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NOTA: Este texto se ha escrito para las Jornada de autoformación de Corriente Roja sobre la cuestión nacional. Se ha escrito antes de las manifestaciones de Barcelona y Donostia del pasado sábado 10 de junio. Muy probablemente, las dos versiones fundamentales del nacionalismo español analizarán con detalle lo que expresan a gritos las muchedumbres que han “votado con sus pies” a favor de la independencia nacional de sus pueblo catalán y vasco. En este sentido, pienso que el borrador presentado a las compañeras y compañeros de Corriente Roja, organización marxista consecuente, es decir, internacionalista y revolucionaria, sirve también para todas las personas y grupos que no se arrodillan ante el terror material y simbólico del nacionalismo imperialista español.

 

1.- PRESENTACION:

 

  1. Antes que nada, os agradezco el reto que me habéis lanzado al pedirme que viniera a vuestras Jornadas de autoformación para debatir sobre la construcción histórica del nacionalismo español y la identidad vasca. Digo que es un reto por tres razones: porque el tema a debate afecta a una de las contradicciones irresolubles del capitalismo español; otra, porque además para un independentista y comunista vasco esta contradicción se extiende a la vez a la construcción histórica del nacionalismo francés, lo que nos obliga a disponer de una perspectiva más amplia; y, por último, porque, me habéis dado muy poco tiempo para ordenar y escribir las tesis que ahora os presento, lo que me obliga a prescindir de las citas y referencias bibliográficas y a dejar para más adelante una explicación detallada sobre la génesis de la identidad vasca, entre otras razones porque tendría que extenderme en le formación del capitalismo francés y también en un período en el capitalismo inglés y británico, que ha sido más importante de lo que se cree en la formación de la actual Euskal Herria.
  2. Para colmo de limitaciones, por una azarosa desgracia de última hora me ha sido totalmente imposible acudir en persona a exponeros estas tesis para debatirlas con vosotras y vosotros. Os pido mil perdones, en serio. La única solución que se me ocurre es la de avanzaros ahora unos puntos de resumen rápido del texto, y luego el texto entero.
  3. El nacionalismo español es producto de una larga construcción ideológica realizada por las clases dominantes a lo largo de varios siglos pero con un punto decisivo centrado en el primer tercio del siglo XX. Como todo nacionalismo, en su seno coexisten en unidad y lucha de contrarios dos corrientes: la de las clases explotadoras, propietarias de las fuerzas productivas, que crean el grueso, la mayoría y la oficialidad referencial de ese nacionalismo, con su cultura de elite y universitaria, y su escritura y formas de arte, etc., en cuanto instrumentos de poder y alienación; y la de las clases explotadas que solamente pueden crear mal y con muchas limitaciones lo que se define como cultura popular, que es objeto de una desesperada presión manipuladora por la cultura oficial y dominante, para reducir la cultura popular, creativa y crítica, a mera culturilla de masas.
  4. En los Estados que han obtenido u obtienen parte de sus beneficios económicos con la opresión nacional y explotación imperialista, la ideología nacionalista, la cultura y la propia lengua oficiales terminan convirtiéndose en instrumentos de dominación de esos pueblos explotados pero también de las propias clases trabajadoras de la nación opresora. La opresión nacional que ejerce un Estado termina más temprano que tarde determinando toda la estructura conceptual, cultural e ideológica del pueblo que oprime a otro pueblo. Aunque sus efectos alienantes varían en las clases sociales del pueblo opresor, todas ellas se benefician en mayor o menor grado, pero siempre en alguno, de las sobreganancias de todo tipo, materiales y económicas, culturales y simbólicas, y también las sexuales, que se extraen con la explotación imperialista.
  5. La historia oficial de España construida de forma abrumadoramente mayoritaria por la versión dominante de su nacionalismo, la versión reaccionaria e imperialista, esta historia ha creado una línea ascendente que va desde las “aportaciones españolas” a la civilización europea mediante el imperio romano, hasta el presente más actual. Incluso, sin afán alguno de hacer bromas baratas de una técnica de manipulación tan efectiva como es la del deporte de masas industrializado, ahora mismo vemos cómo la derechona españolista habla con orgullo de las supuestas “aportaciones del fútbol español” al deporte mundial.
  6. La burguesía española habla así porque sabe de los grandes beneficios políticos y económicos que se obtienen con la manipulación del complejo y enrevesado mundo de los sentimientos colectivos e identitarios, del imaginario, de las tradiciones culturales, etc. Semejante universo palpita muy frecuentemente de forma inconsciente o subconsciente, emotiva, siendo por ello manipulable con facilidad mediante técnicas psicopolíticas estrechamente relacionadas con las técnicas del marketing de ventas del consumismo compulsivo e irracional. Y el fútbol, como una de las ramas más rentables de la industria del consumo alienado de masas, del llamado “ocio”, es de lo más rentable no sólo en lo económico, sino también en lo político y en determinados períodos de crisis sobre todo en el azuzamiento del nacionalismo imperialista.
  7. Resumimos en cuatro fases y momentos críticos la creación del nacionalismo español. Las dos primeras son puramente ficticias en lo material, pero efectivas en lo ideológico. La primera es la supuesta aportación de los “emperadores españoles” de Roma a la civilización, de modo que, como veremos, se va creando ya desde entonces una ideología que se remonta a un mito clave de la civilización burguesa europea: la de los efectos beneficiosos del imperialismo romano, con su “ciudadanía universal” decretada por el emperador Caracalla, etc. De este modo, el nacionalista español actual pretende enraizar con valores supuestamente universales y protodemocráticos, falsificando totalmente la historia de Roma.
  8. La segunda fase es la de la catolización del Estado visigodo impuesta por Recaredo, que cierra la época de la identidad arriana y germana de la “historia española”, para inaugurar su verdadera esencia católica y occidental, la que estuvo a punto de desaparecer por la invasión musulmana, pero pudo pasar a la Reconquista gracias a los efectos beneficioso del III Concilio de Toledo. Esta tesis termina de redondear la anterior, la de las aportaciones a Roma, para abrir la fase que va de la Reconquista a la Evangelización de América y al Siglo de Oro, época de esplendor que es en sí misma la tercera fase de la creación del nacionalismo español.
  9. Los Reyes Católicos aparecen, desde esta visión idealista, como el nacimiento de la “nación española”, junto a los Tercios y la Evangelización, junto a Trento y al imperio en el que no se pone el sol. Según sean las versiones más o menos reaccionarias del nacionalismo español, se insistirá en uno u otro de estos recursos ideológicos para soldar una visión lineal y simplona del problema. Lo que ocurre es que la realidad histórica es tan aplastante por su dureza descarnada que no se puede seguir negando muchos acontecimientos, y entre ellos el de la decadencia española, que es interpretada de diferentes formas según los intereses particulares.
  10. Por último, la cuarta fase y definitiva a nuestro entender es la del primer tercio del siglo XX, aunque viene precedida por señales anteriores como es lógico. El nacionalismo español toma cuerpo definitivamente en medio de una crisis total de retroceso y empobrecimiento, lo que refuerza a las componentes más militaristas y reaccionarios en detrimento de los progresistas que siempre han existido, pero que van cediendo terreno desde el siglo XIV, y que desde mediados del siglo XIX aparecen representados por el federalismo republicano, que ha sido un auténtico fracaso histórico.

 

2.- CUESTIONES DE MÉTODO Y PRIMERA FASE

 

  1. Una de las dificultades del marxismo radica en las diferentes “lecturas” que se pueden hacer de este cuerpo teórico, que más que un “cuerpo” acabado es un método en permanente evolución creativa. Ciñéndonos a la denominada “cuestión nacional”, debemos preguntarnos sobre qué problemática específica queremos estudiar como base para avanzar luego en otras investigaciones: ¿la de los testos juveniles de Marx y Engels sobre los “pueblos sin historia”, sobre que si el proletariado no tiene patria, etc., o sobre la inminencia de otra oleada revolucionaria a comienzos de los ’50 del siglo XIX y la prioridad de una lectura meramente democraticista de las reivindicaciones nacionales? ¿O la lectura simplemente política en el sentido de los intereses inmediatos del movimiento socialista en la Europa de la segunda mitad del siglo XIX, centrándonos en los debates sobre el colonialismo y sobre Polonia e Irlanda, por ejemplo? ¿O la lectura más profunda y sistemática sobre las formaciones precapitalistas, sobre los “sistemas nacionales de producción precapitalista”, sobre las “grandes naciones asiáticas” anteriores al capitalismo, sobre el papel de la explotación de los pueblos por el capital comercial, sobre las sorprendentes líneas de investigación que se abren en el capítulo sobre la acumulación originaria de capital, etc., etc.? ¿O sobre las implicaciones de sus estudios últimos sobre etnografía, que son una mina apenas explotada de sugerencias en bruto a cerca del tema ahora a debate?
  2. ¿Cuál de estas cuatro lecturas de Marx, y de Engels, aunque por razones de tiempo ahora no puedo extenderme sobre éste, es la más conveniente para nuestro debate? ¿O no será que debemos sintetizar las cuatro en un método único que las abarque? Más preciso aún, ¿no será que ese método ha de tener como lógica interna el valor que Marx otorga durante toda su obra, desde su carta a Ruge de 1843 hasta sus resúmenes de las obras de Morgan y de John Budd Phear de finales de 1880 y mediados de 1881, a la fuerza de los sentimientos de identidad de un colectivo cuando es agredido desde el exterior? Pensamos que en la obra de Marx existe esa especie de idea-fuerza que late o aparece en muchos textos, que se va enriqueciendo a medida que investiga en la historia, y que reconoce la importancia de la identidad colectiva, con todas sus contradicciones internas nunca negadas, en la evolución y en la revolución.
  3. Uno de los problemas a resolver más importantes, y en el que no vamos a extendernos aquí, es el de la interacción de las identidades colectivas con los modos de producción y su plasmación en las formaciones económico-sociales; y una forma especialmente decisiva de dicho problema es el de apreciar tanto las contradicciones sociales, clasistas, de sexo-género, etc., en el interior de esas identidades como su devenir al son de la luchas socioeconómicas, evolución que perfectamente puede concluir en su exterminio más o menos rápido, en su lenta agonía, en su mestizaje con otras identidades más poderosas, o en su elevación a identidad dominante tras absorber a otras, subsumiéndolas, o tras terminar con ellas. Al igual que las hordas, clanes, tribus, etnias, pueblos y naciones están en permanente evolución lenta o rápida, en tendencias a la desaparición y/o a la fusión con otras, y en procesos de aparición de nuevas contradicciones internas y choques e influencias externas, por ello mismo sus identidades internas sufren las mismas transformaciones, cambios y resultados.
  4. Desde esta perspectiva podemos decir sin temor a error que no existe esencia inmutable alguna en lo relacionado con las identidades colectivas, populares y nacionales, y que su permanente cambio es parte del cambio permanente de sus respectivos colectivos, pueblos y naciones. Más aún, en aquellas colectividades en las que las contradicciones clasistas, de sexo- género y etno-nacionales están muy agudizadas, reflejándose en la política estatal, en estos casos cada ve más frecuentes en la escala de los modos de producción basados en la explotación de la mayoría por la minoría, en estos casos existe una deliberada intervención de los aparatos que aseguran la explotación para imponer las identidades explotadores y debilitar o exterminar las identidades explotadas.
  5. Sin duda este es el caso del Estado español, que dispone de una serie de aparatos burocráticos especialmente dedicados a reforzar y asegurar la expansión del nacionalismo imperialista español en detrimento de las ideas nacionales de los pueblos que explota. En toda sociedad escindida por la explotación, la identidad está también escindida en dos bloques, el dominante y el dominado, y esta unidad de contrarios en lucha es la causa por la que el sector explotador crea aparatos especiales para recrear y reforzar su identidad, buscando el exterminio de la contraria. El caso de la identidad patriarcal es paradigmático: según sean los modos de producción, la explotación sexo-económica básica de la mujer por el hombre se adapta a exigencias de cada modo de producción resultando el sistema patriarco-tributario, el patriarco- esclavista, el patriar-feudal y el patriarco-burgués, muy básicamente expuesto. Del mismo modo, la identidad colectiva escindida por las primeras formas de explotación social existe ya en los pueblos del modo tributario, del modo esclavista, feudal y burgués.
  6. Pero esta visión dialéctica de la historia es negada por la esencialista e idealista, inmutable en el fondo aunque pudiera admitirse algún leve cambio de matiz en su forma, siempre fugaz e intranscendente. En el caso de la península ibérica, la versión dominante y cuasi oficial del nacionalismo español sostiene que la “idea de España” ya estaba latente en germen, embrionariamente, en las resistencias coordinadas de algunos pueblos celtas e íberos a la dominación cartaginesa y romana, por no hablar de quienes ya ven “españoles” en los habitantes de Atapuerca de hace 300.000 años o antes. Sagunto y Numancia serían los crisoles de la “esencia española” tal cual se estaba formando entonces. A partir de aquí, no existe rubor alguno en sostener que la “esencia de España” dio cinco “emperadores españoles” –Galva, Trajano, Adriano, Máximo y Teodosio-- a Roma y Bizancio, que rescataron al Imperio de sus crisis. Las “virtudes hispanas” también se plasmaron en Séneca, “filósofo español” decisivo para la cultura romana y mundial.
  7. La “España romana” aparece así como el primer gran logro histórico de la “esencia española” que, mediante Roma, hace una gran aportación político-filosófica a la civilización europea. Fijémonos en que estas aportaciones tienen dos contenidos que serán ensalzados como básicos de la “identidad española” y como básicos en la cultura eurooccidental, destinada a ser la dominante en el mundo. El primero es el de “centinela de la civilización”, en el sentido de las medidas de Trajano, Adriano y Teodosio destinadas a recomponer y asentar el poder imperial frente a los peligros exteriores, extendiendo las fronteras del imperio hasta los límites precisos para su mejor defensa, o recuperando grandes partes de los territorios perdidos por la invasión de los bárbaros, como hizo Teodosio. La segunda es la filosofía estoica de Séneca, por sus virtudes serenas de ver la vida, y a la vez por ser una de las filosofías paganas que facilitó la creación del cristianismo como religión imperial, junto a los ritos de Mitra y de las religiones tributarias, y al reaccionario idealismo platónico.
  8. Naturalmente, en esta versión nacionalista española no aparece el otro lado, el de la sangre y el sufrimiento del esclavismo, de la civilización de la crueldad que era Roma, de sus implacables exterminios genocidas padecidos por multitud de pueblos que se negaron o se resistieron a su dominación. 

 

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