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Advertencia

El caso de Rubin y de su escuela, perseguidos y silenciados en los campos de concentración estalinianos bajo la infamante acusación de "idealismo menchevizante", constituye un episodio significativo de la oposición intelectual de los años 20 al naciente "materialismo dialéctico" soviético, aunque haya sido menos conocido que los casos de Lukacs y de Korsch. El nombre de Rubin figura junto a los de Groman, Bazarov, Bujarin, Preobrazhenski en el rico debate económico de los años 20 sobre el problema del desarrollo económico. Más aun, según Rosdolsky, Rubin y su escuela representaron junto a Preobrazhenski el desarrollo metodológico más avanzado de aquel "periodo de oro" de la ciencia económica soviética. Además de los Ensayos que hoy publicamos por primera vez en español, Rubin escribió en 1930, La doctrina marxista de la producción y del consumo, que aún hoy permanece inaccesible a los estudiosos, y que tiene el mérito excepcional en el campo marxista de haber sido la única obra en la que se destaca la gran importancia que tiene el valor de uso en la crítica de Marx a la economía política

Los Ensayos sobre la teoría marxista del valor representan una lectura de El capital centrada en la teoría del fetichismo de las mercancías y en la teoría del valor, en relación con la crítica de la economía política. La teoría del valor de Marx no es una teoría económica valida para todo tipo de sociedad (inclusive la socialista) puesto que refleja las relaciones de producción cosificadas del capitalismo. Las categorías económicas no son entonces abstracciones "inocentes", sino formas materiales en las que se reflejan determinadas relaciones de producción sociales. La teoría del fetichismo no es, por ello, un apéndice secundario de la teoría del valor; representa, por el contrario, la "teoría general de las relaciones de producción en una sociedad capitalista mercantil". La actualidad de esta posición, que concibe a la economía política como ciencia de las relaciones "entre los hombres" en el proceso de producción material, es destacada por Fredy Perlman en su trabajo introductorio al libro de Rubin. La Perlman contrapone esta posición a las concepciones de los modernos apologetas del neocapitalismo (Samuelson), que definen a la economía en forma fetichista como la elección de los recursos materiales disponibles en un ámbito de escasez. Sin embargo, la Perlman tiende finalmente a interpretar esta historia del fetichismo en un sentido genéricamente "humanístico", lo cual termina por no ofrecer una versión adecuada de las perspectivas reales de Rubin.

 Se trata por sobre todo de leer históricamente a los Ensayos, en relación con el debate económico de los años veinte. El límite de fondo de aquel debate (en el que "voluntaristas" y "deterministas" se enfrentaron con una riqueza de perspectivas que sólo parcialmente se vio reflejada por la sucesiva conformación de una "izquierda" y de una "derecha") sigue siendo el de haber definido un modelo de "crecimiento" económico basado sobre una industrialización forzada animada por el propósito de lograr la "máxima productividad" en competencia global con el sistema capitalista. En última instancia, derecha e izquierda se montaron sobre esta opción "productivista" y en cierto sentido no eran más que el anverso y el reverso de la misma moneda. Es en relación con esta opción donde la posición de Rubin presenta la mayor originalidad. El rechazo a concebir la economía según el modelo de una simple "ingeniería social" basada sobre considerandos productivistas, constituye una "apertura" que rebasa el marco teórico de con junto. Nos encontramos frente a un "uso" de las temáticas de la cosificación y del fetichismo, en  el campo concreto de las opciones económico-sociales, que tiene un signo distinto de la recuperación "filosófica" de las mismas temáticas debida al marxismo "occidental", y que proyecta una luz nueva sobre las pol6micas de entonces y las de hoy.

En sus Ensayos, Rubin encara también un tema de gran actualidad a partir de las elaboraciones althusserianas: el de la relación entre la concepción de la alienación del joven Marx y la teoría madura del fetichismo. Rubin se opone a una reducción "filosófica" del fetichismo a la alienación, pero también a una separación artificiosa entre el joven y el "viejo" Marx. La discusión encarada por Rubin, aunque en algunas partes se resiente por su esquematismo, y vista desde la perspectiva actual, por su ingenuidad, es sin embargo ampliamente anticipadora y puede quizás ayudar a esclarecer los términos de un debate empantanado en rígidas oposiciones de principio que suprimen directamente el concepto de "alienación" y que tienden a absorberlo en el de fetichismo.

7        El análisis del fetichismo llevado a cabo por Rubin en el terreno concreto de las categorías económicas marxistas, hace emerger la potencialidad crítica de la teoría del fetichismo para la crítica de la economía política burguesa. Estamos aquí frente al problema de una nueva cientificidad, que rompa con las abstractas categorialidades del pensamiento burgués. Distinto, pero a la vez conectado al fetichismo, es el problema de la alienación, que se refiere sobre todo al plano de la praxis, fundadora tanto de las operaciones científicas como de la apariencia social. Aunque Rubin no encara seriamente este segundo problema, contribuye con su análisis a una redefinición del primero. De este modo, el concepto de fetichismo recibe una nueva luz en cuanto categoría crítica y revolucionaria.

PASADO  y  PRESENTE

 

Fredy Perlman

El fetichismo de la mercancía

Según los economistas cuyas teorías prevalecen actualmente en América del Norte, la economía ha reemplazado a la economía política, y la economía trata de la escasez, los precios y la asignación de recursos. Según la definición de Paul Samuelson, "la economía, o la economía política, como se la solía llamar... es el estudio de como los hombres y la sociedad deciden, con o sin el uso de dinero, emplear recursos productivos escasos, que pueden tener aplicaciones alternativas, para producir diversas mercancías a lo largo del tiempo y distribuirlas para el consumo, ahora y en el futuro, entre diversas personas y grupos de la sociedad".[1] De acuerdo con Robert Campbell, "una de las preocupaciones centrales de la economía ha sido siempre que es lo que determina el precio".[2] Según las palabras de otro experto, "toda comunidad, nos dicen los textos elementales, debe abordar un problema económico general: cómo determinar los usos de los recursos disponibles, incluyendo no sólo bienes y servicios que puedan ser empleados productivamente, sino también otros medios escasos". [3]

Si la economía solo es, en verdad, un nuevo nombre de la economía política, y si la disciplina que antes era llamada la economía política es la que ahora se llama economía, entonces esta ha reemplazado a la primera. Pero si el objeto de estudio de la economía política no es el mismo que el de la economía, entonces el "reemplazo" de la economía política es realmente la omisión de un campo de conocimiento. Si la economía responde a cuestiones diferentes de las que plantea la economía política, y si las cuestiones omitidas se refieren a la forma y la calidad de la vida humana dentro del sistema económico-social dominante, entonces esta omisión puede ser llamada una "gran evasión".[4]

 El teórico de la economía e historiador soviético I. I. Rubin sugirió una definición de economía política que no tiene nada en común con las definiciones de economía ya citadas. Según Rubin, "la economía política trata de la actividad laboral humana, no desde el punto de vista de sus métodos e instrumentos de trabajo, sino desde el punto de vista de su forma social. Trata de las relaciones de la producción que se establecen entre los hombres en el proceso de producción".[5] De acuerdo con esta definición, la economía política no es el estudio de los precios o de los recursos escasos, es un estudio de las relaciones sociales, un estudio de la cultura. La economía política se plantea por qué las fuerzas productivas de la sociedad se desarrollan dentro de una forma social particular, por qué el proceso de la máquina se despliega dentro del contexto de la empresa comercial, por qué la industrialización adopta la. forma del desarrollo capitalista. La economía política se plantea cómo se regula la actividad laboral de las personas en una forma especifica, histórica, de economía.

Las definiciones norteamericanas contemporáneas de la economía ya citadas, tratan, evidentemente, de problemas diferentes, plantean cuestiones diferentes y se refieren a un objeto de estudio distinto del de la economía política tal como la define Rubin. Esto significa una de dos cosas: o bien que la economía y la economía política son dos ramas diferentes del conocimiento, en cuyo caso el "reemplazo" de la economía política por la economía simplemente significa que los especialistas norteamericanos en una de las ramas han reemplazado a la otra rama; o bien que la economía es realmente el nuevo nombre de lo que "solía llamarse" economía política; en este caso, al definir la economía como el estudio de la escasez, de los precios y la asignación de recursos, los economistas norteamericanos están diciendo que las relaciones de producción entre las personas no constituyen un tema legitimo de estudio. En este último caso, los economistas citados anteriormente se constituyen en los jueces de lo que es y lo que no es un tema legitimo de interés intelectual; están definiendo los límites del conocimiento norteamericano. Este tipo de dictamen intelectual ha conducido a consecuencias predecibles en otras sociedades y en otros tiempos: ha conducido a la ignorancia total en campos excluidos del conocimiento, y a la aparición de grandes lagunas y blancos en campos afines del conocimiento.

 Samuelson ha suministrado una justificación para la omisión de la economía política del conocimiento norteamericano. Con el lenguaje equilibrado y objetivo de un profesor norteamericano, Samuelson dice: "Mil millones de personas, un tercio de la población mundial, considera ciegamente Das Kapital como el evangelio económico. Sin embargo, sin el estudio disciplinado de la ciencia económica, ¿cómo puede alguien formarse una opinión razonada acerca de los méritos o falta de méritos de la economía clásica, tradicional?"[6] Si "mil millones de personas" consideran Das Kapital "como el evangelio económico", obviamente es atinado preguntarse por qué solo unos pocos millones de norteamericanos consideran al Curso de economía de Samuelson "como el evangelio económico". Tal vez una respuesta equilibrada y objetiva podría ser que "mil millones de personas" hallan poco que sea relevante o significativo en los elogios de Samuelson al capitalismo norteamericano y en sus ejercicios en geometría bidimensional, mientras que los pocos millones de norteamericanos no tienen otra opción que aprender los "méritos de la economía clásica, tradicional". La pregunta retorica de Samuelson —"sin embargo, sin el estudio disciplinado de la ciencia económica, ¿cómo puede alguien formarse una opinión razonada acerca de los méritos?"— es evidentemente una espada de dos filos, ya que puede plantearse en relación a cualquier teoría económica importante, no solamente la de Samuelson; y esta claro que corresponde al estudiante extraer su propia conclusión y hacer su propia opción después de un "estudio disciplinado" de todas las teorías económicas importantes, no sólo la de Samuelson.

Aunque Samuelson, en su libro de texto introductorio, dedica mucha atención a Marx, este ensayo mostrara que el tratamiento de Samuelson difícilmente constituya un "estudio disciplinado" de la economía política de Marx.

En el presente ensayo esbozaremos algunos de los temas centrales de la economía política de Marx, particularmente los temas tratados en los Ensayos sobre la teoría del valor de Marx, de Rubin. El libro de Rubin es una exposición vasta y densamente razonada del núcleo de la obra de Marx, la teoría del fetichismo de la mercancía y la teoría del valor. Rubin aclara concepciones erróneas que han derivado, y aún derivan, de lecturas superficiales y tratamientos evasivos de la obra de Marx.

El objetivo principal de Marx no era estudiar la escasez ni explicar la formación de los precios, ni asignar recursos, sino analizar cómo se regula la actividad laboral de las personas en una economía capitalista. El objeto de análisis es una estructura social determinada, una cultura particular, a saber, el capitalismo mercantil, una forma social de economía en la cual las relaciones entre las personas no se hallan reguladas directamente, sino a través de las cosas. Por consiguiente, "el carácter específico de la teoría económica, como ciencia que trata de la economía mercantil-capitalista, reside precisamente en el hecho que trata de las relaciones de producción que adquieren formas materiales" (Rubin, p. 95).

El interés fundamental de Marx era la actividad humana creadora, particularmente los determinantes, los factores que regulan y moldean esta actividad en la forma capitalista de economía. El completo estudio de Rubin pone en claro que este no fue solamente el interés fundamental del "joven Marx" o del "viejo Marx", sino que fue esencial para Marx en todas sus obras teóricas e históricas que se extienden a lo largo de más de medio siglo. Rubin muestra que este tema da la unidad de una sola obra a cincuenta años de investigaciones y escritos, que este tema es el contenido de la teoría del valor basada en el trabajo, y por ende que la teoría económica de Marx sólo puede ser comprendida dentro del marco de este tema central. La vasta obra de Marx no es una serie de episodios inconexos, cada uno de los cuales plantea problemas específicos abandonados más tarde. Por consiguiente, el contraste trazado con frecuencia entre un "joven Marx idealista", interesado por los problemas filosóficos de la existencia humana, y un "viejo Marx realista", preocupado por los problemas económicos técnicos,[7] es superficial y pasa por alto la unidad esencial de toda la obra de Marx. Rubin muestra que los temas centrales del "joven Marx" siguieron recibiendo una elaboración refinada en las páginas finales de la última obra publicada de Marx. Marx aguzó constantemente sus conceptos y con frecuencia cambió la terminología, pero sus intereses no se modificaron. Rubin lo demuestra rastreando los temas centrales de obras que Marx escribió a principio de la década de 1840 hasta el tercer volumen de El capital, publicado por Engels en 1894.

En los diferentes periodos de su productiva vida, Marx expreso su preocupación por la creatividad humana a través de diferentes conceptos, aunque relacionados entre sí. En sus primeras obras, Marx unifico sus ideas alrededor del concepto de "alienación" o "enajenación". Más tarde, cuando Marx refinó sus ideas sobre el trabajo "cosificado" o "coagulado", la teoría del fetichismo de la mercancía le brindó un punto central, un marco unificador para su análisis. En la obra posterior de Marx, la teoría del fetichismo de la mercancía, o sea la teoría de la sociedad en la cual las relaciones entre las personas adoptan la forma de relaciones entre cosas, la teoría de una sociedad en la cual las relaciones de producción son cosificadas, se convierte en “una teoría general de las relaciones de producción de la economía capitalista mercantil” (Rubin, p. 50). Así, la teoría marxista del valor, la parte de su economía política críticada con más frecuencia, solo puede ser comprendida dentro del contexto de la teoría del fetichismo de la mercancía, o para decirlo con las palabras de Rubin, el fundamento de la teoría de Marx "sólo puede exponerse sobre la base de su teoría del fetichismo de la mercancía, que analiza la estructura general de la economía mercantil" (p. 113).

 En este ensayo se examinara la relación entre el concepto de alienación, la teoría del fetichismo de la mercancía y la teoría del valor, y se mostrara que las tres formulaciones son enfoques de un mismo problema: la determinación de la actividad creadora de las personas en la forma capitalista de economía. Este examen mostrara que Marx no tenia ningún interés per se en definir un patrón de valores, en desarrollar una teoría de los precios aislada de un modo históricamente específico de producción o en la asignación eficiente de recursos. La obra de Marx es un análisis critico de como se controla a las personas en la economía capitalista, no es un manual sobre cómo controlar personas y cosas. El subtítulo de los tres volumenes de El capital de Marx es "Crítica de la economía política", y no "Manual de la administración eficiente". Esto no significa que Marx no considerara importantes los problemas de la asignación de recursos; significa que no los consideró el problema central de la economía política, que es una ciencia de las relaciones sociales.

El primer enfoque de Marx en lo concerniente al análisis de las relaciones sociales en la sociedad capitalista se baso en el concepto de alienación, o enajenación. Aunque tomó este concepto de Hegel, ya en sus primeras obras Marx critico el contenido que Hegel diera a este concepto. "El ser humano, el hombre, es, para Hegel igual a auto conciencia. Toda enajenación del ser humano no es, por tanto, nada más que la enajenación de la autoconciencia".[8] Para Marx, en 1844, la concepción de Hegel de la conciencia como esencia del hombre es "una crítica oculta y mistificadora", pero observa que "en cuanto retiene la enajenación del hombre —aun cuando este sólo se manifieste bajo la forma del espíritu— se hallan implícitos y ocultos en ella todos los elementos de la crítica y, con frecuencia, preparado y elaborados ya de un modo que descuella ampliamente sobre el punto de vista hegeliano".[9]

 

 

 

[1] Paul A. Samuelson, Economics, An Introductory Analysis, Nueva York, McGraw Hill, 1967, séptima edición, pp. 1 y 5 (las bastardillas son de Samuelson). El libro de Samuelson es el prototipo del texto actualmente en uso en las universidades norteamericanas para enseñar a los estudiantes los principios de la economía. [Hay edic. en esp., Curso de economía moderna. Ed. Aguilar, Madrid, 1972]

[2] Robert W. Campbell, "Marx, Kantorovich and Novozhilov: Stoimost versus Reality", Slavic Review, Octubre de 1961, pp., 402-418. Reimpreso en Wayne A. Leeman, rec, Capitalism, Market Socialism and Central Planning, Boston, Houghton Mifflin, 1963, pp. 102-118, y también en Harry G. Shaffer, The Soviet Economy. Nueva York, Appleton-CenturyCrofts, 1963, pp. 350-366. Campbell es una autoridad norteamericana actual en economía marxista.

[3] Abram Bergson, The Economics of Soviet Planning, New Haven, Yale University Press, 1964, p. 3. Bergson es director del Centro de Investigaciones Rusas de la Universidad de Harvard y, como Campbell, es actualmente una autoridad en economía marxista.

[4] Según el titulo de la obra de William Appleman Williams, The Great Evasion, Chicago, Quadrangle Books, 1964. Williams describe vívidamente algunas de las técnicas de la evasión: "Las tácticas de escape de la realidad empleadas en esta temeraria arremetida llenarían un manual de equívocos, un texto de bizantinismos y una guía sobre como eludir los problemas." (p. 18).

[5] I. I. Rubin, Ocherki po teorii stoimosti Marksa, Moscú, Gosudastvennoe Izdatel'stvo, 3a. ed., 1928, p. 41; en esta traducción, p. 81. El libro de Rubin nunca fue reeditado en la Unión Soviética después de 1928, y nunca había sido traducido antes. Las citas posteriores de esta Introducción se refieren a esta traducción.

[6] Samuelson, op. cit., p. 1.

[7] Por ejemplo: "Es bastante curioso que haya sido el joven Marx (el de principios de la década de 1840) quien elaboró ideas muy afines a otros sistemas de pensamiento que han ejercido gran atractivo durante los decenios de 1950 y 1960: el psicoanálisis, el existencialismo y el budismo Zen. Por el contrario, la obra del Marx maduro, que ponía de relieve el análisis económico y político, ha sido menos atrayente para los intelectuales de las naciones occidentales avanzadas desde el final de la segunda guerra mundial." Robert Blauner, Alienation and Freedom:   ...  Factory Worker and His Industry, Chicago: University of Chicago Press, 1864, p. 1.

[8] Karl Marx, Manuscritos económico-filosóficos de 1844 en Marx y Engels, Escritos Económicos Varios. Ed. Grijalbo, México, 1969, p. 115.

[9] Ibíd., p. 113. (Las bastardillas son del original.)

 

 

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