Categoría: KONSTANTINOV
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PROLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN RUSA.

 

La primera edición del libro que ofrecemos a la consideración del lector vió la luz en 1951. Los doscientos mil ejemplares que se tiraron de la obra se agotaron rápidamente. Ello atestiguaba la creciente necesidad de un manual de estudio en el que se expusieran sistemáticamente los fundamentos del materialismo histórico, de la ciencia marxista de las leyes generales de desarrollo de la sociedad.

La primera edición del libro fue sometida a la crítica de la prensa y a discusiones especiales en las cátedras de las escuelas superiores de humanidades y en reuniones de profesores de filosofía marxista y de los fundamentos del marxismo, en las que tomaron parte, además, historiadores, economistas y juristas.

En esta segunda edición de la obra, los autores han procurado tener en cuenta todos los valiosos y acertados juicios críticos y observaciones apuntados en los artículos aparecidos sobre la primera edición y en las reuniones de profesores y personal científico. En algunos de aquellos juicios se expresó la conveniencia científica y pedagógica de modificar la estructura del libro, precisar más la exposición en torno a algunos problemas y reducir la extensión de la obra, sin atentar a la claridad del texto, de tal modo que ésta fuera asequible para todos los lectores. Hemos procurado tener en cuenta estos deseos y, en consonancia con ellos, se ha reducido el número de capítulos y el volumen de la obra.

Los autores, a la par que ponen de manifiesto la acción de las leyes sociológicas generales, han procurado mostrar en cada capítulo el carácter peculiar de las leyes y fuerzas motrices inherentes a la sociedad socialista, en la que no existen ya relaciones de producción antagónicas y en la que no se dan la anarquía de la producción, el antagonismo de clases ni la opresión de las naciones. El estudio general de estas leyes y fuerzas motrices peculiares de la sociedad socialista se contiene en los capítulos XI y XII: "Las fuerzas motrices del desarrollo de la sociedad socialista" y "Las leyes del paso del socialismo al comunismo".

El presente libro sobre El materialismo histórico ha sido escrito por un grupo de autores del Instituto de Filosofía de la Academia de Ciencias de la U.R.S.S. Los capítulos I, II, III, IX y X, los cuatro primeros apartados del capítulo VI y los tres primeros del capítulo XI fueron redactados por F. V.

Konstantinov, miembro correspondiente de la Academia de Ciencias de la U.R.S.S. El capítulo V, los apartados 5 a 9 del VI y el apartado 4 del capítulo XI los escribió el doctor en Ciencias filosófica G. E. Gleserman. Los Capítulos IV y VIII son obra del profesor Kammari, miembro correspondiente de la Academia de Ciencias de la U.R.S.S. El capítulo VII ha sido redactado por el profesor G. M. Gak, y el capítulo XII por el doctor en Ciencias filosóficas T. A. Stepanian.

La experiencia de la redacción de otros libros didácticos y manuales sobre diversas disciplinas científicas demuestra que esta clase de libros van plasmándose, mejorándose y perfeccionándose a lo largo de los años, de edición en edición. Al preparar la segunda de esta obra como manual para la enseñanza y e estudio, los autores han procurado corregir los defectos, las insuficiencias y algunos errores contenidos en la primera,

Rogamos a los lectores que envíen sus observaciones críticas a la presente edición de la obra al Instituto de Filosofía de la Academia de Ciencias de la U.R.S.S. (Voljonka 14, Moscú),

Los autores.                                        Moscú, marzo de 1954.

 

CAPÍTULO I. LA CIENCIA DEL MATERIALISMO HISTÓRICO.

 

1. Objeto del materialismo histórico.

 

Toda ciencia tiene su objeto propio de investigación. La Economía política, por ejemplo, estudia las leyes que rigen el desarrollo de las relaciones sociales de producción, es decir, de las relaciones económicas; la ciencia jurídica recae sobre el desarrollo de determinadas formas históricas del Estado y el derecho; la lingüística estudia el lenguaje como fenómeno social específico, las leyes de su desarrollo, su función en la vida social, etc. Pues bien, ¿cuál es el objeto sobre que versa el materialismo histórico?

El materialismo histórico es la ciencia de las leyes generales que rigen el desarrollo de la sociedad. Las ciencias sociales más arriba citadas (la Economía política, la ciencia jurídica, la lingüística) estudian el desarrollo de ciertos aspectos de la vida social por separado, de determinadas manifestaciones y modalidades de las relaciones sociales. A diferencia de estas ciencias, el materialismo histórico versa sobre las leyes del desarrollo de la sociedad en su conjunto sobre las relaciones mutuas entre todos los aspectos de la vida social. Da respuesta a las preguntas de qué es lo que determina el carácter del régimen social, de cómo se halla condicionado el desarrollo de la sociedad, de cómo se pasa de un régimen social a otro, por ejemplo, del capitalismo al socialismo.

El materialismo histórico investiga las leyes generales del proceso histórico, y esto es lo que distingue su propósito del de las ciencias sociales especiales y del que persigue la historia política, la cual está llamada también a estudiar todos los aspectos de la historia de la sociedad, pero en sus manifestaciones concretas y en su sucesión cronológica, en los distintos países y a lo largo de las distintas épocas.

El materialismo histórico da la única solución certera, científica, a los problemas teóricos y metodológicos más generales, más cardinales, de la ciencia social, sin cuyo esclarecimiento sería imposible explicar acertadamente el desarrollo de la vida social en su conjunto o el de cualquiera de sus aspectos por separado.

En la vida social, nos encontramos con fenómenos económicos, políticos e ideológicos. ¿Existen entre ellos algunos nexos, y cuál es su carácter? ¿Hay, en medio de la abigarrada, multiforme, compleja y contradictoria sucesión de los acontecimientos históricos, en todo el curso del desarrollo de la sociedad, algún nexo interno y necesario, alguna sujeción a leyes o, por el contrario, debemos admitir que en la vida social, a diferencia de lo que ocurre en la naturaleza, reinan el azar, el caos y la arbitrariedad? He aquí uno de los problemas cardinales que nos plantea la ciencia de la sociedad.

La humanidad ha recorrido una larga y compleja trayectoria, que va desde el régimen de la comunidad primitiva, pasando por la esclavitud, el feudalismo y el capitalismo, hasta el socialismo, instaurado ya en la sexta parte del planeta, en la U.R.S.S., y en vías de construcción en los países de democracia popular. Pues bien, ¿cuáles son las fuerzas motrices fundamentales de esta trayectoria progresiva?

La solución científica a estos problemas la ofrece por vez primera el materialismo histórico, la teoría que señala el camino hacia el conocimiento de la historia de la sociedad como un proceso único regido por leyes, considerado en toda su multiformidad y en sus contradicciones, y que nos permite llegar a comprender certeramente el presente y a prever el futuro.

El materialismo histórico constituye una teoría científica coherente y armónica, que explica el desarrollo de la sociedad, el paso de un régimen social a otro. Es, además, el único método científico, certero, para estudiar todos los fenómenos sociales y la historia de cada país de por sí y de los pueblos en su conjunto. El materialismo histórico suministra el método científico para el estudio de todas las ramas de la ciencia social. El economista, el jurista, el investigador del arte, el historiador, no podrán orientarse por entre la multiformidad de los fenómenos de la vida social, en medio de la maraña de los sucesos de la historia, más que apoyándose en la teoría y en el método del materialismo histórico; sólo así alcanzarán a descubrir las leyes históricas que prevalecen sobre lo casual, descubrirán el todo detrás de las partes, el bosque que los árboles ocultan. El materialismo histórico brinda al investigador el hilo conductor de sus indagaciones, que le permite avanzar libre y conscientemente por entre el embrollado laberinto de los hechos históricos.

El materialismo histórico, la ciencia de las leyes generales de desarrollo de la sociedad, forma parte integrante del marxismo-leninismo, es el fundamento científico-histórico sobre que descansa el comunismo, la base teórica de la política, la estrategia y la táctica de la clase obrera y de su vanguardia revolucionaria, el Partido comunista. El materialismo histórico no es un esquema, no es un conjunto de tesis o principios abstractos que baste con aprenderse de memoria; es, por el contrario, una teoría social perennemente viva y en constante desarrollo creador y, a la par con ello, un métodopara el conocimiento de la vida social y una guía para la acción.

Para poder participar conscientemente en la gran lucha histórica por la paz, la democracia y el comunismo, hay que conocer las causas reales y las fuerzas motrices de los acontecimientos históricos, hay que conocer las leyes del desarrollo social. El materialismo histórico nos enseña las leyes generales del desarrollo de la sociedad y nos permite orientarnos certeramente en medio de los acontecimientos históricos que van sucediendo, comprender su sentido, percatamos claramente de la orientación del desarrollo social, tener una perspectiva histórica.

 

2. La creación del materialismo histórico, la más grandiosa revolución operada en la ciencia.

 

El materialismo histórico nació en la década del cuarenta del siglo XIX. Fue creado por Marx y Engels, grandes sabios y pensadores, maestros y guías de la clase obrera. La aparición del materialismo dialéctico e histórico representó la más grandiosa revolución operada en la ciencia.

El materialismo histórico, como el marxismo en general, no podía surgir en cualquier momento ni bajo cualesquiera condiciones. Nació con arreglo a leyes, al calor de las necesidades del desarrollo de la vida material de la sociedad y como resultado de toda la trayectoria anterior de la ciencia, incluyendo la filosofía. ¿Cuáles fueron las condiciones históricas que condujeron al nacimiento del marxismo?

En primer lugar, a mediados del siglo XIX, alcanzaron un alto grado de intensidad las contradicciones del capitalismo. Testimonio de ello eran, no sólo las crisis periódicas industriales de superproducción en los países capitalistas, sino también la agudización de la lucha de clases. Las fuerzas productivas de la sociedad capitalista entraban en contradicción con las relaciones de producción del capitalismo y las exigencias cada vez más apremiantes del desarrollo de la vida material de la sociedad reclamaban la abolición de las relaciones capitalistas de producción y su sustitución por las relaciones de producción socialistas.

En segundo lugar, con el régimen capitalista de producción surgió también la nueva clase de vanguardia, el proletariado. En los años cuarenta del siglo XIX, apareció en la palestra histórica el proletariado como poderosa fuerza política de vanguardia.

Mientras que bajo el feudalismo las relaciones de clase se ocultaban bajo el manto de las relaciones corporativas, el capitalismo vino a simplificar las relaciones de clase y a ponerlas al desnudo. La lucha de clases hacíase cada vez más patente, y ello permitía ver científicamente en esta lucha la fuerza motriz de la historia y explicar cómo las clases y la lucha entre ellas condicionan el régimen económico de la sociedad. Federico Engels escribía: "Mientras que en todos los períodos anteriores la investigación de estas causas propulsoras de la historia era punto menos que imposible —por lo compleja y velada que era la trabazón de aquellas causas con sus efectos—, en la actualidad esta trabazón está ya lo suficientemente simplificada para que el enigma pueda descifrarse. Desde la implantación de la gran industria, es decir, por lo menos desde la paz europea de 1815, ya para nadie en Inglaterra era un secreto que allí la lucha política giraba toda en torno a las pretensiones de dominación de dos clases: la aristocracia terrateniente (landed aristocracy) y la burguesía (middle class). En Francia se hizo patente este mismo hecho con el retorno de los Borbones; los historiadores del período de la Restauración, desde Thierry hasta Guizot, Mirmet y Thiers, lo proclaman constantemente como el hecho que da la clave para entender la historia de Francia desde la Edad Media. Y desde 1830, en ambos países se reconoce como tercer beligerante, en la lucha por el Poder, a la clase obrera, al proletariado. Las condiciones se habían simplificado hasta tal punto, que había que cerrar intencionadamente los ojos para no ver en la lucha de estas tres grandes clases y en el choque de sus intereses la fuerza propulsora de la historia moderna, por lo menos en los dos países más avanzados".[1]

Las exigencias materiales cada vez más apremiantes del paso de la sociedad del capitalismo al socialismo, las exigencias de la lucha de clases del proletariado, hicieron nacer el marxismo. Pero ¿por qué la cuna del marxismo, y en particular del materialismo histórico, fue precisamente la Alemania de la década del cuarenta del siglo XIX? Porque la revolución democrático-burguesa que en aquel tiempo estaba gestándose en Alemania hubo de pasar por las contradicciones del capitalismo en una fase más alta que la que había conocido el proceso análogo de la revolución en Inglaterra y Francia. La Alemania de mediados del siglo XIX era un país bastante más maduro desde el punto de vista del capitalismo que la Inglaterra del siglo XVII y la Francia del XVIII. En Alemania, habíase formado ya un proletariado que aspiraba legítimamente a desempeñar un papel histórico independiente en la lucha de clases y en la revolución que avanzaba. Las tareas que el proletariado de Alemania tenía ante sí reclamaban insistentemente el planteamiento y la solución de los problemas de la teoría y la táctica revolucionarias, el esclarecimiento del papel histórico de la clase obrera tanto en la revolución burguesa como en la revolución socialista. y a ello se debió precisamente el que Alemania fuese la cuna del materialismo histórico y del marxismo en general y el que los guías del proletariado alemán, Marx y Engels, se revelasen como los creadores de la ciencia social.

No es, en modo alguno, un hecho casual, sino que, por el contrario, responde a sus leyes, el que los creadores de la ciencia de la sociedad fuesen los ideólogos de la clase obrera. La explicación de ello está en que, mientras el descubrimiento de las leyes de la naturaleza se desliza, en general, sin grandes obstáculos, ya que no choca con los intereses de las clases reaccionarias, la cosa es muy distinta cuando se trata del descubrimiento de las leyes del desarrollo de la sociedad, pues muchas de estas leyes se enfrentan con los intereses de las fuerzas de la reacción. Esto explica por qué las fuerzas reaccionarias oponen una furiosa resistencia al descubrimiento y, más todavía, a la aplicación de las leyes del desarrollo social que chocan con sus intereses.

Sólo la clase avanzada, personificada por sus ideólogos, aquella clase que no se halla interesada en perpetuar el régimen social viejo y caduco, que mira audazmente al porvenir, puede ser la iniciadora y abanderada del descubrimiento de las leyes del desarrollo de la sociedad. La ciencia social sólo podían crearla y la crearon los ideólogos del proletariado, de la clase consecuentemente revolucionaria, revolucionaria hasta el fin, interesada en acabar con todas las formas de explotación del hombre por el hombre. Esto explica por qué la auténtica ciencia de las leyes del desarrollo de la sociedad no podía ser creada por los ideólogos de la burguesía, y menos aún por los de la esclavitud o el feudalismo.

 

[1]C. Marx y F. Engels, Obras escogidas, Ediciones en lenguas extranjeras, Moscú. 1952. t. II, p. 366.

 

 

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