1. Palabras preliminares

 

El documento que os presentamos a continuación se enmarca en la labor de síntesis de la historia del movimiento comunista internacional. Quienes apostamos por la Línea de Reconstitución hemos de transmitir en todo momento a la vanguardia ideológica la necesidad de realizar el Balance del Ciclo de Octubre con el propósito de estudiar sus errores y limitaciones y de volver a colocar el marxismo—leninismo como el gran referente hegemónico de la vanguardia de nuestra clase.

Más en concreto, este trabajo pretende seguir arrojando luz sobre la historia del movimiento comunista en el Estado español y las influencias que ejerció sobre él la Internacional Comunista. En lo que concierne a la historia del PCE —un Partido que, como explicaremos más adelante, careció desde el principio de un proceso de constitución de Partido de Nuevo Tipo al estilo del POSDR (b)—, consideramos que aún está pendiente profundizar en el estudio marxista—leninista de su evolución y, especialmente, de su línea y programa desde que se fundara en 1921 hasta que comenzara la Guerra Civil española.

Dado que en otro documento nuestro ya analizamos el papel jugado por el PCE desde mediados de los 30 hasta, principalmente, el final de la Guerra Civil ("El fascismo y el papel de la Internacional Comunista y el PCE durante la Guerra Civil española"), en este texto hemos decidido investigar el periodo que va desde su fundación hasta la consolidación de lo que serían las líneas maestras de la organización tras las directrices dadas por la Internacional Comunista en su VII Congreso, celebrado en agosto de 1935, centrándonos principalmente en la etapa de 1930-1935, por ser estos cinco años los más interesantes en cuanto a la consolidación de la línea frentepopulista del PCE, representada por José Díaz.

Al final del presente trabajo podréis encontrar, en el anexo I, las bases programáticas del Partido Comunista Español, de 1920, un documento nítidamente marxista—leninista que sirve como prueba de lo alejado que estuvo uno de los embriones del PCE de la ulterior involución abiertamente revisionista que sufriría la organización. Por último, hemos elaborado un anexo, centrado en la cuestión de Marruecos y las limitaciones de la II República burguesa española, que esperamos que contribuya a asentar una posición revolucionaria sobre este complejo asunto.


2. Los primeros pasos

 

Uno de los embriones del Partido Comunista de España (PCE) fue el Partido Comunista Español (PC), constituido el 15 de abril de 1920, en la Casa del Pueblo de Madrid, por parte de un sector de la Federación de Juventudes Socialistas, organización que se unió a la Internacional Comunista en diciembre de 1919. El PC Español elaboró en la primavera de 1920 unas bases programáticas (que, como anunciamos anteriormente, aparecen íntegras en el anexo I de este trabajo) que reflejaban lo avanzado que estaba el movimiento comunista desde el punto de vista estratégico y táctico.

El núcleo más numeroso del PC Español se encontraba en Madrid. Dentro de dicho grupo había una cantidad importante de proletarios del sector metalúrgico, del sector de la carpintería o de las artes gráficas. Al igual que sucedió con otros partidos comunistas de Europa, el PC Español se constituyó al calor de la oleada revolucionaria inaugurada por la Revolución de Octubre; una oleada que llevó a considerar al movimiento comunista internacional que la Revolución proletaria internacional era algo inminente.

No obstante, como consecuencia de los fracasos insurreccionales en Alemania (y, más tarde, en Bulgaria y Estonia), pronto comenzaría a ser puesta en tela de juicio, sobre todo por Lenin, la euforia revolucionaria espoleada por la Revolución bolchevique. Al mismo tiempo, el dirigente bolchevique comenzó muy temprano a desplazar su mirada hacia lo que denominó el “Oriente revolucionario”. El repliegue del proletariado revolucionario que se produjo en Europa afectó también, como no podía ser de otra manera, al PCE recién constituido.

El otro embrión del Partido Comunista de España fue el Partido Comunista Obrero Español (PCOE), una escisión del PSOE que se constituyó como tal el 13 de abril de 1921, año en que los denominados “terceristas” (los partidarios de incorporarse a la Comintern, agrupados sobre todo en torno a la revista Nuestra Palabra y la Escuela Nueva) se adhirieron a la III Internacional. Algunas de las cabezas visibles más importantes del PCOE serían posteriormente dirigentes muy destacados del PCE. Nos referimos a Antonio García Quejido (uno de los fundadores del PSOE y de la UGT, y posteriormente primer secretario general del PCE), Óscar Pérez Solís, Isidoro Acevedo, Virginia González o Facundo Perezagua.

Debido a las directrices de la IC, en noviembre de 1921 el Partido Comunista Español y el Partido Comunista Obrero Español se integrarían en un solo partido, dando lugar al Partido Comunista de España. Lo mismo sucedió con las juventudes de ambos partidos, que conformarían la Unión de Juventudes Comunistas de España (UJCE). El acto de fusión de ambas organizaciones se formalizó el 15 de marzo de 1922, día en que el recién creado PCE celebró su I Congreso en Madrid.

A decir verdad, la existencia de dos organizaciones que se autocoproclamaban comunistas originó una situación de diseminación de fuerzas y generó confusión entre el movimiento obrero espontáneo. Esta fue la razón fundamental por la que la Comintern formuló de forma tan persistente la necesidad de propiciar lo antes posible la unidad de ambas organizaciones. Pero la fusión se presentaba difícil, ya que, por un lado, el PCOE tenía posiciones claramente centristas y reformistas, mientras que el PC Español adolecía de una marcada tendencia “izquierdista”.

Por ello, el proceso de unificación entre el PCOE y el PC Español se realizó con conflictos importantes, puesto que el radicalismo “izquierdista” de los jóvenes miembros del PC Español no casaba con la posición centrista de los miembros del PCOE, viejos militantes socialdemócratas que apoyaban a la URSS pero no tenían como objetivo variar la práctica economicista—electoralista de los partidos obreros de viejo tipo. Esto provocó que en fecha tan temprana como 1922 el PCE sufriese su primera escisión: un reducido grupo de militantes que tenían su origen en el PC Español fundó el Grupo Comunista Español (GCE), de corta vida, como respuesta al centrismo de los dirigentes procedentes del PCOE. Tras la autodisolución del GCE en ese mismo año, sus miembros fundarían la Unión Cultural Proletaria (UCP), la cual también tendría un breve periodo de existencia.

El PCOE, a diferencia del PC Español, disfrutaba de una implantación notable en el seno de la UGT. Además, su militancia, que era fundamentalmente obrera, era más numerosa que la del PC Español, destacando sobre todo la órbita de influencia del Partido en la provincia de Bizkaia y en Asturies. Casi el 50 % de la militancia del PSOE de estas dos zonas ingresó en el PCOE cuando este se constituyó.

Tras el II Congreso del PCE, en 1923, en el que resultaría elegido como secretario general César Rodríguez González (cofundador del PCOE en 1921), el Partido sufriría una dura persecución después de la instauración de la dictadura de Miguel Primo de Rivera. En 1925, el granadino José Bullejos pasaría a ocupar la secretaría general del PCE. Un hecho notable de este periodo de la organización es que consiguió ganarse a un sector importante de la vanguardia proletaria en uno de sus feudos históricos, Sevilla, donde buena parte de la CNT de la capital hispalense se adhirió al Partido en 1927.

El PCE dirigido por el grupo de Bullejos protagonizó un avance considerable del Partido en la cuestión de la organización y en el incremento de la influencia entre las masas proletarias. No en vano, como ya referimos anteriormente, un nutrido grupo de militantes de la CNT de Sevilla pasaría a formar parte del PCE. Además, durante la dirección del granadino el PCE comenzó a perfilar poco a poco su línea política, si bien estaría siempre lejos de llegar a defender una línea propia de un Partido de Nuevo Tipo.

En todo caso, la relativa autonomía política e ideológica del PCE con respecto a las directrices de la IC, durante el periodo de dirección de Bullejos, provocó que el Partido se colocara a la izquierda de la Comintern a mediados de los años 20, sobre todo cuando esta aconsejó participar en los comicios a la Asamblea Nacional Consultiva de Primo de Rivera (La Correspondance Internationale, n.o 105 y otros, 1927).

Sobre la desviación derechista de la IC al instar al PCE a participar en la Asamblea Nacional Consultiva primorriverista, conviene reseñar que en este caso la III Internacional demostró que, además de abrazar una línea derechista, desconocía en gran medida la realidad de la España de Primo de Rivera, pues dicha Asamblea no constituía realmente el típico Parlamento de una democracia burguesa; además, la Asamblea Nacional Consultiva ni siquiera iba a contar con facultad alguna y la mayoría de sus miembros iban a ser elegidos por el mismo Gobierno.

Por ello, incidir en la idea de participar en dicho órgano, cuando el grueso de las masas se oponía de forma rotunda al régimen de dictadura cívico—militar primorriverista (e incluso cuando Alfonso XIII vacilaba a la hora de refrendar la convocatoria), suponía adoptar una línea profundamente errónea, derechista, por parte de la Internacional Comunista.

En cuanto al desarrollo histórico del PCE, hay que tener en cuenta que los primeros años de vida del Partido estarían marcados por una confusión ideológica importante en la que destacaba su fraseología y práctica “izquierdistas”. El PCE no se articuló como un Partido leninista, a diferencia de como se había creado el POSDR (b). En nuestro medio de difusión ya estudiamos el proceso de constitución del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (b). Repasemos lo que decíamos en el artículo dedicado a este tema:

“En la constitución del POSDR(b) como Partido de Nuevo Tipo se observa la primacía y dirección de la ideología y la lucha de dos líneas como factores para la construcción de la vanguardia proletaria. Los primeros círculos marxistas formados por intelectuales se reúnen para estudiar y debatir sobre marxismo, estos forman la vanguardia teórica del proletariado, y libran la lucha ideológica contra las corrientes oportunistas en el seno de la vanguardia, en un primer momento el populismo y, más tarde, el marxismo legal. Posteriormente estos círculos se proponen formar en la concepción proletaria del mundo, en el socialismo científico, a los obreros avanzados, a los intermediarios entre la vanguardia teórica y las masas proletarias, es decir, la vanguardia práctica del proletariado. Cuando el economismo, el revisionismo, se convierte mayoritario entre los grupos socialdemócratas, es decir, a finales del siglo XIX y primeros años del XX, los marxistas revolucionarios y Lenin se centran en la lucha de dos líneas contra el oportunismo economicista a través del periódico Iskra y de la obra teórica leniniana para ganarse a la vanguardia obrera para el marxismo. En el II Congreso saldrá triunfador el marxismo, aunque en el mismo congreso, surgirá una nueva forma de revisionismo, el menchevismo, al cual los marxistas revolucionarios también combatirán ideológicamente a través de la lucha de dos líneas. Finalmente, la vanguardia se fusionará con las masas proletarias durante el año 1905” (La constitución del POSDR(b) como Partido Proletario de Nuevo Tipo (Revolución o Barbarie)).

 

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