Una simple anécdota muestra el temple de estas mujeres. Serafina Vélez, sin papeles y con dos maletas cargadas de propaganda se topó con un control muy severo en la estación de tren de Toulouse. Su compañero, con la documentación en regla se desentendió del asunto y salió: Lo lógico y lo prudente hubiese sido abandonar las maletas. Ni todos los pasquines del mundo valían su vida. Pero serafina no lo hizo. Se dirigió a un guardia móvil del Gobierno colaboracionista de Vichy y le abordó diciéndole “Perdone, pero no puedo más: ¿Me ayudaría a sacar las maletas de la estación?  Y sonriendo el guardia móvil, como si fuese su esposa, la paso por medio del control de la Gestapo