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PROLOGO A LA EDICION ESPAÑOLA

 

Sabido es con qué vigilante atención siguieron Marx y Engels, a lo largo de toda su vida, los progresos de las ciencias naturales, cuyos resultados se esforzaban en sintetizar desde el punto de vista filosófico, iluminándolos y esclareciéndolos a la luz de la teoría del materialismo dialéctico. En una obra tan descollante de la literatura marxista como el Anti-Dühring, de Engels, ocupan importante lugar los problemas de las ciencias naturales teóricas.

En el prólogo a la segunda edición del Anti-Dühring dice Engels: "Marx y yo fuimos seguramente los únicos o casi los únicos que salvamos a la dialéctica consciente de la filosofía idealista alemana para traerla a la concepción materialista de la naturaleza y de la historia. Mas, para enfocar a la par dialéctica y materialistamente la naturaleza, hay que conocer las matemáticas y las ciencias naturales. Marx era un concienzudo matemático, pero las ciencias naturales sólo nos era dado seguirlas a retazos, a saltos, esporádicamente. Por eso cuando, al retirarme de los negocios comerciales e irme a vivir a Londres, dispuse de tiempo, me sometí, en cuanto me fue posible, a lo que Liebig llama una "muda" completa en punto a las matemáticas y a las ciencias naturales, dedicando a esto la mejor parte de un período de ocho años." *

* F. Engels, Anti-Dühring. Filosofía. Economía política. Socialismo, traducción española de W. Roces, Ed. Cenit, Madrid, 1932, págs. XX-XXI.

En casi todos los libros y estudios fundamentales de Marx y Engels, incluyendo la obra cardinal de Carlos Marx, El Capital, encontramos numerosas referencias a las ciencias naturales. En la correspondencia cruzada entre los dos grandes fundadores del socialismo científico, verdadero arsenal de puntos de vista, sugestiones y orientaciones, se contiene, asimismo, una gran riqueza de elementos en torno a las cuestiones relacionadas con las ciencias de la naturaleza.

Pero la obra central sobre estos temas, la obra sistemática, por así decirlo, en cuanto a los problemas de las ciencias naturales, enfocados desde el punto de vista del materialismo dialéctico, es la DIALÉCTICA DE LA NATURALEZA, que aquí ve la luz por vez primera en lengua española en su texto completo, a base de una cuidadosa edición científica, responsable, y con el necesario aparato de notas e índices, que facilitarán su manejo al lector.

Desgraciadamente, el autor careció de tiempo para dar cima a tan importante obra, que ha quedado incompleta, como una colección de materiales, apuntes y notas, pendientes de su redacción y composición definitivas. Tal como a nosotros ha llegado, constituye, sin embargo, un riquísimo acervo de pensamientos sobre problemas fundamentales, formulados por Engels en estrecho contacto y en constante comunicación con Marx, y debe ser considerada como una de las obras básicas de la teoría marxista.

Por la correspondencia de Marx y Engels, sabemos que éste proyectaba, ya desde 1873, acometer un gran trabajo sobre la dialéctica en la naturaleza.

En carta dirigida a Marx el 14. de julio de 1858, doce años antes de su establecimiento en Londres, manifiesta Engels su interés por los estudios de fisiología, física y química, por los problemas del calor y de la luz, la electricidad y el magnetismo. Se apunta ya aquí el fenómeno de la transformación dialéctica de una cierta cantidad de electricidad en una cualidad nueva, luz y calor.* Y, en otra carta, escrita a raíz de la aparición de la obra de Darwin, El origen de las especies, comunica a su amigo el gran interés que había suscitado en él este libro fundamental, que juzga "importantísimo, como la base científico-natural para la lucha histórica de clases".**

* V. Carlos Marx y Federico Engels, Correspondencia, edición de cartas escogidas„ traducción española, Ed. Cartago, Buenos Ares, 1957, págs. 82-83.

** Ibid., pág. 90

En carta a Marx, fechada el 30 de mayo de dicho año, comunica a su gran amigo una serie de ideas y puntos de vista acerca de las ciencias naturales. En esta carta encontramos ya perfilados, en lo fundamental, los tres criterios centrales en torno a los cuales girarán sus estudios para la DIALÉCTICA DE LA NATURALEZA. Son los siguientes: 1) materia y movimiento forman una unidad inseparable (el movimiento no es sino una modalidad o modo de existir y manifestarse de la materia); 2) existen formas de movimiento cualitativamente distintas, cada una de las cuales es objeto de investigación de una ciencia específica (la mecánica, la física, la química, la biología) : 3) el paso de una a otra forma de movimiento y, consiguientemente, de una ciencia a otra, constituye un tránsito dialéctico. En las palabras finales de la citada carta, Engels manifiesta a Marx su creencia de que los estudios para desarrollar estas ideas "requerirán todavía mucho tiempo".***

*** Karl Marx-Friedrich Engels, Briefwechsel, tomo IV, ed. Dietz, Berlín,  1950, págs. 476-478. El contenido esencial de la carta de referencia figura en la citada edición española de la correspondencia de Marx-Engels, págs. 217-218.

El texto de esta carta coincide casi al pie de la letra con uno de los fragmentos recogidos en la DIALÉCTICA DE LA NATURALEZA: el que lleva por epígrafe "Dialéctica de las ciencias naturales", incluido en la sección titulada "Notas y fragmentos" (págs. 211-212 de la presente edición). En el mismo pliego en que aparece este fragmento encontramos, más arriba, el proyecto de resumen de un trabajo que Engels proyectaba escribir contra Büchner, médico alemán, naturalista divulgador, y otros mantenedores del materialismo vulgar (págs. 171-173 de nuestra edición). Este esbozo, redactado a todas luces poco antes que el fragmento titulado "Dialéctica de las ciencias naturales", indica que el plan originario de Engels consistía en exponer, bajo la forma de una crítica del materialismo vulgar y basándose en los datos de las ciencias naturales más recientes en su tiempo, los dos resultados siguientes: 1) la contraposición entre el método discursivo metafísico y el dialéctico, y 2) el antagonismo radical entre la dialéctica idealista y mistificadora de Hegel, de una parte, y de otra la "dialéctica racional" del materialismo filosófico. En relación con esto, Engels subraya especialmente,  en su citado esbozo, que "la dialéctica despojada de todo misticismo se convierte en una necesidad absoluta para las ciencias naturales" (infra, pág. 172), refiriéndose con ello a las adquisiciones de los naturalistas de aquellos días.

Existen, por tanto, buenas razones para pensar; como lo hacen quienes han estudiado documentalmente este punto sobre las fuentes, que en los inicios de 1873 Engels proyectaba escribir una especie de Anti-Büchner, antecesor del Anti-Dühring, de mayores alcances que redactaría cuatro años después, con la mira de esclarecer problemas filosóficos de mucha enjundia relacionados con las ciencias naturales, sometiendo a una crítica de fondo los graves errores del materialismo vulgar de Büchner y refutando —para decirlo con las mismas palabras de Engels— "la pretensión de aplicar a la sociedad las teorías acerca de la naturaleza y de reformar el socialismo" (infra, pág. 171).

Pero Engels no tardó en renunciar a su primitiva intención de escribir un trabajo polémico en contra de Büchner y su materialismo vulgar, aunque siguió reuniendo celosamente materiales acerca de la dialéctica en el campo de las ciencias naturales y de las matemáticas. Procedió a redactar los proyectos iniciales para su obra DIALÉCTICA DE LA NATURALEZA. Y por los años 1875 y 1876 dio cima casi en su totalidad a la brillante "Introducción" que habría de servir de embocadura a la obra proyectada y que figura aquí en las páginas 3 a 20.

Sin embargo, Federico Engels, atento siempre a las exigencias de la lucha inmediata y dispuesto en todo momento a sacrificar a ellas los trabajos reposados de su cuarto de estudio, hubo de entregarse poco tiempo después a un importante empeño, que, a la larga, enriquecería la doctrina marxista con una de sus obras cimeras: al análisis crítico de las lucubraciones de Dühring, del que salió ese libro clásico generalmente conocido con el nombre de Anti-Dühring. En esta obra, como es sabido, puso también a contribución, .valiosamente, algunos de los materiales que había ido reuniendo para sus estudios sobre la dialéctica de la naturaleza. Los intereses vitales y superiores del Partido del proletariado combatiente y revolucionario ponían a la orden del día, como imperativo indeclinable, la necesidad de esclarecer ideológicamente las posiciones teóricas de la clase obrera, saliendo al paso de las confusas y falsas doctrinas que empezaban a extenderse peligrosamente en el Partido proletario alemán, predicadas por los partidarios del profesor Dähring, doctrinas que no eran sino una variante del utopismo pequeñoburgués, envuelto en abstrusas formas filosóficas prusianas.

Después de publicar la primera edición del Anti-Dühring (cuyo prólogo lleva la fecha de 11 de junio de 1878), Engels reanudó sus trabajos en torno a la DIALÉCTICA DE LA NATURALEZA, trazó el "esbozo de un plan de conjunto de la obra" (pág. 1 de la presente edición) y procedió a escribir algunos capítulos, en redacción más o menos acabada. y a registrar, en forma de notas, toda una serie de observaciones V puntos de vista.

En carta a Marx de 23 de noviembre de 1882, expresaba su esperanza de que pronto podría dar por concluidos sus trabajos para la obra proyectada. Pero nuevas circunstancias imprevistas y nuevos deberes irrecusables vinieron a interponerse en el camino y a interrumpir sus planes. El 14 de marzo de 1883, con la muerte de Marx, perdía Engels a su gran camarada de combate por la luminosa causa del comunismo mundial. Tareas nuevas e inaplazables venían a pesar, así. sobre sus hombros. En el prólogo a la segunda edición del Anti-Dühring,  fechado el 23 de septiembre de 1885, se refiere el autor a algunas, de las apremiantes exigencias a que se enfrentaba. "Pesa sobre mí —dice-el deber de preparar para la imprenta los trabajos póstumos de Marx, y. este deber es más importante que cualquier otro." * No era solamente la devoción reverente hacia la obra de Marx, junto a la que Engels, con modestia y grandeza moral admirables, recató siempre la suya a segundo plano; era también, y sobre todo, su profundo sentido de la responsabilidad ante los objetivos superiores de la obra común. Además del ingente trabajo que suponía la preparación para la imprenta de los materiales, que Marx había dejado incompletos, destinados a formar los tomos segundo y tercero del Capital, la muerte de Marx hacía recaer sobre su persona la tremenda labor de dirigir y orientar el movimiento obrero internacional, consagrando a ello mucho tiempo y esfuerzo.

* F. Engels, Anti-Dühring, ed. cit., pág. XIX.

Consecuencia de todo esto fue que se vieran irremediablemente truncados los trabajos encaminados a dar a la DIALÉCTICA DE LA NATURALEZA su redacción definitiva. Ni siquiera le fue dado llegar a ordenar de un modo sistemático los materiales que había logrado ir reuniendo, con las vicisitudes que hemos visto. En el citado prólogo a la segunda edición del Anti-Dühring escribía Engels, refiriéndose sin duda a sus planes en relación con la DIALÉCTICA DF. LA NATURALEZA: "No tengo, pues, más remedio que contentarme, por el momento" (en relación con las ciencias naturales y las matemáticas). "con las sugestiones contenidas en esta obra y aguardar a ver si alguna vez se me presenta ocasión para reunir y editar los resultados obtenidos, tal vez en unión de los importantísimos trabajos matemáticos que nos ha legado Marx".* La ocasión esperada no llegó; sin embargo, a presentarse, malograda por otros afanes más imperiosos.

* Anti-Dähring, ed. cit., pág. XXIII.

A la muerte de Engels, ocurrida el 5 de agosto de 1895; los materiales destinados a la DIALÉCTICA DE LA NATURALEZA fueron a parar, en unión de otros manuscritos y trabajos inéditos del gran pensador del comunismo, a manos de los dirigentes oportunistas de la socialdemocracia alemana. Por espacio de largos años estos preciosos materiales permanecieron criminalmente ociosos, con toda su riqueza de pensamiento. Y así habrían continuado, perdidos para el mundo y para el proletariado revolucionario, si otras fuerzas, más responsables, no hubieran venido a rescatarlos, para entregarlos a sus legítimos destinatarios, los ejecutores de la formidable herencia política de Marx y Engels.

La primera edición de la DIALÉCTICA DE LA NATURALEZA apareció en Moscú, en 1925, basada en fotocopias del manuscrito original. Se publicaron paralelamente, en dicho año, la versión alemana y la traducción rusa. La edición, sin embargo, distaba mucho de responder a las exigencias científicas. La lectura del manuscrito de Engels era muy defectuosa; diversos pasajes, entre ellos algunos en que se exponen los fundamentos de las concepciones teóricas del autor, aparecían gravemente deformados. Por su parte, la traducción rusa adolecía de numerosos errores y falseamientos. Finalmente, la ordenación de los materiales que forman el libro era tan confusa, que hacía realmente muy difícil la lectura y el estudio de esta importantísima obra de Engels.

En 1927 vio la luz la segunda edición alemana de la DIALÉCTICA DE LA NATURALEZA, seguida en 1929 por la segunda edición rusa. Aunque depuradas de algunos errores de lectura, se mantuvieron en pie todos los defectos fundamentales de que adolecían las anteriores. Las siguientes ediciones rusas de la obra fueron reproducciones casi literales de la de 1929. Hasta que en 1935 publicó el Instituto Marx-Engels-Lenin, de Moscú, una nueva edición revisada, en su lengua original. Esta edición formaba parte de las Obras completas de Marx-Engels, en alemán, que se conoce generalmente por la sigla MEGA (Marx-Engels, Gesamtausgabe, Moscú-Leningrado, 1935). Esta edición marcaba ya un gran paso de progreso, así en cuanto a la lectura cuidadosa del original como en lo tocante a la ordenación de los materiales. aunque aún se mantenían en ella defectos de monta.

Si bien la DIALÉCTICA DE LA NATURALEZA no llegó a ser redactada con carácter definitivo, y muchas de sus partes presentan la traza de simples apuntes y notas provisionales, de observaciones registradas al pasar, deshilvanadas y carentes de la necesaria cohesión, la obra forma, a pesar de todo, una unidad coherente engarzada por una serie de ideas centrales y trabada en un todo armónico.

Engels nos ofrece en esta obra la síntesis filosófica de los resultados y conclusiones a que en su tiempo habían llegado las ciencias naturales. Al abordar la naturaleza como pensador materialista y dialéctico, ve en ella una unidad infinita, una "concatenación general de desarrollo", el proceso histórico de desarrollo de la materia. Y demuestra cómo todo, en la naturaleza, discurre dialécticamente, razón por la cual no hay otro método certero para estudiar y conocer la naturaleza que el método materialista dialéctico.

En el estudio titulado "Introducción" traza Engels un brillante esbozo de la trayectoria histórica seguida por las ciencias naturales desde el Renacimiento hasta Darwin. Se pone de manifiesto, aquí, cómo la concepción metafísica de la naturaleza, característica de los siglos xvn y xvm, se vio minada desde dentro por el propio desarrollo de las ciencias naturales y obligada a ceder el puesto a la nueva concepción dialéctica. Al seguir la trayectoria histórica de las ciencias, Engels, fiel a uno de los principios básicos del materialismo dialéctico, destaca con toda la fuerza necesaria el papel de la práctica de los hombres, el papel de la producción, que es el factor que en última instancia condiciona tanto el nacimiento de la ciencia como su proceso de desarrollo.

Engels pone de manifieste el gigantesco paso de avance que se dio en el conocimiento de la interdependencia de los procesos de la naturaleza gracias a los tres grandes descubrimientos realizados por las ciencias naturales en el transcurso del siglo XIX: el descubrimiento de la célula animal y vegetal, el de la ley de la conservación y transformación de la energía y la teoría de Darwin sobre la evolución de los organismos.

Apoyado en los más importantes resultados adquiridos por las ciencias naturales de su tiempo, Engels expone los fundamentos de la concepción dialéctico-materialista del mundo en el campo de la ciencia de la naturaleza. El universo es infinito, así en el tiempo como en el espacio. Y se halla en un proceso ininterrumpido de movimiento y cambio. Los grandiosos ciclos en que se mueve la naturaleza abarcan toda la multiforme riqueza de los tipos de movimiento de la materia, desde los más simples y rudimentarios de la materia inorgánica hasta los más altos, los de la vida y los de la materia superiormente organizada, el pensamiento de los seres dotados de conciencia. Es una cadena continua y discontinua, cuyos eslabones están formados por tránsitos cuantitativos y saltos cualitativos gigantescos. Materia y movimiento son perennes e indestructibles, tanto cuantitativa como cualitativamente. Ninguno de los atributos de la materia, ni uno solo, puede perderse, ya que —según señala Engels en las palabras finales de la citada "Introducción"— "por la misma férrea necesidad con que un día desaparecerá de la faz de la tierra su floración más alta, el espíritu pensante, volverá a brotar en otro lugar y en otro tiempo".
Estas ideas de Engels, extraordinariamente profundas y expuestas con brillantez esplendorosa, representan un arma acerada en la lucha contra las falaces doctrinas místicas e idealistas de los ideólogos del imperialismo putrefacto, que es el capitalismo agonizante. Nos pertrechan ideológicamente para luchar contra los charlatanes seudofilosóficos de esa feria ideológica que se desgañitan tratando de resucitar el oscurantismo y el confesionalismo medievales, que en vano se esfuerzan por matar en el hombre, cada vez más dueño de su destino, la fe en su capacidad para conocer y dominar el mundo, por inyectar a la caduca religión la savia de falsas argumentaciones envueltas en un mentido ropaje científico. Esos seudocientíficos especulan para ello engañosamente con toda las fallas y dificultades que en el campo de las ciencias naturales plantea la crisis cada día más aguda de la ciencia burguesa, como expresión de la decadencia y el marasmo a cada paso más ostensibles de la cultura de una burguesía ya herida de muerte.

Como hilo de engarce a lo largo de todas las páginas de la DIALECTICA DE LA NATURALEZA, vemos discurrir con diáfana claridad la doctrina engelsiana de la diversidad de formas del movimiento (el movimiento mecánico o simple desplazamiento de lugar, con las diferentes modalidades del movimiento físico: calor, luz, electricidad; los procesos químicos que forman la vida orgánica), diversidad bajo la que late la unidad y en la que se traducen los constantes trueques de unas formas en otras, a la par que las peculiaridades cualitativas de cada una de estas formas de movimiento, sin perder de vista, a la vez, la imposibilidad de "integrar" mecánicamente las formas inferiores en las superiores.

Basándose en su doctrina de las formas de movimiento de la materia, traza Engels una clasificación dialéctico-materialista, racional, de las ciencias naturales, en la que cada una de ellas "analiza una forma específica de movimiento o una serie de formas de movimiento coherentes y que se truecan las unas en las otras" y que "es, por tanto, la clasificación, la ordenación en su sucesión inherente, de estas mismas formas de movimiento", en lo que realmente reside su sentido, su razón de ser y su importancia (infra, pág. 212).

Engels respalda, en todas las ramas de la ciencia, a la par que se apoya en ellas, todas las concepciones y teorías que en su tiempo representaban un avance, destacándolas briosamente y desarrollándolas. Así, vemos cómo sabe valorar certeramente los resultados a que había llegado el genial investigador ruso Mendeleiev, fundador del sistema periódico de los elementos químicos. Y, al mismo tiempo y consecuente con el mismo criterio progresivo, lucha enérgicamente contra los científicos retardatarios que quedan rezagados detrás de las últimas conquistas de la ciencia y que pugnan por detener o amortiguar el ritmo del avance.

En esto, como en todo, los grandes maestros de la filosofía dialéctica materialista abrazan siempre la causa de lo nuevo, de lo revolucionario y transformador, desenmascarando a los defensores de lo viejo y lo anquilosado y reivindicando la fuerza creadora y propulsora de la ciencia de su tiempo. En sus páginas, se iluminan y esclarecen a la luz de la única teoría progresiva y revolucionaria, el materialismo dialéctico, todos los nuevos hechos y todas las nuevas teorías y hasta, en ocasiones, los simples atisbos luminosos que brotan en el campo de las ciencias naturales y ponen siempre de relieve la trayectoria progresiva de la ciencia. Lo que permite a Engels, atento a lo que nace, no sólo captar e interpretar con acierto el estado de las ciencias naturales de su época, sino, además, mirar a lo lejos con penetrante visión y adelantarse, no pocas veces, a la marcha de la ciencia, previendo sus conquistas futuras.

Ello le capacita, por ejemplo, para abrazar y defender, frente a la mayoría de los sabios de sus días, la justa concepción, hoy confirmada palmariamente por la ciencia, de la complejidad de los átomos integrantes de los elementos químicos. "Los átomos —leernos en la página 231 de la presente edición-no se consideran, en modo alguno, como simples partículas de la materia o las partículas más pequeñas que se conocen." Con mirada genial, previó Engels la existencia de partículas análogas a las series de magnitudes matemáticas infinitamente pequeñas y en escala sin cesar descendente. Y los modernos resultados científicos acerca de la estructura de la materia han venido a corroborar las ideas de Engels sobre la complejidad e inexhaustibilidad del átomo. También los puntos de vista de Engels en cuanto a la importancia de la irradiación como factor de repulsión y acerca del papel de aquélla en el desarrollo del universo, sobreponiéndose sagazmente a las ideas dominantes en su tiempo, se han visto confirmados por los más recientes descubrimientos físicos y astronómicos. Y lo mismo en lo tocante a los problemas relacionados con el origen y la esencia de la vida y con la teoría darvinista de la evolución: Engels mantiene frente a estos problemas concepciones y afirmaciones que, apoyándose en lo nuevo, se adelantaron en muchos aspectos a los derroteros posteriores de la biología. Valorando en todo su alcance los grandes méritos de la teoría darviniana, Engels supo adoptar también, a su debido tiempo, una severa actitud crítica ante los errores de Darwin, sobre todo en cuanto a su empeño errado de transferir al campo biológico las seudocientíficas teorías maltusianas, y puso de relieve con gran agudeza la falla del gran creador de la teoría del origen de las especies al no haber abordado el problema de las causas de la transformación de los organismos.

Su actitud siempre alerta para descubrir el sentido revolucionario y revolucionador de las teorías científicas verdaderamente avanzadas de su época ayudaba a Engels a librar una lucha tenaz, irreconciliable, contra todo lo que fuese seudociencia. No cabe duda de que, junto a teorías científicas propulsoras y serias, los naturalistas burgueses del siglo XIX sostuvieron también otras que nada tenían de científicas, aunque se presentasen envueltas bajo un oropel pedantesco; teorías que eran, en el fondo, profundamente reaccionarias. Entre estas teorías seudocientíficas, desorientadoras y desalentadoras, llegó a estar muy en boga, en su día, la teoría de lo que se llamaba entropía o "muerte térmica" del universo, que ciertos "cibernéticos" y físicos tratan, todavía hoy, de esgrimir como arma contra el marxismo. Engels la sometió a una crítica demoledora y demostró que era de todo punto incompatible con una certera interpretación de la ley de la conservación y la transformación de la energía. El curso ulterior de la ciencia ha venido a patentizar que Engels tenía razón. Las fundamentales tesis de Engels sobre la indestructibilidad, no sólo cuantitativa, sino también cualitativa del universo, que lleva aparejada la imposibilidad de la tan pregonada "entropía", siguen cerrando el paso, todavía en nuestro tiempo, a los reaccionarios investigadores burgueses que se empecinan en resucitar aquella catastrófica concepción.

En su indagación y esclarecimiento de toda una serie de problemas en los campos de las matemáticas, la mecánica, la física, la química y la biología, Engels descubre y pone de manifiesto por doquier el carácter dialéctico de los fenómenos y procesos de la naturaleza, apuntando a cada paso profundas y lúcidas observaciones de tipo metodológico. El método de Engels, el método del materialismo dialéctico, constituye sin duda alguna la más valiosa y más importante enseñanza de la DIALÉCTICA DE LA NATURALEZA. Huelga decir que no pocos datos y pormenores físicos, químicos y biológicos han envejecido ya y necesariamente tenían que ser superados por las investigaciones posteriores, pues no en vano han transcurrido más de ochenta años —años de incesante enriquecimiento y superación de la ciencia— desde que fueron escritas las páginas de esta obra. Si el mundo, y la ciencia que lo explica y lo refleja, no avanzase y se transformase, saldría muy mal parada una concepción del mundo como el marxismo, que es por esencia la negación de la quietud y el estancamiento. Pero si la materia vive, se mueve y cambia, ello viene a corroborar la justeza insuperable de un método basado precisamente en los cambios y transformaciones inherentes a la materia. Y si en tales o cuales afirmaciones en torno a problemas específicos de las distintas ramas de las ciencias naturales puede haber y necesariamente tiene que haber, en la obra de Engels, mucho de superado, ello en nada hace desmerecer, sino que más bien la reafirma y abrillanta, la esencia de la concepción central y del método dialéctico-materialista de Engels, ni menoscaba en lo más mínimo la incalculable significación de la DIALÉCTICA DE LA NATURALEZA como brújula para orientarnos en medio de los problemas científicos de la hora actual.

 

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