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1. FRENTE POPULAR

 

Los comunistas al servicio de la democracia burguesa

 

"El proletariado sólo conquistará aliados en la medida en que demuestre su fuerza y ​​la de su vanguardia, el Partido Comunista, a pesar de que la burguesía está acostumbrada a respetar la fuerza.

MANUILSKI, 1931[1]

 

La política de frente popular fue la gran creación histórica del 7º congreso de la IC. Sorprendentemente, sólo tres páginas del informe de Dimitrov le son dedicadas.[2]Más extraño aún, en ellas no se encuentra ninguna justificación de principio para el viraje que llevó a los partidos comunistas a alterar tan radicalmente su actitud frente al reformismo y al democratismo-burgués

Esto no significa que Dimitrov no haya justificado a su manera la nueva política. A lo largo del informe fue introduciendo, como si se tratase de evidencias indiscutibles, una serie de puntos de vista nuevos acerca de las relaciones entre las clases en la época del fascismo, que conducían indirectamente a la conclusión de que ya no tenía validez el concepto leninista de hegemonía del proletariado.

Nuestra tarea consiste, por lo tanto, en poner al descubierto los presupuestos de clase en que se basa la política dimitrovista de frente popular, para medir la solidez, a la luz del leninismo. Presupuestos de clase que sólo se encuentran si pasamos más allá de la apariencia exterior de la argumentación, llena de expresiones marxistas-leninistas y de testimonios de fidelidad a los intereses de la clase obrera y de la revolución, hacia la lógica interna del raciocinio. Sólo entonces estaremos en condiciones de descubrir por qué las profesiones de fe "bolcheviques", "leninistas-estalinistas" de Dimitrov se saldaron en soluciones políticas tan abiertamente oportunistas como los pactos con los partidos burgueses, los gobiernos de coalición, la disolución de la corriente sindical revolucionaria, la fusión del partido comunista con la social-democracia, el cierre de la lucha de clase del proletariado en los límites de la democracia burguesa.

 

 

Pueblo y fascismo

 

"Europa y el mundo entero, inquietos ante el horror de la dictadura fascista que había mostrado su verdadero carácter en Alemania, Italia, Bulgaria y Polonia, se dio cuenta de los primeros pasos de una funesta agresión, una gran inquietud se apoderó de las mentes y de los corazones de los pueblos: ¿A dónde caminamos? ¿Qué debemos hacer? La respuesta a estas excepciones de excepcional importancia les dio el histórico 7º Congreso de la IC.

Es así como un redactor revisionista de servicio introduce, en estilo ya convertido en clásico, un resumen popular del informe de Dimitrov.[3]Y no hay duda de que retrata fielmente la nueva perspectiva que inspiró ese informe, el salto de claseque él contiene: el pueblo como una entidad frente al fascismo, los comunistas como los servidores del pueblo en la lucha común contra el fascismo, la lucha pueblo-fascismo a tomar el lugar de la lucha proletariado-burguesa. Es este el núcleo de la política dimitroviana de frente popular, que permite clasificarla como antileninista.

 

Deshacemos ante todo un equívoco que el oportunismo cuida en alimentar, porque es esencial para su supervivencia. Lo que se cuestiona en Dimitrov no es haber llamado a los comunistas a encabezar la lucha antifascista. Ningún marxista pone en duda que el surgimiento de esa forma nueva y virulenta de reacción burguesa que es el fascismo imponía un cambio radical en la táctica de los partidos comunistas. No se podía poner en el mismo plano democracia burguesa y fascismo. El proletariado era obligado a pasar a la defensiva ya aceptar compromisos temporales para hacer frente al enemigo temible que se había levantado en el campo de la burguesía. Tenían que explotar minuciosamente las contradicciones que oponían las capas democrático-burguesas al Estado terrorista del capital financiero. Una política nueva, que amplíe el abanico de alianzas del proletariado e hiciera converger el mayor número de fuerzas en lo que tenían de común contra el fascismo, era una exigencia real de la época, que el 7º congreso era llamado a resolver.

Las declamaciones abstractas contra el "frentismo antifascista" no pasan de inepcias anarquistas, útiles a la reacción. La lucha contra el fascismo se había convertido en la dirección determinante de la lucha revolucionaria del proletariado.

Pero esta nueva orientación táctica no podía pasar por encima de la línea estratégica de diferenciación y antagonismodel proletariado frente a la sociedad burguesa en su conjunto. La política de alianza antifascista sólo serviría a los intereses revolucionarios del proletariado, y por tanto los de todo el pueblo trabajador, en la medida en que se inserta como un instrumento táctico auxiliar en su lucha general e invariable por la independencia y la hegemonía frente a todas las corrientes burguesas. Todo seguía dependiendo de la afirmación del proletariado como clase "para sí misma". Y esto porque el fascismo, con todo su cortejo de tenebrosas innovaciones, no era más que una forma nueva asumida por la misma dictadura de clase de la burguesía. La lucha de clases bajo el capitalismo había sufrido una agudización y una polarización brutal - su cuadro general seguía siendo el mismo.

Ahora bien, Dimitrov, no pudiendo contestar frontalmente esta posición de principio que la IC estableció desde su 5º congreso y refiriéndose a ella en diversos pasajes del informe, la combinó con una perspectiva que le era contraria -la lucha contra el fascismo como la fusiónde las posiciones de clase contradictorias en una corriente democrática común.

Esta perspectiva, no asumida de forma expresa en ningún punto del informe, está perfectamente delineada en las cinco tesis nuevas, que forman su estructura política.

Primera, la unidad de acción con la social-democracia, con el pretexto de que ésta se desplazaría en un sentido revolucionario.

Segundo, el apoyo político del proletariado a la pequeña burguesía, a fin de "elevar su conciencia revolucionaria".

Tercera, la identidad de intereses de la nación ante el fascismo.

Cuarta, los gobiernos de coalición con la burguesía democrática como alternativa al fascismo.

Quinta, y como remate, la creación del "partido obrero único" por la fusión entre el PC y el PSD.

Este conjunto de posiciones, que a continuación analizamos, definió un nuevo marco general, no confesado, de la lucha de clases en la época del fascismo. Marco general que Dimitrov introdujo al abrigo de la crítica ... a los "esquemas generales".

En efecto, las cinco nuevas tesis de Dimitrov presuponía un cambio de fondo en las relaciones entre las clases. Era como si el conflicto proletariado-burguesía que define el régimen capitalista hubiera disminuido de intensidad ante el fenómeno nuevo del fascismo. Ciertamente, las contradicciones de clase no habían desaparecido, subsistían las vacilaciones de la pequeña burguesía, las diferencias entre partidos, etc. Era imposible negarlo sin renegar abiertamente el marxismo. Pero todo ese universo pasó a moverse dentrode un universo nuevo, más vasto, el gran combate histórico de los pueblos contra el fascismo. De ahí, la necesidad de imponer una pausaa la lucha revolucionaria del proletariado, para eliminar el obstáculo que se interpuso en la lucha "normal" de las clases. Esta es la lógica interna de la nueva política, que Dimitrov trató de transmitir más que formular.

Pero esta lógica "intuitiva" que presidió el nacimiento del frente popular ya no era más que un condensado de las tesis derechistas, bukarinistas, social-demócratas, cuya penetración en las filas comunistas la IC había venido combatiendo en el período anterior.

La IC no subestimó hasta entonces la amenaza fascista, como generalmente se afirma. Simplemente, denunciaba "la construcción liberal de una contradicción entre fascismo y democracia burguesa, así como entre las formas parlamentarias y las abiertamente fascistas de dictadura de la burguesía", como "un reflejo de la influencia socialdemócrata en los partidos comunistas"[4]. La IC criticaba el "contrabando" de aquellos que presentaban el fascismo como "un nuevo sistema" de relaciones entre las clases y no simplemente como una nueva forma de dominio de la burguesía[5]

Fue ese contrabando que Dimitrov introdujo de forma sutil, como vamos a ver.

 

 

Democracia y fascismo

 

Aparentemente, Dimitrov no negaba que el fascismo era una nueva forma de dictadura de la burguesía. El fascismo, dijo, era la agresión terrorista de la burguesía, que buscaba en el asalto contra el movimiento obrero y en la preparación de la guerra salvarse de la crisis. Se manifestaba la debilidad del movimiento obrero, retrataba también la debilidad de la propia burguesía, incapaz de mantener su dictadura sobre las masas por los viejos métodos de la democracia burguesa y del parlamentarismo, como observó Stalin[6]

Pago, sin embargo, este testimonio de fidelidad a los principios, dio de inmediato un enfoque nuevo a la cuestión. Antes, la IC acentuaba sobre todo los puntos comunes, la unión orgánicaentre fascismo y democracia burguesa, porque sólo eso permitía entender las raíces sociales del fascismo, que la social-democracia se empeñaba en mistificar como un banditismo gratuito, una especie de plaga extraña la sociedad.

Dimitrov se ha centrado precisamente en la diferencia entre los dos regímenes. "La llegada del fascismo al poder no es la vulgar sustitución de un gobierno burgués por otro, sino la sustitución de una forma estatal de dominación de clase de la burguesía -la democracia burguesa -por otra forma de esta dominación, la dictadura terrorista declarada".[7]Y partió de esta distinción evidente para apagar lo esencial, es decir, que el fascismo brotaba por todos los poros de la sociedad democrática burguesa en crisis, como la solución necesaria para la burguesía para asegurar la continuidad de su dictadura de clase. Al concentrar las atenciones sobre la diferencia entre democracia burguesa y fascismo, diferencia tan gritante que a nadie hacía dudas, escamoteó aquello que era más necesario mostrar: los lazos entre ellas.

 

¿Cómo se había llegado al fascismo? La responsabilidad, señaló Dimitrov, cabía en primer lugar a los gobiernos burgueses, cuyas medidas reaccionarias habían abierto el camino y servido de etapas preparatorias al advenimiento de la dictadura. También los jefes social-demócratas eran responsables, en la medida en que habían escondido el carácter sanguinario del fascismo, no habían apelado a la lucha contra él, no habían preparado a las masas para reconocer en él a su enemigo.[8]Eran aún responsables, por último, los partidos comunistas, por la subestimación inadmisible dada al peligro fascista, obstaculizando la movilización del proletariado para la lucha.[9]

Hay quien ve en este balance una elevada combinación de intransigencia crítica y de autocrítica comunista. Ahora bien, lo que Dimitrov ocultó con esta distribución imparcial de responsabilidades fue el proceso de crecimiento gradual de las fuerzas fascistas en el seno de la democracia, amamantadas por ella. Ocultó la continuidad y el entrelazamiento entre los dos regímenes. En el caso de los demócratas, los Estados miembros de la Unión Europea (UE) y los Estados miembros de la Unión Europea (UE). Trazó en realidad, aunque tenía el cuidado de no decirlo, una línea de separación absoluta entre democracia burguesa y fascismo, para más fácilmente conducir a los comunistas a la opción ya programada: enlistar a los comunistas al servicio del liberalismo.

 

Utilizando una imagen sugestiva, cuando todavía era revolucionario, Kuusinen  comentará en el 13° Pleno del CEIC, en respuesta a las objeciones derechistas: "Nosotros no decimos que la democracia burguesa es lo mismo que el fascismo, también el huevo no es lo mismo que la gallina.[10]Fue esta relación orgánica entre los dos regímenes precisamente lo que Dimitrov hizo desaparecer. En él, el fascismo surge como una degeneración monstruosa, un cáncer que devoraba al organismo democrático, debido a la falta de vigilancia de los demócratas, de todos ellos: liberales socialistas y comunistas.

Cáncer tan ajeno al tejido social que ni siquiera representaba, al final, los intereses del capital financiero, sino sólo los de un puñado ínfimo, de los "elementosmás reaccionarios, más chovinistas, más imperialistas del capital financiero", sólo de los "ultraimperialistas" ; un régimen tan extraño a la sociedad burguesa que era una "barbarie medieval".[11]

Esta visión mecanicista, empobrecida, de la lucha de clases no fue casual. Ella era indispensable a Dimitrov para fundamentar la nueva perspectiva de la unidad esencial de las fuerzas democráticas frente al fascismo, del frente popular como una palanca para meter al proletariado en el campo democrático-burgués

 

Pequeña burguesía y fascismo

 

Toda la política dimitrovista de frente popular reposa sobre una nueva evaluación de la alineación de la pequeña burguesía ante el fascismo, a servir de justificación para una actitud nueva también del proletariado frente a la pequeña burguesía. Es este el esqueleto de clase oculto que sostiene toda su ideología unitaria antifascista.

El fascismo, viniendo a Dimitrov, no era una dictadura de la pequeña burguesía en revuelta que se había apoderado de la máquina del Estado, sino el poder terrorista del propio capital financiero.[12]Esta tesis, indiscutiblemente justa, parecería a primera vista una mera reafirmación de los análisis que la IC había venido haciendo en polémica con Trotski, Talheimer, Bauer y otros, que veían en el fascismo una contrarrevolución de la pequeña burguesía. Al reanudar la fórmula de la IC, Dimitrov la infligió pero en un sentido nuevo, que le modificó el alcance.

Hasta entonces, la IC subrayó la naturaleza social del fascismo como régimen del gran capital, pero simultáneamenteel papel activo que en él desempeñaba la pequeña burguesía y que hacía su tremenda fuerza de masas. El fascismo, concluyó el 6º congreso, era la "ofensiva de la reacción burguesa-imperialista", "la dictadura terrorista del gran capital", que se apoyaba en la desesperación de las capas pequeñoburguesas y de los intelectuales, así como de ciertos sectores obreros, que trataba de corromper.[13]

El esqueleto de masas del fascismo, decía el 11º Pleno, estaba en las capas arruinadas y desclasificadas y en la "pequeña burguesía urbana, campesinos ricos, una gran parte de los estudiantes, del clero, de los militares, etc".[14]Como ya se ha acentuado en el 5º congreso, "sin duda, la pequeña burguesía constituye la materia con que se ha forjado la herramienta del fascismo, pero lo decisivo no es la materia de que se hace la herramienta, sino los fines que ésta sirve. , el fascismo está exclusivamente al servicio de la conservación y seguridad del dominio de clase de la burguesía.[15]

Esta idea de que la pequeña burguesía no era la causa última ni el beneficiario del fascismo, pero era sin duda su materia, fue eclipsada en el informe de Dimitrov. La pequeña burguesía aparece allí sólo como víctima del fascismo, no como su detonador activo.

La pequeña burguesía, dijo, se dejaba llevar a remolque de los fascistas, desorientada por la crisis. Nunca los habría seguido si hubiera entendido su verdadero carácter de clase.[16]El fascismo prometió la salvación de la nación, había jugado con el "sentimiento de justicia de las masas", con sus tradiciones revolucionarias, con todo lo que había de "sublime y heroico" en el pasado de los pueblos.[17]¿Quién no absolvería a las masas pequeñoburguesas y sus partidos del engaño en que se habían caído?

El caso es, sin embargo, que este cuadro no tiene nada que ver con la realidad. Dimitrov omitió deliberadamente el papel de la pequeña burguesía de Alemania, Italia, Austria, Polonia, etc., como motor de arranque y fuerza de choque aguerrida de la escalada fascista, fanatizada por el deseo rencoroso de meter en el orden a todo precio el movimiento obrero amenazador, se vengar en los obreros de las frustraciones de la crisis, de prohibir el espectro del bolchevismo.Trató de hacer olvidar que el fascismo había nacido como movimiento pequeñoburgués, sólo después capitalizado por la gran burguesía, como era inevitable. Trasformó el movimento contra-revolucionariode la pequeña burguesía en una ingenua aspiración de justicia que la llevaba a caer en la esparadra armada por los fascistas (como si los fascistas no fueran ellos mismos militantes pequeñoburgueses, más tarde asolados por los grupos financieros). Vació todo el rico proceso social que dio nacimiento al fascismo, para poder presentar a la pequeña burguesía ilusionada de culpas, del lado del proletariado y sólo víctima de su buena fe.

 

Así pues, blanqueada la pequeña burguesía en cuanto a responsabilidades en el surgimiento del fascismo, Dimitrov pasó a la siguiente operación, que consistió en establecer el carácter revolucionario de la oposición pequeñoburguesa, carácter revolucionario que competiría al proletariado para venir al de arriba, mediante su apoyo político.

"Esas masas (del campesinado y de la pequeña burguesía urbana) es aceptado aceptarlas tal como son y no como quisiéramos que fueran. Y sólo en el transcurso de la lucha que sobrepasarán sus dudas y vacilaciones, sólo si tomamos una actitud de paciencia a sus inevitables vacilaciones y si el oprobio les da su apoyo político es que se elevarán a un grado superior de conciencia revolucionaria y de actividad,"[18]

Con esta posición, Dimitrov escamoteó el hecho de que la oposición pequeñoburguesa al fascismo, que se empezaba a levantar a medida que era marginada del nuevo poder y que sobre ella recaía una parte del pillaje y del terror de la dictadura, era esencialmente diferente de la del proletariado, porque apuntaba a otros objetivos. Era la oposición inconsistente de las capas burguesas intermedias, arrepentidas de la aventura en que se habían metido, temerosas de los demonios que habían liberado, pero de ningún modo interesadas en abrir las puertas a la "aventura", peor aún, que sería la insurrección revolucionaria antifascista.

Se puso a luchar contra el fascismo, en la medida en que él la rodeaba a la pared y no le dejaba otra alternativa, la pequeña burguesía se refería sólo al retorno al liberalismo. En el marco de su lógica de clase, el proletariado se dirigía a este objetivo con promesas difusas de mayor justicia social y más democracia, y sobre todo con muchas exigencias de unidad. Los jefes más clarividentes de la democracia burguesa podían ya entrever, más allá de la caída controlada del régimen fascista, una nueva época de esplendor de la democracia, con los obreros más dóciles en el acatamiento de las reglas del juego liberal, después de haber hecho la experiencia del látigo despiadado del fascismo. Hay males que vienen por bien...

Era precisamente esta dualidad de vías antifascistasque se imponía desvendar ante la clase obrera, para elevarla a la comprensión de sus tareas de clase y permitirle hacer un uso revolucionario de la alianza antifascista. Sólo si los obreros, y en primer lugar los comunistas, estuvieran prevenidos acerca de la diferencia entre su antifascismo y el antifascismo de la burguesía democrática, podrían intervenir con independencia en este nuevo terreno de lucha, maniobrar y hacer compromisos, para utilizar y no ser utilizados, y puedan hacer desembocar el movimiento antifascista en una insurrección revolucionaria contra el poder del capital y no en una miserable reedición "mejorada" del liberalismo.

Dimitrov, sin embargo, en vez de ocuparse de la elevación de la conciencia revolucionaria de los obreros, prefirió ponerlos a tratar de "elevar la conciencia revolucionaria" de la pequeña burguesía, o sea, se hacen el remolque de ella y ganarle las buenas gracias. nos citemos:

1 "explicarle pacientemente de qué lado están sus intereses";

2 desarrollar "una acción decidida del proletariado revolucionario por la defensa de las reivindicaciones de estas capas sociales";

3 "acabar con el desdén y la actitud de indiferencia" hacia los partidos de la pequeña burguesía y "abordarlosde manera justa"[19]

Apoyo político del proletariado a la pequeña burguesía, defensa de sus reivindicaciones, cooperación con sus partidos - he aquí, en términos crudos de clase, la esencia del proyecto dimitrovista de frente popular. Justificaba plenamente la objeción entonces planteada de que se trataba de un "bloque sin principios con las organizaciones pequeñoburguesas"[20]

 

 

Nación y fascismo

 

La misma lógica que llevaba a Dimitrov a contraponer la democracia (burguesa) al fascismo, para ganar mayor base unitaria, lo llevó a intentar servirse del concepto de Nación para aislar el fascismo. Era obviamente más fácil agrupar fuerzas para combatir el chovinismo brutal y agresivo de los fascistas a partir de las posiciones del nacionalismo "democrático" que a partir de la plataforma internacionalista revolucionaria del proletariado.

 

[1]Manuilski, 127.

[2]Dimitrov, 55-57.

[3]Kiuliovski, 11-12.

[4]Agosto, III, 207.

[5]Degras, III, 260.

[6]Dimitrov, 25-26.

[7]Id., 28.

[8]Id., 28-29.

[9]Id. 39-40.

[10]Degras, III, 317.

[11]Dimitrov, 27-30.

[12]Id. 27.

[13]Programa dalC, 36-38

[14]Manuilski, 55

[15]Congresso, I, 310. Dimitrov, 27-28.

[16]Id.,29 y 94.

[17]Id.,42

[18]

[19]A IC (IML), 111, 59

[20]Dimitrov, 96-97.

 

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