ÍNDICE.
Prólogo.
Prólogo de Rodolfo Puiggros

CAPÍTULO I: EL DESAROLLO ECONOMICO DE LA SOCIEDAD.
1. El comunismo primitivo.
2.  La Esclavitud.
3. El Feudalismo.
4. El Capitalismo.
5. La importancia de la economía política marxista.
CAPÍTULO II: LA PRODUCCION MERCANTIL Y SUS CONTRADICCIONES.
1. La mercancía.
2. El valor, relación social.
3. La forma del valor.
4. La función del valor 
5. El carácter fetichista de la mercancía.
6. Las teorías burguesas del valor.
7. La ley esencial del período de transición.
CAPÍTULO III: EL DINERO.
1. La medida del valor.
2. El dinero, medio de circulación.
3. El dinero, medio de pago.
4. La cantidad de dinero necesario para la circulación.
5. El papel moneda y la moneda de crédito.
6. La inflación.
CAPÍTULO IV: EL CAPITAL Y EL PLUSVALOR.
1. La contradicción esencial del capitalismo.
2. La plusvalía.
3. El capital y sus partes integrantes.
4. Modos de aumentar la plusvalía.
5. El capital y la plusvalía, relaciones sociales.
6.  Las teorías burguesas y socialdemócratas.
7. Las relaciones de producción en la U.R.S.S.
CAPÍTULO V: EL SALARIO.
1. La naturaleza del salario.
2. Las formas de salario.
3. La importancia del salario en el período de transición.
CAPÍTULO VI: LA ACUMULACION DEL CAPITAL Y EL EMPOBRECIMIENTO DE LA CLASE OBRERA.
1. La reproducción simple 
2. La reproducción ampliada.
3. La sobrepoblación relativa.
4. El empobrecimiento de la clase obrera.
5. La acumulación socialista y el nivel de vida de la clase obrera en la U.R.S.S. 
CAPÍTULO VII: LAS FORMAS DEL CAPITAL Y DE LA PLUSVALIA.
1. Las formas del capital.
2. La transformación de la plusvalía en beneficio.
3. La formación de una cuota media de beneficio y la transformación del valor de las mercancías en precio de producción.
4. La tendencia de la baja de la cuota de beneficio.
5. El beneficio comercial.
6. El capital prestado y el interés.
7. La renta territorial.
CAPÍTULO VIII: EL DESARROLLO CAPITALISTA DE LA AGRICULTURA.
1. La propiedad privada del suelo como factor negativo del desarrollo de la agricultura en el régimen capitalista.
2. La producción grande y la pequeña en la agricultura.
3. La explotación de los campesinos en el régimen capitalista. 
CAPÍTULO IX: LA REPRODUCCION Y LA CIRCULACION DEL CAPITAL SOCIAL.
1. Crítica de la teoría de Smith.
2. Las condiciones de la reproducción del capital social.
3. Las contradicciones de la reproducción.
CAPÍTULO X: LAS CRISIS.
1. La contradicción entre la producción social y la apropiación capitalista, Causa de la crisis.
2. La marcha de las crisis.
3. La significación de las crisis.
4. Las teorías burguesas y socialdemócratas de las crisis.
5. La imposibilidad de las crisis en la U.R.S.S.
CAPÍTULO XI: EL IMPERIALISMO.
 1. La concentración y los monopolios.
 2. El nuevo papel de los bancos. El capital financiero.
3. La exportación del capital.
4. La lucha por el reparto del mundo entre las uniones capitalistas.
5. El reparto territorial del mundo entre los Estados imperialistas y la lucha por él.
6. El imperialismo, etapa particular y superior del capitalismo.
7. La agravación de las contradicciones de clases en la época imperialista.
8. Las "teorías" socialdemócratas del imperialismo.
9. La ley del desarrollo desigual y la revolución proletaria.
10. La crisis general del capitalismo.
11. El fascismo.
BIBLIOGRAFIA                                     

 

PROLOGO

 

El estudio de la Economía ha seguido en nuestro país las alternativas del proceso social. Su letargo ha coincidido con los periodos de estancamiento, cuando las fuerzas productivas nacionales han detenido su desarrolló ante obstáculos opuestos por las clases dominantes. En cambio, cada vez que un movimiento de las clases oprimidas ha intentado abrir nuevas vías a la explotación de las fuerzas productivas nacionales, las ciencias económicas han vuelto a cultivarse.

Manuel Belgrano fue, sin duda, el precursor de los estudios económicos entre nosotros. Siendo estudiante en Salamanca se entregó a la lectura de una serie de obras de autores que se empeñaban en descubrir remedios a la pobreza de España. "Las ideas de economía política cundían con furor”, escribió más tarde recordando esos años. No sería difícil que hubiera leído, aunque es seguro que se puso en contacto con muchas de sus ideas que flotaban en tos medios intelectuales españoles de la época, el libro del padre de la Economía Política Clásica, Adam Smith, "La riqueza de las naciones". Su curiosidad científica no era puramente académica. Pensaba permanentemente, como él mismo lo confiesa, en el provecho que podía sacar de esas ideas para levantar al Río de la Plata del atraso y de la miseria en que yacía. Posteriormente, desde el cargo de secretario del Consulado de Buenos Aires, tendría la oportunidad de luchar sin descanso contra el monopolio y contra la pobreza presentando algunos proyectos que chocaban con los intereses de los comerciantes españoles, únicos usufructuarios del régimen económico imperante. A los sofismas de éstos oponía las verdades que había recogido en los libros y en el contacto personal con los hombres más esclarecidos de ese instante de renovación que vivía la Madre Patria. Muy a menudo aparece en su pluma la máxima de la escuela fisiocrática formulada por Quesnay. "Dése plena libertad al comercio interior y exterior, que consiste en la libre concurrencia"[1]. Los viejos monopolistas, cargados de prejuicios, nada querían saber de libertades. No desconocían que en la opresión y en la esclavitud descansaban sus privilegios. Belgrano se hizo político para llevar a la práctica sus ideas y, como éstas criticaban el orden imperante, no podía ser sino político revolucionario.

Por aquellos tiempos, los hacendados y labradores de ambas orillas del Plata, hacían llegar al rey de España representaciones, en tas que se advertía la influencia de las muevas doctrinas económicas. La última de ellas, escrita por Mariano Moreno, era una expresión acaba» de las ideas progresistas aplicadas a la realidad económica y social de la sociedad argentina de aquella época. El "Telégrafo Mercantil "El Semanario de Agricultura, Industria y Comerció'', "La Gaceta", etc. fueron órganos del pensamiento renovador.

Obtenida la libertad de comercio, poco antes de mayo de 1810, fue necesario encarar resueltamente la solución del pauperismo y del atraso, así como crear rentas para el naciente Estado y organizar la economía nacional Se envié al coronel García a la campaña a que estudiará la situación de los agricultores. La Primera Junta habilitaba nuevos puertos, liberaba de derechos de exportación a las harinas, permitía la introducción de mercaderías extranjeras y se preocupaba de la suerte de los que trabajaban la tierra. Con la renuncia de Mariano Moreno se cerró el ciclo progresista. Cornelio Saavedra ordenaba la confiscación de los ejemplares del "Contrato Social de Rousseau, traducido por el exsecretario de la Primera Junta, y trataba de restablecer el antiguo orden de cosas.

Más tarde, con Rivadavia, Manuel José García y otros vuelve a aparecer la preocupación por los estudios económicos aplicados a la solución de urgentes problemas. Sin caer en las exageraciones de algunos rivadavianos de nuestros días, puede afirmarse que aquel intentó a la vez colonizar el país, extender la agricultura y conseguir rentas para el Estado mediante su famosa ley de enfiteusis, la que, en realidad, se proponía crear de golpe la renta absoluta, como condición previa para el integral desarrollo capitalista.

Vino después la tiranía de Rosas y ya no se pensó en estudiar las ciencias económicas. Fue necesario que los jóvenes de la Asociación de Mayo se propusieran, superando a unitarios y a federales, retomar el sendero abandonado de los revolucionarios de Mayo para que ese estudio se iniciara otra vez. Juan Bautista Alberdi, el más economista de todos ellos, analizó profundamente las causas de nuestros males, estudió a Bentham, a Ricardo y a Adam Smith. Sus obras ponen al desnudo las miserias de la organización social heredada de la Colonia y señalan los remedios que han de hacer posible el despertar de las fuerzas productivas aletargadas bajo el feudalismo representado por el régimen rosista.

Así llegamos a los días de la organización nacional. En el Congreso, en las altas esferas del gobierno, en la Universidad, en el periodismo y en la calle se discuten con fervor las cuestiones económicas. Se introducen las obras de los autores clásicos y se leen con avidez las últimas producciones europeas. La literatura económica nacional comienza a dar sus primeros frutos. Algunos libros son de extraordinario valor documental. Otros encierran interpretaciones económicas de loi hechos históricos y sociales que no pueden desdeñarse. En varias revistas de gran valor — como la "Revista de Buenos Aires", la "Revista del Río de la Plata", el "Archivo de Trelles", etc. — se publican trabajad meritorios, Alberdi, Mitre, Gutiérrez, Quesada, Pelliza, Avellaneda y muchos otros nos han dejado artículos, monografías y tratados de los cuales no es posible prescindir para el conocimiento de la época.

A partir de 1853, y más intensamente de 1870, comienzan a aparecer los primeros núcleos obreros en la Argentina, debido al nacimiento de los ferrocarriles, de la navegación transoceánica regular, de algunas pequeñas industrias y de la instalación de las grandes empresas imperialistas. Con la inmigración vienen también las doctrinas anarquistas, sindicalistas y socialistas. Se fundan las primeras organizaciones gremiales. Llegan folletos y revistas con artículos de Bakunin, de Proudhon, de Marx, de Engels, etc. A fines de siglo, Juan B. Justo traduce el primer tonto de "El Capital" Es el acontecimiento más importante en la historia de las ideas económicas en nuestro país. Ya antes, en el periódico "El Obrero", se habían difundido las primeras nociones de la doctrina marxista, pero con la traducción de la obra principal del padre del socialismo científico, la ciencia económica adquiere ciudadanía argentina.

El marxismo representa en relación a la antigua economía lo que la astronomía respecto a la astrología o la química respecto a la alquimia. Adam Smith y Ricardo estudiaron la sociedad capitalista en su estado estático, como si hubiese existido siempre y nunca desaparecería. El primero expuso la teoría del valor creado por el trabajo y el segundo estudió el origen de la renta de la tierra. Aportaron ideas fundar mentales para la comprensión de las relaciones de producción e intercambio en la sociedad capitalista, mas no se apercibieron de su carácter relativo y fueron apologistas del orden existente. Dieron los elementos de que se valió Marx para levantar la verdadera ciencia, criticándolos, separando el buen trigo de la paja y desarrollando los atisbos geniales que había en sus obras. "Siguiendo la senda dialéctica— escribe Federico Engels—, no perdiendo jamás de vista la acción general de las recíprocas influencias, de la génesis y de la caducidad de cuanto vive, de los cambios de avance y retroceso, podemos llegar a una concepción exacta del universo, de su desarrollo y del desarrollo de la humanidad, así como de la imagen por él proyectada en las cabezas de los hombres".[2] Es siguiendo la senda dialéctica que Marx y Engels crearon la verdadera ciencia económica.

Entre nosotros, los primeros marxistas fueron suplantados por la corriente reformista que negaba lo que de esencial tiene el socialismo científico. Creyeron, como Bernstein, que "una disminución progresiva en el número de capitalistas y una riqueza creciente en el proletariado o una clase media más numerosa",[3] eran las únicas alternativas posibles. En consecuencia, Marx se había equivocado al prever la concentración de la riqueza en un polo y la concentración de la miseria en el polo opuesto. Solo quedaban en pie, para los reformistas, algunos axiomas de Marx. Negaron la dialéctica o no la comprendieron. Se burlaron de aquellos que reivindicaban el contenido filosófico de la doctrina de los autores del "Manifiesto Comunista". Justo, en un folleto titulado "El realismo ingenuo", desconoce el materialismo dialéctico y afirma la compatibilidad del marxismo con las corrientes idealistas.

En la Universidad se fue más lejos todavía. Charles Gide ha sido durante muchos años el texto oficial. La escuela psicológica, la escuela matemática, todos los sofismas se han empleado para ocultar a la juventud la verdadera ciencia económica. Los estudiantes han Recogido de sus maestros, en medio de concepciones abstrusas, alguna que otra idea que les ha permitido encarar parcialmente determinados aspectos de la economía nacional. Se ha elaborado una "ciencia" oficial conformista, apologética, adaptada a las peculiares condiciones de la Argentina, destinada a mantener el latifundio y defender los intereses del capital monopolista extranjero.

Desde la alta cátedra universitaria se fulminan condenaciones al marxismo. Ningún profesor ha ido tan lejos, seguramente, como el doctor Luis Roque Gondra. En un artículo titulado "El sofisma de la concepción marxista del valor"[4] ha sintetizado una serie de absurdos que ponen en evidencia hasta que punto las teorías del genial sabio alemán son desconocidas o tergiversadas.

Gondra tiene el honor de haber introducido entre nosotros el "pantaleonismo" en la enseñanza, o sea la concepción económica del escritor italiano Pantaleoni, basada en la postulación de un ente abstracto — el hombre económico — que actúa de acuerdo al llamado "principio hedónico": "obtener el máximo de satisfacción con el mínimo de sacrificio". Tal concepción antropomorfista, que gira en torno de una hipótesis y somete el proceso social a las inclinaciones individuales, conduce directamente. a la utopía. Es por eso que Gondra se caracteriza por sus frecuentes evasiones de la realidad y del buen sentido. Pero no se limita a atacar a Marx. También la emprende con Adam Smith y Ricardo. Quiere construir una economía absolutamente nueva... apoyándose en Pantaleoni y Pareto.

Vale la pena que analicemos Jos seis puntos cardinales de la teoría gondrista, según han sido expuestos en el artículo mencionado.

— El teorema fundamental de la ciencia económica. El cambio de "satisfacciones" pequeñas por "satisfacciones" mayores y el "viaje" con boleto de ida y vuelta que los productos hacen hasta llegar al consumidor constituyen para Gondra el "teorema fundamental de la ciencia económica". En la maraña de] tantas ideas confusas el lector descubre que el individuo— consumidor en procura de "satisfacciones" es el eje de la ciencia económica. Se cae así en el grosero error, no disculpable ni en un principiante, de confundir dos conceptos perfectamente diferenciados:

a) el "valor de uso o utilidad" que es la propiedad que tienen algunas cosas de satisfacer necesidades humanas y

b) el "valor de cambio o simplemente valor" que es una relación cuantitativa entre las cosas útiles o valores de uso, o sea la proporción en que se intercambian entre sí.

El estudio de los "valores de uso" en su forma social, es decir, en cuanto son 'valores de cambio" y se transforman en mercaderías, es objeto de la Economía Política. Dominando la producción mercantil en la sociedad capitalista, Marx comienza su estudio analizando la mercancía como forma elemental de la riqueza. Mientras Adam Smith y Ricardo creyeron que las relaciones y leyes descubiertas en la sociedad capitalista correspondían indistintamente a cualquier otra sociedad, Marx demostró el carácter relativo, histórico y condicionado de tal sociedad y al estudiar su origen, desarrollo y decadencia elaboró las líneas generales del proceso que conduce al socialismo.

Tanto para Adam Smith y Ricardo como para Marx y Engels, la Economía Política es una ciencia social, una ciencia de los procesos y relaciones que se establecen entre los hombres que viven en sociedad. Gondra, adepto a la "escuela psicológica austriaca", lo mismo que su maestro Pantaleoni, desentierra y le da forma aparentemente nueva, a la archivieja concepción de la "naturaleza humana". "El hombre económico", ese ente abstracto que se mueve en busca de satisfacciones y que para conseguirlas debe sacrificar otras, es la aplicación al terreno de la economía de la idea del "hombre en general", de la humanidad indiferenciada considerada como un todo que tiene en sí mismo, e independientemente de las clases y del medio en que actúa, sus propias leyes de desarrollo. Es la concepción humanista del liberalismo filosófico del siglo XVIII.

El proceso social es objetivo y real. Pretender levantar una ciencia económica sobre los cimientos del "principio hedónico" equivale a construir sobre el vacío. La formulación general —el hombre busca el máximo de placer con el mínimo de dolor o el máximo de satisfacción con el mínimo de sacrificio— queriendo explicarlo todo no explica nada, porque el teorema fundamental de la ciencia económica no reside en la simple satisfacción de las necesidades, sino en los cambios, formas, relaciones y contradicciones que se operan en la sociedad al buscar los hombres la producción y reproducción de la vida. En resumen, la Economía Política es una ciencia de los procesos sociales y no de los procesos individuales. El castillo de naipes de Gondra no resiste ni un soplido.

2. — Carácter social del trabajo. "Karl Marx — escribe Gondra — extraviándose por senderos que había seguido David Ricardo, creyó descubrir en la noción de trabajo simple requerido para la fabricación de las mercaderías, una medida del valor de las mismas, esto es, una medida de la satisfacción absoluta. Para Marx, pues, el trabajo simple requerido para la fabricación de una mercadería es idéntico al requerido para la fabricación de cualquiera otra; y el valor no es sino trabajo simple incorporado a todas ellas. Tal el enunciado de su teorema fundamental". Hasta aquí Gondra. Veamos ahora hasta donde se ha "extraviado" Marx siguiendo los "senderos" de Ricardo.

Leyendo el CAPÍTULO primero de "El Capital", titulado "La mercancía", se comprueba que Marx, antes de descubrir la medida del valor, estableció cual es la substancia del valor de cambio y de la mercancía.

Se expresa así:

"Si prescindimos del valor de uso de los cuerpos de las mercancías quedará a éstas siempre una propiedad, la de ser productos del trabajo. Pero al prescindir de los valores (de uso, el mismo producto del trabajo se transformará entre nuestros manos, porque habremos eliminado de él aquellas formas y elementos corporales que constituían su valor de uso. Ya no será, el objeto ni meseta ni casa, ni hilo, ni otra cosa cualquiera útil. Habremos eliminado, pues, de él todas sus propiedades sensibles. Ya no será tampoco el producto del trabajo del ebanista, del albañil o del hilandero, o como pueda denominarse cualquier trabajo productivo desarrollado. Al desaparecer el carácter útil del producto del trabajo también desaparecerá el carácter útil de los trabajos expresados en los objetos y tampoco se distinguirán formas concretas de estos trabajos, puesto que todas quedarán reducidas a un trabajo humano igual, a un trabajo humano abstracto".

Marx distingue, por consiguiente, el trabajo concreto, aplicado a un determinado valor de uso, del trabajo humano abstracto que resulta de la consideración general de todos los valores de uso que se intercambian y que al ser la substancia misma de ellos permite el intercambio. Ese trabajo humano abstracto o trabajo social determina el valor de cambio. "Por lo tanto, es sólo el "Cuanto" de trabajo social necesario, o de la jornada social, necesaria para la producción de un valor de uso, lo que determina la cantidad de valor del mismo. Cada mercancía particular no es más que un ejemplar que representa el promedio de la especie. Aquellas mercancías que contengan iguales cantidades de trabajo, o que hayan sido producidas en una jornada de trabajo igual, tendrán, por tanto, la misma cantidad de valor".

El valor no es para Marx como pretende Gondra — "trabajo simple incorporado a las mercaderías". El valor es trabajo social incorporado a las mercaderías y el trabajo simple es el promedio general del trabajo social que sirve para medir los valores de cambio.

De la lectura de "El Capital" resulta, en consecuencia, que no fue Marx quien se "extravió" leyendo a Ricardo, sino que es el profesor Gondra el extraviado en los "senderos" de Ricardo y Marx. El "hombre económico", con su "principio hedónico" a cuestas, resulta un pésimo guía para comprender la obra genial de Carlos Marx.

3. La plusvalía. — Sigamos con Gondra, "Marx —dice— admite la productividad técnica del capital, esto es, el hecho de que, cuanto mayor el capital de que dispone, tanto mayor la productividad del trabajador; pero no la económica, o sea, el interés o precio que se paga por el uso del capital, y que considera como usurpación, como robo de una parte del valor, perpetrado por el capitalista en perjuicio del trabajador".

Para no extraviarnos por los senderos de Gondra es conveniente que aclaremos el lenguaje confuso que emplea.

La productividad técnica del capital se traduce en la producción de valores de uso. Cuando mayor sea el capital, mayor será también la cantidad de objetos que se podrán producir. Esto es bien sencillo.

En cambio la productividad económica del capital se traduce en la producción de valores de cambio y Marx dedica muchas páginas de su obra, lo fundamental de ella podemos decir, a estudiar ese problema.

La realización de los valores de cambio en el mercado permite obtener el precio de la fuerza de trabajo empleada (capital variable), el de la materia prima y amortizaciones (capital constante) y un excedente que Marx denomina plusvalía y que es trabajo no pagado del que se apropia el capitalista.

Marx critica la apropiación privada, la apropiación por el capitalista, de esa plusvalía que no ha caído del cielo como pretende Gondra, sino que es trabajo no pagado.

Gondra, en vez de tomar el rábano por las hojas, podría haber empicado su tiempo en indicarnos a los pobres e ignorantes mortales cual es el origen de la "plusvalía", de donde nace si no es del trabajo, no pagado. Tal vez se vea obligado a recurrir a la teología o a la generación espontánea.

4 — La acumulación primitiva, — "Corno quiera que sea — afirma Gondra — para que unos despojen, es forzoso que otros hayan antes ganado y ahorrado, absteniéndose de consumir, aumente o no después el valor de tal ahorro, por transcurso del tiempo. El despojo, por otra parte, explica, en algunos casos, la remoción, traslación o transferencia ilícita del ahorro, pero no su formación histórica primitiva".

Así pretende destruir Gondra la concepción marxista de la titulada acumulación primitiva. Ahondemos un poco el problema.

Es claro que si la acumulación primitiva se realizara sobre la base del despojo de unos propietarios por ladrones que se convertirían inmediatamente en propietarios nada quedaría explicado fuera del origen doloso del capital. La cuestión es averiguar quiénes eran los expropiados y quienes los expropiadores para lograr comprender la acumulación primitiva, llamada por Marx, "punto de partida del modo capitalista de producción".

"¿A qué se reduce la acumulación primitiva del capital es decir, su génesis histórica? En cuanto no es la transformación inmediata de esclavos y siervos en trabajadores asalariados, esto es, un simple cambio de forma, consiste solamente en la expropiación de los productores inmediatos, es decir, en la supresión de la propiedad privada basada en el trabajo personal o propio".

"La propiedad privada, como antítesis de la propiedad social o colectiva, sólo existe donde los medios de trabajo y de las condiciones exteriores de trabajo pertenecen a personas particulares. Pero según que estas personas particulares sean los trabajadores o los que no trabajan, la propiedad privada cambia de carácter" (El subrayado es nuestro).

Marx distingue, en consecuencia, dos especies de propiedad: s propiedad basada en el trabajo personal (..." donde el trabajador es el libre propietario privado de los elementos de trabajo que maneja por si mismo: el campesino, del campo que cultiva; el artesano del instrumento que toca como un virtuoso") y la propiedad basada en el trabajo ajeno, o sea la propiedad capitalista. "La propiedad privada, resultante del trabajo propio, y basada, por decirlo así, sobre la adherencia de cada trabajador aislado e independiente a sus condiciones de trabajo, es suplantada por la propiedad privada capitalista, que se basa sobre la explotación del trabajo ajeno, pero libre en la forma".

La expropiación de los directos productores, la concentración de los medios aislados de producción en pocas manos y la transformación de los directos productores en asalariados caracterizan a la prehistoria del capital, al periodo conocido con el nombre de ^acumulación primitiva"   .................. [....................]

 

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