Categoría: SEREBRENNIKOV T.
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INDICE

Prólogo
Lo que el Estado soviético ha dado a la mujer
El trabajo libre de las obreras y koljosianas
Desarrollo cultural de la mujer en la U.R.S.S
La familia y la maternidad en Ja U.R.S.S.
Las mujeres del Oriente en la lucha por una vida nueva
Las mujeres en la gran guerra patria
Las mujeres, combatientes de la retaguardia
Las mujeres del País Soviético, compañeras da combate de los soldados de! heroico Ejército Rojo
Las mujeres de la U.R.S.S. en el frente único anti-hitleriano de los pueblos amantes de la libertad.

 

PROLOGO

 

En este folleto nos proponemos contar algunas cosas sobre la mujer en la Unión Soviética.

Actualmente todo el pueblo soviético sostiene una guerra patria contra los invasores germano-fascistas. En esta dura lucha, la mujer soviética desempeña una importante y honrosa tarea.

Duro era el destino de la mujer en la Rusia zarista. Por unos míseros céntimos la mujer se veía obligada a trabajar en los talleres y fábricas 12 y 13 horas diarias en durísimas e insoportables condiciones. Estaba privada de todo derecho y en continua zozobra por su porvenir. Por temor a ser despedida, la mujer frecuentemente ocultaba su preñez y daba a luz en el mismo taller, junto al banco de trabajo, volviendo al día siguiente a éste. En el centro del país, en Moscú, más de una tercera parte de los hijos de familias obreras morían antes de llegar a tener un año. A la edad de 30-40 años, la mujer obrera era ya una inválida. La vida de la campesina era más dura aún: el trabajo agotador de sol a sol, los constantes reproches y palizas del amo y del marido, el analfabetismo; todo esto reducía a la mujer campesina a la condición de esclava.

La Revolución de Octubre de 1917 en Rusia entregó el Poder a los Soviets de Diputados Obreros y Campesinos. Los obreros y campesinos crearon su propio Estado. El Poder Soviético cambió radicalmente la vida de la mujer: la libró de la servidumbre y le concedió los derechos que corresponden a todo ser libre, la incorporó a la vida activa, a la edificación estatal y económica del país. La mujer soviética obtuvo Ja libertad e igualdad de derechos.

Ha comprendido y adquirido plena conciencia del origen de la verdadera libertad y de la verdadera igualdad de la mujer; por eso defiende tan decididamente su nueva vida.

 

“Para nosotras no puede haber otra vida—dicen las obreras del heroico Leningrado—, que la vida del ser libre. Está libertad nos la ha dado nuestra Patria libre, que nos sacó de la miseria y de la mayor desigualdad; y nosotras estamos dispuestas a cualquier sacrificio para defenderla contra la vil agresión’’.

 

En estas vigorosas palabras resuena la voz de millones de mujeres soviéticas que se alzaron en defensa de su tierra, en defensa de las grandes conquistas de la Rusia Soviética.

La mujer soviética defiende abnegadamente su Patria. Defiende el Poder conquistado a costa de la sangre del pueblo.

Ya en la primera Revolución Rusa, en el año 1905, muchas mujeres tomaron parte en las huelgas políticas de masas que abarcaron todo el país. Al lado de sus maridos, hermanos e hijos luchaban en las barricadas; afrontaban los trabajos forzados, el destierro, las cárceles, por la causa común; la libertad.

Durante la segunda Revolución Rusa, en febrero de 1917, las mujeres estaban en las primeras filas de los luchadores. Pocos días antes de la Revolución, el 23 de febrero (8 de marzo), en el Día Internacional de la Mujer, tuvo lugar en Petrogrado la primera gran manifestación de mujeres exigiendo el pan, la paz y el regreso de sus maridos del frente.

En las filas de los obreros y campesinos que lucharon por la Revolución de Octubre había muchas mujeres. Ellas custodiaban las fábricas, que servían de fortalezas para los obreros, organizaban destacamentos de sanidad, efectuaban exploraciones, procuraban armas, realizaban una labor de agitación entre los soldados.

Las mujeres prestaron una inmensa e inapreciable ayuda a la República Soviética en su lucha contra los invasores extranjeros y la contrarrevolución interior en el período de 1918-1920.

La economía del país estaba muy quebrantada; en todas partes reinaba la ruina, el hambre y el frío. Las mujeres sustituyeron a los obreros que marcharon al frente y pusieron de su parte todo lo posible para asegurar la victoria del Ejército Rojo: trabajaban en los talleres y fábricas, en los campos, en las minas y como fogoneras en las locomotoras. Se entrenaban en los ejercicios militares, ingresaban en las unidades del ejército como enfermeras, exploradoras, tiradoras de ametralladora y como combatientes de filas. Lucharon heroicamente contra los más viles enemigos de la joven República Soviética, los alemanes, que la habían agredido en 1918. Muchas mujeres se destacaron en los combates de Narva, donde las tropas alemanas, que trataban de abrirse paso hacia Petrogrado, recibieron un golpe fulminante de las fuerzas soviéticas.

Un brillante ejemplo de la participación de las mujeres en masa en la lucha armada, lo constituye la defensa de Petrogrado en 1919, cuando el enemigo se encontraba en los accesos de esta gran ciudad. Toda la población trabajadora, como un solo hombre, se lanzó en su defensa.

Después de un corto período de instrucción militar, 2.660 obreras marcharon al frente; cerca de 12 000 obreras marcharon para realizar trabajos de retaguardia y de fortificación. Además de esto, a las mujeres se encomendó la custodia de las empresas e instituciones del Estado: la Central de Correos y Telégrafos, las fábricas y los puentes. Las mujeres cumplieron valientemente con su deber, contribuyendo con todos los medios a su alcance a la derrota del enemigo y a la defensa) de Petrogrado.

En la lucha por la Patria, las mujeres dieron pruebas de un verdadero heroísmo. Bajo el incesante fuego enemigo, retiraban del campo de batalla a los combatientes heridos y les cuidaban solícitamente. Marchaban en las primeras filas, a pesar de que a las mujeres que caían prisioneras los guardias blancos las sometían a los mayores escarnios y brutales torturas, las violaban y ejecutaban.

La vida combativa de la obrera Balándina, enfermera del Ejército Rojo, personifica la vida de centenares y millares de mujeres soviéticas. Desde el año 1918 hasta el final de la guerra civil, Balándina trabajaba como enfermera y propagandista del Ejército Rojo en el frente Este.

Durante un combate, mientras atendía a los heridos. cayó prisionera de las bandas de Kolchak. La condenaron a ser fusilada. En el camino hacia el lugar de la ejecución, Balándina logró ganarse a los soldados que la escoltaban y junto con ellos volvió a las filas del Ejército Rojo. Cerca de Ishim, el escuadrón en que trabajaba Balándina quedó cercado. En el momento crítico, Balándina se lanzó hacia adelante, arrastrando con su ejemplo al escuadrón, y el enemigo fue arrollado. En 1920, Balándina fue enviada al frente Oeste. A pesar de la grave contusión que recibió durante uno de los combates, no abandonó el ejército hasta el final de la guerra civil.

Gran número de mujeres luchaban en la retaguardia enemiga, en los destacamentos de guerrilleros. Muchas de las que trabajaban en la ilegalidad perecieron en las cámaras de tortura de los guardias blancos.

En 1920, en Odesa, los guardias blancos condenaron a muerte a 9 jóvenes comunistas que trabajaban en la ilegalidad, entre ellos a dos muchachas: Ida Krasnoschókova y Dora Liubárskaia. A pesar de los escarnios y torturas durante el interrogatorio, las muchachas no dejaron escapar ni una palabra. Con absoluta serenidad escucharon el veredicto. Las últimas palabras de las acusadas fueron éstas:

 

“Todo de lo que se nos acusa lo hemos hecho con plena conciencia y estamos orgullosas de haber procedido así; no intentamos pedir clemencia, estamos convencidas de que nuestra causa triunfará”.

 

Esta serenidad, esta firmeza y elevación de espíritu no las abandonó hasta sus últimos momentos.

Es imposible leer sin emocionarse la carta de Ida a sus padres, escrita la víspera de su ejecución:

 

“Queridos padres: Dentro de 24 horas seré ahorcada. Me marcho de la vida con la conciencia tranquila de haber cumplido con mi deber. Sólo siento el no haber podido hacer mucho más. Estoy muy animada, absolutamente tranquila, y no sólo yo, sino también todos los demás. Cantamos, charlamos sobre cuestiones políticas... Tengo 20 años, pero siento que en estos últimos días me he hecho mucho mayor. Querida hermana, no te entristezcas por mí; consuela a mamá... A tu hijito le dejo como legado el hacer lo que no he logrado hacer yo. En este momento tengo un solo deseo: que vosotros todos, queridos míos, consideréis mi muerte como la considero yo: de un modo consciente y no como algo terrible. ¡Adiós! I. K.”

 

Todos estos sacrificios no fueron en vano. Con su sangre, las obreras y campesinas ayudaron a la joven República Soviética a conservar y consolidar las conquistas de la Gran Revolución de Octubre. En 6u ejemplo fue educada la nueva generación de mujeres, que actualmente sostienen la heroica lucha contra las hordas hitlerianas.

  

LO QUE EL ESTADO SOVIETICO HA DADO A LA MUJER

 

El cuarto de siglo de existencia del Poder soviético transformó por completo la vida de la mujer. La mujer en la U.R.S.S. goza de todos los derechos, igual que el hombre.

A la vez que el Gobierno soviético proclamó la igualdad política de la mujer, le concedió la igualdad económica: el derecho a ocupar cualquier puesto, a realizar cualquier trabajo y a recibir la misma remuneración que el hombre por igual trabajo. Lenin lanzó la consigna: “Cada cocinera debe aprender a administrar el Estado”. La incorporación de todas las mujeres, incluso de las que antes estaban más atrasadas, a la vida política, se convirtió en una de las más importantes tareas de los Soviets.

La actuación en los Soviets, el trabajo en las fábricas, en los campos y en las instituciones se convirtió en una escuela, en la que se educó la nueva mujer soviética. La mujer llegó a sentirse un miembro con todos los derechos en la sociedad soviética.

Actuando en los Soviets locales, las mujeres adquirieron la capacitación necesaria para el trabajo en los órganos centrales del Poder estatal. En las últimas elecciones generales, celebradas en 1939, 457.000 mujeres fueron elegidas diputados de los Soviets locales de trabajadores. Para los Soviets Supremos de las Repúblicas Federadas y de las Repúblicas Socialistas Soviéticas Autónomas, que integran la Unión Soviética, fueron elegidas 1.480 mujeres diputados. Entre los diputados designados para el órgano supremo del Estado soviético —el Soviet Supremo de la U.R.S.S.— hay 227 mujeres. Son las mejores representantes de nuestro país, quienes con su ejemplar trabajo, con su abnegado amor a la Patria, se han ganado la confianza de los electores.

He aquí la vida de Prhskovia Nikitichna Pichúguiña, diputado al Soviet Supremo de la U.R.S.S., una mujer de vanguardia en el País Soviético............................................

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