Frente al parlamentarismo podrido de la burguesía y la incomprensión de muchos anarquistas, los comunistas vemos las campañas electorales como un arma de lucha revolucionaria, como un instrumento de la lucha de clases del proletariado. Esta posición del marxismo revolucionario encontró en Lenin —como todas las posiciones que aseguran el triunfo del proletariado y de su revolución—, la expresión más genial y más certera. En la historia del Partido Bolchevique, el que con su lucha y con su triunfo marca el camino a toda la humanidad trabajadora; en esta historia, que es a la par la de la vida y la obra de Lenin, hay un caudal inagotable de enseñanzas sobre este problema. Aquí sólo podemos destacar, en rasgos muy breves, uno de los momentos.

Meses después de la gloriosa insurrección armada de diciembre de 1905, la autocracia zarista y sus aliados, los terratenientes y la burguesía, quisieron abrir una válvula de escape al movimiento revolucionario con la elección de un Parlamento. En la intensa labor de agitación ideológica y política desplegada por Lenin en 1906 y 1907, ante esta campaña electoral, se desarrolla de un modo magistral la táctica del leninismo en las elecciones. Y esta posiciones de Lenin, que son las del Partido Bolchevique, las de todos los Partidos Comunistas, conservan su valor indeleble, claro y firme, de orientación.

La táctica del partido obrero en las elecciones —dice Lenin a comienzos de 1907— sólo puede ser la “aplicación” a un caso parcial de los “fundamentos generales” de la táctica socialista del proletariado”. Por eso hoy, para el Partido Comunista de España y para todo revolucionario sincero, la táctica electoral no puede ser otra que la aplicación concreta a las elecciones de la lucha general contra la ofensiva del capital y del fascismo y contra la amenaza de guerra, en la línea del Frente Único Proletario y del Frente Popular Antifascista.

Las elecciones —añade Lenin— no son más que un palenque de lucha, que, además (sobre todo en una época revolucionaria), dista mucho de ser el más importante, el más esencial, del proletariado por su emancipación.” La papeleta de voto es un arma , un camino; pero, al cogerla, el trabajador no renuncia a otros caminos y a otras armas. Ni se obliga tampoco a emplear el sufragio para el fin con que lo ponen en sus manos quienes de este modo pretenden amaestrarle o desviarle de su trayectoria. Para nosotros, las elecciones no son más que una modalidad de la lucha de clases. La lucha electoral, la movilización de las masas en la campaña electoral, son un aspecto de la lucha de clases. “Por eso, para el proletario consciente —dice Lenin—, la táctica electoral sólo puede ser la adaptación de su táctica general a una lucha concreta, a la lucha de las elecciones”; la aplicación de la táctica de la lucha de clases y no, en modo alguno, la negación de ésta, la renuncia a ésta. Armados con esta enseñanza van los bolcheviques al palenque electoral. Saben que esta democracia no es la “suya”, la de los trabajadores. Conscientes de sus deber histórico, defienden los restos de las libertades democráticas frente a la ola de la barbarie fascista. Mas sin que ello signifique que abracen el camino de principio de la democracia burguesa, renunciando a la democracia proletaria. No. Los bolcheviques tienen “su” democracia, que es la de los trabajadores, la democracia soviética, y saben como lo saben todos los obreros conscientes, que a esa meta no les llevarán por sí solos los votos, sino solamente el derrocamiento revolucionario de la dominación burguesa.

En otro artículo de la misma época, Lenin escribe:

“Nuestro deber es contraponer a la caza de actas la defensa irreprochablemente firme y consecuente del punto de vista del proletariado y de los intereses del triunfo completo de nuestra Revolución democráticoburguesa. Los mandatarios y electores del proletariado no podrán, bajo ningún concepto, silenciar nuestros objetivos, nuestras posiciones de clase como partido “proletario”. Pero Lenin no era un razonador abstracto, sino un marxista revolucionario, dialéctico, en  quien la visión de los objetivos finales se enlazaba siempre con la  conciencia clara de los deberes de cada hora. Por eso añadía: “Mas, para poner de manifiesto el papel del proletariado como vanguardia en la “actual” Revolución, no basta con repetir a cada paso las palabras “de clase”, no basta con exponer nuestra doctrina y la teoría general del marxismo. Hay que saber demostrar, además, sobre la “realidad” tratando los problemas candentes de “esta” Revolución (la democráticoburguesa), que los miembros del partido obrero son los que defienden de un modo más consecuente, más acertado, más decidido, más hábil, los intereses de “esta” Revolución, de sus triunfo “completo”. El Partido Comunista de España, desde la tribuna de la campaña electoral, primero, y desde la tribuna parlamentaria, después, siguiendo esta orientación certera de Lenin, sabrá demostrar a las masas obreras, a las masas campesinas, a la pequeña burguesía de la ciudad, a los intelectuales conscientes de su deber de hombres progresivos, a las nacionalidades oprimidas, a los hogares de trabajadores diezmados por la bestial represión, por la cárcel, por el azote del hambre y del paro forzoso, que tienen en él el mejor paladín de sus reivindicaciones y de sus anhelos de justicia, de pan, de tierra y de libertad.

En la campaña electoral que ha comenzado, cumpliendo con su misión histórica y sirviendo fielmente los intereses de los trabajadores y la causa de la civilización, el Partido Comunista de España va a la batalla contra la reacción y el fascismo, contra toda la barbarie ancestral española, contra todas las potencias sombrías de España y del mundo, bajo la bandera del Frente Popular, desplegada en el ya histórico VII Congreso de la I. C. Y., al hacerlo, se mantiene, como los acuerdos todos del VII Congreso, en la línea de Lenin y de Stalin, que es la línea de la Revolución victoriosa. Los fundamentos de la táctica proletaria durante la Revolución —dice Lenin, refiriéndose directamente a la táctica electoral— consisten en que la clase avanzada, el proletariado, marche a la cabeza de la Revolución popular . . . La clase avanzada deber llevar por su cuenta una línea de lucha inflexible, apoyando sólo a quienes luchen real y verdaderamente y sólo en la medida en que luchen.” Y en otro pasaje: “luchar —en las elecciones y en todos los campos— unidos con la democracia campesina y con la pequeña burguesía revolucionaria contra la “democracia” traidora de la gran burguesía . . . Pero, teniendo mucho cuidado de no limitarnos, en nuestra campaña electoral, a una contraposición escueta y abstracta entre el proletariado y la democracia burguesa en general. No hay que confundir a la burguesía monárquicoliberal con la burguesía democráticorrevolucionaria. Sólo así, estableciendo primeramente esta distinción, podremos determinar con la mayor nitidez posible quiénes son nuestro más próximos aliados”. Con este texto de Lenin en la mano, quedan juzgadas, sin necesidad de muchas palabras, esas “gallinas cacareantes” de que hablara Dimitrof en su informe, que pretenden desacreditar los acuerdos del VII Congreso de la I. C. como “oportunistas” y contrarios al espíritu de Lenin. Se trata nada menos que de arrancar de la influencia corrupta y homicida de la gran burguesía y de sus agentes, las masa campesinas y a la pequeña burguesía, a quienes la dominación burguesa, en sus últimos estertores de reacción y de fascismo, precipita a la miseria y empuja al abismo infernal de la guerra. Y este empeño, que es una de las bases del leninismo, la lucha por los aliados del proletariado en la Revolución, es también otro de los objetivos inconmovibles de nuestra práctica electoral. A través de la campaña electoral, el Partido Comunista de España, avanzando en el camino del triunfo, hará llegar la idea de la unidad de acción, de la unidad sindical y del Frente Popular Antifascista, hasta los rincones más apartados del país, la gravará en los espíritus y en las voluntades de todos los trabajadores y de todos los hombres progresivos.

Aprovechemos la campaña electoral —decía Lenin en 1905— para forjar un partido obrero, de clase, “independiente”.” Independiente, por supuesto, de las influencias de la burguesía. Esta consigna de Lenin, traducida al lenguaje de nuestros días, puede expresarse hoy así: para fortalecer al Partido Comunista de España, iniciador y baluarte del Frente Único Proletario y del Frente Popular y para forjar un partido “unido”, el partido “único” del proletariado, bajo las cinco condiciones que Dimitrof proclamó en el VII Congreso. La campaña electoral, enlazada a la lucha revolucionaria de clases y a la lucha revolucionaria antifascista y como modalidad de ellas, desenmascarará más todavía de lo que ya lo están a los derechistas y centristas dentro del Partido Socialista, y acercará aún más a la vanguardia comunista de la Revolución de las masas de ese partido y a sus hombres representativos sinceramente revolucionarios. Y así, esta campaña será un nuevo paso en la senda victoriosa del Frente Único de lucha y hacia la formación del gran partido único del proletariado de España, como dirigente y vanguardia de las grandes masas trabajadoras y de todas las fuerzas de la Revolución. Sin esto, toda victoria electoral sería endeble y precaria.

En el duodécimo aniversario de la muerte del maestro inmortal del proletariado de todos los países, sus enseñanzas sobre táctica electoral son, como toda su doctrina y su obra, la senda del triunfo y de la liberación para los oprimidos del mundo enteros.

Moscú, enero 1936

Wenceslao ROCES

 

 

euskadi roja

ORGANO en EUSKADI del PARTIDO COMUNISTA (S.E. de I.C.)   PORTAVOZ de los SINDICATOS REVOLUCIONARIOS

Año III, San Sebastián,22 febrero 1936  Segunda época nº14

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