El texto que se leerá a continuación pertenece al libro Che, El camino del fuego de Orlando Borrego (Buenos Aires, Editorial Hombre Nuevo, 2001. páginas 381-422. —Un libro recomendable en su totalidad-). El mismo contiene una síntesis y una selección de las notas (todavía inéditas) redactadas por el Che Guevara en Praga (Checoslovaquia), luego de la experiencia internacionalista en el Congo. La primera parte de las notas corresponde al prólogo redactado por el Che para un proyectado –e inacabado— libro donde se volcaría la crítica del Manual de Economía Política de la Academia de Ciencias de la URSS. Todas las notas tienen por objeto de análisis crítico este Manual, inspirado directamente por Stalin en 1954. Desde aquella primera edición, el Manual fue adoptado como texto oficial en la URSS (se reescribió varias veces según se iban sucediendo las circunstancias políticas del momento).

Según el biógrafo Paco Ignacio Taibo II, la estancia del Che en Praga transcurre “entre finales de marzo (o quizás antes) del 66 y julio del mismo año” (P.I.Taibo II: Ernesto Guevara, también conocido como el Che. Buenos Aires, Planeta, 1966. página 610).

A la espera de que, 36 años después de haber sido redactadas, estas notas de Praga aparezcan editadas en forma completa, adelantamos lo que hasta ahora ha visto la luz.

La síntesis de las notas (y el comentario que acompaña cada fragmento) pertenece al autor del libro, el cubano Orlando Borrego.

Este texto tiene, como mínimo, un doble registro de lectura: por un lado, los comentarios de Borrego; por el otro (lo que a nosotros más nos interesa) las propias notas del Che. Para diferenciarlos entre sí, tienen distinta forma de tipografía.

1)  Los comentarios de Borrego: Resulta sugerente leer la interpretación que hace Borrego del pensamiento del Che. Borrego no es un profesor informado ni un periodista curioso. Tampoco es un aficionado a la biografía del Che. Borrego fue combatiente (primer teniente) en la columna guerrillera del Che antes de tomar el poder en 1959. Luego, llegó a ser viceministro de Industrias de Cuba (cuando el Che era el ministro). Su aproximación, pues, es la de uno de los compañeros más cercanos y estrechos colaboradores del Che en los tiempos de la célebre polémica económica y política de 1963-1964. Su conocimiento del pensamiento de Guevara es de primera mano. Por eso resulta sumamente ilustrativo recorrer su interpretación del manuscrito del Che. 


2)  Las notas del Che: Estas notas de Guevara aportan una dimensión escasamente transitada y atendida: su pensamiento en el terreno específico de la economía política. Aquí aparece 
en primer plano lo que siempre se supuso: sus críticas abiertas y contundentes al camino emprendido por la Unión Soviética para construir el socialismo.

Las notas de Praga, al igual que la carta enviada desde Tanzania a Armando Hart Dávalos en diciembre de 1965 ([1]) permiten indagar en LA BÚSQUEDA TEÓRICA DEL CHE. Una búsqueda “madura”, si se tiene en cuenta su corta y afiebrada vida. Ambos textos condensan planes de estudio inacabados, ya sea sobre filosofía –en la carta de Tanzania-, ya sea sobre economía política –en los cuadernos de Praga-. Ambos presentan problemas, pero no los resuelven. Ambos dejan cuestiones abiertas. No clausuran los problemas con un slogan y una afirmación de fe tranquilizadora, sino que apuestan a la incomodidad del revolucionario.

No casualmente, el Che le escribe a Borrego acerca de esta tarea, a través de su compañera Aleida –que lo visita en Praga-: “Estoy pensando en iniciar un trabajito sobre el Manual de Economía de la Academia, pero no creo que pueda acabar [...] Está sólo a nivel de idea”. Por lo tanto, lo que se leerá a continuación son algunas de esas “ideas”. Nada más. El Che no dejó un tratado sistemático sobre el asunto.

Entre los múltiples aspectos que podrían descubrirse en estas notas, creemos que, al menos, no deberían eludirse los siguientes núcleos temáticos:

 

En primer lugar, el Che se autodefine y caracteriza todo su emprendimiento de lectura crítica del Manual de la siguiente manera: “nuestra herejía” y “nuestra osadía”. Esta es la imagen que el Che tiene de sí mismo. Deberíamos preguntarnos: ¿”herejía” con respecto a qué? ¿Cuál es la “ortodoxia” que pretendía cuestionar y poner en discusión? En ese sentido, resulta sintomático que haya tomado como objeto de crítica justamente al texto oficial de la URSS en la materia.

No debemos olvidar que, a su regreso de un viaje a la Unión Soviética, un año y medio antes de redactar estos manuscritos que ahora comentamos, el Che les había planteado a sus compañeros del Ministerio sobre ese viaje que:

 “Por cierto cuando empezamos a discutir [en la URSS], se produjo una situación muy violenta; eso era una Biblia, el Manual ya que, por desgracia, La Biblia no es El Capital sino el Manual— y venía impugnado por varias partes, incluidos argumentos peligrosamente capitalistas” (Ernesto Che Guevara: “El plan y el hombre” [versiones taquigrafiadas del Ministerio de Industrias, 5 de diciembre de 1964]. Recopilado en El socialismo y el hombre nuevo. México, Siglo XXI, 1987. página 69).

Ya desde ese viaje a la URSS, Guevara se había quedado preocupado —¿quizás obsesionado?— por la importancia desmedida que los soviéticos atribuían al Manual de Economía Política de la Academia de Ciencias. Al punto tal, que ya no leían El Capital de Karl Marx. El Manual lo había reemplazado...

Cuando en Praga intenta contextualizar y demarcar las condiciones históricas de este cuestionamiento y de esta “herejía”, Guevara sostiene explícitamente que su tarea crítica la emprende “desde el subdesarrollo”. Su meta consistía en pensar los problemas teóricos de El Capital, los problemas prácticos del capitalismo y de la transición al socialismo, desde la óptica política de los pueblos del Tercer Mundo. La revolución cubana se inscribía en ese horizonte.

Si en la polémica de 1964 había caracterizado a El Capital de Marx como un texto “humanista (en el mejor sentido de la palabra)”, en estas notas de 1966 el Che lo aborda como un texto crítico de la economía política, pero también como la obra de dos “genios científicos” y de dos “revolucionarios exaltados” (Marx y Engels). A Guevara no se le pasaba por alto la inseparable unidad de teoría, ciencia y política en los fundadores de la filosofía de la praxis.

Por contraposición con la dimensión crítica que él encuentra en El Capital, el Che califica a la “ciencia económica marxista” de su época como simple “apologética” –un término, obviamente, despectivo-. Retoma en este sentido sus apreciaciones ya expresada en la polémica de 1964, cuando se quejaba diciendo que “existe una crisis de teoría y la crisis teórica se produce por haber olvidado la existencia de Marx”.

Más allá de todos los pliegues y detalles de las anotaciones críticas del Che, lo cierto e innegable es que ellas encierran UN NÚCLEO POLÍTICO FUNDAMENTAL. La Unión Soviética “está regresando al capitalismo”, advierte Guevara. Advertencia formulada un cuarto de siglo antes del bochornoso derrumbe que la vio desplomarse sin dignidad ni decoro...

Esta amarga caracterización constituye, sin duda alguna, LA PRINCIPAL CONSECUENCIA POLÍTICA DE LOS ESCRITOS INÉDITOS DEL CHE, en lo que se refiere al estado interno de la formación social soviética en 1966. Por otra parte, en cuanto al cuestionamiento central de la política exterior del Estado soviético, su apreciación no es menos taxativa. Guevara define la doctrina jrucheviana de “cooperación pacífica entre los pueblos” como “una de las tesis más peligrosas de la URSS”. Y no se detiene allí. También agrega, terminante, que dicha doctrina –conocida en aquella época como la “coexistencia pacífica” entre los dos grandes sistemas— constituye un “oportunismo de poca monta”.

En esa entusiasta impugnación guevarista de la política estratégica soviética frente al imperialismo se inscribe su referencia a Stalin y Mao. Al igual que en su carta inédita a Armando Hart de 1965, en estas notas vuelve a aparecer la –problemática— mención de Stalin. Es muy probable que esto se explique –al menos, desde nuestro punto de vista— por la simpatía del Che con ciertas críticas a la URSS desarrolladas por las posiciones chinas. Era el PC chino el que por entonces exaltaba y oponía, frente a la “coexistencia pacífica” de Jruchov, al binomio Stalin-Mao. Coincidiendo con esta oposición, el Che califica la política jrucheviana como un “pragmatismo inconsistente”. Sin embargo, debe advertirse que, en el mismo párrafo, Guevara define a la época de Stalin como... un “dogmatismo intransigente”.

Que la –problemática— referencia a Stalin deriva de las posiciones chinas, puede corroborarse si se comparan estas notas, que Guevara redacta en Praga a comienzos de 1966, con las notas de Mao Tse Tung de 1960. En ese año, Mao analiza críticamente el Manual de Economía Política de la Academia de Ciencias de la URSS. Para su crítica adopta como referencia la edición soviética de 1959. En esas notas, Mao desarrolla un cuestionamiento al Manual cuyo punto de vista mantiene, en algunos puntos, gran semejanza con la perspectiva que luego adopta el Che; mientras que, en otros casos, existe entre ambos una notable diferencia.

Por ejemplo, el dirigente chino sostiene que

La historia de todas las revoluciones ha probado que no era necesario tener previamente desarrolladas las fuerzas productivas en su plenitud para poder transformar las relaciones de producción envejecidas [...] Es necesario antes que nada demoler la antigua superestructura por la revolución para que las antiguas relaciones de producción puedan ser abolidas”. (Mao Tse Tung: Notas de lectura sobre el Manual de Economía Política de la Unión Soviética. En Mao Tse Tung: Escritos inéditos. Buenos Aires, Ediciones Mundo Nuevo, 1975.p.47).

Una y otra vez, Mao se queja de que los soviéticos no toman en cuenta la superestructura cuando analizan la transición al socialismo. Poco tiempo antes, en 1958, analizando uno de los últimos libros que Stalin escribiera – Problemas económicos del socialismo en la URSS (1954)-, Mao afirma lo siguiente:

 “Stalin sólo habla de las relaciones de producción. No habla de la superestructura ni de las relaciones entre ésta y la base económica. [...] Todo ello concierne a la superestructura, es decir a la ideología. Stalin habla únicamente de economía, no aborda la política”. (Mao: Obra citada, p.12).

Igualmente, sostiene:

Stalin sólo destaca la tecnología y los cuadros técnicos. No quiere sino la técnica y los cuadros. Ignora la política y las masas”.

¿Conocía el Che estos comentarios de Mao al Manual soviético y al libro de Stalin? Cabe aclarar que estos comentarios aparecieron editados por primera vez en China –en idioma chino— en 1967 y en 1969 en las Mao Tse Tung Sovhsiang wansui [Viva el pensamiento de Mao Tse Tung]. En Argentina recién se editaron –en español— en 1975. Como es bien sabido, para entonces el Che ya había sido asesinado en Bolivia. Aunque es muy probable que, aun sin haber leído estos comentarios, al haber viajado a China durante la primera mitad de la década del ’60 como representante del gobierno cubano y de Fidel Castro, Guevara haya podido conocer ese tipo de posiciones.

Los haya leído o no, a un lector mínimamente informado no puede pasársele por alto que este mismo tipo de análisis de Mao Tse Tung es el que plantea el Che cuando en Cuba les responde a los partidarios del “cálculo económico” y el “socialismo con mercado” que no hay que esperar a tener el mayor desarrollo de las fuerzas productivas para recién allí cambiar las relaciones de producción. Desde el poder revolucionario, desde la política y desde la cultura comunista que promueve la creación de un hombre nuevo se puede acelerar la transformación de las relaciones de producción, aunque la revolución cubana todavía no haya podido desarrollar una tecnología de punta y una industria pesada propia.

Hasta allí las notables coincidencias del Che Guevara con el punto de vista de Mao Tse Tung y los dirigentes chinos en la crítica del Manual. Ahora bien, el Che se diferencia y se distancia completamente del punto de vista maoísta cuando, en su análisis del libro de Stalin, Mao sostiene que:

 “No hace falta suprimir de golpe la circulación de mercancías, la forma mercantil ni la ley del valor, aunque ellas pertenezcan también a la burguesía [...] Hemos recurrido al intercambio de mercancías y a la ley del valor como instrumento para facilitar el desarrollo de la producción y el pasaje al comunismo” (Mao: Obra citada, p.13.).

En el mismo sentido Mao continúa:

La producción mercantil no es un fenómeno aislado. Todo depende de aquello a lo que ella esté asociada: al capitalismo o al socialismo. Si está ligada al capitalismo es entonces una producción mercantil capitalista. Si está ligada al socialismo, es entonces una producción mercantil socialista”.

La posición de Mao no deja lugar a dudas. Comentando el Manual, el dirigente chino señala:

Es bueno considerar la ley del valor como instrumento par al trabajo de planificación. Pero no es preciso convertirla en la base principal de la planificación” (Mao: Obra citada, p.82).

 

[1] Mi querido Secretario:

Te felicito por la oportunidad que te han dado de ser Dios; tienes 6 días para ello. Antes de que acabes y te sientes a descansar […], quiero exponerte algunas ideíllas sobre la cultura de nuestra vanguardia y de nuestro pueblo en general.

En este largo período de vacaciones le metí la nariz a la filosofía, cosa que hace tiempo pensaba hacer. Me encontré con la primera dificultad: en Cuba no hay nada publicado, si excluimos los ladrillos soviéticos que tienen el inconveniente de no dejarte pensar; ya que el partido lo hizo por ti y tú debes digerir. Como método, es lo más antimarxista, pero además suelen ser muy malos. La segunda, y no menos importante, fue mi desconocimiento del lenguaje filosófico (he luchado duramente con el maestro Hegel y en el primer round me dio dos caídas).

Por eso hice un plan de estudio para mí que, creo, puede ser estudiado y mejorado mucho para constituir la base de una verdadera escuela de pensamiento; ya hemos hecho mucho, pero algún día tendremos también que pensar. El plan mío es de lecturas, naturalmente, pero puede adaptarse a publicaciones serias de la editora política.

Si le das un vistazo a sus publicaciones podrás ver la profusión de autores soviéticos y franceses que tiene.

Esto se debe a comodidad en la obtención de traducciones y a seguidismo ideológico. Así no se dá cultura marxista al pueblo, a lo más, divulgación marxista, lo que es necesario, si la divulgación es buena (no es este el caso), pero insuficiente.

Mi plan es este:

I. Clásicos filosóficos

II. Grandes dialécticos y materialistas

III. Filósofos modernos

IV. Clásicos de la Economía y precursores

Marx y el pensamiento marxista

VI. Construcción socialista

VII. Heterodoxos y Capitalistas

VIII. Polémicas

Cada serie tiene independencia con respecto a la otra y se podría desarrollar así:

  1. Se toman los clásicos conocidos ya traducidos al español, agregándose un estudio preliminar serio de un filósofo, marxista si es posible, y un amplio vocabulario explicativo. Simultáneamente, se publica un diccionario de términos filosóficos y alguna historia de la filosofía. Tal vez pudiera ser Dennyk [Guevara se refiere a Dinnyk que dirigió una historia de la filosofía en cinco tomos] y la de Hegel. La publicación podría seguir cierto orden cronológico selectivo, vale decir, comenzar por un libro o dos de los más grandes pensadores y desarrollar la serie hasta acabarla en la época moderna, retornando al pasado con otros filósofos menos importantes y aumentando volúmenes de los más representativos, etc.
  2. II. Aquí se puede seguir el mismo método general, haciendo recopilaciones de algunos antiguos (Hace tiempo leí un estudio en que estaban Demócrito, Heráclito y Leucipo, hecho en la Argentina).

III. Aquí se publicarían los más representativos filósofos modernos, acompañados de estudios serios y minuciosos de gente entendida (no tiene que ser cubana) con la correspondiente crítica cuando representen los puntos de vista idealistas.

  1. [En el original aparece el nº IV tachado y rectificado como V. La propia carta luego lo explica]. Se está realizando ya, pero sin orden ninguno y faltan obras fundamentales de Marx. Aquí sería necesario publicar las obras completas de Marx y Engels, Lenin, Stalin [subrayado por el Che en el original] y otros grandes marxistas. Nadie ha leído nada de Rosa Luxemburg, por ejemplo, quien tiene errores en su crítica de Marx (tomo III) pero murió asesinada, y el instinto del imperialismo es superior al nuestro en estos aspectos. Faltan también pensadores marxistas que luego se salieron del carril, como Kautsky y Hilfering (no se escribe así) [el Che hace referencia al marxista austríaco Rudolf Hilferding] que hicieron aportes y muchos marxistas contemporáneos, no totalmente escolásticos.
  2. VI. Construcción socialista. Libros que traten de problemas concretos, no sólo de los actuales gobernantes, sino del pasado, haciendo averiguaciones serias sobre los aportes de filósofos y, sobre todo, economistas o estadistas.

VII. Aquí vendrían los grandes revisionistas (si quieren pueden poner a Jruschov), bien analizados, más profundamente que ninguno, y debía estar tu amigo Trotsky, que existió y escribió, según parece.

Además, grandes teóricos del capitalismo como Marshal, Keynes, Schumpeter, etc. También analizados a fondo con la explicación de los por qué.

VIII. Como su nombre lo indica, este es el más polémico, pero el pensamiento marxista avanzó así. Proudhon escribió Filosofía de la miseria y se sabe que existe por la Miseria de la filosofía. Una edición crítica puede ayudar a comprender la época y el propio desarrollo de Marx, que no estaba completo aún. Están Robertus y Dürhing en esa época y luego los revisionistas y los grandes polémicos del año 20 en la URSS, quizás los más importantes para nosotros.

Ahora veo que me faltó uno, por lo que cambió el orden (estoy escribiendo a vuelapluma).

Sería el IV, Clásicos de la economía y precursores, donde estarían desde Adam Smith, los fisiócratas, etc.

Es un trabajo gigantesco, pero Cuba lo merece y creo que lo pudiera intentar. No te canso más con esta cháchara. Te escribí a ti porque mi conocimiento de los actuales responsables de la orientación ideológica es pobre y, tal vez, no fuera prudente hacerlo por otras consideraciones (no sólo la del seguidismo, que también cuenta).

Bueno, ilustre colega (por lo de filósofo), te deseo éxito.

Espero que nos veamos el séptimo día. Un abrazo a los abrazables, incluyéndome de pasada, a tu cara y belicosa amistad.

  1. [Ramón]

Texto publicado el 31 de julio de 2002

 

Ver el documento completo