamente con la diferencia del significado moral que para unos y otros tiene aquella guerra?. Naturalmente, la significación moral de la causa vasca no va a tomar un peso mas decisivo en la lucha porque ahora nos dediquemos a ensalzarla. Cierto que podría verse en la vida de patriotas como Etxebarrieta y otros, el alcance que estos factores no propiamente materiales están teniendo en el desarrollo del movimiento revolucionario vasco. Alguien deberá fijarse esa tarea; pero aquí nos interesa mas apuntar el hecho de que estas fuerzas ideológicas reciben en ultima instancia su vitalidad de las necesidades materiales de los hombres que forman el pueblo vasco. Y en la medida en que esas necesidades de carácter material imponen la necesidad objetiva de una sociedad nueva, las fuerzas ideológicas (nacidas en torno a la personalidad étnica vasca y desarrolladas en la lucha política a través de la historia política de Euskadi) reciben un impulso aun mayor por razón de ese contenido. Sea cual fuere el nivel de las fuerzas morales que movieron a los insurrectos carlistas de 1833, o a los gudaris de 1936, eran todavía pequeñas en comparación con las que van a desarrollarse en esta época por la liberación nacional de Euskadi.

Pero lo que fundamentalmente distingue esta época de todas las anteriores, es precisamente el carácter de las necesidades materiales de los vascos (de sus clases sociales). por ejemplo del desarrollo de las fuerzas productivas en Euskadi. La contradicción fundamental de nuestra sociedad entre las fuerzas productivas (personificadas por las clases populares vascas), las relaciones de producción (personificadas en la oligarquía imperialista y el estado español), es lo que en ultima instancia da el carácter socialmente revolucionario a la lucha de liberación nacional del pueblo vasco. Aunque el contenido material de la lucha permanece todavía en gran parte fuera de la conciencia de los patriotas revolucionarios, no por eso debe de ser la base que da solidez a la conciencia nacional. En realidad, la lucha revolucionaria del pueblo vasco se manifiesta como una profunda interacción de fuerzas espirituales y materiales donde continuamente unas empujan a las otras. De esa interacción resultan el carácter nacional y el carácter socialmente revolucionario de la lucha patriótica vasca. Frente a esto, los imperialistas españoles no pueden oponer mas que una ideología reaccionaria, desenmascarada por la historia, y que a duras penas encubre los privilegios de unas clases sociales decadentes y parasitas. Frente a una conciencia nacional vasca, coherente con las mas profundas necesidades materiales del pueblo, la ideología imperialista y reaccionaria solo puede aspirar a cubrir y a camuflar la realidad social. Esta es la raíz de la debilidad estratégica de los opresores del pueblo vasco.

La superioridad estratégica de las fuerzas revolucionarias vascas sobre sus enemigos se apoya en ultima instancia en el significado de la causa que defienden. Tanto como ese significado sea puesto de relieve, se obtendrá un fortalecimiento del movimiento revolucionario vasco y un debilitamiento de sus enemigos. Concretamente, de lo que se trata es de ir haciendo efectiva esa superioridad que todavía se mantiene latente; de completar la desintegración política del sistema opresor. Todo eso que aun hoy son tendencias poco visibles, se convertirán en fuerzas activas, espirituales y materiales. a medida que el desarrollo de los acontecimientos vaya sacando a la luz la verdadera naturaleza de la causa defendida por unos y otros.

 

ESTRATEGIA DE LA CONFRONTACION REVOLUCIONARIA

Estamos ya en condiciones de establecer el papel estratégico que debe atribuirse a la confrontación de fuerzas revolucionarias con fuerzas enemigas. Hablamos definido la confrontación como momento de la lucha revolucionaria que pone de manifiesto las características sociales de ese lucha. Aunque llegamos a esa definición analizando los acontecimientos a que había conducido el desarrollo de la lucha revolucionaria en Euskadi, ahora ella misma nos sirve en el análisis que hacemos desde un ángulo distinto. Nos preguntamos  que consideraciones estratégicas deben guiarnos en las actividades revolucionarias y si es posible sacar ventaja (estratégicamente) en la lucha revolucionaria contra un enemigo tan fuerte. Vemos que no solo es posible conducir la lucha revolucionaria de un modo estratégicamente positive sino también cual es la consideración mas importante en que debemos detenernos para lograrlo. Todo el problema consiste en ver la confrontación y la serie de confrontaciones posibles, que muestren en si mismas y con la mayor claridad el carácter esencial en la lucha revolucionaria vasca.

¿Qué es lo que caracteriza esencialmente la lucha revolucionaria vasca?. Según vimos en la primera parte, la contradicción principal que caracteriza la lucha revolucionaria vasca tiene varios lados. De una parte, aparece como contradicción nacional entre el pueblo vasco y el imperialismo español (trances). De otra parte, aparece como contradicción (social) entre las clases populares de Euskadi y la oligarquía monopolista española (francesa); es además una contradicción históricamente revolucionaria entre las fuerzas productivas de Euskadi y las relaciones de producción existentes. Una contradicción política entre el movimiento revolucionario vasco y el estado español. Una contradicción cultural entre las características étnico-culturales euskaldunes y las españolas (francesas). Una contradicción militar, religiosa, etc...

Todos esos aspectos de la contradicción principal son inseparables, siendo así que cada uno de ellos forma en mayor o menor medida parte del contenido de los demás y, todos juntos, forman el contenido de la lucha revolucionaria vasca. Pero aun entre ellos, uno será el principal, el fundamental, etc. de entre todos los que caracterizan la lucha revolucionaria vasca. El aspecto principal, el mas destacado en la práctica cotidiana de la lucha revolucionaria en Euskadi Sur es el que caracteriza esta lucha como liberación nacional del pueblo vasco respecto del Imperialismo español.

Por consiguiente, una confrontación con el enemigo expresara el contenido de la lucha revolucionaria si expresa contradicción nacional entre el pueblo vasco y el Imperialismo español.

No debe caerse en una verborrea abstracta cuando de la que se trata es de edificar una estrategia que sirva, en la práctica, a los combatientes vascos. Estamos refiriéndonos a cosas muy concretas: una confrontación en circunstancias concretas entre fuerzas revolucionarias y fuerzas imperialistas. Por ejemplo, un choque entre manifestantes y la policía, un choque armado entre un comando revolucionario y fuerzas de la guardia civil, un sabotaje, etc. Estamos tratando de responder a la pregunta: , ¿cómo una confrontación o una serie de ellas pueden llegar a constituir — estratégicamente — un paso adelante en la lucha revolucionaria vasca?. La respuesta no ha de permanecer mucho tiempo en el papel, al saltar al terreno de la lucha cotidiana. A ningún patriota, a ningún dirigente revolucionario le servirá de nada un slogan o un enunciado abstracto. Y, sin embargo, aparentemente eso es lo que estamos haciendo.

Trate el lector de penetrar en el contenido de los conceptos que estamos utilizando. Ciertamente nos movemos en estas líneas en un terreno de elevada abstracción. Pero es el único modo de evitar que saiga una colección de recetas en vez de una estrategia. Cuando decimos que la confrontación debe expresar la contradicción nacional entre el pueblo vasco y el imperialismo español, no pretendemos haber dado con la piedra filosofal que en manos de la dirección de E.T.A. permitiría resolver mecánicamente todos los problemas de estrategia. Si esto fuera así, no habría mas que hacer, sino poner fin a este análisis y a todos los que quieran hacerse sobre el mismo tema

Es necesario colocar aquí mismo una serial de atención, pues nos hallamos en un punto muy peligroso. La afirmación de que la confrontación debe expresar la contradicción nacional, es un paso en el curso del reconocimiento. Un paso crucial, si se quiere, pero solamente un paso. Sin embargo, alguien podría sentir la tentación de aislar esa afirmación de su contexto, y trastocar su verdadera significación. Tanto mas cuanto que el concepto «contradicción nacional», que es la piedra angular de toda teoría revolucionaria vasca, es sin embargo uno de los que menos se comprenden. Todavía hay quien no ve en 61 mas que el aspecto cultural (euskaldun), que por ser tan destacado esta muy lejos de ser el único. Cuando se limita lo nacional vasco a lo étnico-cultural (lo mismo podríamos decir de cualquiera de sus otras condiciones), se concluye necesariamente definiendo lo nacional como lo no social, lo no económico, etc.

Un ejemplo de esa manera de razonar (en estrategia) es el siguiente: «Puesto que Euskadi no es España» (según se deduce de «la contradicción nacional») el sabotaje de la vuelta a España «en Euskadi es lo que mejor puede expresar el contenido de la lucha revolucionaria vasca, etc.» Aparentemente no hay nada que oponer. Y, sin embargo, que se puede decir de este otro razonamiento: «la contradicción nacional se expresaría perfectamente mediante un ataque con bombas de mano al centra gallego de Baracaldo». Si alguien, entre los patriotas vascos, razonase así diríamos que ha caído en plena esquizofrenia. Sin embargo, se ajustan a rigurosamente a la letra de nuestra afirmación. Su error consiste solamente en limitar la contradicción nacional a uno de sus aspectos (Étnico-cultural) en el segundo caso, (geográfico en el primero), sin tener en cuenta otros aspectos que también influyen en el resultado. En los dos ejemplos citados, el problema consiste en que el significado social de tales hechos no es del mismo signo que el significado étnico-cultural (o geográfico) de los mismos. Entonces el contenido nacional (en todo el sentido de la palabra) puede resultar confuso y aun completamente subvertido. Un ataque a inmigrados españoles en Euskadi no expresaría, sino que negaría, el contenido nacional vasco de nuestra lucha revolucionaria. al negar el carácter POPULAR que forma parte del contenido esencial de la lucha de liberación nacional. En el caso de un posible sabotaje a la "Vuelta a España» en territorio vasco, seria preciso estudiar en concreto las circunstancias del acto. Pues si éste toma la forma de una agresión a los ciclistas (tachuelas o una explosión al paso de los corredores), estaríamos en el caso del segundo de los ejemplos. Los corredores ciclistas están muy lejos de ser privilegiados del sistema opresor (como los futbolistas o los toreros profesionales por ejemplo). Pero como indica el titulo (hacia una estrategia) podemos aproximarnos, no alejar el tema.

 Son considerados justamente por el pueblo, como gente que trabaja duramente; en ese mismo sentido, amplias capas populares se identifican con ellos. Son cosas que hay que tener muy en cuenta antes de dar un paso que pueda volverse en grave daño para el movimiento revolucionario.

Las decisiones de alcance estratégico no pueden tomarse alegremente. El movimiento revolucionario vasco debe aprender aquí también de sus propios errores. Además, la táctica revolucionaria esta demostrando inequívocamente la posibilidad de conducir la actividad revolucionaria vasca hacia niveles estratégicos mas altos. Nuevamente habrá que hacer referencia a la ejecución de Melitón Manzanas como la operación más limpia, oportuna y de significado mas claro e inconfundible de cuantas ha realizado E.T.A. La contradicción nacional del pueblo vasco en lucha contra el imperialismo español se puso de manifiesto con aita evidencia, pues todas las consideraciones (aspecto geográfico, político-militar, social y revolucionario en suceso) se sumaron para formar un contenido nacional inequívoco.

Nos detendremos brevemente en los aspectos estratégicos de esa acción. Melitón Manzanas era la pura personificación del imperialismo español en Euskadi; ni un gobernador ni ningún otro personaje represento mejor ese papel que como el lo hizo a la largo de 30 años. Su actividad se dirigió principalmente contra E.T.A. (pero no «exclusivamente» como insinuó la prensa oficial); también era el verdugo de cualquier patriota vasco e incluso de cualquier demócrata español que cayera en sus manos. Por consiguiente, sin contradecir el significado nacional vasco del acto, su significado popular fue comprendido en el mundo y particularmente por los pueblos peninsulares, que pudiera entrar en E.T.A. un ejemplo para sus propias tareas revolucionarias. El significado de E.T.A. también queda claro, pues tratándose de un funcionario del estado español, su eliminación es un símbolo claro de la destrucción de ese estado en Euskadi o lo que preludia. En fin, el hecho de que fuese E.T.A. la mano ejecutora, enlazaba el acto con la lucha revolucionaria mantenida por esta organización.

Para comprender plenamente el resultado estratégico de la ejecución de Melitón Manzanas no basta con considerar los distintos aspectos del acto, como si se tratara de un acto aislado. Cualesquiera que fuesen las intenciones de E.T.A. al decidirlo, lo cierto es que esta acción no cayó como un suceso aislado, sino que resultó ser la culminación de una serie de confrontaciones que habían venido sucediéndose (muerte del agente de la guardia civil, Etxebarrieta, misas, manifestaciones populares, represión intensificada).

Es  indiscutible que al ser un eslabón dentro de una cadena de acontecimientos cargados de significación, influye todavía mas en su significado. Además, no debe verse tampoco este suceso como una pura acción militar, como el atentado personal que fue, sino que hay que verlo en el contexto de actividad revolucionaria de E.T.A. que lo hicieron posible

Hay que verlo en relación con la propaganda, con la formación revolucionaria y el conjunto de actividades que giraron antes y después, directa o indirectamente en torno a él

Todas estas cuestiones desbordan el marco del presente capitulo y serán consideradas con mas detalles en los próximos.

 

ESTRATEGIA DE LA CAMPANA REVOLUCIONARIA

Aunque hemos defendido la confrontación revolucionaria como el momento esencial de la lucha revolucionaria, hay que poner (en la teoría y en la práctica) el mayor cuidado para no aislar la confrontación del contexto general de la actividad y el proceso revolucionario. Porque todo lo que pudiese llevar a contraponer exteriormente diversas actividades revolucionarias o diversos momentos en el proceso revolucionario, conseguiría desintegrar la lucha revolucionaria. Este problema tiene varias facetas. Por un lado, la lucha revolucionaria es (debe ser) de una actividad única donde diversas actividades particulares se integran armónicamente. No debe discutirse sobre que es mas importante: si las actividades armadas o la formación de los militantes, por ejemplo. Pues ni las acciones armadas pueden subordinarse a las tareas de formación, ni estas pueden subordinarse a aquellas; tanto unas como otras actividades lo que deben quedar subordinadas es a una misma concepción estratégica de carácter unitario. Según esa concepción general, unas tareas concretas aparecerán subordinadas a otras, pero eso no significa que un genero de actividades (por ejemplo, la formación), esta subordinada a otro genero de actividades (por ejemplo, las acciones armadas).

Por otro lado, la lucha revolucionaria es un proceso, en el cual las acciones mejor previstas y planeadas por nosotros, van a aparecer encadenadas con otra serie de acontecimientos en los cuales hemos tenido poca o ninguna parte, y que incluso no podíamos prever. Estos acontecimientos serán unas veces internos al proceso revolucionario (la represión, por ejempla) y otros externos al mismo. Si pensamos cuidadosamente en nuestras acciones pero nos desinteresamos del contexto en que van quedando inscritas, difícilmente el resultado estratégico de nuestra actividad se parecerá en algo a lo que hablamos previsto.

La finalidad de carácter estratégico estudiada en el capitulo anterior, según la cual una confrontación con fuerzas enemigas debe reflejar el contenido esencial de la contradicción nacional, es muy difícil e incluso imposible si se toma aislada una sola confrontación. Vamos a decirlo claramente: Por su forma externa existen muy pocas variedades de confrontaciones posibles: choques entre manifestantes y la policía, sabotajes, atentados, en general choques armados entre fuerzas revolucionarias vascas y fuerzas de represión. Y se acabó. Entonces ¿cómo lograr que algo tan complejo y de tan múltiples facetas, como es la confrontación nacional, refleje sus rasgos esenciales de un modo claro e inequívoco en un simple combate?. ¿No caemos necesariamente en aquel peligro que ya apuntábamos en la primera parte de este trabajo, de reducir la lucha revolucionaria en una guerra privada entre E.T.A. y las fuerzas de represión, mientras que el pueblo se quedaba al margen?. Hay que insistir: eso y no otra cosa es lo que sucederá si en la teoría o en la práctica aislamos la confrontación armada de las otras activadas o de las otras confrontaciones con las que aparece encadenada.

En efecto, una confrontación armada no pone de manifiesto (por si sola) mas que un solo y limitado aspecto de la contradicción nacional cuyo contenido esencial esta llamado a reflejar. El contenido multifacético de esta confrontación solo puede ser reflejada correctamente en una serie de acontecimientos, no en uno solo; y por medio de un conjunto de actividades revolucionarias, no de una sola. Difícilmente podrá encontrar E.T.A., en lo sucesivo, una acción que por sí misma  tuviese ya una significación tan clara como la ejecución de Melitón Manzanas; sin embargo, hemos visto que serie de acontecimientos intervino realmente en esa significación, y cuantas actividades de la organización fueron necesarias para preparar. primera el éxito táctico, y terminar de hacer efectivo mas tarde el éxito estratégico. Con mucha mayor razón aun, otras acciones que distan mucho de ser tan claras e inequívocas como aquella, deben ser consideradas en el contexto en que van a venir inscritas. Por ejemplo, no es lo mismo atacar el cuartel de la guardia civil de una localidad cualquiera, que el de un pueblo que hierve entre huelgas y acciones de masas y en donde la guardia civil se ha hecho oír por sus métodos de represión.

No hay que olvidar que la acción revolucionaria y la represión aparecen siempre juntas, tanto una como otra dan lugar a confrontaciones y hacen surgir conflictos y tensiones que se mantenían hasta entonces en estado latente. Por eso la dirección estratégica del movimiento revolucionario vasco debe abandonar el viejo criterio unilateral de las «acciones»; una opresión represiva emprendida por el enemigo conduce a confrontaciones de tanto valor estratégico como cualquiera de nuestras acciones. No estamos derribando un árbol donde solo nuestra acción cuenta. La lucha revolucionaria no es solo acción sino, sobre todo, Interacción entre fuerzas opuestas. El objeto de la estrategia revolucionaria no es la acción de cualquier tipo que E.T.A. pueda emprender, sino la confrontación sea quien sea el iniciador; o mejor dicho, no la confrontación, sino la cadena de confrontaciones, es decir, la interacción que se desarrolla a lo largo de un cierto periodo. No es una acción revolucionaria aislada, ni siquiera es una confrontación, (en sentido general) donde la estrategia debe buscar que se refleje el contenido esencial de fa lucha revolucionaria, sino en el conjunto de las destinas confrontaciones y su influencia sobre la capacidad revolucionaria y contrarrevolucionaria a través del conjunto de actividades revolucionarias. El éxito o el fracaso estratégicos van a depender mucho mas de los resultados de un conjunto de acontecimientos, que del contenido de uno solo de ellos por importante que sea.

Todo eso hace que las decisiones estratégicas deban dirigirse sobre un periodo de tiempo, antes que sobre un momento concrete Aunque la confrontación, como momento esencial de la lucha revolucionaria, es el objeto al que se dirige fundamentalmente la estrategia no es la confrontación todavía aisladamente de los demás, sino la confrontación que forma parte de una campaña. La campaña estará formada, pues, por la serie de acontecimientos revolucionarios que se suceden a lo largo de un cierto periodo de tiempo; acontecimientos unidos por unas significaciones estratégicas, que provienen mas del conjunto de todos ellos que de cualquiera de sus partes aisladamente.

En la historia de E.T.A. es difícil separar la lucha revolucionaria en campañas distintas. Mientras no han empezado ha producirse autenticas confrontaciones, no podía hablarse propiamente de estrategias y menos aun de campañas. En la historia de E.T.A. pueden distinguirse. eso si, diversas fases de germinación de la lucha revolucionaria, tal y como esbozamos en la primera parte de este trabajo. Pero campañas que hayan respondido a una concepción estratégica unificada, creemos que, cuando mas, puede utilizarse ese término para designar la serie de acontecimientos que van desde agosto 1968 hasta mayo 1969. El análisis se encuentra al llegar aquí ante un problema difícil. Porque debiendo atenerse a la experiencia de la lucha revolucionaria en Euskadi, resulta que la única experiencia de que disponemos deja mucho que desear (es mas experiencia en cuanto a negativo que positivo) y, sea como sea, carecemos casi totalmente de perspectiva para juzgar sus resultados estratégicos. Muchos de esos aspectos y de sus resultados están aun por ponerse de manifiesto. Otros van a escapársenos seguramente al análisis. Pero aunque sea con carácter sumamente provisional, parece conveniente dedicar unos capítulos a esta campana de 196869, a fin de sacar algunas conclusiones para seguir avanzando en la lucha.

 

LA ESTRATEGIA DEFENSIVA EN LA CAMPAÑA 1968-69

Repasemos brevemente los hechos. A raíz de la ejecución de Melitón Manzanas, se planteó una importante pregunta de carácter estratégico. ¿Estaba la organización preparada para aguantar la campana de represión que iba a seguir y que se anunciaba con el estado de excepción?. Es la pregunta que a lo largo de toda la historia de E.T.A. ha venido escondiendo tantas actitudes de indecisión.

Todavía no hace muchos años que entre las organizaciones clandestinas de Euskadi existía la costumbre de detener toda actividad en cuanto un militante era detenido. Para justificar esa actitud se empleaban términos zoológicos, por ejemplo: «no hay que provocar a la fiera». E.T.A. vino a acabar con esa costumbre, integrando en la práctica la represión como un componente necesario en la lucha revolucionaria. Cierto que el cambio no tuvo lugar sin resistencia. Todavía en 1964, un grupo de militantes y colaboradores encarcelados solicitó formalmente de la dirección de E.T.A. que detuviese por un par de meses (mientras a ellos se les arreglaba su asunto) las «acciones». En aquel tiempo las acciones se limitaban. a los riegos de octavillas, pinturas en las paredes y algún petardo que otro en placas y monumentos conmemorativos de la victoria de Franco. La organización no detuvo esas acciones, alegando que eso seria tanto como entregar a la policía española el control absoluto sobre E.T.A., pues bastaría hacer algunas detenciones para repetir el chantaje.

Pero si la represión, siempre que ha sobrevenido, ha aguijoneado a E.T.A. mas que frenarla, no puede decirse lo mismo respecto a la represión aun no producida. La expectativa de una posible represión ha frenado siempre a E.T.A., como no ha logrado hacerlo nunca la represión sobrevenida realmente. ¿Ocurrió también esto después de la ejecución de Melitón Manzanas?.

Oficialmente se dieron otras explicaciones, aunque el resultado iba a ser de todos modos un abandono general de la iniciativa revolucionaria. Naturalmente, esto no significa que E.T.A. detuviese totalmente sus actividades. Se siguió imprimiendo y distribuyendo propaganda, recogiendo información, encauzando la ayuda popular, se realizaron contactos, reuniones, se captaron nuevos militantes, se trató de darles formación, los grupos de acción directa se entrenaron e incluso llevaron a cabo alguna acción que otra. Todas esas actividades habituales en la práctica cotidiana de E.T.A. continuaron mas o menos. Pero la iniciativa que la organización había puesto de manifiesto con la ejecución de Melitón Manzanas, se diluyó en ese circulo de actividades de mantenimiento

Cuando un ejército no esta combatiendo, tampoco puede permanecer inactivo; incluso debe mantenerse en incesante actividad, lo cual no llevaba seguramente a nadie a confundir esas actividades con las propiamente bélicas. Se dirá que sus fuerzas se mantienen a la defensiva, esperando la iniciativa del enemigo. De manera análoga, a partir de agosto de 1968, E.T.A. se colocó estratégicamente a la defensiva. Un manifiesto de la organización distribuido a principios de año lo mostraba sin lugar a dudas: «Como consecuencia del estado de excepción se van a posibilitar ciertas acciones de masas contra el mismo. En estos momentos cualquier acción al margen de la clase trabajadora y en la que ésta no intervenga de manera activa, hace el juego al sistema, que tendría la oportunidad de emplear toda su demagogia contra nosotros».

Efectivamente, el estado de excepción (oficialmente en Gipuzkoa y prácticamente en todo Euskadi) estaba dando origen a sustanciales reacciones populares. Boicot a la tradicional tamborrada de «Donosti y a los coros de villancicos de Navidad», etc. Además, indirectamente, contribuía a agudizar otros conflictos, como la importante huelga de Michelin «Lasarte», en donde tuvieron lugar acciones de masas de un carácter casi insurreccional. E.TA. hizo lo posible para impulsar estas acciones de masas, desde dentro. Pero al mismo tiempo renunció a actuar directamente contra las fuerzas de represión. En realidad, cualquier acción de E.T.A. contra el enemigo no tenia porque ser realizada al margen de la clase trabajadora. Por el contrario, podemos decir, invirtiendo las afirmaciones del manifiesto que: las acciones de masas posibilitan ciertas acciones directas de las fuerzas revolucionarias contra el enemigo, acciones que precisamente reciben su SIGNIFICACION en ese contexto constituido por la lucha de masas.

Rechazar cualquier acción en la que la clase trabajadora no intervenga de manera activa, es exigir una insurrección popular como condición para que E.T.A. emprenda cualquier acción directa contra el opresor. Pero tomando esta actitud, mas que vanguardia de las clases populares vascas, E.T.A. seria su retaguardia. Un autentico proceso revolucionaria transcurre en realidad de un modo muy distinto. La organización revolucionaria toma la vanguardia de la lucha contra el aparato opresor, de modo que, cuando las masas aun combaten con piedras, la minoría organizada combate ya por medio de las armes. Esto no significa que acciones de masas y acción de la minoría marchan separadas; pueden marchar muy unidas, sin quedar una AL MARGEN DE LA OTRA, pero también sin reducirse la una a la otra. En un momento tan importante para la lucha revolucionaria, la dirección de E.T.A. adoptó conscientemente una estrategia de defensa. De esta manera trató de evitar poner en manos de los imperialistas «la oportunidad de explicar toda su demagogia» contra la organización. Esta fue la explicación oficial, pero sin temor a equivocarnos, se puede afirmar que, de lo que también trataba de evitar, era dar al enemigo la oportunidad de emplear contra ETA. toda su capacidad de represión. Los acontecimientos que siguieron. muestran de un modo que no admite dudas si. efectivamente, el sistema tuvo o no la oportunidad de emplear contra E.T.A. toda su demagogia y toda su represión

El estado de excepción fue levantado en todo Euskadi y territorio español como medida propagandística en vísperas del primera de Abril. El balance de la represión era bajísimo. La organización revolucionaria, a pesar de algunas caídas, se mantenía entera. En cambio, apenas levantado el estado de excepción, empezaron de pronto a caer militantes en manos de las fuerzas de represión día tras día se producían nuevas detenciones No solo los militantes de base, sino también los cuadros liberados caían bajo la represión que tomaba de día en día caracteres más impresionantes. Durante todo el mes de Abril y principios de Mayo no cesaron de producirse detenciones. Toda la estructura organizativa se vio afectada, hasta un grado como no se conocía desde el invierno de 1963.

En estos dos meses de Abril y Mayo (1969), la propaganda imperialista ha utilizado su demagogia como en ninguna otra ocasión anterior, mientras que las fuerzas de represión batían todos los records de su lucha contra E.T.A. No ha sido necesario que ninguna acción de E.T.A. les diese la oportunidad de emplear sus medios de demagogia y represión. Esa oportunidad la han tornado, en parte, de los sucesos del año anterior, y en parte, del curso de los acontecimientos suscitado por la represión misma. En especial, la propaganda ha basado su demagogia en la muerte del taxista, suceso al que hemos hecho mención en paginas anteriores. Es difícil imaginar alguna acción ofensiva de E.T.A. que hubiese dado origen a tales insultos y a tanta demagogia como se desplegó en tomo a la muerte del taxista. Lo cual demuestra cuan equivocados estuvieron los dirigentes revolucionarios al creer que una limitación de la acción revolucionaria quitaría base al sistema en su represión del movimiento revolucionario vasco. En realidad sucedió todo lo contrario. Al abandonar la iniciativa que se había tornado con la ejecución de M. Manzanas, E.T.A. dejó su suerte al curso ciego de unos acontecimientos sobre los que apenas iba a poder influir. Y limitó y casi eliminó sus «acciones» contra las fuerzas de opresión, pero no pudo evitar entrar en confrontaciones con ellas.

El resultado fue que, de esta manera, las confrontaciones, en vez de responder a una estrategia revolucionaria vasca, respondían a una estrategia contrarrevolucionaria española; en vez de ser E.T.A. la que utilizase la concentración de fuerzas y la sorpresa contra el enemigo, fue éste el que utilizó estos métodos contra E.T.A.

Evitar las confrontaciones armadas con las fuerzas de represión es algo que ya no esta en manos de E.T.A., ni va a estarlo nunca mas. Una vez que este nivel de lucha revolucionaria ha sido alcanzado (y la fue indiscutiblemente en 1968), ya no cabe marcha atrás. Independientemente de lo que decida E.T.A. la represión no va a retroceder a los métodos de 1963. Los encuentros armados entre militantes vascos y fuerzas enemigas tendrán, en todo caso, la forma de resistencia armada cuando los militantes sean sorprendidos pero no serán por eso casos importantes ni acarrearan menos consecuencias para la lucha revolucionaria.

La estrategia de defensa adoptada por E.T.A. desde este periodo se ha demostrado completamente equivocada. Se dirá que esto fue de hecho la estrategia mantenida durante toda la historia de E.T.A.; pero no se trata de la misma cosa. El conjunto de acontecimientos en 1968 produjo un cambio cualitativo en la lucha revolucionaria vasca. A partir de ahí, esta se ve afectada por condiciones nuevas, con un alcance sobre todas las actividades revolucionarias. Detener la actividad esencialmente revolucionaria en 1969, ya no puede tener el mismo significado que en 1966. Al nivel actual de la lucha revolucionaria en Euskadi, el defender o conservar lo existente no puede ser el objetivo estratégico de las fuerzas patrióticas. En ciertos casos, no en todos, ese es un objetivo táctico; pero estratégico no puede serlo, a menos que se renuncie a la revolución.

En táctica (o sea, cuando se trata de utilizar las fuerzas disponibles a fin de salir con éxito de una posible o prevista confrontación con el enemigo), si que tiene objeto la actitud de defensa. Todas las medidas de seguridad de la organización revolucionaria son por su esencia, medidas de defensa táctica. Es decir, que previendo una confrontación buscada por el enemigo (represión), las fuerzas revolucionarias deben actuar de modo a evitar esa confrontación o, en todo caso, a conseguir retirarse con el menor daño. Cuando unos militantes definidos, disponen guardias armadas alrededor de la casa donde se encuentran, están obrando tácticamente (o sea, en previsión de una posible confrontación), con fines estrictamente defensivas. E incluso, si llegaran a verse cercados por fuerzas enemigas y para romper el cerco lanzasen un ataque por sorpresa, su ataque seguiría respondiendo a la misma táctica defensiva. Siempre que unos militantes piensan en la represión que puede caer sobre ellos en cualquier momento, las medidas que tomen a ese respecto serán por definición defensivas. Y dentro de esa táctica defensiva, irán dirigidas a escaparse sin aceptar un combate, del que solo daño pueden sacar.

Otras veces la táctica será ofensiva. Por ejemplo, cuando se disponen los medios para asaltar una cárcel, un cuartel, realizar un atentado, etc.

Pero así como en táctica unas veces va a ver que pensar en dañar al enemigo y, otras en cambio, que el enemigo no nos dañe a nosotros, en estrategia revolucionaria una actitud de defensa y conservación carece completamente de sentido. No se ve claro qué es lo que una organización revolucionaria como la nuestra puede querer conservar. «¿La capacidad revolucionaria del pueblo que aun esta empezando a hacerse?. ¿Las fuerzas revolucionarias de que disponemos, que todavía no sirven para enfrentarse a una sección del ejército regular más inepto? ¿O queremos defender un territorio que no dominamos?. Quien tiene necesidad de defender y conservar es el estado imperialista español. Necesita conservar sus fuerzas armadas que garantizan el «orden establecido». Necesitan conservar su domino del territorio que ocupan. Necesitan defender la unidad política interna en la que se basa todo su aparato; la integridad del sistema económico-social, etc. Es claro que su estrategia es de defensa, pues no aspiran a conseguir nada que no posean, sino a conservar y defender lo que ya tienen. Por el contrario, el movimiento revolucionario vasco no tiene mas remedio que progresar en todos los terrenos si quiere alcanzar la meta de liberación nacional. Del conjunto de las confrontaciones con el enemigo y el conjunto de toda su actividad, debe salir una creciente capacidad revolucionaria del pueblo, una creciente capacidad de las propias fuerzas organizadas, una creciente, mas consciente y unitaria conciencia nacional, un creciente debilitamiento y desintegración de la base social y política del sistema opresor que sirve de fundamento y apoyo al aparato represivo. Todos estos fines son absolutamente incompatibles con una actitud estratégica defensiva y conservadora.

Pero alguien estará tentado de decir: ¿por qué no se puede avanzar, tratando al mismo tiempo de conservar la que ya tenemos; por ejemplo, lo que tenemos en materia de organización?. Desde luego que se pueden lograr ambas cosas. Pero la defensa necesaria de lo existente no tiene carácter estratégico, sino táctico. Se refiere a la utilización de los medios defensivos disponibles, en previsión de un ataque enemigo, (represión). Que si ese ataque del enemigo tiene lugar, puede salirse del trance sin daño para la organización, los militantes, el equipo, etc. Esto es precisamente la TACTICA DE DEFENSA y esta constituida por las medidas de seguridad de la organización revolucionaria.

Cosa completamente distinta son las medidas estratégicas destinadas a la defensa. No solamente seria equivocado tomar tales medidas, sino que, en rigor, no existen siquiera. No olvidemos que, as! como la táctica es la utilización de las propias fuerzas con vistas a una posible confrontación, la estrategia es la utilización de las diversas confrontación con vistas a los fines de la lucha revolucionaria. Entonces ¿qué significado tiene el termino estrategia defensiva?. Eso seria disponer las diversas confrontaciones y circunstancias de un periodo dado con vistas a conservar las propias fuerzas. Este objetivo contradecirá la esencia de la lucha revolucionaria, pero al mismo tiempo carece de contenido real. Ha quedado demostrado durante la campaña 1968-69 que una disposición general de la actividad revolucionaria que deja la iniciativa de las confrontaciones en manos del enemigo (estrategia defensiva), lejos de permitir perfeccionar la organización, conduce al aniquilamiento de la estructura orgánica existente.

No es por casualidad que el mayor daño sufrido por E.T.A. bajo la represión desde 1963, haya sobrevenido precisamente en este momento; es decir, no inmediatamente de los sucesos de 1968, sino después de ocho meses de mantener de hecho una estrategia fundamentalmente defensiva.

Pero no vayamos a confundir lo que en estas paginas se esta afirmando. Luego habrá quien saiga diciendo que, para nosotros, todo se reduce a poner bombas y matar guardias civiles, o que hemos afirmado aquí que el error de E.T.A. en la campaña 1968-69 consistió en no hacer mas activismo. No se trata de nada de esto. En ninguna pagina de este trabajo se encontrara nada que indique como finalidad estratégica la destrucción física de las fuerzas enemigas. La destrucción moral y la desintegración política del enemigo es lo que debemos buscar. En circunstancias determinadas, la destrucción física de fuerzas enemigas, va a conducir a ese resultado (como fue el caso de M. Manzanas). No caben dudas ni otra clase de consideraciones de carácter estratégico.

A este respecto hemos visto en capítulos anteriores, qué condiciones debe reunir la confrontación o el encadenamiento de las mismas, para que el resultado estratégico sea positive Pero la destrucción física de las fuerzas enemigas en circunstancias que no aporten una significación estratégica clara, deberá ser rechazada tajantemente. En todo caso es el resultado estratégico lo que hay que considerar. Ya en una guerra convencional, un ejército se guarda muy bien de entrar en combate solo por destruir fuerzas enemigas; sobradamente conocen los mandos que un éxito táctico quede conducir a un resonante fracaso estratégico. Una fuerza armada cualquiera, que se preocupe solo o principalmente de eliminar cuantos mas enemigos mejor, se colocaría muy pronto en alguna difícil situación estratégica; y al enemigo no lo importaría mucho sacrificar algunas de sus tropas como cebo, a cambio de dar luego todas seguidas a semejantes aventureros. Con mucha mayor razón aun en la lucha revolucionaria, donde los resultados estratégicos de una confrontación, o un conjunto de ellas, son ante todo y sobre todo de carácter político.

Son estas precisiones las que nos pueden permitir criticar los errores de E.T.A. en la campaña 1968-69. No par falta o exceso de activismo, sino estrictamente por falta de una estrategia positiva. Es triste que la primera campaña, (en el verdadero sentido de la palabra) de la lucha revolucionaria en Euskadi, no haya merecido ese nombre, por haberse desarrollado una estrategia no según una elaborada por E.T.A., sino por el contrario, por una significación estratégica de «puesta a la espera». Pero si la experiencia ha de servir para corregir el rumbo de cara al futuro, no será poco lo que se habrá logrado

 

 LA ESTRATEGIA DEFENSIVA HA TRANSFORMADO LA TACTICA

Los errores tácticos pueden tener consecuencias estratégicas; pero lo que no cabe duda es que los errores en estrategia revierten inevitablemente sobre la táctica, y aun sobre el conjunto de actividades revolucionarias.

Paradójicamente, la adopción por E.T.A. de una estrategia defensiva en la campaña 1968-69, condujo a un desproporcionado crecimiento de las actividades militares en detrimento de otras, como la propaganda, que aunque accesorias, son imprescindibles para el desarrollo de la lucha revolucionaria. Parece un contrasentido, en efecto, que una estrategia encaminada a la defensa, se acompañe de la colocación masiva de bombas y la marginación de otras actividades no militares. En otros tiempos, las actitudes conservadoras en asuntos de estrategia, solían desplazar el centro de gravedad de las actividades hacia los aspectos organizativos, formativos, etc. Ha ocurrido justamente lo contrario. Sin embargo, no es un contrasentido mas que en apariencia

La adopción de una estrategia defensiva no significó que esos militantes careciesen de agresividad. Una posición puede ser defendida de manera muy agresiva.

La estrategia de E.T.A. durante este periodo fue defensiva, pues de lo que se trató principalmente fue de conservar la organización entera, evitando situaciones como la de agosto del año anterior. A cambio de esta actitud de reserva en cuestiones de envergadura, se aumentó el numero de las acciones directas de menor importancia, como es la colocación de explosivos con fines, no de destrucción de fuerzas enemigas, sino meramente simbólico. Se colocaron muchas bombas (hasta 11 en un solo día) pero con cuidado de no causar víctimas. La tensión de los militantes era absorbida por los problemas tácticos, de cómo hacer cada cosa, mas que por las estratégicas que hacer. La prueba es lo que ocurrió con la propaganda. Una dirección que hubiese actuado guiada por consideraciones estratégicas hubiese puesto el mayor cuidado en la propaganda. Pues mediante la propaganda es como debe hacerse claro para el pueblo el significado de las acciones emprendidas por la organización. Máximo cuando esas acciones aparecen mas bien confusas, cuando la propaganda enemiga contribuye a embrollarlas todo lo posible. En cualquier caso, los atentados con bombas diseminados por la geografía del país, no mostraban tan claramente el contenido multifacético de la lucha revolucionaria, como para que las explicaciones estuviesen de mas.

Por otra parte, la atención cada vez mas absorbida por los problemas tácticos del ataque, se alejaba cada vez mas de los problemas de la defensa ante la represión. Así se daba la segunda campanada de este periodo , pues, mientras se confiaba a la estrategia la tarea de conservar entera la organización (lo que no pasaba de ser una ilusión), se descuidaba lo único que podía salvar a E.T.A. de la represión: una táctica apropiada de defensa basada en el fortalecimiento de las medidas de seguridad. Pero en materia de táctica todo andaba cabeza abajo. La táctica ofensiva, de una parte, sustituía a una estrategia positive inexistente. La táctica defensiva, de otra parte, o sea las normas de seguridad, cada vez ocupaban menor papel en la práctica cotidiana de la organización. Podían así ocurrir cosas tan sorprendentes como que desapareciesen militantes «liberados» detenidos por la policía, sin que nadie se enterase ni tomase la menor precaución durante días y días. O como en Mogrovejo, donde un grupo de militantes ocupaban una casa de campo con las armas dispuestas, pero sin poner a nadie de guardia ni prever un cerco de las fuerzas de guardia civiles, como efectivamente ocurrió.

Solo el desprecio general de las normas de seguridad ha hecho posible que las fuerzas de represión consiguieran la interminable serie de éxitos encadenados que ha conseguido a lo largo de Abril y Mayo. Pues en todo tiempo, durante los últimos cinco años han caído militantes e incluso un buen numero de liberados, pero cuando ocurría una caída se tomaban con la mayor rapidez las medidas previstas a fin de evitar una extensión del daño. Una estructura organizativa, donde los enlaces y cuadros dirigentes tienen residencia variable y personalidad asimismo variable, tienen las condiciones precisas para conjurar el peligro de caída generalizada. El complemento de la estructura organizativa adecuada debe proporcionarle una adecuada táctica dirigida a la defensa. Es decir, una utilización de las fuerzas disponibles, una manera de hacer las cosas de cada momento, en función de la represión que puede presentarse. La mente de un autentico militante revolucionario esta orientada en ciertos momentos por los problemas tácticos del ataque, y el resto del tiempo, casi las 24 horas de cada día, por los problemas tácticos de defensa ante la represión. En último término no se trata precisamente de estar pensando en ello continuamente, sino de tener una actitud permanente, coherente con la táctica de defensa; tener las salidas de seguridad convertidas en carne y sangre de uno mismo.

Una reacción característica tras de una caída generalizada como la de esta primavera, suele ser de perplejidad. Empieza a sugerir que ha tenido que haber algún agente enemigo infiltrado en la dirección. Vuelven los viejos mitos de la omnipotencia, omnipresencia y omnisciencia de la policía. La conclusión es invariable: «hay que parar, hay que pararse». Creer que la policía esta en todas partes, que lo sabe todo y lo puede todo porque ha conseguido una importante victoria sobre E.T.A., es tan absurdo y peligroso como la creencia contraria en la omnipotencia de E.T.A. cuando las cosas van bien. En realidad, la policía esta muy lejos de poderlo todo: de otro modo E.T.A. no hubiera sobrevivido todos estos años. Pero tampoco pueden despreciarse impunemente sus posibilidades. Precisamente, contra ellas se dirigen las medidas de seguridad. Y estos se refiere lo mismo al famoso tema de la Infiltración

Por supuesto, nunca hay que descartar que un agente enemigo puede infiltrase en la organización; y la mejor manera de no descartarlo consiste en no salirse de las normas de seguridad. Pero de todos modos. las infiltración no es ni mucho menos el arma decisiva de la represión, como algunos creen. No solamente presenta muchas dificultades y peligros la tarea de infiltrarse en E.T.A., sino que incluso alguien que consiguiera hacerlo, se vería mal para causar graves daños antes de ser descubierto. El único medio un poco seguro seria denunciando el momento y lugar de reunión de los cuadros dirigentes de la organización (por ejemplo en ocasión de celebrarse alguna asamblea). En cualquier otro caso, la estructura externa inmóvil de la organización seria un inconveniente insuperable hasta para un dirigente que quisiese traicionar a sus compañeros. Por descontado, la caída general de esta primavera, trasciende con mucho las posibilidades de cualquier espía

El desprecio de las medidas mas elementales de seguridad y la confianza suicida en la invulnerabilidad de E.T.A. han sido el verdadero «infiltrado que ha hecho posible la victoria enemiga. La táctica de defensa había sido sustituida por la pistola bajo la almohada. Mal asunto, si se tiene en cuenta que las medidas de seguridad se dirigen a evitar que los militantes se vean obligados a usar armas en la defensa; pues si las cosas han llegado hasta este punto, pocas posibilidades quedan. A poco que se piense, se comprende fácilmente que el uso de las armas no es sino el último recurso de la defensa en la lucha revolucionaria. Todas las medidas de seguridad, toda la táctica destinada a la defensa contra la represión, tiene por objeto la posible confrontación con el enemigo pero no para hacerla realidad. sino para eludirla si se presenta. La misión principal de las armas en muchos revolucionarios es el ataque no la defensa. Una defensa a tiros esta perdida de antemano en un 90% de los casos. Hay excepciones, por supuesto; heroicas experiencias de patriotas que, estando perdidos, han logrado abrirse paso a tiros. Pero la consideración de esos casos no debe deslumbrarnos, sino por el contrario hacernos comprender la extrema dificultad táctica de éxito en tales condiciones.

Naturalmente, cuando la misión de preservar la organización de la represión no se confía a la táctica (medida de seguridad), se carga con el mochuelo a la estrategia. Viene entonces lo de «hay que parar, hay que parar». Es decir, adoptar una estrategia defensiva a base de no dar motivo al enemigo para desencadenar la represión. Ya hemos denunciado este error en paginas anteriores, pero hay que insistir una vez mas. Ya no estamos en 1963 o en 1966. Entonces todavía cabía esperar un acompasamiento de la represión. Pero en 1969 la represión no va a ceder porque E.T.A. adopte una actitud pasiva o estratégicamente negativa. Mientras exista E.T.A. (esto es, mientras existan contactos, reuniones, traslados de material y de militantes), aunque no aparezca propaganda, ni bombas ni haya atracos ni atentados, la represión volverá a actuar al nivel que lo ha hecho últimamente. Mas incluso. porque va a confiar a la estrategia (negativa) la conservación y defensa de la organización, los militantes apartan la vista inevitablemente de la táctica, que es la única que puede defender con éxito de la represión, oponiendo medidas de seguridad a las medidas represivas del enemigo.

Hemos visto que durante la campaña de 1968-69 (Agosto 68, Mayo 69), los errores de estrategia condujeron al abandono de la táctica defensiva, y hemos dicho asimismo que esos errores condujeron a un crecimiento anárquico y desbordamiento de la actividad militar. ¿Significa eso que al menos la táctica defensiva se haya salvado del fallo general? Ni mucho menos. La táctica ofensiva es la utilización de las fuerzas revolucionarias con vistas a una confrontación que va a tener lugar por iniciativa propia; dicho de otro modo, utilización de las propias fuerzas en el ataque. Es claro, y ya hemos visto en sucesivos capítulos anteriores, que los fines de la táctica son señalados por la estrategia. Esto compete especialmente al ataque mas que a la defensa revolucionaria. Porque, según hemos visto la finalidad de la defensa (medida de seguridad) es bien simple; se reduce a evitar que el enemigo tome contacto con nosotros. En cambio, los problemas de estrategia que se plantean ante un posible ataque, son siempre complejos. Incluso eran complejos en un caso tan claro como el de Melitón Manzanas, as( que puede juzgarse cual no serán en otros casos. Pero para cuando la táctica puede hacerse con la conducción de una acción ofensiva, la estrategia ha tenido que decir mucho de ella. Claro que entonces, cuando el contenido estratégico de una acción es clara e importante, la táctica aparece como cosa de respeto. Y a la inversa, cuanto menos cuidado se ha puesto en estudiar estratégicamente las acciones, más alegre y despreocupadamente buscaran los medios de llevarlos a cabo. La inevitable subordinación de la táctica a la estrategia, hace que todo vaya mal cuando esta ultima falla. En el periodo que estamos considerando, la falta de una estrategia revolucionaria positiva, condujo a que la calidad de las acciones se sustituyera por la cantidad: como el significado estratégico de un petardo en un centro de falange deshabitado no aparecía muy claro, se pusieron muchos petardos en muchos centros de falange o similares

El espontaneísmo, que tantas veces ha sido la salvación de E.T.A., le ha llevado esta vez al borde de la destrucción. Los explosivos no quieren estallar mas que en las mismas manos de los militantes. Detrás de un aspecto técnico en apariencia, como este, se encuentran una serie de errores de fondo. Por ejemplo, la Instrucción de los militantes no pertenece propiamente a la conducción de la lucha revolucionaria; es un trabajo técnico, que no forma parte ni de la táctica ni de la estrategia. Sin embargo, cuando los fallos presentan un carácter crónico, hay que buscar las causas, sin dejarse llevar por la idea de alguna especie de incapacidad congénita. No debemos tratar de ocultar algo, por lo demás tan conocido, como que los militantes de E.T.A. son por lo general audaces, pero bastante ineptos para la lucha que tienen planteada. No interesa aquí entrar en un análisis de las causas históricas, de las dificultades prácticas, etc. etc., que explican y justifican esta falta. Aquí nos interesa solo ver si hay alguna errónea concepción de carácter general que contribuya a impedir su superación.

Y vemos precisamente que en E.T.A. ha existido siempre un antimilitarismo que ha salvado a la organización de fundamentales errores en que suelen caer algunos movimientos revolucionarios. Pero que, también hay que decirlo, ha llevado a rechazar sin análisis ciertos métodos de la actividad militar, imprescindibles en la lucha revolucionaria. El mas importante, quizás, afecta a la esencia del método de instrucción de comandos. En E.T.A. se ha prescindido profundamente de las tareas de formar reflejos condicionados para el combate o la emergencia de cualquier clase. Se ha juzgado erróneamente que la formación de reflejos condicionados convierten al militante en un autómata, apto tan solo para ser dirigido mecánicamente a toques de silbato. La realidad es muy distinta. Una operación a realizar por comandos (como son todas las de E.T.A.) no consiste en una sola actividad, sino en un complejo conjunto de actividades, tareas y problemas, muchos de los cuales no son previstos de antemano, y algunos aparecen en el curso mismo de la acción de forma completamente inesperada. El militante se enreda en ese circulo en que aparecen todos los previstos e imprevistos juntos y de repente ante 61, y que debe resolver sin pararse a pensarlos uno a uno. En estas condiciones, solo la existencia de unos reflejos firmemente arraigados mediante el entrenamiento, permiten al militante actuar mecánicamente, tanto en lo esencial como en lo imprevisto. Por consiguiente, la formación de reflejos condicionados mediante la repetición de los movimientos típicos de situaciones de emergencia, lejos de limitar la espontaneidad del militante, van a permitirle actuar espontáneamente ante la mas compleja e imprevisible emergencia, para no quedar bloqueado y hasta paralizado por las cosas y cositas a que tiene que responder.

Se nos va a hablar de las enormes dificultades que encuentran las tareas de entrenamiento en condiciones de clandestinidad. Aquí no se trata de discutir esas dificultades; pero si de alertar el peligro y las graves consecuencias de mantener una posición de principio al método de entrenamiento e instrucción de combatientes. Todos los militantes que se han visto alguna vez en una emergencia (por ejemplo la de ser sorprendido por la policía), comprenderán sin duda este problema perfectamente superable. A medida que los militantes vascos construyen la actitud para la lucha revolucionaria que tan necesaria parece, los problemas tácticos de una confrontación aparecerán mucho más claros. Es decir, que se comprenderán mejor las posibilidades reales de concluir con éxito una determinada operación. "No se repetirán situaciones como la del frustrado asalto a la prisión de Pamplona.

Resulta inconcebible la solución que se dio a los problemas tácticos de esa operación. Aun si por rara casualidad se hubiera alcanzado el éxito, la experiencia habría sido negativa, porque hubiese engendrado un peligroso optimismo. Que dos militantes vestidos de paisano puedan entrar en una prisión, reducir a los guardianes por la violencia, volver a salir impunemente con un detenido, es admisible en una novela, pero hay que reconocer que desafía abiertamente toda consideración táctica. La falta de información no puede ser aducida, pues si de algo entiendan los patriotas vascos es de cárceles. Alguien podrá hablar del heroísmo de unos hombres que han puesto su vida sobre la mesa para liberar a una compañera. Pero la mas alta moral de combate no anula los problemas de estrategia ni los de táctica. Por el contrario <> cómo no pensar en lo que esta clase de hombres van a ser capaces de hacer cuando el movimiento revolucionario vasco vaya haciéndose mas consciente de sí mismo?

 

CONCLUSION

Aun es muy pronto para hablar de conclusiones. Pero siquiera provisionalmente hay que aventurar algunas, pues la lucha revolucionaria vasca no va a parar, como algunos creen, y hay prisa por superar los errores cometidos a fin de encarar los nuevos y mas importantes problemas que se avecinan. Solo en este sentida deben entenderse estos tres últimos capítulos dedicados a la critica de la experiencia pasada. No es el momento de echar responsabilidades sobre los hombres que han estado en la dirección de E.T.A. Ellos ciertamente cayeron en errores importantes; ¿quien no caemos en ellos?. Los que luchábamos en la base, libres de responsabilidades de dirección,; somos menos responsables ante lo sucedido? No, desde luego. Todos somos responsables. Los que creían que ese era el camino justo contribuyeron a confirmar los errores; y los que se daban cuenta que era equivocado, porque no lo denunciaron con suficiente fuerza. Hay una responsabilidad colectiva, de la que cada uno debe asumir la parte que le toca.

Por ejemplo, la despiadada critica de lo que en estos últimos capítulos se juzga como errores graves, no significa que los autores de este trabajo crean hallarse allí donde toda verdad tiene asiento. Bastara al lector leer la primera parte de este trabajo, aparecido en IRAULTZA I, para encontrar allí en forma teórica los mismísimos errores fundamentales que aquí se critican. No solo se expresó de manera confusa y equivoca el carácter principal" de la lucha revolucionaria vasca (contradicción nacional entre el pueblo trabajador vasco y el imperialismo español-francés) sino que ya dentro de la estrategia se vertieron graves errores. Así, en el último capitulo se defiende la adopción de una táctica ofensiva compatible con una estrategia defensiva. Los editores pusieron luego «defensiva estratégica», lo cual en la guerrilla china pudo significar mucho, pero que en Euskadi no significa nada. Precisamente toda esta segunda parte que aquí concluye ha estado dedicada a refutar ese error. Error teórico en IRAULTZA I y error practico a lo largo de la campaña 1968-69

No es probable que la dirección de E.T.A. pensase siquiera en este trabajo teórico, al adoptar de hecho la «táctica ofensiva compatible con una estrategia defensiva. que en él se propugnaba. Personas que se encuentran ante los mismos problemas llegan a menudo por distinto camino a la misma solución. Esto vale tanto para el acierto compartido, como para el error. Esta doble dimensión teórica y práctica, al mismo tiempo, de los errores cometidos. hacia mas urgente y necesaria la critica. El equipo de militantes que, con los pelos recién chamuscados por la represión primaveral, se ha puesto a confeccionar este estudio, lo ha hecho con prisa quizás excesiva. Esto tiene dos vertientes. Por un lado. el autor de la primera parte ha tenido que dejar para mas adelante la autocritica formal de la misma, sustituyéndola por unas simples notas. Ha preferido formar este equipo para redactar la segunda parte (en la cual ya van corregidos los errores de la primera). que era mucho mas urgente.

La prisa va a tener también otra vertiente, y es que esta segunda parte va a tener que ser asimismo profundamente revisada en cuanto la campaña 1968-69 vaya viéndose en una perspectiva mas desahogada. Los autores hacen desde aquí un llamamiento general para que se critique su obra. Estudios tácticos, análisis críticos, análisis sin critica, critica negativa, criticas a secas o lo que sea; pero por escrito.

Unas últimas consideraciones. El movimiento revolucionario vasco se encuentra al nivel mas alto que se ha encontrado en su corta historia. Hay la otra historia, la historia de Euskadi, y también en ese contexto puede decirse que nuestro pueblo esta batiendo marcas en su ya secular lucha de liberación nacional. Ni los éxitos de la represión que azota Euskadi, ni nuestros propios errores pueden enturbiar esta confianza. De la represión cogeremos nueva fuerza; de nuestros propios errores sacamos una conciencia renovada. Y la lucha sigue en ascenso.

Algunos patriotas, enfrentados a una represión que les lleva atrás en el tiempo hasta 1937, sienten un vértigo comprensible. Se preguntan r; cuanto nos falta aun para la liberación? Deben pensar que en cierto modo esa liberación ha empezado ya a producirse. Cierto que los muros de las cárceles son cada día mas altos y las salas de interrogatorio mas siniestras. Pero la represión que se mantiene, incluso se agudiza día a día, no es capaz de eliminar un fenómeno crucial: Ya nuestro pueblo no esta solo bajo opresión. Ya empieza a estar también frente a ella. La fiereza represiva no hace sino poner de manifiesto (ante el mundo y ante nosotros mismos) este hecho trascendental. Muchos quizás no llegaremos al día de la liberación. Por entonces otros que nos conocieron podrán decir que vivimos liberados. No solo «liberados» como militantes de E.T.A., sino aun mas profunda, personal y humanamente liberados. Podrán decir que éramos hombres libres cuando luchábamos contra la opresión. Y seguimos siéndolo en las cárceles. Y que lo fuimos incluso ante el pelotón de ejecución; y después, en la memoria y vida de nuestro pueblo y de una humanidad definitivamente liberada de toda opresión y explotación

 

Euskadi, 1 de Junio de 1969

  1. de ZUNBELTZ