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NOTA PREVIA:                         

 

El texto que sigue está formado por las respuestas realizadas a unas preguntas que me hizo un movimiento popular de Nafarroa. Amnistiaren Aldeko Mugimenduak kaleratuko duen Nafarroan 2007ko urtean eman diren eskubide urraketen bilduma. Con el título: "Nafarroan, alarma gorria"

Las preguntas son las siguientes:

  1. ¿DE QUÉ ESTAMOS HABLANDO CUANDO HABLAMOS DE “CONTROL SOCIAL”?
  2. ¿PODRÍA SER UNA DE LAS BASES DEL FAMOSO “TODO ATADO Y BIEN ATADO”?
  3. ¿POR QUÉ SE HABLA TAN POCO DEL CONTROL SOCIAL?
  4. EN LOS ÚLTIMOS AÑOS, ESTE CONTROL SE DICE QUE HA AUMENTADO A LA PAR DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS, ¿CREES QUE ES ASÍ?
  5. CONCRETAMENTE, ¿PARA QUÉ LES PUEDE SERVIR TODA ESTA      INFORMACIÓN?
  6. EL ESTADO, EMPRESAS,… ¿LEGALMENTE SE PUEDE HACER ALGO PARA EVITAR TANTO CONTROL?
  7. ¿Y SOCIALMENTE?

Antes de iniciar las respuestas pienso que es necesario decir que por falta de tiempo recomiendo que se lean otros dos textos anteriores disponibles en Internet: “Control social, control mediático y represión”, con fecha del 12 de agosto de 1997, y “¿Podemos hablar sólo de represión cuando hablamos de represión”, con fecha del 29 de enero de 2001. Pero muy especialmente recomiendo que se baje de Internet y se estudie con detenimiento el imprescindible texto de Victor Serge titulado: “Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión”, verdadera obra de arte, en el sentido marxista de la palabra, escrita en 1925 gracias a un impresionante y sistemático trabajo de síntesis de los archivos de la poderosa policía secreta zarista, la Ojrana. Una investigación que sigue manteniendo toda su dramática actualidad ya que no ha desaparecido lo esencial de la represión burguesa, al contrario, leyendo a V. Serge vemos cómo el tiempo transcurrido desde 1925 no ha hecho sino acrecentar la urgencia de profundizar en las enseñanzas que este bolchevique propuso entonces. Por último, al final de cada respuesta larga aparece una especie de resumen, que no es sino la respuesta concreta enviada a los compañeros y compañeras de Nafarroa.

El concepto de “control social” es especialmente significativo porque habiendo surgido de la sociología yanqui, sin embargo, una vez depurado de su contenido burgués, confirma la validez del marxismo ya que puede ser utilizado en su nuevo contenido revolucionario como arma de crítica y emancipación. No debe extrañarnos esta capacidad del marxismo para subsumir algunas aportaciones de la sociología y de otras “ciencias sociales” burguesas. Sin el conocimiento desarrollado por las clases explotadoras jamás habría podido  crearse no sólo el marxismo, sino tampoco el socialismo en su generalidad, e incluso ni siquiera las utopías prosocialistas de la Edad Media. Más aún, sin el conocimiento de las clases y castas explotadoras no occidentales, asiáticas y de otros continentes, el socialismo de origen europeo jamás habría arraigado en todo el planeta, adaptándose a circunstancias sociohistóricas diferentes a las europeas. La capacidad de absorción de todo lo progresista y liberador de la cultura humana es algo inherente a la dialéctica materialista.

Fue la sociología norteamericana la que  desarrolló el concepto de “control social”. Tomando la idea básica de H. Spencer, uno de los padres intelectuales de actual neoliberalismo, cuya lectura era muy frecuente en las universidades yanquis de la segunda mitad del siglo XIX, entre finales de este siglo y comienzos del s. XX E. Ross inició el estudio sistemático de este concepto cuando la burguesía norteamericana se preguntaba sobre cómo integrar en su sistema las enormes tensiones, contradicciones y luchas sociales que se estaban librando desde hacía pocos años al aumentar sobremanera la llegada de inmigrantes europeos con sus costumbres y también con sus teorías socialistas, anarquistas y sindicalistas, cuando la industrialización acelerada creaba una clase trabajadora con fuertes reivindicaciones sociales en base a estas teorías, y cuando el naciente imperialismo yanqui empezaba a desbordar los límites de su expansión en el “patio trasero”, en las Américas del centro y del sur.

La intelectualidad burguesa yanqui no se había planteado antes estos problemas porque no tenía necesidad de explicar teóricamente por qué, cómo y para qué integrar a las naciones indias originarias ya que simplemente se las exterminaba o se las condenaba a extinguirse en vida en las reservas, verdaderos zoológicos humanos; tampoco tenía mayores problemas con las poblaciones descendientes de los esclavos africanos porque, tras concederles la “libertad”, se les había sometido a una peor esclavización, menos visible, más sutil y maquiavélica, la esclavización legal del apartheid práctico.

Anteriormente, la intelectualidad burguesa europea ya había tenido que resolver problemas esencialmente iguales para lo que creó la sociología, es decir, la “ciencia social” que tiene dos objetivos prioritarios: uno, conocer las causas de las “tensiones sociales” para desactivarlas en su raíz e integrarlas en el sistema capitalista, y otro, luchar contra el socialismo en cualquiera de sus expresiones, pero especialmente contra el marxismo. Desde Comte hasta cualquier escuela o universidad actuales en las que se enseña esta “ciencia social”, ambos objetivos han sido y son una constante, y conforme aumenta la complejización de las de las contradicciones inherentes al capitalismo, también se crean nuevas ramas específicas de esta “ciencia”, ramas que tienen los mismos objetivos básicos comunes pero aplicados a todos los problemas que dicha complejización va creando, desde las nuevas formas de explotación asalariada, hasta las nuevas formas de resistencia social, pasando por todos los problemas de orden e integración, sin olvidar otros como el consumo, la moda, la sexualidad, etc.

Hay que decir que la sociología surgió como parte integrante de una respuesta global elaborada por la fábrica intelectual burguesa ante los problemas estructurales que le planteaban las resistencias de las clases, pueblos y sexos a la explotación capitalista, en primer y decisivo lugar, y luego, al problema teórico irreconciliable e irresoluble que le planteaba el marxismo como síntesis posterior de esas luchas previas. La sociología fue una respuesta concreta inserta en una respuesta general, en la que también destacaban otras “ciencias” como la antropología, la etnología, la psicología, la historia, la filosofía, la economía política, etc. Su formación siempre ha ido unida a las resistencias obreras y populares, a las resistencias de los pueblos, y en especial a la lucha contra el marxismo.

El orden cronológico de formación de esta respuesta respondió a las necesidades urgentes del capitalismo, empezando por las necesidades contra el feudalismo y absolutismo, y de aquí la aparición de la filosofía y de la política; siguiendo por la necesidad de explicar el origen de la riqueza a partir del trabajo humano negando la existencia objetiva de la explotación, de la producción de valor y de la plusvalía, y de aquí la economía política clásica y luego vulgar; para adentrarse en la sociología cuando irrumpió el movimiento obrero organizado, en la antropología, la etnología y la arqueología cuando se multiplicaron las resistencias de los pueblos al colonialismo y al imperialismo y cuando, a la vez, se agudizaron los choques inter coloniales e inter imperialistas, lo que hacía que muchos antropólogos, arqueólogos y etnólogos pertenecieran a los servicios secretos de sus respectivos Estados; en la medicina burguesa cuando había que sanar a la fuerza de trabajo para explotarla al máximo, en la psicología cuando había que sanar la mente agotada de las masas, en la criminología cuando había que controlar la llamada “delincuencia”, en la sociobiología cuando había que defender la superioridad racial de Occidente ante el mundo y de la burguesía ante las clases explotadas…

Más aún, la joven sociología yanqui que pretendía resolver los problemas de orden, control e integración, tenía a su favor el conjunto de medidas restrictivas, algunas muy severas, aplicadas por el Estado que pretendían restringir y seleccionar la entrada de emigrantes. Así, en la práctica, si bien en el plano de la ideología de los sociólogos dominaba la tesis de la no injerencia del Estado en la “libertad individual”, de hecho, el Estado estaba presente en el inicio mismo del proceso de selección de la fuerza de trabajo emigrante, decidiendo quien podía ser admitido y quien no. Quiere esto decir que al margen de las discusiones abstractas sobre la libertad individual, la no injerencia del Estado, la independencia valorativa de la “ciencia social”, etc., en la realidad el poder de la burguesía condicionaba el proceso entero de elaboración teórica ya que los sociólogos tuvieron que trabajar intelectualmente sobre una “materia prima” ya condicionada y predeterminada por imposiciones estatales. La sociología yanqui no surgió, por tanto, gracias a un pensamiento libre de toda influencia estatal burguesa, sino sólo a partir de una previa determinación legal de su campo de estudio. Dejar esto sentado es muy importante porque muestra cómo el origen del concepto de “control social” estaba ya controlado de alguna forma por la burguesía.

Al ser parte de un proceso, la teoría del “control social” toma componentes teóricos ya elaborados pero no sólo por la sociología sino también por el resto de “ciencias sociales”, práctica por otra parte normal e inevitable porque esos conceptos son esencialmente intercambiables entre todas las corrientes y especialidades de la “ciencia social”, tras las adaptaciones imprescindibles,  debido a que esta “ciencia” tiene además de las dos prioridades vistas también y por ello mismo una coherencia interna que le viene de su origen y naturaleza de clase. Resulta muy significativo que Ross estuviera también muy preocupado por la aplicación de la psicología y por el estudio de la criminalidad, pero aún es más ilustrativo el que dedicara dos sendos estudios en 1921 y 1923 a los efectos de la revolución bolchevique de 1917.

La vida de Edward Ross es un ejemplo práctico de la interacción entre todos los componentes de la “ciencia social” burguesa, de la sociología, psicología, criminología, política, historia… de la misma forma que lo había sido con anterioridad la vida de Comte, fundador de la sociología,  al que Marx rindió honores por sus conocimientos cuantitativos pero despedazó sin piedad por su pobreza metodológica y de síntesis dialéctica, comparadas con la de Hegel. También Marx y Engels, y otros muchos marxistas, son un ejemplo de interacción de conocimientos parciales en una síntesis superior, pero un ejemplo no comparable con la de los sociólogos porque el marxismo se mueve en un universo antagónico e irreconciliable con el de la sociología como veremos más adelante al analizar en detalle lo que se oculta tras el control social capitalista. Y si bien no faltan en la sociología algunas versiones el “control social” que tienen facetas democrático-burguesas, especialmente alrededor de la llamada Escuela de Chicago, con el tiempo este concepto fue monopolizado por la poderosa y dominante corriente funcional-estructuralista, el pilar central de la sociología durante medio siglo de dominación imperialista yanqui, y que sigue activa en buena parte de las aplicaciones de la sociología a los problemas del sistema capitalista.

Después, otras corrientes y modas sociológicas le han añadido matices nuevos, diferentes, forzadas por, como mínimo, cinco razones interrelacionadas: una, la necesidad del capitalismo por asegurar el correcto funcionamiento del proceso entero de realización de sus beneficios; dos, el aumento de las luchas sociales a escala internacional con el correspondiente aumento de la vigilancia y de la represión de los Estados, pero también de otras instituciones extraestatales y paraestatales; tres, respondiendo a estas situaciones y a las misma necesidades económicas capitalistas, se expande la industria del telecontrol, de la vigilancia electrónica, de la observación, clasificación y encasillamiento de las personas, de la especialización de las represiones; cuatro, como efecto de lo anterior, la sociología debe responder adecuando periódicamente el concepto de “control social” a las nuevas y cada vez más complejas contradicciones, y, quinto, a la vez y debido a la propia dependencia económica de la casta intelectual burguesa, periódicamente surgen modas intelectuales más o menos “críticas” sobre el “control social” que sin embargo no atacan su raíz burguesa

 

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