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Tabla de contenidos

1)  ¿Qué es la actualidad del comunismo?

2)  ¿Qué hace posible y necesario el comunismo?

3)  ¿Qué crisis capitalista?

4)  ¿Estrategia político-militar?

5)  ¿Autogestión, comuna, cooperativismo...?

6)  ¿Y el sistema patriarco-burgués?

7)  ¿Religiones?

 

«No me defenderé a mí misma ni nadie me defenderá. Pertenezco por entero a la revolución social. Si me dejáis vivir, no dejaré de reclamar venganza.»

Louise Michel, comunera parisina antes de ser fusilada.

Margari Aiestaranen eta Justo de la Cuevaren oroimenez

 

Estos son a grandes rasgos los temas sobre los que hemos debatido durante un mes en Venezuela y Colombia aprovechando las presentaciones del libro Breve historia del comunismo (edit. Trinchera, Caracas).

Lukács habló de la actualidad de la revolución refiriéndose a Lenin, que a estas alturas de la historia viene a ser lo mismo que hablar de la actualidad del comunismo. Se responderá que eso es imposible porque las revoluciones han sido vencidas, o han degenerado o agonizan. Se nos dirá que el comunismo es imposible, que nunca lo fue y que el siglo XX y lo que va de XXI demuestra que hay que «modernizar el paradigma», hay que «relativizar la verdad»: ahora debemos ser post-capitalistas, cosa muy fácil y cómoda porque nadie sabe lo que es.

En la atacada Venezuela el debate sobre la actualidad del comunismo está a la orden del día porque la izquierda revolucionaria sabe que la única forma de salvar el proceso y derrotar al fascismo es profundizar y ampliar las comunas, llevar a la práctica la consigna de Chávez de «comuna o nada». En Colombia la actualidad del comunismo se patentiza en la urgencia de extender una estrategia revolucionaria contra la sumisión de la burguesía a Estados Unidos y sus siete bases militares y a la OTAN. Bajo una implacable presencia militar imperialista, el futuro de Colombia solo puede pasar por el poder comunal. ¿Y en Euskal Herria? La burguesía vasca, feliz bajo España, explota además de al pueblo trabajador también a los de Nuestra América: en el siglo XVIII los venezolanos se sublevaron contra los expolios de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas; en abril de 2012 la burguesía vasca exigió al Estado español que tomara medidas contra Argentina por la nacionalización de REPSOL-YPF; el 30 de abril Anasagasti apoyó en Bilbo a las guarimbas fascistas. ¿Entonces?

 

1.¿Qué es la actualidad del comunismo?

 

Por actualidad de comunismo entendemos el conjunto de avances teóricos marxistas que muestran que solo la revolución comunista puede resolver la Gran Crisis en su grado extremo, lo que ahora se define como antagonismo entre la vida y el capital.

Ya para 1843 y por caminos diferentes Marx y Engels plantearon el antagonismo crítico, el nudo gordiano de lo que más adelante se ha dado en definir como la contradicción entre el capital y la vida: la propiedad de la tierra. Lo que ahora algunos presentan como la definitiva novedad que demostraría la obsolescencia del materialismo histórico y la necesidad de un «nuevo proyecto post-capitalista», la irreconciliabilidad entre la vida y el capital, ya fue adelantado en su esencia en 1843. Poco después, en Manuscritos de París de 1844, Marx explicó en términos filosóficos la razón de esta incompatibilidad. En 1845 Engels escribe La situación de la clase obrera en Inglaterra donde detalla los efectos del capitalismo sobre la salud del pueblo trabajador y muestra el inagotable potencial teórico de lo que más adelante se llamaría «marxismo».

En el Manifiesto Comunista se nos advierte que la lucha de clases mundial puede concluir con una tercera forma de desenlace: el exterminio mutuo de las clases en conflicto, y se afirma que la burguesía se asemeja al brujo que con sus conjuros ha desatado fuerzas infernales que no puede dominar. Dicho en otros términos, ha abierto la caja de Pandora de la que surgen todos los males imaginables y hasta los inimaginables, o ha destapado la lámpara mágica de Aladino, o peor aún: la casta intelectual progre y estrictamente democraticista y parlamentarista, asalariada pública o privada en su inmensa mayoría, que se horroriza ante la cruda verdad –que siempre es revolucionaria– nunca prestará atención a los avisos de Casandra que describen las contradicciones antagónicas con pelos y señales, advirtiendo del peligro mortal que se esconde en el Caballo de Troya, que no es otras cosa que la propiedad privada.

Según avanzaban en la concreción teórica del comunismo, Marx y Engels fueron tomando conciencia de la creciente magnitud de las fuerzas destructivas inherentes al capitalismo, dejando constancia de una forma u otra en muchos textos, sobre todo en El Capital, Anti-Dühring, Dialéctica de la naturaleza, El papel de la violencia en la historia... En 1874, Engels «profetizó» que tarde o temprano estallaría una devastadora guerra internacional. En 1877, escribiendo sobre las contradicciones internas capitalistas, dice: «la sociedad corre hacia la ruina como una locomotora cuyo maquinista fuera demasiado débil para abrir la bloqueada válvula de escape», explicando más adelante así la fusión entre civilización del capital y militarismo: «La moderna nave de combate no es solo un producto de la gran industria moderna, sino también una muestra de la misma; es una fábrica flotante –aunque, ciertamente, una fábrica destinada sobre todo a dilapidar dinero».

Rosa Luxemburg planteó en 1915, en el Folleto de Junius, que debíamos optar entre socialismo o barbarie. Un año después Lenin indicó que el imperialismo había abierto una fase de guerras y revoluciones. En 1919, Preobrazhenski y Bujarin en ABC del comunismo mostraban que en realidad la opción era entre caos o comunismo insistiendo en los efectos del capital financiero y de la militarización imperialista. Poco antes de ser asesinado Trotsky aseguró que, si no se impedía, la inminente guerra mundial sería arrasadora. Mao no se cansaba de advertir que la lógica de la guerra era parte de la lógica del capital insistiendo en que, en definitiva, el poder nace del fusil. Fidel, el Che y prácticamente la totalidad de comunistas aceptan esta verdad concreta, objetiva, relativa y absoluta, pero rechazada por Allende.

En 1959, F. Sternberg publica La revolución militar e industrial de nuestro tiempo. Para finales de la década de 1960 se acumulaban los datos sobre el agotamiento de los recursos y el impacto de la industria en naturaleza propiciando que en 1972 se publicase Los límites del crecimiento del Club de Roma que da pie a que B. Commoner publicara El círculo que se cierra, demostrando la responsabilidad del capitalismo en esa «nueva» crisis. En 1977 sale a las librerías La ciencia y la institución militar de G. Menahem y, por lo menos desde 1980, se inicia el debate sobre los terribles efectos de una guerra nuclear de modo que entre 1985 y 1988 se publican varias ediciones del impactante libro colectivo Invierno nuclear. Para entonces estaba surgiendo, desde ese 1980, un marxismo abierto al decir de Mandel, mientras que muy poco después sectores marxistas debaten la tesis del exterminismo lanzada por E. P. Thompson.

No podemos olvidarnos del desarrollo imparable desde entonces del marxismo llamado ecológico que tuvo en la revista Ecología política de 1991 uno de los avances decisivos, sobre todo al introducir la explotación patriarcal como parte sustantiva que debía ser analíticamente estudiada: por ejemplo, la necesaria aportación de Brinda Rao: La lucha por las condiciones de producción y la producción de las condiciones para la emancipación: las mujeres y el agua en Maharashtra, India, en el número 1 de la revista. Luego volveremos a los recursos vitales y al patriarcado, problemáticas que nos llevan a otras también cruciales como los efectos de la explotación imperialista de los pueblos, en este caso de la India: todas ellas poderosos argumentos sobre la actualidad del comunismo.

Hemos reseñado una ínfima parte de la larga lista de hitos teóricos sustentados directa o indirectamente en el método marxista que fundaron las bases para que, incluso durante las modas post, la ideología neoliberal, la implosión de la URSS, etc., reverdeciera un marxismo –por ejemplo, Fundamentos y límites del capitalismo, de L. Gill de 1996– capaz de explicar dos cosas con majestuosa coherencia lógica: en primer lugar, por qué se agudiza la contradicción entre el modo de producción capitalista y la naturaleza, la vida por decirlo en el lenguaje actual. Y en segundo lugar, por qué el comunismo multiplica su actualidad, su vigencia, como única alternativa posible y necesaria frente al capitalismo. Fijémonos en que hemos concatenado textos sobre filosofía, política, historia, salud, economía, militarismo, ciencia y naturaleza, es decir, que la actualidad del comunismo se sustenta en la totalidad del pensamiento crítico.

Pero no debemos entender por «necesidad» un destino ineluctable, predeterminado de manera ciega y automática. Si en las ciencias naturales la necesidad solo se entiende integrando en ella la contingencia, el azar, en las llamadas «ciencias sociales» la necesidad del comunismo solo se comprende desde las aperturas o cierres creados por las tendencias de la lucha de clases, por sus derrotas y victorias. Las leyes sociales son leyes tendenciales en las que la necesidad se expresa mediante la complejidad extrema de la lucha de clases, complejidad en la que intervienen también lo irracional, el terror y las catástrofes, además del heroísmo, la conciencia y el deseo, todos ellos comportamientos humanos que exigen recurrir siempre a lo «político» en sus inagotables expresiones. Las salidas a todas las crisis son siempre alternativas políticas, es decir, activadas desde y para intereses sociales precisos: nunca son exclusiva y restrictivamente «económicas».

La posibilidad del comunismo surge de las entrañas rugientes de estas contradicciones: la presencia objetiva de lo político al margen de nuestra capacidad subjetiva para comprenderla, la dialéctica entre «necesidad y posibilidad», otra categoría imprescindible. P. Molina habló del Marxismo como tragedia en 1992, pero es mejor considerarlo como «opción dramática». Sin mayores precisiones, la categoría de «necesidad y lucha» es en lo social lo mismo que la de «necesidad y casualidad» en lo natural: en la historia de la praxis «necesidad y lucha» aparecen como unidad ya en los orígenes del método dialéctico, según L. Sichirollo en Dialéctica de 1976.

Desde la crisis de octubre de 2007 la actualidad del comunismo ha vuelto a la escena cotidiana. El capital hace esfuerzos desesperados por ocultar el incuestionable valor praxeológico del marxismo como «opción dramática» que aparece más urgente día a día: si en la Alemania de 2005 solo se habían vendido 500 ejemplares de El Capital y 400 del Manifiesto Comunista en el primer año de la crisis, hasta octubre 2008, se habían vendido más de 2.400 ejemplares del primero y 2.800 del segundo, sobre todo entre jóvenes de 20 a 25 años. A comienzos de 2015 el Manifiesto Comunista seguía siendo uno de los libros más vendidos en Gran Bretaña.

En 2013, P. González Casanueva empleó el término de «ecocidio» para expresar la gravedad extrema del ataque capitalista a la naturaleza. Un año después, J. Beinstein escribe, en 2014, Comunismo o nada para mostrar que ni siquiera el caos sería un mínimo y perverso consuelo ante la irracionalidad destructora del capital, porque solo sobrevendría la nada, simplemente la nada. La actualidad del comunismo significa, por tanto, que nuestro futuro depende de nuestra fuerza revolucionaria.

 

2. ¿Qué hace posible y necesario el comunismo?

 

Debemos conocer la diferencia entre las leyes de la evolución del capitalismo y las categorías que empleamos en el estudio de esas leyes. Las leyes tendenciales expresan las constantes, las regularidades del movimiento del capital, de sus contradicciones, mientras que las categorías o conceptos muestran las regularidades de las relaciones estructurales, formas generales del problema que analizamos, las conexiones entre sus momentos y sus aspectos. Las categorías o los conceptos solo son verdaderas si muestran la unidad y lucha de contrarios que determina internamente la evolución del problema que analizamos.

Esto hace que las categorías tengan tres características: son históricas, surgen en un determinado tiempo y espacio de la historia, median entre la especie humana que existe en ese momento histórico y la naturaleza, y, para ser ciertos, los conceptos o categorías han de ser flexibles, móviles, capaces de exponer el movimiento de las contradicciones del proceso que estudian, según la conversión materialista y praxeológica del dicho hegeliano de que «la contradicción es el criterio de verdad, y la falta de contradicción el criterio de error».

La revolución científica del siglo XVII solo logró llegar al método lineal y mecánico del conocimiento de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento como progreso automático atado por las limitaciones de la lógica formal, que negaba la complejidad, la bifurcación, la emergencia de lo nuevo, la autopoiesis, la contradicción, la lógica dialéctica... Los primeros economistas burgueses, sobre todo Smith y Ricardo, estaban constreñidos por estas limitaciones objetivas a su época. Sin embargo, y pese a que desde el siglo XIX era ya patente el fracaso del método mecanicista, aun así, los ideólogos burgueses y en concreto los «economistas vulgares», tal como los denominaban Marx y Engels, siguieron y siguen interpretando superficial y formalmente el sistema capitalista.

Decimos esto porque la ideología burguesa no puede conocer qué es el capitalismo, peor aún, ha surgido y se moderniza para legitimarlo elaborando una imagen falsa, mentirosa, que oculta sus leyes tendenciales y sus contradicciones antagónicas. El mismo concepto de ley tendencial que iremos descubriendo es incomprensible para la ideología burguesa que no supera el estrecho límite de la lógica formal. Pero ¿de qué leyes y contradicciones hablamos? Empecemos por las principales leyes del desarrollo capitalista:

1) La centralización y concentración del capital, que explica por qué las grandes corporaciones van absorbiendo a las pequeñas, o destruyéndolas; por qué se crean monopolios y grandes alianzas; por qué las grandes empresas van diversificando sus departamentos y ramas productivas, por ejemplo, un gigante farmacéutico adquiere empresas químicas y pacta con la industria militar; por qué desarrollan departamentos financieros propios y otros negocios de servicios, etc., para abarcar más mercado; por qué crean redes de pequeñas empresas dependientes de ellas; por qué estudian al milímetro los altibajos de otros negocios para, si son más rentables, apropiarse de ellos invirtiendo capitales según la ley de perecuación que explica por qué tienden a igualarse las ganancias de las empresas.

2) La proletarización progresiva de la humanidad, que explica por qué disminuye la clase campesina al industrializarse la agricultura, los y las artesanas individuales también decrecen porque se arruinan al tener que competir con los precios industriales, los pequeños patrones tienen que proletarizarse, etc., los autoexplotados no aguantan la presión y terminan asalarizándose, mientras que aumenta la clase trabajadora tanto asalariada como la que depende del salario indirecto, social y público porque se encuentra en paro o jubilada, o depende del salario familiar, etc. La concentración y centralización de capitales hace que, por el lado opuesto, aumenten los asalariados de todo tipo.

3) La socialización objetiva de la producción, que explica cómo la concentración y la asalarización se sostienen sobre una imparable mundialización del capital y sobre una tendencia a la coordinación mundial de la humanidad explotada: el capitalismo se adueña del planeta y a la vez y por ello mismo genera la tendencia a que la clase trabajadora coordine su lucha de clases a nivel mundial. Cada vez más los efectos negativos de una decisión empresarial o estatal burguesa se propagan a la velocidad  

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