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IV CONGRESO DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA

5 DE NOVIEMBRE – 5 DE DICIEMBRE DE 1922[1]

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AL IV CONGRESO MUNDIAL DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA, AL SOVIET DE DIPUTADOS OBREROS Y DEL EJÉRCITO ROJO DE PETROGRADO

 

 

Lamento profundamente no poder asistir a la primera sesión del Congreso y verme obligado a enviarles sólo un saludo por escrito.

 A pesar de los obstáculos enormes que enfrentan los partidos comunistas, la Internacional Comunista crece y se afirma. El objetivo fundamental es, igual que antes, la conquista de la mayoría de los obreros. Y alcanzaremos este objetivo a pesar de todo.

La unificación de la II Internacional y de la Internacional II 1/2 será beneficiosa para el movimiento revolucionario del proletariado; siempre es beneficioso para la clase obrera que haya menos mentiras, menos engaños.

Envío mis mejores votos y un cálido saludo a los obreros de Petrogrado y a su nuevo Soviet, que reciben en su ciudad al IV Congreso de la Internacional Comunista.

Los obreros de Petrogrado deben también figurar entre los primeros en el frente económico; las noticias referentes al resurgimiento económico de Petrogrado nos llenan de alegría. En respuesta a la invitación que me formulan, espero poder visitar Petrogrado en un futuro inmediato.

El poder soviético de Rusia celebra su primer quinquenio, más fuerte que nunca. Ha terminado la guerra civil. Se han obtenido los primeros éxitos en el terreno económico. La Rusia soviética considera que es motivo del mayor orgullo prestar ayuda a los obreros de todo el mundo en su difícil lucha por el derrocamiento del capitalismo. La victoria será nuestra.

¡Viva la Internacional Comunista!

Uliánov (Lenin)

Moscú, 4 de noviembre de 1922. 

 

Pravda, núm. 253, 9 de noviembre de 1922. 
Se publica de acuerdo con el; texto del periódico
cotejado con el original corregido por V. I. Lenin

 

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CINCO AÑOS DE LA REVOLUCIÓN RUSA Y LAS PERSPECTIVAS DE LA REVOLUCIÓN MUNDIAL

 

INFORME AL. IV CONGRESO DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA

13 de noviembre

 

(La aparición del camarada Lenin es saludada por estruendosos y prolongados aplausos y una ovación general. Todos se ponen de pie y entonan "La Internacional'.) Camaradas, en la lista de oradores figuro como el orador principal, pero comprenderán que después de mi prolongada enfermedad no estoy en condiciones de pronunciar un informe largo; tendré que limitarme a unas pocas observaciones de introducción sobre las cuestiones fundamentales. Mi exposición será limitada. El tema "Cinco años de la revolución rusa y las perspectivas de la revolución mundial" es demasiado amplio y demasiado extenso para que pueda agotarlo un solo orador en un solo discurso. Por eso tomaré una pequeña parte del tema, a saber: el problema de la "nueva política económica". He tomado deliberadamente sólo esta pequeña parte, con el fin de que se familiaricen con lo que es el problema más importante ahora, por lo menos es el más importante para mí, porque estoy trabajando ahora en él. 

Así, pues, hablaré de cómo iniciamos la nueva política económica y de los resultados logrados por medio de esta política. Limitarme a este problema tal vez me permita ofrecerles de él un examen general y una idea general.

Para comenzar explicando cómo llegamos a la nueva política económica, tendré que referirme a un artículo que escribí en 1918[2]. A principios de 1918, en una breve polémica, me referí al problema de cuál debía ser nuestra actitud hacia el capitalismo de Estado.

Escribí entonces:

".. .comparado con el actual estado de cosas en nuestra República Soviética el capitalismo de Estado sería un paso adelante [es decir, en comparación con lo anterior]. Si dentro de seis meses aproximadamente se implantara el capitalismo de Estado en nuestra República, sería un éxito enorme y la más segura garantía de que dentro de un año el socialismo se consolidaría definitivamente en nuestro país y se haría invencible".[3] 

Esto fue dicho, como es natural, en una época en que éramos mucho más torpes que ahora, pero no tan torpes como para no ser capaces de analizar semejantes problemas. Por lo tanto, en 1918 yo era de opinión de que, en relación con la situación económica de ese momento en la República Soviética, el capitalismo de Estado sería un paso adelante. Esto parece muy extraño, y quizás hasta absurdo, pues ya entonces nuestra república era una república socialista; y ya adoptábamos todos los días y con premura —tal vez con excesiva premura— una serie de nuevas medidas económicas, que no pueden caracterizarse de otro modo que de medidas socialistas. A pesar de ello, pensaba entonces que el capitalismo de Estado, teniendo en cuenta la situación económica de ese momento en la República Soviética, sería un paso adelante; y explicaba mi idea por una simple enumeración de los elementos del sistema económico de Rusia.   Estos elementos eran, a mi juicio, los siguientes: "1) economía patriarcal, es decir, en grado considerable una economía campesina natural; 2) pequeña producción mercantil (aquí figuran la mayoría de los campesinos que venden el cereal); 3) capitalismo privado; 4) capitalismo de Estado y 5) socialismo"[4]. Todos estos elementos económicos existían en la Rusia de aquella época. Me planteé la tarea de explicar las relaciones mutuas entre estos elementos y de si no habría que estimar a uno de los elementos no socialistas, a saber, el capitalismo de Estado, corno superior al socialismo. Repito: a todos les parece muy extraño que en una república que se declara república socialista, un elemento no socialista sea considerado en primer término, sea estimado superior al socialismo. Pero se hace comprensible si recordamos que no considerábamos el sistema económico de Rusia como algo homogéneo y muy desarrollado, sino que reconocíamos sin reserva alguna que en Rusia, al lado de la forma socialista teníamos la agricultura patriarcal, es decir, la forma, más primitiva de la agricultura. ¿Qué papel podía desempeñar el capitalismo de Estado en tales condiciones?

Luego me pregunté cuál de estos elementos era el predominante. Es claro que en un medio pequeñoburgués predomina el elemento pequeñoburgués. Reconocí entonces que predominaba el elemento pequeñoburgués; era imposible pensar de otro modo. El interrogante que entonces me planteé —se trataba de una polémica especial que no guarda relación con el problema actual— era: ¿cuál es nuestra actitud hacia el capitalismo de Estado? Y respondí: el capitalismo de Estado, aunque no es una forma socialista, sería para nosotros y para Rusia una forma más favorable que la actual. ¿Qué demuestra eso? Demuestra que no sobrestimábamos ni los rudimentos ni los principios de la economía socialista, a pesar de haber realizado ya la revolución social; por el contrario, ya entonces comprendíamos en cierto modo que hubiera sido mejor llegar primero al capitalismo de Estado, y sólo después pasar al socialismo.

Debo subrayar en particular esto porque supongo que es el único punto de partida que es posible tomar para explicar, en primer lugar, qué es la actual política económica; y en segundo Jugar, extraer conclusiones prácticas de mucha importancia para Ja Internacional Comunista. No quiero decir que tuviésemos preparado de antemano un plan de retroceso. No había tal cosa. Aquellas breves líneas de carácter polémico no eran en modo alguno un plan de retroceso.

No se mencionaba siquiera un aspecto tan importante como, por ejemplo la libertad de comercio, que tiene una significación fundamental para el capitalismo de Estado. No obstante, ya se daba una idea general, si bien imprecisa, del retroceso. Creo que debemos tenerlo en cuenta, no sólo desde el punto de vista de un país que por su sistema económico fue y continúa siendo muy atrasado, sino también desde el punto de vista de la Internacional Comunista y los países avanzados de Europa occidental. Por ejemplo, en este momento nos dedicamos a elaborar el programa; personalmente pienso que sería mejor que discutiéramos todos los programas sólo de un modo general, en primera lectura, por decirlo así, y los hiciéramos imprimir sin adoptar por ahora, este año, decisión definitiva alguna. ¿Por qué? Ante todo, naturalmente, porque no creo que los hemos estudiado a todos lo suficiente. Además, porque no hemos analizado en absoluto el problema dé un posible retroceso y los preparativos para el mismo. Y este es un problema que, ante los cambios tan radicales ocurridos en el mundo, como el derrocamiento del capitalismo y la construcción del socialismo con todas las enormes dificultades que esto representa, exige que le dediquemos toda nuestra atención. Debemos saber cómo actuar no únicamente en el momento en que emprendemos la ofensiva directa y logramos la victoria. En un período revolucionario esto no es tan difícil, ni tan importante; por lo menos no es lo decisivo. Durante la revolución hay siempre momentos en que el enemigo pierde la cabeza; y si lo atacamos en tal momento la victoria puede ser fácil. Pero esto todavía nada significa puesto que nuestro enemigo, si posee suficiente dominio de sí mismo, puede reagruparse a tiempo, etc., puede con facilidad provocar un ataque de nuestra parte y luego hacernos retroceder por muchos años. He aquí por qué creo que la idea de que debemos prepararnos para un posible retroceso es de suma importancia, y no sólo desde el punto de vista teórico. También desde el punto de vista práctico, todos los partidos que se preparan para emprender la ofensiva directa contra el capitalismo en un futuro próximo deben meditar desde ahora en el problema de prepararse para un posible retroceso. Pienso que aprender esta lección, así como todas las otras lecciones que nos brinda la experiencia de nuestra revolución, no nos causará daño alguno; por el contrario, lo más probable es que nos resulte beneficioso en muchos casos.

Después de subrayar el hecho de que ya en 1918 considerábamos el capitalismo de Estado como una posible línea de retroceso, paso a analizar los resultados de nuestra nueva política económica. Repito: entonces era una idea muy vaga aún, pero en 1921, superada la etapa más importante de la guerra civil —superada victoriosamente— sentimos el impacto de una grave soviética. Esta crisis interna reveló descontento entre un sector considerable del campesinado, e incluso de los obreros. Fue la primera vez, y confío que será la última, que en la historia de la Rusia soviética grandes masas de campesinos mostraban una actitud contraria a nosotros, no concientemente, sino instintivamente. ¿Cuál fue la causa de esta situación peculiar, y como es natural, muy desagradable para nosotros?      Se debía a que con nuestra ofensiva económica habíamos ido demasiado lejos, a que no nos habíamos asegurado recursos suficientes; a que las masas sintieron por instinto lo que nosotros no supimos formular de manera conciente, pero que muy pronto, al cabo de unas semanas, reconocimos: que el paso inmediato a formas puramente socialistas, a la distribución socialista pura, estaba más allá de nuestras fuerzas y que si no estábamos en condiciones de realizar un retroceso para limitarnos a tareas más fáciles, enfrentaríamos el desastre. Creo que la crisis comenzó en febrero de 1921. En la primavera del mismo año decidimos en forma unánime —con respecto a este problema no observé discrepancias importantes entre nosotros— adoptar la nueva política económica. Hoy, trascurrido un año y medio, a fines de 1922, podemos hacer ciertas comparaciones. ¿Qué ha sucedido? ¿Cómo hemos vivido este año y medio? ¿Cuál es el resultado? ¿Ha sido útil este retroceso? ¿Nos ha salvado en verdad o el resultado es confuso aun? Esta es la pregunta principal que me hago, y creo que también tiene importancia de primer orden para todos los partidos comunistas, pues si la respuesta fuera negativa estaríamos todos condenados podemos responder a este interrogante en forma afirmativa; decir y absoluto que hemos pasado la prueba.

Trataré ahora de demostrarlo. Para ello es preciso enumerar  en forma breve todos los elementos integrantes de nuestra economía.

Ante todo me detendré en nuestro sistema financiero y en el célebre rublo ruso. Creo que podemos decir que los rublos rusos son famosos, aunque sólo sea porque su cantidad en circulación supera su cuatrillón (risas). ¡Eso es algo! Es una cifra astronómica. Estoy seguro de que no todos aquí advierten lo que esa cifra representa. (Risa general.) Pero nosotros, desde el punto de vista de la ciencia de la economía ..............................

 

 

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[1] 84 IV Congreso de la Internacional Comunista: se realizó del 5 de noviembre al 5 de diciembre de 1922. Se inauguró en Petrogrado y las sesiones siguientes desde el 9 de noviembre se realizaron en Moscú. Participaron representantes de 58 partidos comunistas, de 3 partidos diversos: ei Partido Socialista Italiano, el Partido Obrero de Islandia, y el Partido Popular Revolucionario de Mongolia; y de cinco organizaciones obreras: la Internacional Comunista de la Juventud, la Internacional Roja de Sindicatos, el Secretariado Internacional Femenino, la Organización de los negros de Estados Unidos y el Socorro Obrero Internacional. Por primera vez asistieron al congreso delegados de los partidos comunistas de Japón, Portugal, Brasil y algunos otros partidos, surgidos después del III Congreso de la Internacional Comunista.

El IV Congreso discutió el informe del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista y los temas: cinco años de la revolución rusa y las perspectivas de la revolución mundial, la ofensiva del capital, el programa de la Internacional Comunista, las tareas de los comunistas en los sindicatos, cuestiones de Oriente, el agrario, y otros.

Lenin realizó un gran trabajo para la preparación del Congreso. Estuvo al frente del buró de la delegación del PC(b)R, de la cual fue elegido miembro el 7 de octubre de 1922 en el pleno del Comité Central y dirigió todo el trabajo de la delegación rusa; participó activamente en la elaboración de las resoluciones fundamentales del Congreso. Se preinforme en ruso y en alemán.

El saludo de Lenin que se publica fue leído durante la apertura del congreso, el 5 de noviembre de 1922. El informe Cinco años de la revolución rusa y las perspectivas de la revolución mundial, que constituyó el acontecimiento central del Congreso, fue pronunciado por Lenin en alemán el 13 de noviembre en la sesión matutina. Al recibir ese mismo día la versión taquigráfica en alemán y su traducción al ruso, Lenin escribió lo siguiente: ¡¡"muy, muy bien!! Muchas gracias. No se olviden de enviembre de 1922.

El IV Congreso de la Internacional Comunista aprobó una resolución sobre la cuestión rusa, donde se subrayaba que la Rusia Soviética seguía siendo para el proletariado mundial el más rico tesoro de experiencia revolucionaria histórica, se hacía una evaluación positiva de la nueva política económica, como política orientada hacia la construcción del socialismo. El Congreso señaló que solamente los esfuerzos conjuntos del proletariado mundial pueden ser una garantía para la revolución proletaria en Rusia contra el peligro de un ataque por parte de los Estados imperialistas y la restauración del régimen capitalista e instó a los trabajadores de todos los países a pronunciarse en apoyo de la Rusia Soviética bajo las consignas: "¡Fuera las manos de la Rusia Soviética!, ¡Recola economía de la Rusia Soviética!"

El Congreso analizó en detalle la situación y las tareas del movimiento revolucionario internacional, los resultados de la lucha de la clase obrera en los países capitalistas en el año y medio trascurrido desde él III Congreso, y subrayó que la táctica del frente único, aplicada por la Internacional Comunista, era justa. En las tesis sobre táctica de la Internacional Comunista se dio una clara caracterización de la ofensiva económica y política de la burguesía contra la clase obrera, se fijaron las tareas de los partidos comunistas para organizar la resistencia contra la ofensiva del capital, y para fortalecer la lucha contra el fascismo sobre la base de la táctica del frente único. Partiendo de esta táctica el Congreso planteó la consigna de gobierno obrero, que fue considerada por el Congreso como una posible forma de paso a la dictadura del proletariado. El Congreso señaló la posibilidad de que en determinadas condiciones y sobre una base parlamentaria surgiera un gobierno obrero, subrayando especialmente que tanto la creación de un gobierno de este tipo como su existencia misma son inseparables ele la lucha revolucionaria contra la burguesía.

Después de discutir el problema de la situación internacional con relación a la creación del sistema de Versalles, el Congreso señaló que dicho sistema agudizaba la contradicción entre los Estados imperialistas, conducía a la intensificación de la militarización, al crecimiento del peligro de una nueva guerra mundial e instó a los partidos comunistas, en primer término a los comunistas de Francia y Alemania, a fortalecer la solidaridad internacional del proletariado.

El Congreso dio un nuevo paso hacia la creación del frente único de la clase obrera al dirigir una carta abierta al Congreso de La Haya, a la II Internacional y a la Internacional II 1/2 y a los sindicatos de todos los países, en la que llamaba a acciones conjuntas contra la ofensiva del capital y el peligro de guerra. Definiendo las tareas de los comunistas en el movimiento sindical, el Congreso planteó la consigna de, luchar polla unidad del movimiento sindical, consigna que sirvió de base para las resoluciones del II congreso de la Internacional Roja de Sindicatos realizado en Moscú del 19 de noviembre al 2 de diciembre de 1922.

 Al discutirse el programa de la Internacional Comunista el Congreso tuvo en cuenta la proposición de Lenin de no aprobarlo en forma definitiva, porque era necesario prepararlo más minuciosamente. El 20 de noviembre, en la reunión del buró de la delegación rusa realizada bajo la dirección de Lenin, fue elaborado el proyecto de resolución sobre el programa, que sirvió de base para la resolución aprobada por el Congreso el 21 de noviembre. En esta resolución el Congreso decidió entregar todos los proyectos de programa al Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista para su estudio, su elaboración detallada y publicación, también comprometió a todos los partidos a elaborar sus respectivos programas nacionales.

El Congreso hizo un análisis del movimiento de liberación nacional en los países oprimidos y dependientes y planteó para los países coloniales y semicoloniales la consigna del frente único antimperialista. Con el fin de precisar la política de los partidos comunistas en la cuestión agraria, el Congreso aprobó un esbozo de programa agrario para la actividad de la Internacional Comunista. El primer proyecto del esbozo, que repetía en lo fundamental la resolución del II Congreso de la Internacional Comunista sobre el problema agrario y que contenía formulaciones inexactas, fue criticado por Lenin en su carta del 25 de noviembre de 1922 a los miembros del buró de la delegación rusa (esta carta fue traducida a cuatro idiomas y distribuida entre los delegados al Congreso). Lenin propuso "comparar la nueva resolución, frase por frase, con lal resolución del II Congreso", para evitar contradicciones entre ellas y "otorgar a esta nueva resolución el carácter de algo así como un comentario parcial". De acuerdo con las indicaciones de Lenin el proyecto fue del II Congreso.

En una  de las reuniones del Congreso se escuchó un informe sobre la actividad del  Socorro Obrero Internacional. El 2 de diciembre de 1922 Lenin dirigió una carta al secretario del Socorro Obrero Internacional en la que valoraba altamente los resultados de la ayuda prestada por el proletariado internacional al país soviético en la esfera de la producción (véase el presente tomo, págs. 445-446). En la resolución especial aprobada el 5 de diciembre de 1922 "Sobre la ayuda proletaria a la Rusia Soviética" el Congreso exhortó a movilizar, además del poderío político, todo el poderío económico del proletariado mundial para prestar apoyo restablecer su economía.

El Congreso prestó gran atención a la situación en algunas secciones de la Internacional Comunista. En comisiones especiales y en reuniones plenarias se discutió la actividad de los partidos comunistas de Francia, Italia, España, Checoslovaquia, Polonia, Estados Unidos, Yugoslavia, Dinamarca y otros países. Lenin prestó gran ayuda en la solución de una serie de problemas vinculados con la actividad de algunas secciones tle la Internacional Comunista. En el período de preparación del Congreso y durante sus labores se entrevistó con los representantes de los partidos comunistas y demás delegados al Congreso, a los que ayudó con sus consejos a elaborar una política y táctica acertadas para las acciones revolucionarias. Prestó también especial atención al trabajo de la comisión italiana que se planteaba como problema fundamental la unificación de los Partidos Comunista y Socialista Italianos. En octubre y noviembre de 1922 recibió a A. Gramsci, a M. Bombacci, A. Graziadei, A. Bordiga que sostenían diversas opiniones sobre la unificación. El CC del  PC(b)R dirigió a los miembros de la delegación italiana una carta sobre la táctica de los comunistas italianos. Todo esto ayudó a que la delegación italiana tuviera una posición unánime durante la votación de! problema italiano. El 11 de diciembre de 1922 Lenin escribió una carta a Lazzari, uno de los fundadores del Partido Socialista Italiano y partidario de la adhesión de éste a la Internacional Comunista, en ia que le comunicaba la resolución aprobada por el Congreso sobre ia unificación de los partidos, y exhortaba a los socialistas italianos a contribuir a la unificación "con el máximo empeño".

Las resoluciones aprobadas por el Congreso y sus comisiones contribuyeron a que en los Partidos Comunistas se superasen los errores oportunistas de derecha y dogmático-sectarios y a que las secciones de la Internacional Comunista se trasformasen en partidos marxistas leninistas de nuevo tipo. 411.

[2] Lenin se refiere a su artículo "Infantilismo 'de izquierda' y la mentalidad pequeñoburguesa", ob. cit., t. XXIX. (Ed.)

[3] Véase V. I. Lenin, ob. cit, t. XXIX, pág. 88. (Ed.)

[4] Véase V. I. Lenin, ob. cit, t. XXIX, pág. 89. (Ed.)