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X CONGRESO DEL PC(b)R

8-16 DE MARZO DE 1921[1]

 

1. DISCURSO DE APERTURA DEL CONGRESO

8 DE MARZO

 

(Prolongados aplausos.) Camaradas, permítanme que declare abierto el X Congreso del Partido Comunista de Rusia. Hemos vivido un año muy rico en acontecimientos en el campo internacional y en nuestra historia interna. Para comenzar por la situación internacional debo decir que ahora, por primera vez, nos reunimos en condiciones tales en que la Internacional Comunista dejó de ser una simple consigna para convertirse realmente en una organización poderosa que tiene cimientos —verdaderos cimientos— en los principales países capitalistas avanzados. Lo que en el II Congreso de la Internacional Comunista[2] eran sólo resoluciones, en el año último ha sido llevado a la práctica con éxito y ha encontrado expresión, se ha confirmado y consolidado en países como Alemania, Francia e Italia. Basta citar estos tres países para mostrar que la Internacional Comunista, después de su II Congreso que se reunió el verano pasado en Moscú, se convirtió en parte integrante del movimiento obrero en todos los principales países avanzados de Europa, más aun, se convirtió en el factor más importante de la política internacional. ¡Esto es un logro tan gigantesco, camaradas, que por difíciles y penosas que sean las diversas pruebas que nos esperan —y no podemos ni debemos perderlas de vista—, nadie podrá arrebatárnoslo!

Prosigamos, camaradas: este es el primer Congreso en el que nos reunimos sin que haya tropas enemigas, apoyadas por los capitalistas e imperialistas de todo el mundo, en el territorio de la República Soviética, Por primera vez, gracias a las victorias del Ejército Rojo durante este año, abrimos un Congreso del partido en tales condiciones. Tres años y medio de lucha sin igual, y los últimos ejércitos enemigos han sido arrojados de nuestro territorio: ¡ese es nuestro logro! Por supuesto, estamos aún lejos de haber logrado todo, y de ningún modo hemos conquistado lo que debemos conquistar: vernos verdaderamente libres de las invasiones e intervenciones de los imperialistas. Por el contrario, sus operaciones bélicas contra nosotros han adquirido una forma que es menos militar, pero en cierto sentido más grave y más peligrosa. El paso de la guerra a la paz —que ya saludamos en el anterior Congreso del partido[3], y según el cual tratamos de organizar nuestro trabajo— está aún lejos de haber terminado. Y todavía ahora nuestro partido se encuentra ante tareas increíblemente difíciles, que no se refieren sólo al plan económico —en el que cometimos no pocos errores— o a las bases de la construcción económica, sino también a las bases de las relaciones entre las clases que siguen existiendo en nuestra sociedad, en nuestra República Soviética. Estas relaciones sufrieron un cambio, y este debe ser —pienso que todos ustedes estarán de acuerdo— uno de los problemas principales para examinar y resolver aquí.

Camaradas, hemos atravesado un año excepcional; nos permitimos el lujo de discusiones y controversias dentro de nuestro partido[4]. ¡Para un partido rodeado de enemigos, de enemigos muy fuertes y poderosos que agrupan a todo el mundo capitalista, para un partido que lleva sobre sí una responsabilidad -sin precedente, este fue un lujo verdaderamente asombroso!

No sé cómo ustedes juzgan ahora este hecho. ¿Era totalmente compatible con nuestros recursos, tanto materiales como espirituales? Ustedes deben juzgarlo. Pero, en todo caso, debo decir que la consigna, tarea y objetivo que debemos proponernos en este Congreso y que debemos cumplir a toda costa es salir de la discusión y las controversias más fuertes que antes. (Aplausos.) Ustedes, camaradas, no ignoran que todos nuestros enemigos —y sus nombres son una legión— repiten, propagan y multiplican en todas sus innumerables publicaciones en el extranjero, el mismo rumor descabellado que nuestros enemigos burgueses y pequeñoburgueses difunden aquí, dentro de la República Soviética, es decir: la discusión significa disputa, la disputa significa discordia, la discordia significa que los comunistas se han debilitado: ¡adelante, pues, aprovechemos la oportunidad, saquemos partido de su debilidad! Esto se ha convertido en la consigna del mundo que nos es hostil. No debemos olvidarlo ni un solo instante. Nuestra tarea ahora es mostrar que, aunque acertada o desacertadamente, en el pasado nos hayamos permitido ese lujo, debemos salir de esta situación, de tal manera que, habiendo examinado como es debido la extraordinaria abundancia de plataformas, matices, pequeños matices y semimatices de opinión que han sido formulados y discutidos, en el Congreso de nuestro partido podamos decirnos: de cualquier modo, por mucho que la discusión se haya extendido hasta ahora, por mucho que hayamos disputado entre nosotros —y estando enfrentados a tantos enemigos—, la tarea de la dictadura del proletariado en un país campesino es tan inmensa y difícil, que no basta la cohesión formal (la presencia de ustedes en este Congreso es un índice de que tenemos mucha). Nuestros esfuerzos deben ser más cohesionados, más armónicos que antes, no debe existir ni la más pequeña huella de fraccionismo —cualquiera sea el modo en que se haya manifestado hasta ahora—, no deben quedar ni rastros de él. Sólo con esta condición cumpliremos las enormes tareas que tenemos por delante. Y estoy seguro de que expreso el propósito y la firme decisión de todos ustedes si digo: ¡por encima de todo, debemos salir de este Congreso con un partido más fuerte, más armónica y más sinceramente unido que nunca! (Aplausos.)

Pravda, núm. 52, 9 de marzo de 1921.

 

2. INFORME SOBRE LA ACTIVIDAD POLÍTICA DEL CC DEL PC(b)R 8 DE MARZO 

 

Camaradas, como ustedes naturalmente saben, la labor política del CC está tan estrechamente vinculada a toda la actividad del partido, a la labor de las instituciones soviéticas y a toda la marcha de la revolución que, al menos a mi criterio, no se puede hablar de un informe en el sentido exacto, literal de la palabra. De acuerdo con esto, considero mi tarea destacar algunos de los acontecimientos más importantes que, a mi entender, representan los puntos fundamentales de nuestro trabajo y de la política soviética durante este año, que son lo más característico del período que hemos atravesado y lo que nos proporciona más material para reflexionar sobre las causas que determinaron el curso de la revolución, la significación de nuestros errores —y estos han sido muchos— y las enseñanzas para el futuro. Pues por natural que sea la tarea de informar sobre la actividad del año pasado, por obligatoria que sea para el CC y por interesante que sea este informe para el partido, las tareas de la lucha actual y venidera son tan impostergables, tan difíciles y tan graves y hasta tal punto nos agobian qué toda nuestra atención está involuntariamente concentrada en cómo extraer las conclusiones de la experiencia pasada y en cómo resolver mejor los problemas presentes y futuros en los cuales está enfocada toda nuestra atención.

De todos los puntos fundamentales de nuestro trabajo, que durante este año reclaman más atención y con los que, a mi parecer, están más vinculados nuestros errores, el más importante es la transición de la guerra a la paz. Es probable que todos ustedes, o por lo menos la mayoría, recuerden que encaramos esta transición varias veces en el curso de tres años y medio, sin que ni una sola vez la hayamos completado, y aparentemente, tampoco ahora la completaremos, porque el capitalismo internacional está muy vitalmente interesado en impedirla. Recuerdo que ya en abril de 1918, es decir hace tres años, tuve ocasión de hablar ante el CEC de toda Rusia sobre nuestras tareas[5], que entonces se formulaban diciendo que lo principal de la guerra civil había terminado, cuando en realidad no hacía más que empezar.

Todos recordarán que en el anterior Congreso del partido basamos todos nuestros planes en esa transición a la construcción pacífica, suponiendo que las enormes concesiones que entonces hicimos a Polonia[6] nos asegurarían la paz. Pero ya en abril comenzó la ofensiva de la burguesía polaca; con los imperialistas de los países capitalistas, interpretó nuestra posición pacífica como un signo de debilidad, cosa que esa burguesía pagó cara, puesto que obtuvo una paz mucho más desfavorable. Pero no nos fue posible pasar a la construcción pacífica, y tuvimos que concentrarnos de nuevo en la guerra contra Polonia y posteriormente en aniquilar a Wrangel[7]. Esto es lo que determinó el contenido de nuestro trabajo en el año del que rendimos cuenta. Todo nuestro trabajo debió orientarse otra vez hacia los problemas militares. Después comenzó la transición de la guerra a la paz, cuando el último soldado de los ejércitos enemigos fue finalmente arrojado del territorio de la RSFSR. Esta transición implicó trastornos que, por cierto, jamás habíamos previsto. Es indudable que esta es una de las causas principales de todos nuestros errores y desaciertos en política durante el período que analizamos y cuyas consecuencias sufrimos ahora. Ahora vemos que algunas de las tareas que no supimos valorar en toda su magnitud fueron impuestas por la desmovilización del ejército, el cual tuvo que ser creado en un país que afrontó una increíble tensión de todas sus energías, y que llegó a crearlo después de varios años de guerra imperialista; la desmovilización del ejército provocó extraordinarias dificultades en nuestro trasporte, y esto fue agravado por el hambre resultante de la mala cosecha y la escasez de combustibles, lo cual paralizó en grado considerable el trasporte. Este es, en gran medida, el origen de toda una serie de crisis —económica, social y política— que nos afecta. Ya a fines del año pasado tuve ocasión de señalar que una de las principales dificultades de la próxima primavera sería la relacionada con la desmovilización del ejército.

Tuve ocasión de señalarlo también en la gran discusión del 30 de diciembre[8], en la que probablemente participaron muchos de ustedes. Debo decir que entonces apenas teñíamos idea de la magnitud de estas dificultades; aún no veíamos hasta qué punto serían no sólo dificultades técnicas ni en qué medida la desmovilización agudizaría todas las calamidades que sufría la República Soviética, extenuada por la vieja guerra imperialista y por la nueva guerra, la guerra civil. En cierto sentido, lo correcto será decir que la desmovilización pone más de relieve estas dificultades. Durante varios años el país estuvo dedicado exclusivamente a resolver las tareas militares y lo dio todo para resolverlas, sacrificó, sin escatimar nada, todo lo que tenía, sus escasas reservas y recursos, y sólo al terminar la guerra pudimos ver hasta dónde llegaban la devastación y la miseria, que ahora nos condenan por mucho tiempo simplemente a curar las. heridas. Pero ni siquiera podemos dedicarnos por entero a curar estas heridas. Las dificultades técnicas de la desmovilización del ejército muestran en grado considerable toda la profundidad de esa ruina que inevitablemente engendra, entre otras cosas, una serie de crisis de carácter económico y social.

Indudablemente, el error del CC fue no calcular la magnitud de estas dificultades vinculadas a la desmovilización. Por supuesto, hay que decir que no había puntos de apoyo para hacer ese cálculo, pues la guerra civil era tan dura que había un solo principio orientador: todo para la victoria en el frente de la guerra civil, y nada más. Sólo ateniéndonos a este principio y por los esfuerzos sin precedentes del Ejército Rojo en la lucha contra Kolchak, Iudénich y otros, pudimos lograr la victoria sobre los imperialistas que habían invadido la Rusia soviética.

De esta circunstancia fundamental, que determinó toda una serie de errores y agravó la crisis, quisiera volver al problema de cómo en la labor del partido y en la lucha de todo el proletariado se puso de manifiesto un conjunto de discrepancias aun más pro fundas, de inexactitudes en los cálculos o planes.

Y no sólo había errores en la planificación, sino también en la determinación de la relación de fuerzas entre nuestra clase y aquellas clases en colaboración con las cuales, y frecuentemente en lucha contra las cuales, ella debe decidir los destinos de la República. Con esto como punto de partida, volvamos a los resultados del pasado, a nuestra experiencia política y a lo que el CC —por cuanto él na dirigido la política— debe comprender y tratar de explicar a todo el partido. Se trata de problemas tan diversos como la marcha de nuestra guerra con Polonia, los problemas del abastecimiento de víveres y del combustible. Es indudable que en nuestra ofensiva se cometió un error al avanzar con excesiva rapidez casi hasta Varsovia. No voy a analizar ahora si fue un error estratégico o político, porque esto me llevaría demasiado lejos; dejémoslo para los futuros historiadores, pues quienes en penosa lucha tienen que continuar rechazando al enemigo, no tienen tiempo para dedicarse a las investigaciones históricas. Pero, de todos modos, el error existió y se debió a que sobreestimamos la superioridad de nuestras fuerzas. Sería demasiado difícil decidir ahora hasta qué punto esta superioridad de fuerzas dependía de las condiciones económicas y hasta qué punto dependía de que la guerra con Polonia despertara los sentimientos patrióticos hasta entre los elementos pequeñoburguses, de ningún modo proletarios, que no simpatizaban de ningún modo con el comunismo, que no apoyaban incondicionalmente la dictadura del proletariado y a veces, en realidad, no la apoyaban de ninguna manera. Pero el hecho es que en la guerra con Polonia cometimos un error determinado.

Y si tomamos un ámbito de nuestro trabajo como el abastecimiento de víveres veremos un error análogo. Con respecto a la requisa de........................

 

 

 

 

 

[1] X Congreso del PC(b)R: ser reunió en Moscú del 8 al 16 de marzo de 1921. En su labor, según los datos de la comisión de credenciales, participaron 694 delegados con voz y voto y 296 con voz solamente, en representación de 732.521 miembros del partido. En la orden del día figuraban los siguientes puntos: 1) informe del Comité Central; 2) informe de la Comisión de control; 3) los sindicatos y su papel en la vida económica del país; 4) la República socialista en el cerco capitalista, el comercio exterior, las concesiones, etc.; 5) el trabajo vinculado con el abastecimiento de víveres, la requisa de excedentes y el impuesto en especie, así como la crisis de combustible; 6) problemas de la construcción del partido;7) tareas actuales del partido en el problema nacional; 8) la reorganización del ejército y el problema de las milicias; 9) la Comisión Central de Educación Política y la labor de agitación y propaganda del partido; 10) informe del representante del PC(b)R en la Internacional Comunista y sus tareas actuales; 11) informe de los representantes del PC(b)R en el Consejo Internacional de Sindicatos; 12) elecciones para el Comité Central, para las Comisiones de Control y Revisora.

El Congreso aprobó resoluciones sobre cuestiones fundamentales de la vida económica y políticas del país. Su labor fue dirigida por Lenin, quien pronunció los discursos de apertura y de clausura del Congreso, y presentó informes sobre la actividad política del CC, sobre la sustitución de la requisa de excedentes por un impuesto en especie,  sobre la unidad del partido y la desviación anarcosindicalista, los sindicatos y el problema del combustible. Lenin escribió los proyectos de las principales resoluciones. En el informe sobre la actividad del Comité Central y en el informe sobre la sustitución de la requisa de excedentes por un impuesto en especie, Lenin hizo un profundo y fundamentado análisis teórico y político sobre la necesidad de pasar a la NEP. Sobre la base de su informe, el Congreso aprobó las históricas resoluciones de la sustitución de la requisa de excedentes por un impuesto en especie, y de la transición del comunismo de guerra a la nueva política económica, la cual estaba destinada a incorporar a millones de campesinos a la construcción del socialismo.

El Congreso prestó especial atención a la unidad del partido. Lenin criticó acerbamente las opiniones antimarxistas de los grupos de oposición. La resolución "Sobre la unidad del partido", aprobada a propuesta de Lenin (véase el presente tomo, págs. 82-88), ordenó la inmediata disolución de todos los grupos fraccionistas que tendían a debilitar al partido y a mimar su unidad. El Congreso autorizó al CC para que aplicara, como una medida extrema, la expulsión del partido a los miembros del CC comprometidos en una actividad fraccionista.

El Congreso aprobó también la resolución preparada por Lenin "Sobre la desviación sindicalista y anarquista en nuestro partido" (véase el presente tomo, págs. 89-92), que mostraba las opiniones de la "oposición obrera" como una expresión de vacilaciones pequeñoburguesas, anarquistas. La propaganda de las ideas de la desviación anarcosindicalista fue declarada incompatible con la pertenencia al PC(b)R. Dado que el país estaba entregado a la construcción socialista pacífica, el Congreso exigió la ampliación de la democracia dentro del partido, la reorganización de la actividad del partido sobre la más amplia base democrática.

El papel de los sindicatos en la construcción económica ocupó un destacado lugar en la labor del Congreso: al resumir la discusión sobre los sindicatos, condenó enérgicamente las ideas de los trotskistas, de la "oposición obrera", del grupo "centralismo democrático" y de otras tendencias oportunistas, y aprobó por enorme mayoría de votos la plataforma leninista, en la cual se definían el papel y las tareas de los sindicatos como escuela de comunismo, y se proponían medidas para ampliar la democracia sindical.

Las resoluciones sobre el problema nacional, elaboradas por una comisión bajo la dirección de Lenin, tuvieron gran importancia en la determinación de la política nacional del partido en las nuevas condiciones: eliminar la desigualdad de los pueblos antes oprimidos por el zarismo, e incorporarlos a la construcción del socialismo. El Congreso condenó la desviaciones antipartidarias en la cuestión nacional, el chovinismo de gran potencia y el nacionalismo local, que constituían un grave peligro para la causa del comunismo y del internacionalismo proletario.

El Congreso eligió un nuevo CC compuesto de 25 miembros, entre los cuales estaban: V I. Lenin, Artiom (F. A. Serguéiev), F. E. Dzerzhinski, M. I. Kalinin, G. K. Ordzhonikidze, M. V. Frunze, I. E. Rudzutak, J. V. Stalin, E. M. Iaroslavski y otros. Fueron elegidos miembros suplentes del CC S. M. Kírov, V. V. Kúibishev, V. I. Chubar y otros.

Las históricas resoluciones del X Congreso del PC(b)R trazaron los caminos concretos del paso del capitalismo al socialismo, determinaron los métodos de la construcción del socialismo en las nuevas condiciones; subrayaron con toda fuerza la necesidad de consolidar la alianza del proletariado y el campesinado, y de fortalecer el papel dirigente del partido en la construcción exitosa del socialismo.

[2] Véase V. I. Lenin, Obras completas, 2. ed., Buenos Aires, Ed. Cartago, 1971, t. XXXIII, nota 41. (Ed.)

[3] Véase V. I. Lenin, ob. cit., t. XXXIII, nota 5. (Ed.)

[4] Se refiere a la discusión en el partido sobre el papel y las tareas de los sindicatos en la construcción de la sociedad socialista. Lenin dio una apreciación de esta discusión, caracterizó a los grupos antipartidarios y definió las tareas de los sindicatos en sus trabajos "Los sindicatos, la situación actual y los errores del camarada Trotski", "La crisis en el partido", "Una vez más acerca de los sindicatos, la situación actual y los errores de Trotski y Bujarin", así como en sus intervenciones en el II Congreso de toda Rusia de obreros mineros (véase V. I.. Lenin, ob. cit., t. XXXIV), y en el X Congreso del PC(b)R (véase el presente tomo, págs. 53-56). (Ed.

[5] Véase V. I. Lenin, ob. cit., t. XXIX, págs. 35-70. (Ed.)

[6] El gobierno soviético hizo todo lo posible por establecer relaciones normales y de buena vecindad con Polonia. En 1919 propuso reiteradamente a Polonia la firma de una paz sólida y duradera, pero no recibió respuesta del gobierno terrateniente-burgués que continuó con su política hostil hacia la Rusia soviética.

El 28 de enero de 1920 el Congreso de Comisarios del Pueblo de la RSFSR envió al gobierno y al pueblo de Polonia un mensaje en el que subraya, una vez más, su reconocimiento de la independencia y soberanía del Estado polaco y ofrecía hace importantes concesiones territoriales a Polonia. El gobierno soviético consentía en establecer las fronteras con Polonia según una línea situada más al este de Minsk y mucho más al este de la frontera que había sido establecida por la Entente en la Conferencia de Paz de París en 1919.

El 2 de febrero de 1920 el CEC de toda Rusia ofreció nuevamente la paz al pueblo polaco. Sin embargo, el gobierno reaccionario de Polonia, que dependía totalmente de los imperialistas de la Entente, consideró las concesiones del Estado Soviético como un signo de debilidad. Por ello las conversaciones de paz no tuvieron éxito. Los círculos dirigentes de Polonia se preparaban para la agresión a la República Soviética.

[7] Id., ibíd., "Biografías", tomo complementario 4. Los datos acerca dé todas las personas que aparecen mencionadas en este tomo figuran en ese mismo volumen. (Ed).

[8] Véase V. I. Lenin, ob. cit., t. XXXIV, "Los sindicatos, la situación actual y los errores del camarada Trotski. Discurso pronunciado en una reunión conjunta de delegados comunistas al VIII Congreso de Soviets, miembros comunistas del Consejo Central de Sindicatos de toda Rusia y miembros comunistas del Consejo de Sindicatos de Moscú.30 de diciembre de 1920". (Ed.)

 

 

 

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