INDICE

PROLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA.
Agradecimientos

PARTE I: UNA CRÍTICA DEL MARXIMO TRADICIONAL

 1. REPENSAR LA CRÍTICA DE MARX AL CAPITALISMO
          Introducción
          Los Grundrisse: repensar la concepción de Marx del capitalismo y su superación
2. SUPUESTOS DEL MARXISMO TRADICIONAL
          Valor y trabajo
          Ricardo y Marx
          "Trabajo", riqueza y constitución social
          La crítica de la sociedad desde el punto de vista del trabajo.
          Trabajo y totalidad: Hegel y Marx
3. LOS LÍMITES DEL MARXISMO TRADICIONAL Y EL GIRO PESIMISTA DE LA TEORÍA CRÍTICA.
          Crítica y contradicción
          Friedrich Pollock y "la primacía de lo político"
          Supuestos y dilemas de la tesis de Pollock
          El giro pesimista de Max Horkheimer 

PARTE II: HACIA UNA RECONSTRUCCIÓN DE LA CRÍTICA MARXIANA: LA MERCANCÍA

4.  TRABAJO ABSTRACTO
        Requisitos para una reinterpretación categorial.
         El carácter históricamente determinado de la crítica marxiana
          Trabajo abstracto
          Trabajo abstracto y mediación social
          Trabajo abstracto y alienación
          Trabajo abstracto y fetichismo
         Relaciones sociales, trabajo y naturaleza
          Trabajo y acción instrumental
         Totalidad abstracta y sustantiva
5. TIEMPO ABSTRACTO
         La magnitud del valor
         Tiempo abstracto y necesidad social
          Valor y riqueza material
         Tiempo abstracto
         Tipos de mediación social y modalidades de conciencia
6. LA CRÍTICA DE HABERMAS A MARX
          La crítica temprana de Habermas a Marx
          La teoría de la acción comunicativa y Marx

PARTE III: HACIA UNA RECONSTRUCCIÓN DE LA CRÍTICA MARXIANA: EL CAPITAL

7. HACIA UNA TEORÍA DEL CAPITAL
          Dinero
          Capital
          La crítica de la sociedad civil burguesa
         El ámbito de la producción
8. LA DIALÉCTICA ENTRE EL TRABAJO Y EL TIEMPO.
          La dinámica inmanente
          Tiempo abstracto y tiempo histórico
          La dialéctica de la transformación y la reconstitución
9. LA TRAYECTORIA DE LA PRODUCCIÓN
          Plusvalor y "crecimiento económico"
          Las clases y la dinámica del capitalismo
          Producción y valorización
          Totalidad sustantiva
10. CONSIDERACIONES A MODO DE CONCLUSIÓN

BIBLIOGRARIA SELECCIONADA

 

 

PROLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA.

Moishe Postone

 

En Tiempo, trabajo y dominación social, trato fundamentalmente de repensar las categorías centrales de la crítica de economía política de Marx como base para una reconceptualización crítica de la naturaleza de la sociedad capitalista hoy en día. La teoría crítica que presento del capitalismo difiere, de manera básica e importante, del marxismo tradicional: esto es, de la crítica de los modos de distribución (por ejemplo, el mercado, la propiedad privada de los medios de producción) desde el punto de vista del trabajo y la producción. La historia del siglo pasado sugiere firmemente que esta última no es adecuada como crítica del capitalismo y que, para ser adecuada, una crítica ha de hacer algo más fundamental que centrarse simplemente en los modos de explotación de la sociedad moderna. El análisis de Marx, según mi interpretación, ofrece la base para tal crítica fundamental, para un análisis crítico riguroso y no romántico de la propia sociedad moderna. En el marco de esta lectura, el capitalismo es aprehendido como un modo de vida social caracterizado por formas cuasi-objetivas de dominación (la mercancía, el capital) que subyacen tras una dinámica histórica intrínseca que origina, al tiempo que limita, la posibilidad de un nuevo y emancipado modo de vida social.

Este intento de repensar la naturaleza fundamental del capitalismo fue impulsado en parte por los cambios históricos del capitalismo en el último tercio del siglo XX. Este período estuvo caracterizado, en Occidente, por desenmarañar la síntesis fordista centrada en el Estado, tras la II Guerra Mundial; por la caída o metamorfosis crucial, en el Este, de los Estados-partido y sus economías planificadas; y por la aparición de un orden global capitalista neoliberal. Dado que estos cambios incluyeron la dramática desaparición de la Unión Soviética y del comunismo europeo, han sido interpretados como una señal del fin del marxismo y de la relevancia teórica de la teoría social de Marx. En cualquier caso, estas recientes transformaciones históricas también reafirmaron la importancia central de las dinámicas históricas y los cambios estructurales a gran escala. Y, precisamente, esta problemática se encuentra en el núcleo del análisis crítico de Marx. Es significativo que sea precisamente esta dinámica la que tampoco captan las teorías críticas más importantes de la era inmediatamente postfordista las de Habermas, Foucault, Derrida lo que revela que, implícitamente, continuaban ligadas al universo fordista como objeto de sus críticas.

Estas recientes transformaciones históricas cuestionan radicalmente las lecturas postestructuralistas de la historia como completamente contingentes (y, en última instancia, políticas). Más aún, indican que hemos de repensar nuestra lectura de las condiciones de la autodeterminación democrática, como promulgaban las teorías de la sociedad civil y la esfera pública. Irónicamente, pues, los mismos procesos que subyacen a la caída de los regímenes de acumulación, que habían sido declarados marxistas, han reafirmado la importancia central de la problemática de las dinámicas históricas y los cambios estructurales a gran escala: por ende, la importancia de una renovada preocupación teórica por el capitalismo. No obstante, también sugieren que, para ser adecuada para el mundo contemporáneo, una teoría crítica del capitalismo ha de diferir de manera importante y básica de las críticas marxistas tradicionales del capitalismo. Y yo sostengo que la teoría social de madurez de Marx ofrece el punto de partida para, precisamente, tal teoría crítica reconceptualizada del capitalismo, una teoría que pueda ayudar a dilucidar los elementos estructurales esenciales y a superar la dinámica histórica del mundo contemporáneo, al tiempo que ofrezca una crítica básica del marxismo tradicional y replantee la relación entre la teoría marxiana y otras corrientes importantes de la teoría social. Así pues, la desaparición del fordismo y la aparición de un capitalismo global neoliberal sugieren la importancia de un renovado encuentro con la teoría crítica de Marx, la teoría más poderosa sobre las transformaciones históricas del mundo moderno.

Resulta evidente, considerada retrospectivamente desde el principio del siglo XXI, que la configuración sociopolítica, económica y cultural de la hegemonía del capital ha variado históricamente: desde el mercantilismo, pasando por el capitalismo liberal del siglo XIX y el capitalismo fordista estatalizado del siglo XX, hasta el capitalismo global neoliberal contemporáneo. Cada configuración ha provocado una serie de penetrantes críticas: de la explotación y del crecimiento desigual e injusto, por ejemplo, o de los modos burocráticos y tecnocráticos de dominación. Cada una de estas críticas, sin embargo, es incompleta. Tal y como vemos ahora, el capitalismo no puede identificarse completamente con ninguna de sus configuraciones históricas.

La crítica marxista tradicional del capitalismo, desde el punto de vista del trabajo, es más plausible cuando su objeto es el capitalismo liberal del siglo XIX. Sin embargo, es profundamente inadecuada como teoría crítica de la configuración fordista del capitalismo, centrada en el Estado, que caracterizó gran parte del siglo XX y que incluía a la organización soviética de la sociedad. De hecho, diversas variantes del marxismo tradicional sirvieron como ideologías de legitimación precisamente para esta configuración histórica del capitalismo. Del mismo modo, las críticas del siglo XX que respondieron críticamente al régimen fordista, como las del Estado disciplinario-burocrático, frecuentemente lo hicieron hipostasiando y deshistorizando dicha configuración del capitalismo. Con su visión crítica focalizada en lo que resultó ser otra configuración pasajera del capitalismo, los enfoques postestructuralistas, al no estar preparados para enfrentarse a ella, retrocedieron ante una configuración aún más novedosa, un universo social neoliberal.

Las aproximaciones marxistas tradicionales y postestructuralistas tienen en común el que toman una configuración históricamente específica del capitalismo como esencia de la formación social (mercado libre, Estado disciplinario-burocrático).

Su definitiva inadecuación como teorías del capitalismo moderno, de la dominación en el mundo moderno, ha quedado históricamente de manifiesto por la aparición de la "síntesis" estatalizada del siglo XX, su posterior fracaso y la emergencia del capitalismo global neoliberal. Esta trayectoria del capitalismo estatalizado desde sus comienzos, que pueden localizarse en la I Guerra Mundial y la Revolución Rusa, pasando por su apogeo en las décadas posteriores a la II Guerra Mundial y su declive en las décadas de 1970 y 1980— abarca tanto a los países capitalistas occidentales como a la Unión Soviética, y sugiere muy claramente que habría que considerar el "socialismo" soviético como una variante (fracasada) del régimen de acumulación del capital más que como una organización de la sociedad que representara la superación del capitalismo, por muy imperfecta que dicha organización pudiera haber sido. Se puede decir que esto es así no sólo porque, como algunos han señalado, la Unión Soviética también se apoyara en la explotación de la clase trabajadora,[1] sino también debido a que, retrospectivamente, se puede contemplar la ascensión y caída de la Unión Soviética como una parte de la estructuración y reestructuración temporal del capitalismo en el siglo XX.

Considerado desde esta perspectiva, el hundimiento del comunismo soviético entre 1989 y 1991 no debería entenderse como si señalara el final del proyecto socialista, sino más bien como si subrayara los límites finales del fordismo, la culminación de un proceso de declive que comenzó a principios de la década de 1970. Más que señalar el final de las críticas fundamentales al capitalismo, el final del fordismo tanto en el Este como en Occidente— dramatiza la necesidad de tal crítica en profundidad.

La reconceptualización emprendida en esta obra se comprende a sí misma como una contribución a la formulación de tal crítica. Con este objetivo, trata de ofrecer la base para una lectura del capitalismo que no se limite a ninguna de las épocas de dicha formación social.

En esta obra sostengo que en el núcleo del capitalismo se encuentra un proceso históricamente dinámico asociado a múltiples configuraciones históricas. Este proceso dinámico, que Marx trató de aprehender con la categoría de capital, es un rasgo central del mundo moderno, que debe ser captado para que una teoría crítica del capitalismo sea adecuada a su objeto. Tal lectura del capitalismo sólo puede lograrse en un nivel de abstracción muy elevado. Podría entonces servir como punto de partida para un análisis de los cambios históricos en el capitalismo, así como para el de las subjetividades históricamente cambiantes expresadas en movimientos sociales históricamente determinados.

Este libro, no obstante, se centra en descifrar el núcleo del capitalismo, en tanto formación social con una dinámica especial, repensando el análisis de Marx de las relaciones centrales del capitalismo y, por ende, de la naturaleza de su negación determinada, de maneras muy diferentes a las interpretaciones marxistas tradicionales. Lo hace basándose en una lectura detallada de las categorías básicas de la crítica de la economía política de Marx. Más que contar con afirmaciones hechas por Marx, sin relación con su iocus en el despliegue de su modo de presentación, trato de reconstruir el carácter sistemático del análisis categorial de Marx. Concretamente, mi análisis investiga en profundidad el punto de partida de Marx la categoría de mercancía— como forma fundamental de las relaciones sociales en el capitalismo, y como base para su análisis de la categoría de capital.

Sostengo que, en sus obras de madurez, Marx trata rigurosamente las categorías de la sociedad capitalista como históricamente específicas. Al descifrar el carácter históricamente específico, no ontológico, de las relaciones centrales aprehendidas por las categorías básicas de Marx, también llamo la atención sobre sus modos de aparición, reificados y transhistóricos. Tal concepción, no reificada, de las relaciones centrales del capitalismo permite la sistemática diferenciación, entre dicho centro y las diversas configuraciones históricas del capitalismo, diferenciación imprescindible para una adecuada teoría crítica del presente.

Estoy contento y agradecido de que haya ahora una edición en castellano de Tiempo, Trabajo y Dominación Social y me gustaría agradecer especialmente a los encargados de la edición, Jorge García López y Alberto Riesco Sanz, al director de la colección Politopías, José María Ordoñez, así como a María Serrano por el mimo y conciencia con que se ha traducido y publicado este libro.

Moishe Postone

Chicago

Febrero 2004

  

Agradecimientos

 

Este libro tuvo sus orígenes hace unos años, cuando, ya graduado, me encontré por primera vez con los Grundrisse de Marx. En ese momento, me impresionó el vasto alcance de sus implicaciones, que me sugerían una reinterpretación fundamental de la teoría crítica social madura de Marx que rompiera con algunos de los supuestos centrales del marxismo tradicional. Pensaba también que tal reinterpretación podría proporcionar un punto de partida para un análisis poderoso y sofisticado de la sociedad moderna.

En mi intento de reapropiarme de la teoría de Marx he tenido la inmensa fortuna de recibir el considerable respaldo intelectual y moral de mucha gente. Me animaron encarecidamente a empezar este proyecto dos de mis profesores en la Universidad de Chicago, Gerhard Meyer y Leonard Krieger. Desarrollé más a fondo mis ideas durante una prolongada estancia en Frankfurt am Main, donde me beneficié en gran medida del ambiente teórico general, así como de muchos e intensos debates con amigos. Debo un especial agradecimiento a Barbara Brick, Dan Diner y Wolfram Wolfer-Melior, que me ofrecieron un importante apoyo personal e intelectual, y me ayudaron a retinar mi acercamiento a muchas de las cuestiones planteadas en este libro. También quisiera dar las gracias a Klaus Bergmann, Helmut Reinicke y Peter Schmitt-Egner por muchas reveladoras conversaciones. Realicé una primera versión de esta obra en forma de tesis para Fachbereich Gesellschaftswissenschaften en la J.W. Goethe-Universitat de Frankfurt, tras recibir los valiosos consejos y apoyo de Iring Fetscher, los comentarios críticos muy útiles y extensos de Heinz Steinert, Albert Wellmer y Jeremy Gaines, así como de Gerhard Brandt y Jürgen Ritsert. A través del Consulado del Canadá recibí una generosa ayuda económica del Deutsche Akademischer Austauschdienst durante mi estancia en Frankfurt.

Posteriormente, el Centro de Estudios Psicosociales de Chicago me proporcionó una beca de post-doctorado, al igual que un entorno intelectual inquieto y colaborador, que me permitió empezar a rescribir mi tesis para convertirla en este volumen. Se me otorgó la infrecuente oportunidad de presentar mi obra, en una serie de seminarios, a un grupo de colegas de distintos ámbitos intelectuales y académicos; sus reacciones fueron muy estimulantes. Les estoy agradecido a Ed LiPuma, John Lucy, Beth Mertz, Lee Schlesinger, Bamey Weissbourd y Jim Wertsch, cuyos comentarios y críticas me ayudaron a aclarar más mis ideas. Le estoy especialmente agradecido a Craig Calhoun y Ben Lee, que sacaron tiempo para leer cuidadosamente tanto el manuscrito original como la versión revisada, y cuyas sugerencias críticas han sido de gran ayuda.

Completé este manuscrito en la Universidad de Chicago y sigo beneficiándome del clima apasionante, abierto e intelectualmente riguroso, creado por mis colegas y estudiantes.

Le debo mucho a los siguientes amigos por su compromiso con mi obra y, más en general, por su apoyo intelectual y moral: Andrew Arato, Leora Auslander, Ike Balbus, Seyla Benhabib, Fernando Coronil, Norma Field, Harry Harootunian, Martin Jay, Bob Jessop, Tom McCarthy, Gyórgy Márkus, Rafael Sánchez, George Steinmetz, Sharon Stephens, así como a John Boyer, Jean Cohen, Bert Cohler, Jean Comaroff, John Comaroff, Michael Geyer, Gail Kligman, Terry Shtob y Betsy Traube. También estoy agradecido a Fred Block, Comelius Castoriadis, Geoff Eley, Don Levine, Bertell Ollman y Terry Tumer por sus útiles comentarios.

Le debo un especial agradecimiento a mi hermano, Norman Postone, que acompañó y respaldó este proyecto desde sus comienzos. Le estoy particularmente agradecido a Patrick Murray, que leyó más versiones del manuscrito de las que yo puedo recordar y cuyos comentarios han sido tan útiles como generosos. He aprendido mucho de nuestras conversaciones.

Emily Loose, que en su día trabajó en Cambridge University Press, respondió muy positivamente a esta obra y ha sido extremadamente útil a la hora de prepararla para su publicación. Sus muchos y astutos comentarios y recomendaciones contribuyeron en gran medida al manuscrito final. Doy las gracias a Elvia Alvarez, Diane New y Kathy Pucci por mecanografiar las distintas fases del manuscrito, así como por su ayuda en general, y a Ted Byfíeld por editar este volumen. Y también me gustaría agradecer a Anjali Fedson, Bronwyn McFarland y Mike Reay su ayuda en la corrección de las pruebas y en la preparación del índice.

Por último, deseo expresar mi muy profunda gratitud a mi esposa, Margret Nickels. Ha sido, durante muchos años y de muchas maneras, intelectual y emocionalmente central para este proyecto.

 

 

PRIMERA PARTE

Una crítica del marxismo tradicional

 

1. REPENSAR LA CRÍTICA DE MARX AL CAPITALISMO

 

Introducción

 

En esta obra acometeré una reinterpretación fundamental de la teoría crítica madura de Marx con vistas a reconceptualizar la naturaleza de la sociedad capitalista. El análisis que Marx hace de las relaciones sociales y modos de dominación que caracterizan a la sociedad capitalista puede reinterpretarse más fructíferamente repensando las categorías centrales de su crítica de la economía política[2]. Con tal fin, trataré de desarrollar conceptos que cumplan con dos criterios: primero, deberían comprender el carácter esencial y el desarrollo histórico de la sociedad moderna; y, segundo, deberían superar las familiares dicotomías teóricas de estructura y acción, sentido y vida material. Como base de este enfoque, trataré de reformular la relación entre la teoría marxiana y los discursos actuales de la teoría social y política de tal manera que aquella tenga una significación teórica para el presente y ofrezca una crítica básica de las teorías marxistas tradicionales y de lo que se ha venido en llamar el "socialismo realmente existente". Con ello, espero sentar las bases para un análisis crítico más poderoso de la formación social capitalista, adecuado a las postrimerías del siglo veinte.

Trataré de desarrollar tal comprensión del capitalismo separando conceptualmente, sobre la base del análisis de Marx, el núcleo fundamental del capitalismo de sus formas decimonónicas. Al hacerlo, sin embargo, se cuestionarán muchas presunciones básicas de las interpretaciones marxistas tradicionales: por ejemplo, no analizo principalmente el capitalismo en términos de propiedad privada de los medios de producción o en términos de mercado. Más bien, como podrá evidenciarse, conceptualizo el capitalismo en términos de una interdependencia social de carácter impersonal y aparentemente objetivo, históricamente específica. Este tipo de interdependencia es fruto de las formas históricamente singulares de unas relaciones sociales constituidas por determinadas prácticas sociales y que, sin embargo, devienen cuasi-independientes de la gente implicada en dichas prácticas. El resultado es un nuevo modo, crecientemente abstracto, de dominación social, que sujeta a la gente a imperativos y fuerzas estructurales e impersonales que no puede ser adecuadamente comprendido en términos de dominación concreta (por ejemplo, de dominación personal o grupal), y que genera una dinámica histórica permanente. Al reconceptualizar las relaciones sociales y modos de dominación que caracterizan al capitalismo, trataré de proporcionar las bases para una teoría de la práctica capaz de analizar tanto las características sistémicas de la sociedad moderna, como su carácter históricamente dinámico, sus procesos de racionalización, su tipo específico de "crecimiento" económico, así como su modo de producción particular.

Esta reinterpretación trata la teoría del capitalismo de Marx no tanto como una teoría de los modos de explotación y dominación dentro de la sociedad moderna, sino como una teoría social crítica de la naturaleza misma de la modernidad. La modernidad no es una fase evolutiva hacia la cual evolucionan todas las sociedades, sino un modo específico de vida social que se originó en la Europa occidental y que se ha transformado en un sistema global complejo[3]. Aunque la modernidad ha adoptado diferentes formas en los distintos países y áreas, lo que me interesa no es examinar dichas diferencias, sino explorar teóricamente la naturaleza de la modernidad per se. Dentro del marco de un enfoque no evolutivo, tal exploración debe explicar los rasgos característicos de la modernidad en referencia a formas sociales históricamente específicas. Por mi parte, sostengo que el análisis que hace Marx de las supuestas formas sociales fundamentales que estructuran el capitalismo —la mercancía y el capital— ofrece un excelente punto de partida para tratar de fundamentar socialmente las características sistémicas de la modernidad y señalar que la sociedad moderna puede ser transformada en sus fundamentos. Más aún, tal aproximación es capaz de esclarecer sistemáticamente aquellos rasgos de la sociedad moderna que, dentro del marco de las teorías del progreso lineal o del desarrollo histórico evolutivo, pueden parecer anómalos: resulta notable la permanente producción de pobreza en medio de la abundancia, así como el grado en que importantes aspectos de la vida moderna han sido modelados por, y han pasado a estar sujetos a, los imperativos de fuerzas abstractas impersonales, incluso a pesar de que la posibilidad del control colectivo sobre las circunstancias de la vida social en gran medida haya aumentado.

Mi lectura de la teoría crítica de Marx se centra en su concepción de la centralidad del trabajo para la vida social, la cual generalmente se ubica en el núcleo central de su teoría. Sostengo que el significado de la categoría de trabajo en sus obras de madurez es diferente al que se ha asumido tradicionalmente, tratándose de una categoría históricamente específica antes que transhistórica. En la crítica madura de Marx, la noción de que el trabajo constituye el mundo social y es la fuente de toda riqueza no se refiere a la sociedad en general, sino únicamente a la sociedad capitalista o moderna. Más aún, y esto resulta crucial, el análisis de Marx no se refiere al trabajo como general y transhistóricamente se ha venido concibiendo — una actividad social dirigida a fines, que media entre el hombre y la naturaleza, creando productos específicos para satisfacer determinadas necesidades humanas— sino a un papel peculiar que el trabajo desempeña únicamente en la sociedad capitalista. Como posteriormente desarrollaré, el carácter históricamente específico de este trabajo se encuentra intrínsecamente relacionado con la interdependencia social característica de la sociedad capitalista. Constituye una modalidad históricamente específica, cuasi-objetiva, de mediación social que, en el marco del análisis de Marx, sirve como fundamento social definitivo de los rasgos básicos de la modernidad.

Esta reconsideración de la trascendencia del concepto de trabajo de Marx es la que proporciona la base de mi reinterpretación de su análisis del capitalismo. Sitúa en el centro del análisis de Marx la temática de la temporalidad, así como una crítica a la producción, y pone los cimientos para un análisis de la sociedad capitalista moderna como una sociedad con una dinámica direccional, estructurada por una clase de mediación social históricamente inédita que, aunque socialmente constituida, presenta un carácter abstracto, impersonal y cuasi-objetivo. Esta clase de mediación (el trabajo en el capitalismo) está estructurada por una práctica social históricamente determinada, al tiempo que estructura las acciones, visiones del mundo y disposiciones de la gente. Tal aproximación replantea la cuestión de la relación entre cultura y vida material, como una relación entre una clase históricamente específica de mediación social y determinadas clases de "objetividad" y "subjetividad" social. En tanto que teoría de la mediación social, se trata de un esfuerzo por superar la dicotomía teórica clásica entre sujeto y objeto, a la vez que explica históricamente esta dicotomía.

En general, por tanto, lo que sugiero es que se debería entender la teoría marxiana no como una teoría de aplicación universal, sino como una teoría crítica específica de la sociedad capitalista. Analiza la especificidad histórica del capitalismo y la posibilidad de su superación mediante categorías que comprendan sus específicas formas de trabajo, riqueza y tiempo[4]. Más aún, la teoría marxiana, según este enfoque, es autorreflexiva y, por lo tanto, es, ella misma, históricamente específica: su análisis de la relación entre teoría y sociedad puede, de una manera epistemológicamente consistente, ubicarse históricamente a sí mismo por medio de las mismas categorías con las que analiza su contexto social.

Esta aproximación a la teoría crítica madura de Marx presenta importantes implicaciones que trataré de desplegar a lo largo de este trabajo. Para ello empezaré distinguiendo entre dos tipos de análisis críticos radicalmente diferentes: una crítica al capitalismo desde el punto de vista del trabajo, por un lado, y una crítica del trabajo en el capitalismo, por el otro. El primero, que está fundado en una interpretación transhistórica del trabajo, presupone que existe una tensión estructural entre los aspectos de la vida social que caracterizan al capitalismo (por ejemplo, el mercado y la propiedad privada) y el ámbito social constituido por el trabajo. El trabajo, por lo tanto, constituye la base de la crítica al capitalismo, el punto de vista desde el cual se acomete dicha crítica. De acuerdo con el segundo tipo de análisis, el trabajo en el capitalismo es históricamente específico y constituye la estructura esencial de aquella sociedad. En razón de ello, el trabajo es el objeto de la crítica de la sociedad capitalista. Desde el punto de vista del segundo tipo de análisis, parece claro que distintas interpretaciones de Marx comparten varias presuposiciones básicas con el primer tipo de análisis señalado. Caracterizaré, por consiguiente, dichas interpretaciones como "tradicionales" e investigaré sus presuposiciones desde el punto de vista de mi interpretación de la teoría de Marx como una crítica del trabajo en el capitalismo para esclarecer las limitaciones del análisis tradicional —haciéndolo de una manera que suponga otra teoría crítica, más adecuada, de la sociedad capitalista.

Interpretar el análisis de Marx como una crítica históricamente específica del trabajo en el capitalismo conduce a una comprensión de la sociedad capitalista muy diferente de las interpretaciones del marxismo tradicional. Sugiere, por ejemplo, que . . . . . . . . [. . . . . . . . .]

 

Ver el documento completo en